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Abusos a la infancia
Acuerpar a las madres protectoras
Maternar es un acto político. De ello estamos convencidas en este medio y a ello dedicamos la pieza principal de esta revista. Hay quien lucha por unos permisos dignos, por unas condiciones materiales dignas, por un parto respetado. Y hay madres que se revuelven para proteger a sus criaturas que denuncian sufrir abusos sexuales por parte de sus padres. La injusticia aquí escala a niveles insospechados. Algunas ponen el cuerpo, otras hipotecan su libertad. Las hay cumpliendo condena y las hay viviendo en el destierro. Y están solas, muy solas.
En todos los 8 de marzo una reivindicación queda siempre en el tintero. Nadie piensa en las madres protectoras. Los manifiestos no abrazan esta demanda. Se acuerpan entre ellas. Observan sin mucho foco cómo Naciones Unidas le da un toque a España porque desprotege a la infancia. No son casos aislados, sus historias están conectadas por un entramado de misoginia judicial y así lo señalan relatoras y relatores. Una mirada internacional que no ha hecho germinar la empatía.
Abusos a la infancia
Madres protectoras María Sevilla: “No me da miedo entrar en prisión. Me da miedo que mi hijo se quede en una situación de desprotección”
Nuestro sistema judicial está plagado de estereotipos de género que estallan contra el muro de estas maternidades, y de ello alerta la ONU. Cuando estas progenitoras comienzan el largo camino de denunciar lo que sus criaturas les transmiten, esas demandas, en la mayoría de ocasiones, se les vuelven en contra. Es entonces cuando empieza un largo proceso de pruebas periciales. Interrogatorios adulcentristas sobre críos y crías que apenas superan los cinco años y que no pueden contar lo que les pasa a través de dibujos. Que, obligadas, tienen que verbalizar una y otra vez cómo son esos abusos sexuales que sufren. Madres que acaban perdiendo la custodia de esa infancia que pasa a manos de sus supuestos abusadores. Historias que se replican ante el silencio de la opinión pública.
No hay que errar el tiro: las instituciones que odian a las mujeres están perpetuando estas situaciones. Desde los jueces, hasta el personal de servicios sociales, pasando por los psicólogos que señalan una presunta manipulación materna en los testimonios de las criaturas. Son estas figuras las culpables de que niños y niñas de este país pasen sus infancias durmiendo con los demonios que vulneran sus derechos. Pero no podemos seguir dejando que las madres batallen contra estos gigantes en el más absoluto desamparo. Si tocan a una criatura, debiéramos responder todas.