Opinión
Acampando la posibilidad

Desde que conocí el inicio de las acampadas en diferentes campus del mundo he querido buscar y recorrer artículos, fotos, vídeos, opiniones sobre esas acampadas.
Ver, leer, escuchar y formar imágenes en función de lo vivido, o del relato de quienes busco para que me lo cuenten. Interpretar a partr de esquemas previos, más o menos recientes, de “fuentes confables”. Maldito afán por querer entender, categorizar, encasillar, controlar; por cerrar antes de que la imagen pueda desformarse, llenarse de agujeros, cobrar vida, otra vida, que pueda crear otra forma nueva.
Recorriendo y recorriendo, he llegado hasta otras acampadas que yo habité, otras primaveras hace más de 10 años y hace más de 20 años. He buscado y he leído lo que escribí entonces cuando estaba allí: la alegría inicial que da sentr plena posibilidad, la fuerza de formar parte de un grito común, el ansia por poder cambiar algo que duele y rompe el mundo; las frustraciones cotdianas, las voces disonantes, los silencios, los choques, los bloqueos, el miedo, la decepción, el cansancio, y de nuevo la fuerza de la alegría por el apoyo, por ir siendo más y que cada una traiga algo nuevo que podamos pensar o sentr; el enterarse de que estamos unidas a más acampadas en más lugares del mundo. Y de repente somos otra cosa a la del esquema previo. Se mantenen las tiendas de campaña, pero dentro de ellas y a su alrededor, hemos creado algo nuevo. Dentro y fuera de nuestros cuerpos. Dentro y fuera de nuestra acampada, que ya es cuerpo y parte de otro cuerpo.
Sea la que sea la vida que tengan, habitar el nacer, crecer, reproducirse... habitar el vivir y el morir de una acampada crea muchos lugares dentro de quienes forman parte de ellas y del mundo en el que se construyen
Las acampadas terminan cuando las personas que las habitan deciden recogerse o cuando son desalojadas, profanadas, destruidas. Sea la que sea la vida que tengan, habitar el nacer, crecer, reproducirse... habitar el vivir y el morir de una acampada crea muchos lugares dentro de quienes forman parte de ellas y del mundo en el que se construyen.
Yo quiero observar las acampadas de estos días y emocionarme recordando mis acampadas previas, pero más quiero aún, mientras observo, permitirme ser atrapada por un gesto, una frase, un sonido, que abra un nuevo agujero en mis imágenes y me lleve a sentr en mi cuerpo la fuerza de lo posible. Gracias a todas las personas que estáis acampando estos días en las universidades por poner vuestro cuerpo a construir y habitar espacios de solidaridad, hogares plenos de posibilidad para el mundo.
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