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Campo de cuidados
La montaña y el hilo
A la montaña elevada
Por su ladera trepé
Allí refugio encontré
Bajo una roca nevada
“El corazón helado”, Nacho Vegas.
I. Hoy la pequeña se ha quedado sola. Mientras volvía a casa, bajando la cuesta en silencio, se ha dado cuenta de las montañas nevadas. Inmensas. Preciosas. También de lo verde que estaban los campos a los lados de la cuesta. Ha pensado en los suave que estaría esa hierba. Esas imágenes le han acompañado hasta que ha llegado a casa, y ya aquí, al encontrarse con nosotros ha roto el silencio y nos hemos dado un abrazo. Después nos ha dicho que en esa cuesta abajo ha pensado en lo raro que es que las personas estemos en el mundo. —Que hayamos venido a vivir en la Naturaleza es como si fuera un cuento— ha susurrado.
Me ha recordado a una escena que viví hace unos días, también en la montaña, junto a mis padres. Había mucha nieve, mucho sol y un silencio absoluto. Como si los rayos que iban desde el sol hasta la nieve formasen un pentagrama en el que habitaba un silencio que nos envolvía, nos acogía. Me estremeció. También sentí algo de irrealidad en aquello; como si aquel lugar fuera algo sagrado, permanente, y nosotros fuésemos personajes pasando por allí; personajes que en cualquier momento podemos desaparecer.
También sentí algo de irrealidad en aquello; como si aquel lugar fuera algo sagrado, permanente, y nosotros fuésemos personajes pasando por allí; personajes que en cualquier momento podemos desaparecer
II. Ella vive en la falda de la sierra. Cuando siente que está al borde de desaparecer es como si emergiera desde algún lugar de su interior una masa informe que empuja con fuerza bruta. Esa fuerza se transmite hasta sus manos. Es como si naciera, de cada una de sus manos, de repente, un hilo: uno tira de ella hacia algo vacío, oscuro, hacia la nada. Otro hacia un papel, cualquiera que tenga a mano. De sus manos nace un boli y escribe allá donde encuentre. Escribe a borbotones. Como la sangre cuando empieza a salir de una herida grande, recién hecha. Es algo que parece incontenible, algo que puede ser mortal y sin embargo no lo es porque puede escribir.
Ella vive en la falda de la sierra. Cuando siente que está al borde de desaparecer es como si emergiera desde algún lugar de su interior una masa informe que empuja con fuerza bruta
Escribe sin saber qué quiere escribir. Sin pensar. Escribe y mientras salen las palabras recupera la posibilidad del expresarse. La posibilidad de no ser todo aquello que siente, sino de comunicarlo. Vuelve la posibilidad de hablar y de crear algo bello mientras habla de la muerte, del sufrimiento, del vacío. Vuelve la posibilidad de leerse. De quererse escuchar y de querer ser escuchada.
Campo de cuidados
Voces
III. En el viaje de esta mañana a Madrid, ya a punto de llegar, la vista de las montañas en el último plano, por detrás del de los coches y del de los edificios, me ha acompañado hasta que he podido aparcar, salir del coche y respirar. Quizá ese aire venía desde allá. Un rato después en un concierto de Nacho Vegas he pensado en ese hilo que tira hacia la expresión y hace que creemos belleza con la tristeza o conexión en la oscuridad. Y pensé en todo lo que hacemos para destruirnos como especie y destruir la Tierra, pero también pensé en que hemos creado la escritura, la poesía, la música… que nos ayudan a seguir en la Tierra y a que la Tierra quiera seguir con nosotros.