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COP26
COP26, una cumbre para romper con 25 años de tradiciones
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Tras 25 cumbres de las Naciones Unidas sobre el cambio climático, son muchas las tradiciones que se han generado. Algunas, lamentablemente, no son muy positivas. El hecho de que se acostumbre a finalizar uno o dos días más tarde de lo previsto, siempre intentando cerrar acuerdos in extremis y a contrarreloj entre pasilleo, carreras y cruce de declaraciones y documentos, no es la peor. El problema es que esos acuerdos nunca hasta hoy han sido demasiado satisfactorios para el interés general. Y por interés general hay que entender el cuidado —para que no se hunda, se entiende— del único barco que tiene la humanidad: el planeta Tierra.
La COP25 de Madrid no fue una excepción. Finalizó un domingo, dos días más tarde de lo previsto para caos de la agenda logística de la presidencia chileno-española, de las delegaciones nacionales y de las organizaciones participantes. Tampoco cumplió su objetivo. La palabra fracaso fue la más nombrada tras el encuentro, una vez más. El principal objetivo, cerrar y concretar con números reales lo que ya se acordó en París en 2015 —hoy altamente insuficiente, como vienen denunciando desde la comunidad científica representada por el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC)— quedó lejos de cerrarse. Ni hablar ya de la ampliación de los compromisos climáticos de los países, las llamadas Nationally Determined Contributions (NDC) que marcan un incremento de la ambición global que en Madrid fue mínimo. El número de naciones que se mostró a favor de ampliarla pasó de 66 a 73, pero sus emisiones solo sumaban el 10% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) globales.
COP25
Los grandes contaminadores bloquean el acuerdo final de la COP25
EE UU, China, India, Brasil y Sudáfrica, entre otras naciones, se cierran a la adopción de consensos para poner en marcha el Acuerdo de París y acelerar la reducción de emisiones global. Es más, las ONG denuncian que incluso podría rebajarse la ambición planteada en 2015 por dicho Acuerdo. El movimento por el clima ya habla abiertamente de “fracaso de la cumbre”.
Sí, los grandes contaminadores bloquearon de nuevo la COP. Otra tradición. Los Estados Unidos de Trump ni participaron, el Brasil de Bolsonaro se mostró tan empático con el planeta como lo es con la selva amazónica y China e India se negaron a incrementar su ambición y adoptar consensos si los actores contaminantes clave del primer mundo —responsables de la mayoría de emisiones históricas— no hacían lo propio. Conclusión, con la ayuda de otras naciones como Australia o Arabia Saudí, otra tradición de las COP cubierta: si no hay acuerdo, patada y tema para la siguiente cumbre. Solo que en este caso la siguiente no tuvo lugar el año que tocaba. El covid se comió el encuentro de 2020. Otro año perdido a sumar.
La advertencia del IPCC
Por si fuera poco, para ir calentando un poco más el ambiente —de momento ya hemos calentado el planeta más de 1ºC de media—, el IPCC publicaba el agosto su Sexto Informe de Evaluación. Con un trabajo de siete años detrás, el organismo concluía tajante que, con la senda actual, vamos hacia un calentamiento medio de 4,4ºC sobre los niveles preindustriales, cifra que se podría alcanzar a lo largo de la segunda mitad del presente siglo. Llegar a esa Tierra supone un escenario climático que ni al humano más rico le gustaría presenciar.
Las discusiones sobre el artículo 6, relativo a los llamados mecanismos de carbono, empiezan a ser también una tradición
El Grupo 1 del IPCC, responsable del informe, señalaba así que reducir las emisiones a cero neto en 2050 era la única medida capaz de mantener las temperaturas con un incremento de en torno a los 1,5ºC. “Las reducciones fuertes y sostenidas de las emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero limitarían el cambio climático. Si bien los beneficios para la calidad del aire llegarían rápidamente, podrían necesitar de 20 a30 años para que las temperaturas globales se estabilicen”, concluía el documento.
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Así llegamos a Glasgow. La COP26 arranca con algunas mejoras de base sobre Madrid. Trump ya no está, lo que significa que el segundo país más contaminante del mundo —EE UU emite el 14% de los GEI— vuelve a la senda del multilateralismo y del Acuerdo de París. Por contra, las ausencias de pesos pesados como Xi Jimping —quien preside la nación más contaminante del planeta, responsable del 28% de los GEI—, Vladimir Putin y, por supuesto, Blair Bolsonaro, son malas noticias para el futuro del Homo sapiens.
Finalizado el protocolo de Kyoto en 2020, los países deben ahora presentar sus estrategias climáticas en forma de unas NDC actualizadas y mejoradas, o esa es la teoría. “No todos los países han presentado esos compromisos. De hecho, en la ONU sumaron esos compromisos en un informe lanzado en febrero y actualizado el 25 de octubre en el cual muestra claramente que estamos muy lejos de los objetivos para parara la emergencia climática”, señala Javier Andaluz, coordinador de Energia y Clima de Ecologistas en Acción, quien se trasladará a Glasgow para participar en la cumbre.
Persisten las dudas sobre el Fondo Verde para el Clima, instrumento clave para financiar planes concretos de adaptación en los países más vulnerables al cambio climático
Dicho informe señala que se espera que las emisiones a nivel global sean en 2030 un 16,3% superiores respecto a las de 2010, mientras que el Informe Especial sobre Calentamiento Global de 1,5ºC, publicado por el IPCC en agosto de 2018, ya alertaba de la necesidad de reducir un 45% las emisiones globales de cara a 2030 frente a los niveles de 2010. Es por ello que desde Naciones Unidas se habla de la necesidad de duplicar los objetivos. La tarea es titánica.
Necesita mejorar
A día de hoy, si bien algunas de las naciones menos desarrolladas, como es el caso de Ruanda o Jamaica, han presentado planes con metas climáticas más ambiciosas, otras más ricas como China, Corea del Sur, Japón o Sudáfrica han anunciado objetivos a largo plazo, pero no a corto, lo que deja en entredicho su aportación a la lucha contra la crisis climática.
Caducados los objetivos del protocolo de Kyoto en diciembre de 2020, su sucesor, el Acuerdo de París —en vigor desde 2016— sigue sin gran parte de su articulado desarrollado a día de hoy. El artículo 4, el cual versa sobre la llamada integridad climática, el conjunto de medidas que son necesarias para evitar las fugas de carbono y dobles contabilidades a la hora de presentar los NDC, es uno de los escollos clave. “Es importante que los números sean comparables no solo entre sí y con un mismo formato que permita evaluar si todos los países van haciendo su parte, sino que respondan además a un formato homogéneo y a unos tiempos comunes”, desarrolla Andaluz. Una de las materias en cuestión es, además, los ciclos de revisión de esos compromisos nacionales, periodos que los países menos propensos a luchar contra la emergencia climática quieren ampliar y retrasar.
Otra de la cuestiones pendientes es el mecanismo de Varsovia, pensado para abordar las peores consecuencias que pueda provocar la emergencia climática
Las discusiones sobre el artículo 6, relativo a los llamados mecanismos de carbono, empiezan a ser también una tradición. “Fue la gran tarea pendiente de la COP25 junto al artículo 4”, señala el experto de Ecologistas en Acción. Su punto 6.2, que establece mercados internacionales de derechos de emisiones, es un escollo que ha sido difícil de salvar hasta ahora. Define los mercados internacionales de carbono, aquellos creados entre empresas y/o Estados que permiten que las empresas que no cumplen con sus objetivos de reducción de emisiones puedan comprar el exceso de aquellas que han producido por debajo de sus límites.
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Respecto a estas cuestiones, a día de hoy persiste un bloque claro a la forma concreta en que se articulará el texto final, como se ha venido bien en las rondas negociadoras previas a la COP26.
Financiación responsable
Por último, los temas relativos a la financiación suponen otro de los muros que deberá salvar, al menos en parte, el encuentro en Escocia. Por un lado, persisten las dudas sobre el Fondo Verde para el Clima, instrumento clave para financiar planes concretos de adaptación en los países más vulnerables al cambio climático. Se trata de un fondo muy ligado a los mecanismos de desarrollo limpio que deben quedar plasmados en el famoso artículo 6, lo que hace más complicada la discusión.
Caducados los objetivos del protocolo de Kyoto en diciembre de 2020, su sucesor, el Acuerdo de París sigue sin gran parte de su articulado desarrollado a día de hoy
Para las organizaciones sociales que componen la Climate Action Network, una red de ONG y colectivos defensores de la acción climática, “una respuesta ambiciosa también requiere que las partes cumplan con el compromiso de incluir 100.000 millones de dólares para 2020 y anualmente después de esa fecha”. También piden una revisión de esa cuantía para el periodo 2020-25, exigiendo una cifra que, al menos, debería elevarse a lo 600.000 millones, la mitad de ellos al menos destinados a la adaptación al cambio climático. De no ser así, la cubre corre el riesgo de fracasar al considerar muchos países que no existen fondos para financiar sus planes climáticos.
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Por último, otra de la cuestiones pendientes es el mecanismo de Varsovia, pensado para abordar las peores consecuencias que pueda provocar la emergencia climática —léase por ejemplo la desaparición bajo las aguas de varias naciones insulares del Pacífico—. Este será difícil de cerrar completamente en esta cumbre del clima, según el especialista de Ecologistas en Acción. Sí podría dar pasos adelante la llamada Red de Santiago, creada en la COP25 de Madrid para operativizar el Mecanismo de Varsovia catalizando la asistencia técnica de organizaciones y expertos de cara a implementar estrategias para abordar y minimizar las pérdidas y daños de los países en desarrollo más vulnerables al cambio climático. De hecho, la creación de un mecanismo de provisión de fondos para estas cuestiones es una demanda permanente de las naciones más afectadas.
Con tanto artículo pendiente, está por ver cuántas tradiciones cumple la COP26 en un encuentro que solo tiene una simple y a la vez enormemente compleja tarea que abordar: poner las bases para que la humanidad no se cargue definitivamente el planeta que habita. Total, solo nos va la vida en ello.