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Arabia Saudí
Arabia Saudí desvela el alcance de su “visión 2030” con la toma de posiciones en Telefónica
La financiación para la compra del 9,9% de Telefónica por parte de la Saudi Telecom Company será a través de Morgan Stanley, banco comercial estadounidense, y dejará fuera a los grandes bancos españoles. La noticia publicada ayer viernes 8 de septiembre ha seguido a la de la operación de compra, valorada en torno a 2.100 millones de euros, que ha tenido efectos sobre los mercados bursátiles toda la semana y ha puesto en un aprieto al Gobierno, que no tenía conocimiento de los movimientos saudíes, al CEO de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, que se enteró de ella cuando estaba en Estados Unidos, y hasta la Casa Real, que ha tenido que negar cualquier conocimiento de la operación para marcar distancias familiares, una vez más, con Juan Carlos I, el hombre fundamental para entender las relaciones hispano-saudíes de ayer y hoy.
La ministra de Economía, Nadia Calviño, no ha sido concluyente a la hora de explicar si el Ejecutivo tratará de reducir la compra anunciada por Saudi Telecom Company. Un 4,9% del paquete ha sido adquirido directamente y el otro 5% a través de fondos, una parte de la operación sobre la que el Estado sí puede tratar de intervenir. Calviño, en la línea de Robles, ha sostenido que el Gobierno velará por “la defensa de los intereses estratégicos de España” pero no ha dado más detalles sobre si tratará de que STC adquiera ese otro pedazo de la tarta.
El precio del barril de Brent ha superado los 90 dólares por primera vez en lo que va de año y nada parece indicar que el régimen saudí y el Gobierno ruso aflojen su pulso
Yolanda Díaz, líder de Sumar, ha sido clara en el rechazo a la entrada de STC en Telefónica y ha defendido que España asegure la toma de decisiones en empresas como Telefónica, “guardianas de datos sensibles”. Díaz defendió ayer los datos como el “petróleo del siglo XXI” y explicitó: "no podemos consentir que esta operación continúe”.
Mientras se discutía la trascendencia de una operación que abre la principal operadora de telecomunicaciones del país y sus negocios en Latinoamérica y el resto de Europa a un vehículo financiero ajeno, la noticia de la vuelta al curso es el encarecimiento de la gasolina, que ha aumentado para los usuarios un 13% desde comienzos del verano. Y ambos aspectos están relacionados. El poder de Riad, personalizado en el príncipe heredero Mohamed Bin Salman, se sigue basando en las reservas de petróleo del país, las mayores de todo el mundo, cuantificadas en 258.600 millones de barriles.
Esta misma semana, el precio del barril de Brent ha superado los 90 dólares por primera vez en lo que va de año y nada parece indicar que el régimen saudí y el Gobierno ruso aflojen en su interés por seguir situando los precios al alza. Moscú, por el daño que esto genera sobre el conjunto del eje euroatlántico que le ha declarado la guerra —comercial, diplomática y por aproximación— desde la invasión de Rusia, Arabia Saudí por una razón sencilla: porque puede.
Históricamente, Riad ha sido el país clave de la Organización de Países Exportadores de Petróleo y ha manejado las oscilaciones del precio del crudo. Cuando ha querido reducir la competencia con los otros países productores y los de su entorno, el precio ha bajado. Ha subido cuando el Régimen situaba la mirada sobre Estados Unidos, como está pasando en estos momentos. Las relaciones entre Bin Salman y Washington no son las mejores y el impacto que puede tener la subida del precio de la gasolina en las elecciones presidenciales del próximo 2024 ha sido objeto esta semana de un artículo del Financial Times.
Un lugar en el mundo
Pero la operación sobre Telefónica muestra que ese papel de comprador no es suficiente para la ambición de Arabia Saudí y su nuevo papel en la reconfiguración del orden mundial que está teniendo lugar desde la crisis de 2008, la pandemia y la invasión rusa, que ha llevado a la potencia mundial, Estados Unidos, y sus aliados a sospechar de las intenciones de China y del resto de países BRICS. En agosto de este año, la cumbre de este polo económico en Johannesburgo, impulsó la entrada en este grupo de seis países, Argentina, Egipto, Irán, Etiopía, Emiratos Árabes Unidos y la propia Arabia Saudí. Desde enero de 2024, cuando se haga efectiva esa incorporación, los BRICS representarán el 46% de la población mundial y el 36% del PIB global.
El análisis que se hace desde Estados Unidos es que el anterior aliado incondicional, al que se “protegió” militarmente durante la segunda mitad del siglo XX está decidiendo sus prioridades políticas al margen de Washington, navegando entre dos aguas entre la fidelidad a Estados Unidos y el acercamiento con China dentro de un programa de soberanía estratégica.
Arabia Saudí fue el segundo mayor importador de armas del mundo y compró casi diez de cada cien armas de las que se vendieron en todo el mundo
La rúbrica de ese empeño se llama Visión 2030, un proyecto con el que el Reino se ha planteado, del mismo modo que ha hecho Qatar, utilizar sus reservas de combustibles fósiles para dibujar el futuro del país en un mundo menos dependiente del petróleo, o marcado por su escasez.
Globalización
Mundial de fútbol Todo el mundo en manos de Qatar
Dentro de esta Visión, el plan es convertir al país en una “potencia inversora mundial”, es decir, crear y sostener vehículos financieros a través de los que llevar a cabo operaciones como la de Telefónica. Esta estrategia, que Arabia Saudí ha lanzado esta semana sobre el Ibex-35, es un cambio de paradigma respecto al ciclo económico anterior. Del petrodólar que los jeques saudíes inyectaban en Wall Street se ha pasado a la creación de sus propios fondos, lo que aleja el dinero del petróleo del circuito estadounidense, con el que, sin embargo, sigue manteniendo fuertes lazos, como muestra la elección de Morgan Stanley para el diseño de la compra de Telefónica.
El objetivo –el segundo de los tres pilares de la Visión 2030— no es ya multiplicar los dividendos sino diversificar las fuentes de ingreso: “Así, transformaremos Aramco de una empresa productora de petróleo [la primera del mundo] en un conglomerado industrial mundial. Transformaremos el Fondo de Inversión Pública en el mayor fondo soberano del mundo. Animaremos a nuestras grandes empresas a expandirse más allá de las fronteras y ocupar el lugar que les corresponde en los mercados mundiales”, explica la web del proyecto.
Además, la estrategia incluye un proyecto megalómano, una “ciudad lineal inteligente” presentada como ecológica, que se quiere construir en 460 km a lo largo de la costa del Mar Rojo y se presenta como un proyecto basado en energías renovables y alta tecnología. Este verano, asimismo, la inversión saudí en soft power se ha centrado en la potenciación de su liga de fútbol a través de la contratación de jugadores con fichas solo al alcance de los grandes clubes de la Premier League en Europa.
Fútbol
Deportes Arabia Saudí desafía el poder del fútbol europeo
Junto a esto, el país más extenso de la península arábiga planea aumentar su capacidad militar, desarrollando una industria armamentística que le surta de al menos la mitad de sus demandas. En el ciclo 2018-2022, según la base de datos Sipri, Arabia Saudí fue el segundo mayor importador de armas del mundo y compró casi diez de cada cien armas de las que se vendieron en todo el mundo.
Precisamente España ha sido uno de sus principales proveedores. El portal de la industria Infodefensa publicaba ayer que, en los tres últimos años, Arabia Saudí ha comprado material militar a España por valor de 460 millones de euros, entre los que se incluye una de las cinco corbetas compradas por la marina saudí, corbetas que fueron objeto de un chantaje político del Gobierno de Riad al de Pedro Sánchez después de que el Ministerio de Defensa denegase una licencia de exportación de explosivos, decisión que Margarita Robles revirtió en el verano de 2018. La rectificación fue una victoria para Riad, que ha conseguido a lo largo de los últimos años que España, entre otros gobiernos de la UE, haya mirado para otro lado en las denuncias sobre crímenes de guerra en Yemen, sobre la situación de los derechos humanos en el país, o sobre el escándalo del asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
La propia Robles ha tenido que salir al paso de las informaciones sobre la adquisición de casi una décima parte del primer operador de telecomunicaciones del país reflexionando sobre lo que supone para la seguridad nacional la operación. La ministra en funciones reconoció ayer que la compra del paquete telefónico “incide dentro de un sector estratégico, que es la defensa”. La ministra negó ayer que la operación sobre Telefónica y un posible veto del Gobierno a la adquisición del 5% de las acciones que falta para completar la operación esté relacionada con la venta de las corbetas. Robles descartó que, en caso de que el Gobierno impida esa adquisición, se vean comprometidos los encargos comprometidos con Navantia.
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Vamos, que Robles confirmó que el Reino de España vende Telefónica a cambio de seguir vendiendo armas a unos hijos de puta, previa comisión emérita. Vomitivo.