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Desokupa
Sobre caciquismo, desokupas y resistencia rural en el sur de España
Mientras perdure el poder y la autoridad,
Habrá quienes resistan y combatan su existencia
(Terror y miseria)
En pleno siglo XXI, seguimos al servicio del señorito Iván. Esta situación se desplaza desde la Extremadura donde se desarrollaba la historia de Los santos inocentes hasta la hermana Andalucía. En la provincia de Córdoba se han sucedido actos que bien podríamos atribuir a dicha novela.
En el municipio de Lucena, feudo cacique de la zona, los ricos siguen actuando con total impunidad, saltándose a la torera su ley (la misma que firmemente quieren aplicar a los pobres) para hacer lo que les venga en gana. Además, actúan amparándose en matones desokupas de pueblo, más cercanos a quinquis con anhelos de señorito que a los cabezas rapadas de las capitales. Aunque al final el resultado es el mismo.
Los sucesos sobre los que venimos a hablar se desarrollan a principios del pasado mes de junio en una finca en la Urbanización Campo de Aras. En esta urbanización vive nuestro compañero, y ha vivido allí durante los últimos 15 años, cuidando y manteniendo un terreno, sucediendo a su padre en este trabajo, quien cuidó la finca durante los 10 años anteriores.
En un momento dado, el dueño habló con él y le dijo que no podía seguir pagando su salario y se comprometía a que cuando vendiera la finca, que esperaba fuera pronto, saldaría la deuda pendiente. Sin embargo, cuando el padre de nuestro compañero fallece, el dueño empieza a presionarlo para que se vaya de la finca, diciéndole que lo tiene en cuenta para devolverle el dinero que le debe por el trabajo realizado y no cobrado. Nuestro compañero responde que él se marchará cuando se salde la deuda contraída.
La finca fue adquirida por un valor inferior al de mercado (nueva modalidad de venta de “inmuebles con okupa incluido”). El inquilino pasa de ser un empleado de la finca a ser un “okupa” y el anterior dueño niega toda relación laboral con él
Cuando aparece un comprador para la finca, el propietario ofrece una cantidad de dinero muy inferior a lo acordado por los trabajos realizados, así que nuestro compañero se niega a abandonar la que es su casa hasta que se le pague justamente por su trabajo. Durante este periodo, se suceden continuas visitas al terreno, coaccionándole para coger esa cantidad e irse.
La finca ha sido comprada por la sociedad MMG Explotaciones, S.L., cuyos socios son AFMS, JGD y JM, miembros todos ellos de la burguesía local. Ya sabemos que en esta sociedad hay quienes se dedican a la compra-venta de terrenos, casas y promociones inmobiliarias con intenciones especulativas. La finca fue adquirida por un valor inferior al de mercado (nueva modalidad de venta de “inmuebles con okupa incluido”). De este modo, nuestro compañero pasa de ser un empleado de la finca a ser un “okupa” y, además, el anterior dueño niega toda relación laboral con él.
Nuestro compañero vuelve a ser víctima de presiones y amenazas por parte, ahora, de los nuevos propietarios, aludiendo estos a que son familias fuertes del pueblo con contactos tanto en la policía como en otros estamentos de autoridad locales
Los nuevos propietarios tratan de negociar con nuestro compañero, ofreciendo una cantidad inferior a la que se le debía, nuestro compañero se niega de nuevo a abandonar la finca hasta que se le pague lo que se le debe. Una vez más, nuestro compañero vuelve a ser víctima de presiones y amenazas por parte, ahora, de los nuevos propietarios, aludiendo estos a que son familias fuertes del pueblo con contactos tanto en la policía como en otros estamentos de autoridad locales.
Cuando parecía que se iba a llegar a un acuerdo económico, los dueños se echan para atrás y dicen literalmente que “no quieren dar dinero a okupas”, despreciando los trabajos realizados durante años. Así acaban las negociaciones.
Había un trasiego de gente dentro de la finca transportando las pertenencias del inquilino, guardando las de mayor valor en sus propios vehículos para llevárselas y tirando directamente otras
Nuestro compañero en este punto llevaba tiempo sin recibir ningún tipo de salario por su trabajo, así que tuvo que salir de su localidad para trabajar. Durante este tiempo, un amigo suyo iba a la finca para alimentar a las gallinas, los gallos y el pavo real que había allí. Y cuál fue su sorpresa al advertir una noche, cuando llegaba desde Extremadura a la 1 y media de la mañana, que había luces encendidas dentro de la finca, las puertas estaban abiertas de par en par y había un trasiego de gente dentro de la misma transportando las pertenencias de nuestro compañero, guardando las de mayor valor en sus propios vehículos para llevárselas y tirando directamente otras muchas a un contenedor de obra.
Cuando este amigo preguntó a estas personas que quiénes eran, ellos respondieron que eso no le importaba y que se marchara de allí. Tras esto, en una actitud amenazante, lo rodearon, llevándolo de vuelta a la entrada de la finca, donde él tenía la furgoneta aparcada. Al subir en la furgoneta, en un grave estado de nervios, este amigo llamó a nuestro compañero para explicarle la situación. Mientras, los matones se crujían los nudillos, amenazándolo y grabándolo desde varios ángulos con sus teléfonos móviles.
Ni dos minutos tardaron en aparecer cuatro coches patrulla, dos de la policía municipal y dos de la policía nacional. Golpeando insistentemente la ventanilla de la furgoneta, obligaron al amigo de nuestro compañero a bajar y a colocarse en una posición vejatoria sobra el capó del coche, donde fue interrogado y registrado. Estupefacto por la situación (se estaba cometiendo un robo con fuerza y allanamiento de morada en la vivienda de nuestro compañero y lo trataban de culpable a él), intentó hacerles ver lo que estaba ocurriendo pero, tras registrar de arriba abajo la furgoneta, la respuesta de la policía fue clara: “Vete de aquí y dile a tu amigo que ni aparezca. Estos son los dueños. Si te volvemos a ver por Lucena, la furgoneta va al depósito y tú detenido al calabozo”.
La policía fue clara: “Vete de aquí y dile a tu amigo que ni aparezca. Estos son los dueños. Si te volvemos a ver por Lucena, la furgoneta va al depósito y tú detenido al calabozo”
El amigo de nuestro compañero, tras llamarle y contarle la situación, fue hasta la comisaría de policía local con la intención de explicar tranquilamente los hechos a los agentes. Estos le respondieron, ya más calmados y menos agresivos, que lo que tenía que hacer nuestro compañero era denunciar, pero que ellos no podían hacer nada. Mientras tanto, en la finca, seguía produciéndose el saqueo a manos de los matones y de los propios dueños con la connivencia de la policía, conocedora de estos hechos.
A la mañana siguiente, tras una noche de viaje, nuestro compañero recogió a su amigo y juntos se dirigieron de nuevo a la finca, sabiendo que, cada minuto que pasaba, facilitaba a los ladrones su labor. Una vez allí, pudieron contemplar un saqueo absoluto de la zona. Quedaban restos del botellón de la noche anterior (debe ser que para los caciques un desahucio ilegal era motivo de fiesta), un contenedor de obra con muchas de las pertenencias de nuestro compañero y una tapia sobre la puerta de su vivienda. Además, no se veía ninguno de los animales que poblaban la finca, quedando como vestigio de su existencia un montón de plumas del pavo real frente a la casa.
Hubo un fuerte enfrentamiento verbal entre los dueños y nuestro compañero, portando los primeros palos en señal de amenaza. Durante el transcurso de este enfrentamiento, apareció la policía municipal. En esta ocasión, fue sólo una pareja, tratando de mediar entre las dos partes. Tras la habitual toma de datos, uno de los dueños le transmitió a la policía un mensaje para nuestro compañero: Si quería recuperar sus cosas, los abogados de ambos debían ponerse en contacto.
Más adelante, otros agentes de policía admitieron que aunque la propiedad no era suya, nuestro compañero era el residente legítimo actualmente en el inmueble y los dueños debían irse de allí inmediatamente. Fue en este momento cuando los señoritos montaron en cólera
Más tarde llegó otra pareja de policía municipal y de policía nacional. A estos agentes se les pidió un registro de los vehículos de los ladrones, negándose estos a realizarlo y afirmando que ellos no habían visto nada.
Una vez hubieron escuchado los hechos, todos los agentes admitieron que aunque la propiedad no era suya, nuestro compañero era el residente legítimo actualmente en el inmueble y los dueños debían irse de allí inmediatamente. Fue en este momento cuando los señoritos montaron en cólera y empezaron a proferir insultos y deseos de muerte a nuestro compañero.
Cuando la comitiva se marchó, nuestro compañero y su amigo fueron realmente conscientes del destrozo: apenas se veían un par de gallos en la finca, frente a la casa había una gran pila con todos los muebles, algunos rotos con saña. En otro punto se había hecho un montón con chatarra, donde aparecieron numerosos electrodomésticos pertenecientes a la casa, ahora rotos, un gran contenedor con mezcla de basura, alimentos en conserva de compañero y numerosos objetos personales de gran valor sentimental. Cuando destapiaron la vivienda, observan que estaba completamente vacía.
Eran numerosas las pertenencias que el inquilino echaba en falta: una gran cantidad de herramientas mecánicas de gran valor, de jardinería, bricolaje, etc, libros, textos y otros objetos personales… Los asaltantes se habían llevado todo
A pesar de todo lo que habían destrozado, eran numerosas las pertenencias que nuestro compañero echaba en falta: una gran cantidad de herramientas mecánicas, de jardinería, bricolaje, etc, varias maletas con toda su ropa, una gran despensa de comida, libros, textos y otros objetos personales… Los asaltantes se habían llevado todo. Así como las llaves de dos vehículos que se encontraban en la finca y que intentaron forzar para abrirlos y robar.
Aunque durante los siguientes días volvieron a la finca algunos animales, a día de hoy siguen faltando muchas gallinas, gallos y el pavo real. El terreno sigue en manos de nuestro compañero, pero le han sido sustraídas numerosas pertenencias de gran valor, tanto material como personal.
Esa misma tarde, abatidos y cansados, nuestro compañero y su amigo se personaron para realizar la pertinente denuncia en la comisaría de policía nacional, siguiendo las instrucciones de un abogado. Tras largo tiempo de espera en la comisaría, es notificado de que se le ha denunciado por un presunto delito de amenazas y ocupación ilegal. Él pasa a testificar para poner una denuncia por allanamiento de morada y robo con fuerza. Sin embargo, para su sorpresa (aunque a esas alturas de la película no debería sorprender) cuando relee su testimonio a la mañana siguiente, ya descansado, se da cuenta de que aparece declarando como persona denunciada y no como denunciante. Además, mientras estuvo declarando, tuvo que corregir en varias ocasiones al agente encargado de tomarle testimonio para que escribiera su declaración sin tergiversarla. Hay que apuntar que nuestro compañero llevaba 40 horas sin dormir y muchos kilómetros a sus espaldas. Tuvo que volver a la mañana siguiente para corregir estos hechos y formular una nueva denuncia frente al juzgado porque él seguía sin aparecer como denunciante.
Respecto a estos hechos, ha habido respuesta por parte de varios colectivos de Extremadura con los que nuestro compañero, los cuales han preparado cajas de resistencia para apoyarlo (hay que recordar que empezar un proceso judicial es algo caro que no mucha gente se puede permitir) y se han desplazado a la finca para hacerle compañía en estos duros momentos. Además, se está solicitando apoyo en una campaña a nivel estatal (si se quiere ayudar se puede contactar con cualquiera de los colectivos, como por ejemplo algarrobanegra@protonmail.com)
La consigna “Si nos tocan a uno, nos tocan a todos” se lee mucho en pintadas y carteles, y se escucha mucho en manifestaciones, sin embargo, a veces no se siente cuando realmente hace falta
Es importante señalar que en los últimos tiempos se están sucediendo numerosos desalojos de personas en riesgo de exclusión, así como de centros sociales cuyos dueños son fondos buitre y que hay una gran proliferación de estas “empresas” de matones sin escrúpulos, los llamados desokupas. Esto no sólo es un problema a nivel habitacional, si no que influye de manera importante en la salud física y emocional de las personas afectadas, pudiendo llegar a darse situaciones mortales, como el caso de las dos hermanas de Barcelona que saltaron al vacío este verano ante la amenaza del desahucio.
La consigna “Si nos tocan a uno, nos tocan a todos” se lee mucho en pintadas y carteles, y se escucha mucho en manifestaciones, sin embargo, a veces no se siente cuando realmente hace falta. Las charlas, las proclamas, los comunicados, no valen de nada si en el momento de la acción no somos capaces de llevar a cabo los valores que decimos defender. La solidaridad y el apoyo mutuo tienen que ser hechos y no consignas vacías, pues aquellos que las describieron por primera vez, dieron sus vidas por ellas.
No hay que olvidar que nuestro compañero se encuentra en esta situación por enfrentarse al poder y no dejarse amedrentar por aquellos que se creen dueños de la tierra y de la vida de los demás.
Debemos ser capaces de generar una respuesta colectiva ante estos abusos de poder, de no hacerlo éstos se seguirán produciendo cada vez con mayor frecuencia, quedando impunes siempre quienes ostentan el poder y resultando los culpables los pobres.
Si no queremos acabar en un hospital psiquiátrico por hacer justicia como el bueno de Azarías (Los Santos inocentes), más nos vale comenzar a tejer redes que realmente funcionen y sean capaces de protegernos frente a los señoritos Iván.