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Violencia machista
Tres tesis sobre la normalización de las agresiones machistas y los marcos de la ultraderecha
Todos los días aparece en la prensa alguna noticia sobre agresiones machistas. Ocurren permanentemente, en nuestro pueblo, a nuestro alrededor... Observamos que cada vez se denuncian más, pero también que nada cambia. Las agresiones se han vuelto parte de nuestro día a día, aunque nuestras vidas sigan adelante. Parece que la violencia machista cada vez tiene menor impacto en la sociedad y que la normalización de las agresiones ha hecho que se apague la lucha en la calle.
Pese a todo, la violencia machista sigue oprimiendo nuestras vidas. Aunque la violencia se exprese mediate formas diversas, esta sigue intacta: redes de prostitución, una realidad que sobre todo viven las mujeres migrantes que se encuentran en situación de vulnerabilidad; la violencia en la familia, la forma principal de violencia; o las agresiones sexuales y los asesinatos machistas (solo en 2024 en Euskal Herria ya han asesinado a 5 mujeres).
Las mujeres sufrimos una opresión estructural, nos matan por ser mujeres, y cualquier propuesta política emancipadora tiene que partir de esa realidad
Aunque la realidad nos ofrezca razones suficientes para enfadarnos y organizarnos, hay quienes siguen mostrando ideas reaccionarias ante las agresiones machistas. Los partidos de ultraderecha, por ejemplo, que se están reforzando a lo largo del mundo. Por tanto, nos gustaría mencionar tres ideas que usan las fuerzas de ultraderecha, cuyos discursos cada vez están más enraizados en la sociedad.
Primero, se argumenta que la opresión contra las mujeres no existen para a continuación defender que las políticas feministas son medidas contrarias a los hombres. Esta postura trata de deshacer las políticas formales que las mujeres hemos conseguido durante años. De esa manera, venden la reivindicación a favor de la igualdad como una excusa para aplicar políticas retrogradas. Las mujeres sufrimos una opresión estructural, nos matan por ser mujeres, y cualquier propuesta política emancipadora tiene que partir de esa realidad.
Los que nos agreden a las mujeres son de todos los sectores: nuestro jefes, nuestros familiares, parejas… Aun y todo, les es más fácil criminalizar a los migrantes
Segundo, la violencia machista solo interesa a las fuerzas de ultraderecha para difundir un discurso racista. Quieren difundir que las agresiones machistas solo proceden de los migrantes. Además, hacen un trabajo cultural enorme para reforzar estas ideas. Ejemplo de ello son los datos del CIS: la mayor preocupación de la población del Estado Español es la emigración, mientras que la violencia machista se encuentra en el puesto 28º. Debemos de tener claro que los quienes nos agreden proceden de todos los sectores: son nuestro jefes, nuestros familiares, nuestras parejas… Aun y todo, prefieren criminalizar a los migrantes antes que mirar a su alrededor, asumiendo sus responsabilidades y privilegios.
Por último, la tercera idea tiene que ver con la de la falta de seguridad. La derecha quiere asustar a la sociedad, y responder a la supuesta falta de un marco político securitario mediante el despliegue de fuerzas policiales y un aumento de medidas autoritarias. Pero, ¿cómo nos va a brindar protección la policía, si es este cuerpo precisamente el que nos agrede permamentemente? Si miramos los datos del último verano, el 15% de las agresiones machistas las cometió la policía.
¿Cómo nos va a ofrecer protección la policía, si es ella la que nos agrede? Los datos del último verano revelan que el 15% de las agresiones las cometió la policía
Vivimos en un mundo digitalizado donde recibimos información continuamente: imágenes, titulares, noticias interesadas… En esa guerra cultural están ganando los discursos racistas y machistas. La política socialdemócrata de los últimos años ha generado un desapego inmenso, sobre todo, entre la juventud. En vez de responder a las necesidades de las mujeres trabajadoras, sus políticas han sido transgresoras solo en la forma y totalmente arribistas. Mientras tanto, las vidas de las oprimidas han ido a peor. Eso ha generado una reacción social contra la socialdemocracia y el feminismo, girando los ejes políticos hacia la derecha.
Nosotras, en cambio, tenemos que trabajar en contra de los discursos racistas y machistas. La base debe estar en la organización política, que se construirá bajo principios socialistas y fuera de la política institucional: una política que pondrá los intereses de la clase trabajadora en el centro y por ende, la que pondrá las bases para terminar por una vez por todas con la violencia machista que sufrimos las mujeres trabajadoras.