Tribuna
Para acabar de una vez con las nucleares: sobre el último intento de prolongar la vida de las centrales

Los voceros de la nuclear han encontrado la oportunidad ideal para difundir sus bulos con el apagón del 28 de abril. Quieren generar polémica para mantener operativa una infraestructura innecesaria, peligrosa y que genera residuos incontrolables.
Euskal Herría julio 2022 playa montaña lemoniz - 1
Central nuclear de Lemoiz en Bizkaia. Se empezó a construir en 1972 y aunque se finalizó en 1982, nunca se puso en marcha, por la moratoria nuclear del PSOE, el fuerte rechazo popular y las diversas acciones de ETA que incluyeron atentados mortales contra algunos trabajadores. Álvaro Minguito
Activista antinuclear y militante de Anticapitalistas y de Ecologistas en Acción.
9 may 2025 06:23

En estos días estamos viviendo la enésima versión de lo que ya ha pasado durante años en el Estado español: la pelea por el cierre de nucleares que se quiere posponer por el interés espurio de unos pocos. Ayuso se ha puesto a la cabeza de los intentos de la derecha y la patronal de alargar la vida de las centrales atómicas en el Estado español y Guardiola marchó hasta Bruselas para exigir su prolongación a la vicepresidenta de la Comisión Europea. El apagón masivo del pasado 28 de abril también está siendo instrumentalizado para argumentar a favor del mantenimiento de una infraestructura costosa en lo económico, social y ambiental.

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Es posible avanzar en la penetración de las renovables, al menos hasta cierto punto, sin perder seguridad en el sistema energético. Este debe modernizarse, descentralizarse y estar planificado por el Estado, opina un experto.

Las centrales nucleares se construyeron hace aproximadamente cuarenta años, pese a que la sociedad española ha sido y es una de las más opuestas a la energía nuclear, y llevamos estas cuatro décadas luchando por cerrarlas. Almaraz, que es la que está en disputa abierta ahora mismo, es la más antigua de las que están en funcionamiento. Empezó a operar en 1981, es decir, ya ha superado ampliamente la vida útil prevista para este tipo de instalaciones. Ahora hay un calendario de cierre —que no nos gusta porque queremos el cierre inmediato, pero que al menos está ahí— y lo que quieren es discutirlo y volver a generar polémica para mantener operativa una infraestructura que no es necesaria, que es peligrosa y que genera residuos radiactivos que no podemos controlar.

La facturación de las centrales ha sido muy alta durante años, pero ya no es así. El parque nuclear es viejo y eso aumenta costes y riesgos

La industria y la derecha política no quieren renunciar porque ven un pastel jugoso. La facturación de las centrales ha sido muy alta durante años, pero ya no es así y no puede continuar. El parque nuclear es viejo y eso aumenta los costes y los riesgos. Pero tienen sus voceros a través de lobbies y, sobre todo, del apoyo de la derecha, que sigue del lado de los de siempre y está pidiendo que el Gobierno ceda en los impuestos y en las exigencias de mantenimiento para que la nuclear siga a pesar del riesgo que tiene para todas.

Estos voceros han encontrado la oportunidad ideal para difundir sus bulos en el apagón del pasado lunes 28 de abril, afirmando que la inestabilidad de las renovables es causa del cero energético y defendiendo que la nuclear es una fuente estable que puede actuar como garante del sistema. Lo cierto es que esto no es así: sabemos que la nuclear no pudo jugar ningún papel para levantar el sistema durante el apagón y, más aún, que Almaraz no ha sido capaz de volcar energía en el sistema hasta una semana después, pese a que Red Eléctrica había pedido que se reactivara con carácter urgente. La energía nuclear es sistema de producción con grandes riesgos y, por lo tanto, con grandes límites. Por ende, no puede responder con agilidad ni realizar el papel que los lobistas defienden como garante del sistema.

Destrucción del entorno a mayor gloria de Madrid

Es interesante que en estos días Díaz Ayuso se haya posicionado por la continuidad de las nucleares y haya llegado a afirmar que, si se cierra Almaraz, se apaga Madrid. Es parte del argumentario de siempre, pero renovado por la derecha populista. Lo que pasa es que, esta vez, las medias verdades que utilizan para manipular perjudican a las grandes eléctricas porque se les escapan cosas que son ciertas, pero que no querrían decir y que van contra sus intereses. 

No se va a apagar Madrid porque la producción nuclear se puede sustituir fácilmente por la renovable. En realidad, ahora mismo solo se mantiene el consumo de nuclear porque se le da prioridad en el mix energético, es decir, es una decisión política. Si no fuera por el apoyo político al consumo de la nuclear, muchos meses no se utilizaría porque es prescindible. 

Más aún, volviendo al ejemplo del apagón: con la nuclear operativa y con la central de Almaraz, sobre el papel, operativa, esta energía no sirvió para evitar el apagón ni para restaurar el sistema. Ayuso, como de costumbre, miente: lo que puede apagar Madrid no es el cierre de Almaraz ni del parque nuclear en su conjunto, sino el sobreconsumo que ahoga los territorios y que depende de un sistema forzado al límite por la dinámica capitalista de producir y consumir siempre más.

La energía nuclear la ha consumido históricamente Madrid. Una fuente de energía sucia que anula la producción de cualquier cosa en el entorno de la central: no es viable cultivar o hacer turismo

Lo que sí es verdad —y es importante que sea la derecha la que lo dice— es que la energía nuclear la ha consumido históricamente Madrid. Esta energía es una fuente eléctrica sucia que deja residuos radioactivos y que anula la producción de cualquier otra cosa a su alrededor: no es viable cultivar en el entorno de una nuclear, ni se puede hacer turismo rural, ni desarrollar ninguna otra actividad. 

Durante años, esto ha sido así: las centrales contaminan y anulan el entorno en Extremadura, en Guadalajara, en cada lugar, pero el consumo siempre ha sido fundamentalmente para Madrid. La capital es un agujero negro de recursos que consume a costa de lo que se arruina en los territorios, pero es que, además, ahora ni siquiera las grandes ciudades necesitan la energía nuclear.

La antinuclear es una lucha de hoy

Hay que cambiar el ritmo y volver a sacar esta cuestión de los despachos para devolverla a la calle. La patronal infla los números e inventa los argumentos. Hablan de miles de puestos de trabajo, pero no dan estadísticas, no hay fuentes oficiales, no hay nada. Son números inventados. Podrían decir tres mil o tres millones, pero son datos ficticios, inventados con intereses espurios. 

Lo que la nuclear ofrece es una inversión limitada y extremadamente contaminante, un puñado de puestos de trabajo y después nada porque no hay posibilidad de hacer un desarrollo saludable en el entorno de una central; han arruinado el entorno de Almaraz, una zona que podría tener turismo y producción agrícola porque es una región rica. A corto plazo, eso no cambiará, por desgracia, pero con el tiempo y una buena política de gestión de recursos sí puede cambiar.

Ahora necesitamos un plan de cierre y desmantelamiento de la central que se haga en la zona con trabajadores locales, de forma que todo el trabajo quede allí y se vuelva a dinamizar una economía local aplastada por la contaminación y el riesgo nuclear. Hasta que eso suceda, el desmantelamiento de la propia central es una tarea intensiva que puede proveer los puestos de trabajo necesarios para alimentar la demanda laboral mientras el campo y el entorno ser recuperan y vuelven a ser productivos.

La antinuclear no es una lucha vieja, es una lucha que viene de lejos, pero que sigue viva. Ya en su momento se ganó esta lucha, había planes para que aquí hubiera un desarrollo como el de los países de nuestro entorno; en Alemania llegó a haber más de treinta centrales, en Francia más de cincuenta, pero aquí las nucleares estaban en pleno desarrollo y la movilización popular obligó al Gobierno, que acabó accediendo a una moratoria que paró ese desarrollo y nunca hubo más de seis. Se puede volver a hacer, movilizándonos, y es el momento. 

En una época de militarización y con los riesgos de las centrales, ¿de verdad queremos que sigan funcionando las plantas o que en Salamanca haya una fábrica masiva de uranio enriquecido?

En Ucrania, uno de los momentos más tensos de la guerra ha sido la batalla en el entorno de la planta atómica de Zaporiyia porque esa confrontación pudo provocar una catástrofe si hubiera afectado a la central. Vivimos una época de militarización brutal a nivel internacional, hay más guerras que nunca y de nuevo tenemos un conflicto militar a las puertas de Europa. ¿De verdad queremos que en este contexto sigan funcionando las centrales nucleares, que se transporte uranio por toda Europa, que en Salamanca haya una fábrica masiva de uranio enriquecido?

No es una batalla vieja. Es una batalla actual que tenemos que ganar y que se puede ganar.

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