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Campo de cuidados
Rotos en nuestra Red de Salud Mental
Hoy ha vuelto a llover. Hacía más de cuatro meses que no llovía así en mi pueblo. Casi lo mismo que llevamos sin cobrar nuestras nóminas.
Mi hija pequeña me ha preguntado esta noche que porqué las nubes están tan enfadas hoy.
―Necesitaban llorar, digo llover. Abrirse y soltar. Llevaban mucho tiempo sin hacerlo. Como yo.
Mi compañera y yo hemos tenido que parar de trabajar porque llevamos cuatro meses sin cobrar, más una nómina de atrasos del año pasado. En total, cinco meses.
La Administración Pública que gestiona las ayudas a los programas en los que trabajamos para la recuperación de personas con problemas graves de salud mental no ha sacado aún una convocatoria de ayudas que llevamos esperando desde el primer trimestre del año.
Campo de cuidados
Postales del territorio Salud mental en nuestro medio rural
Trabajamos desde hace tres años en una asociación integrada por personas con grave sufrimiento psíquico-social y sus familias, en el norte de Extremadura. Es una asociación pequeña, joven, aún con poca masa social sosteniéndola, y muy dispersa por el territorio. La financiación pública es, por lo tanto en este momento, fundamental para consolidar su funcionamiento. El trabajo desempeñado por la asociación también es fundamental en este momento para que la Red de Salud Mental pública funcione.
Mi compañera y yo hemos tenido que parar de trabajar porque llevamos cuatro meses sin cobrar, más una nómina de atrasos del año pasado. En total, cinco meses.
Atendemos a lo comunitario, acompañando a la persona cuando quiere y puede vivir fuera de la Institución. Cuando quiere y puede volver a vivir con su familia, a estudiar, a trabajar… o a crear una nueva familia o encontrar un nuevo trabajo; en definitiva, acompañamos a la persona en la construcción o reconstrucción de su proyecto de vida, siempre en relación con un entorno. Esta parte de los procesos de recuperación no se hace en un hospital, ni en un centro, ni en una vivienda tutelada; se hace en la calle, en la plaza, en la cafetería, en la casa, en la biblioteca, en la casa de cultura, en el lugar de trabajo, en la escuela, en el instituto, en la universidad popular, en la escuela de idiomas…. y se hace desde el 1 de enero hasta el 31 de diciembre, y vuelve a empezar al día siguiente, 1 de enero, otra vez. Porque estamos vivos todos los días del año. Y todos los días del año construimos nuestra vida y acompañamos a las personas que nos importan para que la construyan. A las profesionales de esta asociación nos importan las personas con las que trabajamos. Mucho. Tanto, que hemos sostenido esta situación durante meses. Pero ya no podemos más.
Salud mental
Antipsiquiatría Pastillas para la precariedad: la situación de las personas psiquiatrizadas en Extremadura
A veces creo en el Estado, a veces no. Cuando creo, me recuerdo a mí misma que el Estado tiene que garantizar el ejercicio de los derechos de las personas que viven en él. De todas. Todos los días. El Estado tiene sus organismos administrativos para gestionar el cumplimiento de estos derechos.
En este momento hay un departamento, dentro de un organismo administrativo, dentro de una consejería, que depende de un gobierno autonómico, que no está gestionando adecuadamente las funciones y recursos que le han asignado para garantizar los derechos, ni de las personas usuarias ni de las técnicos de muchas entidades que trabajan en el ámbito de intervención social en Extremadura. No son las personas trabajadoras de ese organismo las responsables, sino una macroestructura que lo engloba, con un modo de funcionamiento administrativo que, independientemente de quien haya estado en el poder, lleva tiempo acarreando estos problemas tan graves. El modelo de gestión tiene que cambiar.
Las declaradas trabas administrativas o las declaradas intenciones de mejorar el sistema, y por eso la demora, valen para un mes, dos, tres… pero no para seis. Que con suerte se convertirán en ocho hasta que se resuelva el procedimiento y llegue el dinero. Mientras tanto, desde la publicación de la convocatoria de subvención (cuando por fin se publique), hasta que lleguen los euros, muchas entidades que trabajan en el ámbito de intervención social en Extremadura tendrán que pedir préstamos a las entidades bancarias. Qué paradoja.
Estamos vivos todos los días del año. Y todos los días del año construimos nuestra vida y acompañamos a las personas que nos importan para que la construyan
Nos dicen que no tendríamos que haber empezado a trabajar si no teníamos una buena reserva de fondos asegurados para pagar los salarios, que no hemos tenido suficiente previsión… Pero… ¿Quién tiene más capacidad para asegurar, para prevenir? ¿Una entidad pequeña en el ámbito rural extremeño que quiere empezar a construir, con continuidad, salud mental comunitaria en su área, o la administración pública? Tampoco ha aparecido el apoyo de otras grandes estructuras de nuestro entorno para salir de esta situación.
A veces creo en el Estado y a veces no. A veces me reencuentro con la imagen de una salud mental construida colectivamente, mediante relaciones de solidaridad, cuidado, apoyo y reconocimiento mutuo; una salud mental que vivamos como una responsabilidad colectiva, que se construya desde las pequeñas estructuras que habitamos cada día. Quiero creer que esta imagen se hará cuerpo, se multiplicará, y se convertirá en el paisaje predominante. Pero por ahora, la gestión de la salud mental es corresponsabilidad de las macroestructuras y las microestructuras. Por ahora, han de convivir, escucharse y cuidarse. Tener muy presente que habitan en la interdependencia y que viven gracias a ella. Nosotros desde aquí abajo lo tenemos muy presente. ¿Cuánto de presente lo tienen en este momento ahí arriba?