Capitalismo
Araba frente a la nueva fiebre verde: cuando la transición energética amenaza a la tierra común

Más de 80 macroproyectos energéticos y una red de alta tensión planean atravesar Araba, vendiéndonos la transición verde mientras arrasan bosques, pastos y comunidades rurales. Pero este territorio ya conoce otra forma de gestionar la energía: local, comunitaria y sostenible.
Energía eólica
Energía eólica David F. Sabadell

No son aún las nueve de la mañana de un domingo a finales de marzo cuando decenas de personas ya se agrupan en Izarra (Araba). Forman una de las cinco columnas que recorrerán los municipios de Urkabustaiz y Zuia con el objetivo de llegar a Murgia al atardecer. La comarca, a los pies del monte Gorbeia, resplandece en verdes que, a pesar de los árboles aún desnudos, anuncian la primavera. Hay gente de todo tipo: mayores, criaturas, baserritarras, montañeras veteranas, neorrurales recién llegados... Les une una mezcla de reivindicación —el amor por la tierra— y de protesta —la oposición a los megaproyectos que la amenazan—.

Las columnas atraviesan bosques, pastos y caminos comunales para encontrarse en el pequeño pueblo de Apregindana. Allí comerán en el pasto, junto a la iglesia y la bolera, espacios comunales por excelencia. Suena música euskaldun y ska, se comparte comida y risas. También circulan rumores sobre nuevos proyectos energéticos, centros de datos y torres de alta tensión que, en nombre de la transición verde y digital, devastarán robledales y hayedos, tierras de pasto y cultivo, y partirán en dos el territorio. Todo ello provocará graves afecciones tanto en los espacios naturales protegidos como en la sociedad rural que habita estas tierras. Esta no es una anécdota ni una excepción: es una de las muchas luchas socioambientales que atraviesan Araba.

Bajo el pretexto de la transición verde y digital, este territorio histórico está siendo sometido a una ofensiva extractivista sin precedentes. Se acumulan proyectos que amenazan miles de hectáreas de suelos agrícolas y espacios naturales, así como las formas de vida que los sostienen.

Más del 70% de los montes de Araba son públicos, y muchos de ellos siguen gestionados de forma comunal por la población rural. Para estos pueblos, términos como transición energética son parte viva de su historia y de su presente.

Cerca del 75% de los montes de Araba son públicos, buena parte de ellos están gestionados comunalmente por población rural para la que conceptos como transición energética o revolución verde son parte viva de su historia y presente. El caso de Araba es singular y crítico. Sus montes comunales representan el 65% de todo el monte público vasco, algo sin equivalente en ninguna otra región. Y no es solo cuestión de cantidad. Araba conserva buena parte de los bosques originarios vascos —robledales y hayedos—, hogar de ecosistemas ya perdidos en otros rincones de Euskal Herria.

A ello se suma una vasta red de infraestructuras comunales, enraizadas en prácticas sostenibles de conservación forestal. Es un territorio extenso que ha logrado mantener amplios espacios comunales, pero que sigue estando muy escasamente poblado. El 85% de sus habitantes se concentra en solo tres municipios: Gasteiz, Amurrio y Llodio. Más de la mitad de sus pueblos no alcanza el millar de habitantes.

La abundancia de recursos y la escasez de población convierten a los territorios comunales de Araba en un objetivo codiciado por esta nueva oleada privatizadora y extractivista. La especulación ya está provocando cambios en los precios y en los usos del suelo, poniendo en riesgo al sector primario, clave para la supervivencia de las zonas rurales alavesas.

Araba, en el punto de mira: la nueva ofensiva energética que amenaza su tierra y su gente

A día de hoy, más de 80 macroproyectos energéticos de más de 20 MW acechan el Territorio Histórico de Araba. La mayoría, curiosamente, con una potencia de 49,9 MW: justo por debajo del umbral que obliga a que la tramitación se haga a nivel estatal y no en manos del Gobierno Vasco. No es la primera vez que este territorio se enfrenta a amenazas de este calibre. Hace 15 años, los valles alaveses, como el de Kuartango, se levantaron en masa contra el fracking. Aquella lucha consiguió unir al mundo rural alavés y, gracias a la movilización popular, se pararon todos los proyectos y se legisló para proteger el territorio de futuras agresiones.

La abundancia de recursos y la escasa población convierten a los territorios comunales de Araba en un objetivo codiciado por la nueva oleada privatizadora y extractivista, con empresas como Solaria al frente de esta ofensiva.

Hoy, el peligro regresa disfrazado de verde. Grandes empresas, con la complicidad del Estado y del Gobierno Vasco, han abierto la veda para especular con el territorio alavés, hipotecando su futuro y el de sus habitantes. Es el caso de Solaria, la compañía del Ibex-35, que pretende sembrar Araba con 27 parques fotovoltaicos de 49,9 MW, ocupando suelos de alto valor estratégico y atravesando corredores ecológicos. A esto se suma una línea de Muy Alta Tensión (400 kV), de más de 100 kilómetros y torres de hasta 110 metros, que conectará dos zonas industriales en expansión: Arasur, en la frontera con Castilla, y Zierbena, en la costa vizcaína. La burbuja energética y de datos que ahora se infla se parece demasiado a la del fracking de antaño, con las mismas falsas promesas de desarrollo rápido, energía limpia y creación de empleo.

Esta nueva oleada extractivista avanza sin debate democrático y sin un Plan Territorial Sectorial (PTS) de Energías Renovables que ponga orden. La indefinición institucional está siendo aprovechada por las corporaciones para multiplicar sus proyectos. Y lo que viene no augura mejora: el PTS que pretende aprobar el neoliberal Gobierno Vasco no blindará ni protegerá el territorio. Al contrario: será una carta blanca que permitirá instalar proyectos “renovables” en casi cualquier rincón. Muestra de ello es que, según una de sus cláusulas, todos los proyectos que ya estén en tramitación seguirán adelante aunque no cumplan con los requisitos establecidos a posteriori.

Ecologismo
TIERRA DE SACRIFICIO Solaria y la transición energética vasca: los buitres se visten con piel de cordero
La empresa de energía “verde” financiada por fondos buitre ha solicitado la construcción de tres macro plantas solares en Araba. Se trata de 310.000 placas fotovoltaicas distribuidas en tres instalaciones, que ocuparán hasta 373 hectáreas.

Las otras transiciones que ya existen: frente al modelo corporativo verde

Mientras el Gobierno Vasco se afana en defender un modelo corporativo, centralista y extractivista de transición energética como si fuera la única vía posible, la realidad en Araba —y especialmente en sus zonas rurales— demuestra que otras transiciones no solo son posibles, sino que ya están en marcha. Son formas de gestión comunitaria de los recursos naturales, exitosas y arraigadas, que, a diferencia de las que representan gigantes como Solaria, ponen en el centro a las personas y no a los fondos de inversión ni a los socios capitalistas.

Un ejemplo claro es la gestión histórica de los bosques, la fuente de energía primaria que durante siglos ha permitido construir casas, refugios y calentar los hogares en las tierras alavesas. Esta gestión se ha realizado siempre de forma comunitaria, mediante sistemas como las suertes de leña o fogueras, donde las talas y podas controladas limpian los bosques y aseguran su regeneración. Estas tareas son asignadas a los habitantes locales, que así cuidan su entorno y acceden a un recurso energético verdaderamente local, renovable y sostenible.

Frente al asalto especulativo que amenaza Araba, las experiencias comunitarias son prueba viva de que la gestión de los recursos pueden y deben construirse desde abajo, en manos de quienes habitan y cuidan la tierra

Y no es el único caso. También destaca el uso ganadero-forestal de los roturos y las dehesas. Los roturos son parcelas de monte público de titularidad compartida entre varias juntas administrativas o concejos, y cualquier residente puede solicitarlos para su aprovechamiento. Las dehesas, situadas en bosques autóctonos, se destinan al pasto de ganado —caballos, ovejas, cabras, vacas—, lo que contribuye a mantener limpias las masas forestales, conservar su biodiversidad y protegerlas frente al fuego.

Todavía más reveladora es la gestión que realizan las distintas comunidades de montes, como las de Basaude, Gibijo o Sierra Salvada. Estas comunidades, formadas por varias juntas administrativas, gestionan de manera integral sus montes públicos, manteniendo su valor agrario y natural. Cualquier residente puede aprovechar los pastos, siempre respetando los períodos de descanso y las normas comunes, asegurando así la sostenibilidad del territorio.

Frente al asalto especulativo que amenaza Araba, estas experiencias comunitarias son la prueba viva de que la transición energética y la gestión de los recursos pueden y deben construirse desde abajo, en manos de quienes habitan y cuidan la tierra.

Estos ejemplos desmontan la mitología capitalista que insiste en que solo el egoísmo y la gestión privada —o estatal— de los recursos pueden garantizar la conservación del medio natural. Los bosques que hoy vemos en esta zona —los mejor conservados de Euskadi— son, en realidad, fruto de un manejo sostenible y comunitario que se ha practicado durante generaciones.

Otro caso ejemplar es el del agua. En los años 90, varios pueblos del municipio de Urkabustaiz crearon la Hermandad de Aguas, una alianza entre juntas administrativas que construyó y gestiona, hasta hoy, la infraestructura pública necesaria para garantizar agua potable a la población: canalizaciones, depósitos, bombas. Esta tradición de explotación realmente sostenible ha moldeado no solo el paisaje, sino también las relaciones sociales, dejando un rastro de infraestructuras comunes que, a veces, pasan desapercibidas, pero que siguen vivas.

Quizá la transición energética y ecológica que tanto necesitamos no esté tan lejos como pensamos. Tal vez resida en el saber-hacer de los pueblos que siguen manteniendo vivas y habitables palabras como comunidad, territorio y autonomía

Hoy, siguiendo esta lógica de cuidado y adaptación, y ante el reto de la crisis climática, han surgido nuevas iniciativas que apuestan por una transición energética comunitaria. En Urkabustaiz, por ejemplo, funcionan ya varias comunidades energéticas, como las de Goiuri o Uzkiano, y otras están en marcha en Untza, Beluntza o Abornikano. En todas ellas, son los propios pueblos quienes deciden, de forma participativa y democrática, desde la ubicación de las instalaciones hasta el precio final del kilovatio que pagan.

Y en cuanto a autoconsumo, las experiencias se multiplican, incluso en un municipio que apenas suma 1.500 habitantes. En Izarra, el mayor pueblo de la zona, ya hay dos instalaciones solares en la ikastola, otra en el pabellón Landaberde y una más en el tejado del espacio hostelero Doña Lola, todas dedicadas al autoconsumo municipal o concejil. En Apregindana, la casa rural Ullegorri se autoabastece gracias a sus placas solares, y en Oiardo, la lechería Azkorra alimenta su sistema robotizado de ordeño con energía generada en su propio tejado.

El caso de Araba muestra con claridad que la única gestión realmente sostenible, democrática y justa de los recursos naturales es la que nace en los entornos rurales, desde lo local, comunitario y participativo. Un modelo ahora amenazado por el capitalismo centralizador, que prioriza el beneficio rápido y ajeno a las realidades territoriales, y que nos arrastra al colapso ecológico global.

Pero la defensa de los comunales sostenibles de Araba no es nostalgia por un mundo perdido. Es, más bien, una alternativa real y vigente frente al capitalismo extractivista, un modelo que ya ha demostrado su fracaso. Tal vez la tan urgente transición energética y ecológica no esté tan lejos como nos quieren hacer creer. Tal vez resida en el saber-hacer de los pueblos que, todavía hoy, mantienen vivas y habitables palabras como comunidad, territorio y autonomía.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Alemania
Litigio climático Un tribunal alemán abre la puerta a que grandes emisores puedan ser responsabilizados de daños climáticos
El jurado descarta la demanda del agricultor peruano Saúl Luciano Lliuya por entender que el riesgo a su propiedad es demasiado bajo, pero esta misma argumentación podría llevar a condenas en otros casos.
Opinión
Macroproyectos Cuando salvamos Alén: una lucha popular en defensa del territorio y contra los macroproyectos
Comprendimos que la barbarie que ya se había devorado buena parte del Cantábrico y de la península ibérica era la misma que durante décadas ha asolado los ecosistemas de América Latina y del resto del mundo.
Energía nuclear
Gran apagón Ni barata, ni fomenta la soberanía energética, ni aporta flexibilidad al sistema: los bulos sobre la nuclear
En el debate entre renovables y nuclear se está colando mucha desinformación que otorga a la atómica unas cualidades que no tiene. “Hay personas que intentan aprovechar el río revuelto para defender sus intereses", opina un experto.
emeteriolei2013
10/5/2025 18:25

Si los materiales raros y no tan raros, plata, cobre y fósiles que hacen falta para fabricar placas, eólicos etc para generar energía renovable nos lo permiten, generar para que se transporte por las líneas de alta tensión de REE ya te digo que hay no hace falta ni un vatio pero para cubrir los tejados de placas de todo tipo en régimen de autoconsumo, comunidades energéticas etc, con volcado a red de baja tensión SI
Si el 1% de la población es la poseedora del 90% de la riqueza y es la que más contamina por su consumismo sin límites la ecuación esta resuelta
IGUALDAD ENTRE TODAS LAS PERSONAS ✊🏿

0
0
Xunta de Galicia
Política A Xunta recibe ao embaixador de Israel en funcións mentres Gaza agoniza ao bordo da fame
O Goberno de Alfonso Rueda escenifica a súa boa sintonía coa Administración de Benjamín Netanyahu apenas unhas horas despois de que Israel bombardease unha escola que servía de refuxio e ordenase unha evacuación masiva en Gaza.
Palestina
Genocidio La ONG anti-UNRWA lanzada por exespías y marines de EEUU siembra el caos en el reparto de alimentos en Gaza
La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) creada a comienzos de este año y vinculada a agentes del ejército y la inteligencia estadounidense ha sido acusada de desaparecer a una persona y disparar a quienes estaban esperando ayuda.
Alemania
Litigio climático Un tribunal alemán abre la puerta a que grandes emisores puedan ser responsabilizados de daños climáticos
El jurado descarta la demanda del agricultor peruano Saúl Luciano Lliuya por entender que el riesgo a su propiedad es demasiado bajo, pero esta misma argumentación podría llevar a condenas en otros casos.
Universidad
Genocidio Las universidades españolas han firmado 44 proyectos con Israel desde septiembre de 2024
Los acuerdos dentro del programa Horizon Europe se han sucedido a pesar de las declaraciones de decenas de universidades de suspensión de relaciones con Israel.
Asturias
Asturias El Parlamento asturiano reclama que las corridas de toros se consideren maltrato animal
PSOE e IU aprueban una PNL de la diputada Covadonga Tomé (Somos Asturies) instando al Gobierno de España a modificar las leyes que excluyen a las corridas de toros de esta categoría.

Últimas

Mallorca
Investigación Cadáveres, ratas y suciedad extrema en una granja avícola que abastece a Mercadona, Eroski y Alcampo
Grupos activistas han denunciado a la explotación avícola de Llucmajor (Mallorca) ante la Fiscalía por delitos de abandono de animales, estafa y contra la salud pública. La granja cuenta con el sello de bienestar animal Welfair.
Laboral
Laboral “Se buscan figurantes para una película a cambio de la merienda”
El sindicato CGT denuncia ante Inspección de Trabajo a una productora cinematográfica por ofrecer trabajo de figurante en la película ‘Corredora’ a cambio de una merienda.
Más noticias
Opinión
Opinión Prohibir no es liberar: una reflexión feminista sobre el uso del hiyab
La idea de que prohibir el hiyab nos abrirá la puerta a una vida más libre no solo parte de un prejuicio, sino que se convierte en otra forma de imposición. Y ninguna liberación real puede construirse desde la fuerza o la exclusión.
Granada
Represión La policía desaloja el centro social La Madriguera en Granada
El dispositivo policial ha echado a decenas de activistas del edificio, el pasado enero la empresa AMA Desokupa intentó cerrar el centro social con el apoyo policial en una operación que se saldó con cuatro personas heridas y una persona detenida
Euskera
Lourdes Oñederra “La comprensión tiene valor por sí misma, no es un mero paso intermedio”
Lourdes Oñederra destaca la comprensión lingüística como clave para abrir oportunidades y beneficios que merecen atención y cultivo.

Recomendadas

Pensamiento
Paulo Tavares “La imaginación es el primer acto político”
El arquitecto e investigador brasileño Paulo Tavares cuestiona las ideas fundacionales del pensamiento, el diseño y la ciudad occidentales en el marco de la crisis ecosocial.