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Energía nuclear
El asalto a 2019. Última fase de la lucha contra la mina de uranio
Las personas y organizaciones que llevamos años luchando contra Berkeley Minera vemos el año nuevo con optimismo, convencidos de que la multinacional australiana por fin tendrá que hacer las maletas y abandonar sus proyectos de minería de uranio en Salamanca. Permisos, licencias, Justicia y movimientos sociales han acorralado a la empresa, que ve cómo sus proyectos se desmoronan a la par que el valor de sus acciones en Bolsa.
Las personas y organizaciones que llevamos años luchando contra Berkeley Minera vemos el año nuevo con optimismo, convencidos de que la multinacional australiana por fin tendrá que hacer las maletas y abandonar sus proyectos de minería de uranio en Salamanca. No sabemos cuánto podrá aguantar sin posibilidad de abrir la mina y planta de Retortillo y con el valor de sus acciones por los suelos, pero es bastante probable que en el año que comienza nos libremos de esta pesadilla.
Nuestro optimismo está relacionado con las últimas noticias aparecidas sobre la empresa minera, principalmente la negativa del Ayuntamiento de Retortillo a concederle la Licencia Urbanística para acometer las labores de construcción de las instalaciones previstas en ese municipio.
Nosotros hemos sido siempre muy críticos con ese ayuntamiento, vendido a los intereses de Berkeley desde que en octubre de 2011 firmaron un convenio de colaboración por el que Retortillo recibió dinero a cambio de facilitar el negocio minero, pero ahora no le ha quedado más remedio que denegar la licencia solicitada ante los obstáculos puestos de manifiesto por el Servicio de Asistencia Jurídica a Municipios de la Diputación provincial de Salamanca: la ocupación de un dominio público no enajenado (la carretera comarcal que une a Retortillo con Villavieja de Yeltes) y la falta de un proyecto técnico firmado por técnico competente y visado por el colegio profesional correspondiente.
Se trata del primer revés sufrido por Berkeley en vía administrativa, tras los más de 100 permisos concedidos según manifiesta continuamente la empresa minera, y a la espera de la resolución de la Autorización de construcción de la planta de tratamiento de uranio de Retortillo pendiente del pronunciamiento del Consejo de Seguridad Nuclear y su refrendo o no por el Ministerio para la Transición Ecológica (el informe del CSN sólo es vinculante en caso de ser negativo).
No sabemos cuánto podrá aguantar sin posibilidad de abrir la mina y planta de Retortillo y con el valor de sus acciones por los suelos, pero es bastante probable que en el año que comienza nos libremos de Berkeley.
También estamos a la espera de las resoluciones judiciales pendientes, sobre todo del recuso contencioso-administrativo sobre la Autorización previa de esa planta concedido por el Ministerio de Industria del controvertido Sr. José Manuel Soria. La sentencia de la Audiencia Nacional está a punto de llegar tras casi tres años de trámites judiciales, estando convencidos de que la Justicia nos dará la razón y considerará nula esa autorización, ya que la Declaración de Impacto Ambiental aprobada por la Junta de Castilla y León en 2013 no sirve para esa instalación radiactiva.
Así es cómo los opositores a los proyectos de Berkeley vemos el futuro con optimismo, mientras cunde el desánimo entre los favorables a la apertura de las minas de uranio, acrecentado tras verse obligada la empresa minera a tener que realizar un Expediente de Regulación Temporal de Empleo ante la falta de trabajo.
Por otro lado no debemos bajar la guardia, la multinacional australiana lleva invertidos muchos millones en el Campo Charro y no va a tirar la toalla fácilmente. Estaremos vigilantes para que no se acreciente el daño causado en el Medio Ambiente y en la convivencia de las personas que habitamos en el oeste de Salamanca.