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No avanza, sin embargo, cuando los planes de inversión de las grandes empresas se coordinan con los de la Administración Pública para beneficio del propio sector privado y de algunos que dicen representarnos.
Un ejemplo de ello es el enorme centro comercial construido en Palmas Altas proveerá de beneficios a Grupo Lar, el grupo empresarial que lo construye, y a los propietarios de las comercios instalados: Mercadona, 100 Montaditos, MCDonalds, Starbucks, KFC, Zara, Lefties o Primark, entre otras muchas multinacionales que poco o nada contribuyen con las arcas públicas o la sociedad. No ayudará mucho a los vecinos del barrio, que tendrán que soportar la afluencia añadida de unos 14 millones de visitantes anuales, con sus coches y sus humos, en el Puente del Centenario, punto negro de la SE-30. Resulta curioso que en la presentación pública del centro el pasado 19 de marzo, el director del proyecto hablara de un centro comercial propiedad "de los vecinos". ¿Qué vecinos?
¿Cómo competir con un gigante que además cuenta con todas las facilidades de la Administración? Es imposible.
El Mercadona del Higuerón Sur, además de ofrecer al vecindario unos cuántos puestos de trabajo, y de silencio, vendrá a enriquecer al conglomerado de Juan Roig al tiempo que debilita los pequeños negocios de la ciudad. No es nuevo, señor Espadas. Es lo que sucede en un día a día, en una calle, que parece ignorar. La implantación de una gran superficie de venta online, con un modelo de negocio tipo Amazon, es una losa más para los comerciantes de Sevilla y sus familias. ¿Cómo competir con un gigante que además cuenta con todas las facilidades de la Administración? Es imposible.
En su análisis, publicado hace unos días en el Diario de Sevilla, habla usted de cientos de nuevas viviendas en Torreblanca y Sevilla Este, construidas por un gigante privado. De un parque tecnológico de 50 millones de euros que otro gigante como Endesa construye en la Cartuja; de las obras de la Avenida El Greco (que tanto han padecido sus vecinos, aunque esto, claro, no lo menciona) y de la Fundación Cruzcampo, propiedad de Heineken, otra empresita humilde; del Puerto y de su Zona Franca, del Aeropuerto y de Ryanair; de los suelos de Santa Justa, de una residencia estudiantil de 70 millones de euros, de la Torre Sevilla.... “De Norte a Sur, de Este a Oeste (…) somos una ciudad atractiva para las inversiones”. Y de eso trata su análisis, de las inversiones de grupos privados en grandes proyectos. Ya para el final, con ligereza, el equilibrio medioambiental y social, la sostenibilidad y el desempleo, esas minucias que usted sabe que, por desgracia, también preocupan a las personas.
Turismo
Barrios de cartón piedra
Trata de engañarnos, señor Espadas, cuando dice que para poner “fin de una vez a las desigualdades que persisten desde hace ya demasiado tiempo”, nosotros, ciudadanos, debemos compartir esa hoja de ruta diseñada por ustedes, políticos y empresarios privilegiados. Una hoja de ruta que no está pensada por los vecinos. Que ignora el paro estructural y la precariedad laboral, que obvia las carreteras a medio construir y las conexiones ferroviarias prometidas, que abandona viveros de negocio ya construidos para construir otros nuevos allende la ciudad.
Si tomamos el camino que nos muestra, en 2030 Sevilla tendrá algo tristemente parecido a lo que tiene hoy. Muchos pasos en la calle, muchos días de feria, pero demasiados turistas y camareros pobres. Tendrá también muy poca vivienda accesible, y muy pocos árboles. La desigualdad y la exclusión social harán la ciudad inhabitable para tantos que, su #Sevilla2030 será, señor Espadas, una Sevilla para privilegiados.
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