Alberto Cordero Martín

Un boceto de unas cuantas ideas que surgen de la convivencia con la perniciosa experiencia de aspirar a ser un “hombre”.

Alguien mencionó en una red social que necesitábamos militar con pasión y se me ocurrió escribir esta pequeña carta.

El desencanto fluye entre nosotras con esa tarea de repolitizarlo y por ahí también pasa la tarea de reencantar las luchas sociales

Hay en mí un sentimiento de que todo lo hago mal. Los días y los meses se caen por un precipicio donde el tiempo se clausura. Hay una sal lacerante en la tierra donde florecen mis ideas.

Decidí contar un relato, una historia de tantas sobre la gente que se rompe, sobre cómo me rompí. Es un canto a partirse en compañía, a compartir porque es necesario vivir. Es el susurro de que nos necesitamos para mantenernos con vida.

La militancia no solo es una forma de crear un mundo nuevo a la larga, sino una forma especial de convivir con la realidad aquí y ahora.

Sobre la utilización de la psiquiatría como un arma de clase en la dictadura.

Si algo tiene el activismo en salud mental es que escapas constantemente de una institución que ya te ha atrapado y, en la lucha, te enfrenta inexorablemente a lo más oscuro de ella. Una institución de la que necesitas salir.

Hace unas jornadas tuvo lugar el Día Mundial de la Salud Mental. Un día que de cara a la galería transcurre sin aristas pero que se presenta espinoso para las personas psiquiatrizadas.

Leopoldo María Panero recorrerá los manicomios durante toda su vida y será en ellos donde cree una visión de los psiquiátricos de fulminante actualidad.

El envejecimiento demográfico genera soledad y desasosiego entre jóvenes y mayores, y no solo por una falta de contactos.