Sumar
Sin tregua en Sumar: de la alegría por tensar la cuerda con el PSOE al varapalo por Errejón

España nunca aburre, ni siquiera con el calendario. Uno de los seísmos políticos más fuertes del año coincide casi, por poco, con el décimo aniversario del parto político que cambió la historia de este país. El 19 de octubre de 2014 se hacía la primera Asamblea de Podemos en Vistalegre, que daría el primer marco orgánico de los morados y los catapultaría —de hecho a los tres días de realizarlo sumarían nada menos que 30.000 afiliados más—. Diez años y cinco días después, uno de los líderes de aquella gesta de la izquierda, Íñigo Errejón, renunciaba a todos sus cargos asediado por las denuncias de presuntas agresiones machistas, maltratos y desórdenes de vida privada poco compatibles con la portavocía de la izquierda feminista impugnadora.

El silencio colectivo que sostuvo a Íñigo Errejón

Zuriñe Rodriguez Lara

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Análisis

Opinión El silencio colectivo que sostuvo a Íñigo Errejón

Zuriñe Rodriguez Lara

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Para que las víctimas puedan hablar, el pacto de silencio patriarcal que opera en las altas esferas de la política se tiene que romper y no solamente fracturar.

El calendario también es intrincado por la coyuntura, no solo por la hemeroteca. El escándalo Errejón estalla en un momento de debilidad del Gobierno de coalición, de mucha complejidad parlamentaria para aprobar sus iniciativas y en medio de una estrategia de acoso y derribo por mar, aire y tierra de las derechas en todos sus terrenos (Congreso, autonomías, judicatura y medios). Para más inri, el motivo de la renuncia es un disparo al corazón ideológico de la izquierda: la causa feminista.

Si el miércoles proliferaban los comentarios en redes sociales, para el jueves a la noche, con Errejón ya dimitido, la situación fue a peor: Cristina Fallarás confirmaba por televisión haber recibido 11 testimonios nuevos. El viernes por la mañana, nos enterábamos que la actriz Elisa Mouliaá hacía una denuncia formal en una comisaría sobre una presunta agresión sexual producida en 2021.

El vuelco anímico en las filas de Sumar, especialmente en su brazo parlamentario, fue meteórico. De dejarse ver satisfechos y entusiasmados con lo que ellos consideran logros en su táctica de desmarque del PSOE y presión por un giro a la izquierda en las cosas del comer —vivienda y reducción de la jornada laboral, especialmente—, en 24 horas todo pasó a ser caras largas y desánimo frente a la incertidumbre.

‘Shock’ y esperando

“He puesto un ‘tuit’ porque creo que algo tenía que decir y me han escrito 20 periodistas. Pero no puedo ni quiero hablar”, decía a El Salto un cargo de Más Madrid, visiblemente acongojado por lo ocurrido. “En los medios a veces se olvidan de lo humano. Para nosotros que esto pase con un compañero es muy duro, provoca desánimo”, opinaba otro consultado que se sienta en los escaños de Sumar en el Congreso.

“Varios estamos preocupados. Esta era una buena semana políticamente, la cosa estaba arrancando de nuevo y esto es morder polvo”, se lamenta un legislador del sector más alejado a Yolanda Díaz. Al cierre de este artículo, todavía no había una directiva en cuanto al argumentario a responder y los diputados se guiaban por el comunicado publicado por Sumar.

En Más Madrid han pedido a sus legisladores y sus cargos extrema discreción. El golpe en el partido que fundó Errejón en su pacto con Manuela Carmena tras traicionar a Podemos en el invierno de 2019 es colosal. Casi la totalidad de los dirigentes y militantes de peso actuales conocen a Errejón desde hace muchos años, varios de ellos eran amigos personales y compartieron fuertes batallas políticas y también lo defendieron a él cuando todo el ‘pablismo’ hacía cola para criticarlo.

En medio del ‘shock’ y la desazón comprensible también vuelve a exhibirse el déficit de liderazgo en Sumar. La comunicación de los hechos ha sido poco clara y de apariencia improvisada o desorganizada: básicamente, Errejón se adelanta y publica su renuncia —repleta de eufemismos y carente de disculpas y una autocrítica más profunda—. Horas después, Díaz asegura que esa renuncia no es voluntaria, sino producto de un “proceso de recabar información”. Elizabeth Duval en una entrevista con TVE informa que ellos lo fuerzan a dimitir.

Pero un rato después, Más Madrid desde su cuenta oficial en X (antes Twitter) asegura ser quien ha instigado la dimisión de Errejón, dejando, como mínimo, en entredicho la cadena de mandos en una decisión tan sensible y compleja.       

El Salto pudo constatar en base a diversas fuentes que quien ha liderado el proceso de indagación y el pedido de dimisión es Más Madrid. El partido además contactó con Díaz y con gente de su confianza para pedirle que se le exija el acta de diputado. De hecho, cargos intermedios del partido regional madrileño llamaron por teléfono el miércoles al mediodía a algunos diputados de Sumar para advertirles de lo que iban a impulsar para asegurarse que estuvieran enterados, más allá de lo que informase el entorno de Díaz.

También hubo lugar para suspicacias, ya que también hay que recordar que hay un enfrentamiento hace mucho tiempo entre Mónica García y Errejón. “No han hecho esto por venganza ni revancha, tenían una preocupación real del nivel de las denuncias y dijeron ya está bien”, comenta uno de los conocedores del proceso interno que vivió Más Madrid, que no estuvo exento de estrés, dudas y contradicciones.

Ahora, el debate

Se abren ahora dos discusiones colaterales. El primero es el de los sillones, siempre alejado del interés de la gente pero muy importante para el reparto de poder de los partidos. La portavocía del cuarto grupo más numeroso del Congreso está vacante e Izquierda Unida ya ha avisado que quiere tener voz en decidir quién es el nuevo líder cuya firma es clave para las decisiones e iniciativas. Fuentes del grupo han asegurado que todavía “ese debate no existe”. Pero es posible que semana que viene haya novedades.

El otro debate es el de las responsabilidades políticas, que también es interesadamente instigado por las derechas (el Partido Popular de Madrid y miembros de la ejecutiva nacional ya han hecho varias declaraciones contra Sumar y lo que ellos tachan de “incoherencia” en la izquierda). Otro elemento que dará oxígeno a esa búsqueda de responsables es las denuncias judicializadas y las informales (muchos creen que queda varias por venir).

El coordinador federal de IU, Antonio Maíllo, ha reclamado el viernes por la tarde “responsabilidades a quien haya tenido un indicio” de la conducta de Errejón. Frente a la denuncia formal en comisaría y con vistas a lo que puede venir, Mónica García ha esbozado una autocrítica al aseverar que “desgraciadamente” en su formación no han “sabido hacer lo suficiente” y ratificó su compromiso contra la violencia machista y arropar a las denunciantes.

Las redes sociales y las aplicaciones de mensajería echaban humo este jueves y viernes al comenzar a desgranar los antecedentes. El más notable de ellos fue el de una denuncia en el verano de 2023 por la presunta conducta abusiva de Errejón en un lugar público. 

Más Madrid fuerza la dimisión de Loreto Arenillas tras ser señalada por encubrir un caso de acoso de Errejón

Gessamí Forner

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Violencia sexual

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“Hoy somos conscientes de que [la mediación en un festival de música de 2023] fue una actuación completamente insuficiente y asumimos la responsabilidad”, asegura el partido. La formación niega ser conocedora de “episodios similares” anteriores.

Un miembro del grupo parlamentario recordaba en las últimas horas un viejo diálogo con uno de sus colegas, de otro partido, que le preguntaba sorprendido por qué la vicepresidenta ungía a Errejón a la portavocía del grupo (con el alto perfil mediático y la carga de responsabilidad que implica) a pesar de lo que había hecho en su historia política (de hecho el ya exdiputado filtraba constantemente críticas a la labor de Marta Lois como portavoz y abogaba por su remoción), sumado a los rumores y versiones que había sobre su inestabilidad emocional y su comportamiento errático con mujeres (que ya él mismo reconoció en la carta y a las autoridades de su partido).

“Ya...pero es el que tiene mejor discurso y el mejor para el cargo en este momento”, había respondido ese diputado, sin imaginar que unos meses después vendría esta tormenta. Seguramente tampoco se lo imaginaba Díaz. Lo que cuesta creer es que en los últimos años los dirigentes que compartían camino político con Errejón no supieran ni fueran testigos del desmadre personal que el cofundador de Podemos describió en su carta de renuncia.

Lo que ocurre en el interior de una habitación es insondable. Pero la denuncia hace más de un año viralizó en redes y los comentarios que hace años se escuchan en el cotilleo político madrileño sobre Errejón, tanto sobre su salud física y mental como la manera de relacionarse con las mujeres, eran moneda corriente.

¿La vicepresidenta Díaz tenía conocimiento de algo de todo esto? Es muy probable pero también incomprobable. En Sumar los leales a Díaz ya han comenzado a filtrar a algunos medios que se le había pedido a Errejón que “ordenara su vida privada”. En el más que probable caso que la líder del espacio tuviera conocimiento de esto, ¿por qué encumbró a Errejón a la portavocía y lo sentó en su mesa más íntima y estratégica de decisiones desde aproximadamente 2022 hasta esta última semana?

También esto incumbe a la ministra Mónica García y a los principales dirigentes de Más Madrid, que sí han decidido actuar ahora pero por algún motivo habrían preferido mirar para otro lado con la denuncia informal de hace un año y con la lluvia de comentarios y rumores. Pero especialmente con el deterioro personal que Errejón ha descrito en su carta.

La estrategia de confrontación con el PSOE y de preponderancia con la agenda social, y la arriesgada jugada táctica de intercambiar el martes pasado favores parlamentarios con el PP con tal de mostrar perfil propio, podrían caer en saco roto ante un escándalo del cual ya está hablando todo el país. Especialmente si proliferan más denuncias o aparece algún dirigente que se anime a pronunciar un “yo lo advertí”.

Otrora amigo de Errejón y militante de Podemos, Jesús Jurado se atrevía en su cuenta personal en X a hacer una reflexión a corazón abierto: “Creamos un personaje con imagen a prueba de bombas. Sabíamos que el riesgo asociado era la sensación de impunidad. Comentamos cómo iba a peor los últimos años. Especulamos sobre cuándo estallaría. Nos alejamos de él. Nunca supimos cómo gestionarlo. No había forma buena de hacerlo. (…). El pecado original y colectivo fue construir ese tipo de figuras públicas: generamos monstruos con vida propia que podían destruir y destruyeron todo a su alrededor”. Solo queda aprender las lecciones.