Caza
Cómo afecta la caza al mundo rural
Ecologistas en Acción exige el fin de los privilegios a la caza y documenta cómo esta actividad está afectando negativamente al medio rural.
Uno de los argumentos esgrimidos por los defensores del sector cinegético es que favorece al medio rural, principalmente por una cuestión económica. Sin embargo, Ecologistas en Acción señala que esta actividad produce un notable impacto negativo en estas áreas, “también en lo económico”, en las actividades productivas, recreativas y turísticas y, por extensión, a todo el mundo rural. “Lejos de ser una actividad integradora, la caza solo busca su beneficio y su propia supervivencia”, destacan desde el colectivo, razón por la cual remarcan que “el sector cinegético trata de transmitir una imagen que no se corresponde con la realidad”.
La organización defensora del medio ambiente ha recopilado un catálogo con una treintena de afecciones negativas de la caza a toda una serie de actividades económicas y recreativas. Una de las principales es el cierre de caminos y de vías pecuarias, mediante barreras físicas o con métodos diasuasorios como son carteles, sensores, cámaras o guardas privados, medidas que impiden “el libre tránsito y uso de vías públicas y márgenes de ríos, sobre todo para senderismo, la bicicleta de montaña y las rutas a caballo”, apuntan desde la confederación. Se trata de una situación que se da en todo el Estado, pero con especial intensidad en en los grandes cotos de Andalucía, Extremadura y Castilla-La Mancha.
“El sector cinegético trata de transmitir una imagen que no se corresponde con la realidad”
Asimismo, “el sector cinegético no respeta los espacios protegidos y sus principios rectores, poniendo en peligro actividades de ecoturismo y astroturismo”, señala el colectivo, remarcando que incluso los parques nacionales se ven “seriamente afectados con la aquiescencia de las administraciones”. Picos de Europa, Monfragüe y Cabañeros son los espacios que consideran más afectados.
Las comunidades de Andalucía, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Madrid y Cantabria son las zonas más afectadas por la caza, según recoge Ecologistas en Acción, una actividad que se da durante todo el año “y en verano con modalidades especialmente peligrosas como la caza nocturna y los recechos”.
Vidas en riesgo
Los daños más graves son los que ponen en riesgo la integridad física de las personas. Tal como indican, “la caza en zonas de seguridad y montes públicos ha dado lugar a accidentes incluso mortales de seteros, transeúntes o ciclistas, así como a una innumerable lista de molestias y conflictos”. El fallecimiento de dos agentes rurales en Lleida a manos de un cazador en enero de 2017 es uno de los casos más extremos.
Asimismo, denuncian la disposición de cables y otros elementos para cortar el paso de forma abrupta a quien discurra, sobre todo en bicicleta, por senderos y caminos. Además, “no faltan tampoco las agresiones y las amenazas de cazadores a personas, sobre todo si estas les llaman la atención sobre algún tipo de conducta inadecuada por parte de quien porta un arma de fuego. Se dan casos en toda España, pero los más graves entre los recientes se han registrado en Cataluña, Galicia, Andalucía, Madrid y Toledo”.
“Los conflictos por los daños que provoca la caza a la agricultura y a la ganadería suelen ser además especialmente graves y costosos para las personas afectadas”
Para el colectivo, la caza tampoco respeta actividades tradicionales del medio rural como la agricultura, la ganadería, la pesca, la apicultura o la recolección de setas. “Los conflictos por los daños que provoca la caza a la agricultura y a la ganadería suelen ser además especialmente graves y costosos para las personas afectadas”, señalan. “En otros casos el impacto es en términos de riesgo de accidente o de impedimento del paso para realizar otras actividades distintas de la caza”. Castilla y León está a la cabeza de estas problemáticas que se extienden a otras comunidades limítrofes o más alejadas, como Murcia.
Por todas estas razones, los ecologistas piden que que se deje de privilegiar a la caza, como hace por ejemplo la ley que permite soltar especies invasoras, y se compute su impacto negativo en el resto de actividades en el medio rural, así como que haya una mayor vigilancia y se incrementen las prohibiciones y sanciones.
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