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Córdoba
La RATA cordobesa se consolida con una evento en forma de “perolada”

Con un claro de sol en unas semanas lluviosas en Andalucía, este sábado 15 de marzo, el colectivo Red de Autodefensa Transfeminista de Córdoba, conocida por sus siglas, la RATA organizó en el Centro Social Autogestionado (CSA) Rey Heredia de Córdoba una “perolada” disidente.
La costumbre en Córdoba donde reunir a familiares y amistades para comer un arroz o algún guiso en un perol sirvió de excusa para generar un encuentro único en la capital andaluza.
La RATA “nace de la necesidad de un espacio refugio, de socialización segura, de diversión y celebración, pero también de protección ante la violencia que vivíamos en nuestro cuerpo”. Desde la organización explican que “no existía en Córdoba un espacio transfeminista como este, que además fuese combativo con el capitalismo y autogestionado”. También destacan su alianza con otros colectivos como la Asamblea de Mujeres Yerbabuena de Córdoba. “Desde el principio, nos hemos organizado con una flexibilidad que permite adaptarnos a quienes estamos en cada momento”, explican, puntualizando que se trata de “más que un espacio de militancia”.
La RATA “nace de la necesidad de un espacio refugio, de socialización segura, de diversión y celebración, pero también de protección ante la violencia que vivíamos en nuestro cuerpo”.
La mañana comenzó con dinámicas de presentaciones para dar paso al taller 'Utopías Transfeministas' que se organizó desde el colectivo Ariskas de Vallecas. Con base en el libro Utopía no es una isla (Agapea, 2020), de Layla Martínez, se dialogaron alternativas colectivas ilusionantes “para imaginar futuros colectivos placenteros”. “Se trata de encontrar espacios que nos permitan pensar que otras formas de comunidad son posibles”, comentaba una de las participantes al finalizar el taller.
Desde la RATA “hacemos desde talleres y mesas redondas hasta acciones más culturales o de protesta: cineforos, micro abiertos, formación antirracista, incidencia en luchas como la vivienda o Palestina”. De esta forma, nos cuentan que "la autodefensa no es solo física, sino colectiva” creando “estrategias tanto de defensa como de ataque, imaginando nuevas formas de resistencia y existencia“. Por ello, en los últimos meses han estado “trabajando más sobre utopías y la transformación de imaginarios como herramientas políticas.”
“La autodefensa no es solo física, sino colectiva”
Entre tapas y bebidas para financiar a la RATA, la Red se presentaba ante una Córdoba con necesidad de estos espacios. Desde la organización explicaban que la RATA “se financia con este tipo de encuentros” por eso invitaban a las asistentes a contribuir, según sus posibilidades, a “una forma más disidente, más rebelde y más rata de organización y ocio”. Y es que nos explican que “la autogestión es clave: no queremos depender de instituciones, por eso hacemos eventos para sostener el colectivo y financiar formaciones, como la última de antirracismo”.
Poco a poco, cuando el arroz estaba listo, comenzaban a llegar las personas, muchas de ellas acompañadas de perros que fueron parte de la jornada. Tiempo después, daba comienzo la mesa redonda bajo el título “Resistencias Organizadas en el Territorio” para hablar de sus luchas “con raíces similares pero perspectivas muy distintas”.

Resistencias organizadas como protagonistas
Territorializar las luchas en clave interseccional fue uno de los objetivos de esta mesa, que finalizó bajo la pregunta “¿Cómo generar encuentros y resistencias?” Y la primera resistencia cordobesa presente en la mesa fue la asociación Hornasol, organizada para denunciar el cementerio nuclear El Cabril. En pleno corazón de Sierra Morena, dentro del término municipal de Hornachuelos (Córdoba), en Sierra Albarrana, se encuentra la principal instalación en España para el almacenamiento de residuos radiactivos de baja y media actividad desde 2001. Manuel Fernando Raya Ballesteros, miembro de Hornasol, denuncia que “hay filtraciones de los residuos al agua“ que termina llegando al Guadalquivir lo que supone “un peligro” y por ello piden que “se cierre El Cabril”. Además, “la empresa quema parte de los residuos” sin una “adecuada gestión” lo que termina afectando a los territorios colindantes, muchos de ellos productores agroalimentarios.
También en la mesa se contó con las resistencias urbanas. Celia, desde la Asociación de Vecinas de Valdeolleros habla de “no salir de los barrios sino transformarlos”. Esta asociación fue creada en 1974 y desde la resistencia antifranquista “ha sido un espacio de resistencia barrial”, señala Celia. Ada y Rosana, de Juventud por el Clima Córdoba, hablan de la importancia de defender al territorio, ya sea por la sequía especialmente grave del anterior dejando a muchas vecinas sin agua o la masificación turística que pone en peligro un ya debilitado acceso a la vivienda. Ambas organizaciones coinciden en que el Ayuntamiento está siendo uno de los principales obstáculos para “hacer los espacios propios” más allá de “las obras y nuevas construcciones”.
“Tenemos una biblioteca en el barrio y durante muchos años hemos estado pidiendo que esa biblioteca se abriese por las mañanas”, cuenta Celia, denunciando que “para eso había que contratar personal y no les daba la gana al ayuntamiento”. Y la respuesta que se encontraron desde Valdeolleros no fue suficiente: “¿Qué se le ocurrió? Hacer una obra”.
Y la mesa no acaba aquí. “Hija de asentados de la reforma agraria de Brasil” Tatiana de Jesús Marqués trajo al MST (Movimiento de los Trabajadores rurales Sin Tierra de Brasil) al que perteneció durante varios años como ejemplo de resistencia territorializada. Este ejemplo de “lucha por la tierra, por la Soberanía Alimentaria y por la Justicia Social” denuncia “al capitalismo y sus estructuras” así como “al sistema agroalimentario que mantenemos”. Tatiana, además, deja claro que “la falta de tierra en Brasil no es un tema aislado del mundo” pero sí es un tema que genera identidad, haciendo que “la gente pueblo brasileño los reconozca como una lucha legítima y necesaria”.
La tarde avanzó con un bingo dinamizado por La Vero y la Antonia, conocidas en Córdoba por su podcast “Y no pasa nada”. Desde la RATA afirmaban que “no solemos hacer tantas fiestas, pero organizar un evento así en Córdoba, un espacio de ocio disidente, ya es un acto político”.

“El propio hecho de generar colectivamente un espacio que antes no existía y que es tan necesario es en sí mismo una victoria”
"El propio hecho de generar colectivamente un espacio que antes no existía y que es tan necesario es en sí mismo una victoria”, afirman. El evento cerró con la pinchada de las DJs de la casa, las Neoratas, y lanzó un recordatorio para que las personas allí presentes fueran al día siguiente, el pasado 16 de marzo, a una manifestación antirracista.