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Educación
Teo Pardo: “El placer es la mejor herramienta de educación sexual que tenemos”
“Yo quiero saber por qué mi aparato reproductor a veces se hace grande” fue la pregunta que un niño de sexto de primaria hizo una vez a Teo Pardo y que, para este profesor de Secundaria y educador sexual, dibuja bien cómo la perspectiva biomédica es muchas veces la única desde la que se habla de sexualidad en los colegios. “Las únicas palabras que les damos para hablar de sus propios cuerpos son las biomédicas”, reflexiona.
Pardo ha trabajado en Sida Studi, ha colaborado en varias publicaciones —entre ellas (h)amor trans, de la editorial Continta, en 2021—, y se define también como activista trans y feminista. Hace unas semanas, le pedimos que compartiera algunas reflexiones sobre qué retos afronta la educación sexual en el contexto actual: con varias leyes que podrían impulsarla definitivamente y tras muchas patadas hacia adelante, en un contexto de guerra judicial desde sectores conservadores a todo lo que consideren morado o arcoíris y tras un verano donde la información sobre violencia sexual ha girado en torno a la peligrosidad para las chicas que salen de fiesta por el peligro de ser drogadas con los pinchazos.
Tras un verano recibiendo constantemente información sobre supuestos pinchazos para cometer agresiones sexuales con sumisión química, ¿qué reflexiones haces como educador sexual?
La primera reflexión que hago es que las personas que se dedican a la comunicación deberían hacer un ejercicio de responsabilidad y pensar en profundidad cómo se está comunicando la violencia sexual. Porque yo creo que se está comunicando muy mal. Se está espectacularizando un tipo de violencia que es muy minoritaria al tiempo que se esconde un tipo de violencia que es muy mayoritaria: la violencia que se da en entornos conocidos y por parte de personas conocidas. Este segundo tipo supone el 80%, pero tenemos una idea de la violencia sexual como algo que te puede suceder cuando sales de fiesta, cuando vas por la calle… Cuando haces cosas que digamos que son inapropiadas como mujer, sobre todo si no vas acompañada de un hombre que te proteja.
Siguiendo los postulados de Nerea Barjola o de gente que trabaja en el campo como el Proyecto Noctámbulas de la Fundació Salut y Comunitat, lo que se está haciendo al comunicar de esta forma —espectacularizada, por parte de extraños, en contextos de fiesta mediados por alcohol y drogas— es, primero, poner la responsabilidad de la violencia sexual en las mujeres porque se comunica como si no hubiera sujetos activos de esa violencia. Y segundo, y sobre todo, generando situaciones de lo que están llamando terror sexual. No digo que esas situaciones no se hayan dado, pero creo que hay que comunicarlas de forma muy distinta.
¿Con qué recursos se enfrentan las y los jóvenes a titulares como los de este verano sobre los pinchazos?
Cuando se da un debate sobre la educación sexual o la falta de ella, muchas veces se dice que los más jóvenes no reciben educación sexual. Yo no estoy de acuerdo. Creo que reciben educación sexual, y mucha. La cuestión es qué educación sexual están recibiendo. El hecho es quereciben mensajes sobre sexualidad constantemente. Por ejemplo, cuando en la cena de Navidad se les pregunta si tienen novio, cuando son chicas, o tienen novia, cuando son chicos, se les está diciendo: “La sexualidad es un tema importante”. Cuando solo se habla de sexualidad en las aulas en 6º de primaria y en 3º de la ESO —que es cuando por curriculum toca hablar la reproducción sexual y se da en dos días y si puede ser en uno, mejor, porque es un tema incómodo para todo el mundo—, esto también es educación sexual y se les está mandando el mensaje de que es algo de lo que al mundo adulto le da vergüenza hablar. Cuando las familias les dicen a ellas que tengan cuidado cuando van por la calle, y a ellos que hagan todo lo que quieran, pero siempre con condón, eso es educación sexual y les está mandando mensajes.
Todos estos mensajes que van recibiendo, que están presentes constantemente, son educación sexual. Es un tipo de educación sexual que lo que está diciendo es primero, que la sexualidad es heterosexual por norma. Segundo, que la sexualidad está absolutamente presente en nuestra sociedad, pero de lo que no se habla, es decir, es uno de los tabúes por excelencia y por lo tanto si tienes alguna duda acude a Internet o a tus colegas. Y, sobre todo, se les está diciendo que la sexualidad es distinta para hombres y para mujeres: para ellos es un es algo celebrable, es algo que te da puntos de masculinidad, es un rito de paso, mientras que para ellas es algo que tiene que ser muy cuidado, que tiene que ser con la persona perfecta, que tienen que vigilar y regalar. Ellos tienen que experimentar y ellas tienen que vigilar. Todos estos mensajes están presentes todo el tiempo y titulares como los de los pinchazos no hacen más que reforzar esta idea de que ellos tienen una sexualidad casi incontenible y que ellas tienen que vigilar para que su honor no sea mancillado.
Decimos que las situaciones de violencia se dan porque lo han visto en el porno y me parece peligroso este discurso, porque esta socialización diferencial en la sexualidad se da no solo por el porno
También hemos visto cómo recae muchísimo la responsabilidad sobre el porno: se dice que no reciben educación sexual y su recurso es el porno, que representa una sexualidad muy machista, violenta. Lo que yo es que el porno es de los pocos recursos explícitos, de las pocas narrativas explícitas que tienen, porque como no les hablamos de sexualidad más que en el tema de la reproducción, pues evidentemente la única narrativa explícita que pueden usar es el porno. Me da la sensación de que como adultos usamos el porno como eximente [de nuestra responsabilidad]. Decimos que las situaciones de violencia se dan porque lo han visto en el porno y me parece peligroso este discurso, porque esta socialización diferencial en la sexualidad se da no solo por el porno, sino que desde el mundo adulto les están llegando estos mensajes constantemente desde que son bien pequeños y pequeñas.
Más allá de que ciertamente desde el mundo adulto no les damos muchos recursos para poder revertir esa esa narrativa sobre su sexualidad, es cierto que hay un recurso muy valioso que tienen los más jóvenes, que es el valor de la amistad. Sus vínculos son vínculos muy grupales y que giran alrededor de la amistad. En este sentido, ante discursos de terror sexual, muchas veces ellos y ellas tienen el recurso de salir juntos y juntas, apoyarse los unos de los otros y las unas a las otras. Esto les da mucha sensación de seguridad y además es algo precioso cómo construyen sus vínculos. Aunque hay de todo, por supuesto, el valor del grupo y el valor de la amistad en esa edad está muy presente y yo creo que les ayuda mucho ante estas situaciones tanto de descubrimiento y de primeras experimentaciones con la sexualidad como para afrontar la violencia.
Trabajo sexual
Trabajo sexual “Si no es ético, no es porno”
¿Qué obstáculos existen para que puedan recibir una educación sexual de calidad? Esa educación sexual que reciben, cuando la reciben, ¿va más allá de cómo prevenir enfermedades y cuáles son los métodos anticonceptivos?
Los discursos de la derecha que hablan de la educación sexual como si fuera una estrategia de perversión de menores serían el primer gran obstáculo. Es un discurso muy perverso porque contempla la educación sexual como si fuera un disparador de perversiones y violencias, cuando en realidad sabemos que es exactamente al contrario.
Pero, aparte de eso, creo que hay más obstáculos que tienen que ver con primero, la falta de un espacio donde esa transmisión de información se pueda dar. Cuando se da esa transmisión de información siempre es en un entorno informal, no está previsto en el entorno educativo, que al final es el entorno de acceso universal. Y, cuando se prevé, cuando hay leyes que recogen la importancia de la educación sexual, siempre se recoge de una forma vaga, desde la idea de la transversalización. Es una idea que a nivel de objetivo es preciosa, utópicamente es buena, pero en la práctica es muy mala porque si no se concreta la realidad es que se acaba por no hacer.
Además, creo que hay que repensar fuertemente qué educación sexual queremos. Estamos de acuerdo, dentro de espacios de izquierda progresista, en que la educación sexual es necesaria, y es necesaria en espacios de acceso universal, como serían los espacios educativos. Pero más allá de eso nos tenemos que plantear qué entendemos por educación sexual y qué educación sexual queremos porque, efectivamente, no cualquier educación sexual nos vale. En los pocos espacios en los que se da educación sexual, sigue muy centrada en las infecciones de transmisión sexual y en los anticonceptivos. Esto sucede porque, ante el miedo a pervertir a los adolescentes, nos sentimos en general mucho más cómodos y mucho más cómodas en discursos muy biomédicos. Pero la sexualidad va muchísimo más allá de un discurso biomédico. Tiene que ver con emociones, tiene que ver con poder, tiene que ver con negociación, tiene que ver con muchísimas cosas que van muchísimo más allá de esto de lo que nos atrevemos a hablar.
Una adolescente una vez de tercero de ESO que, cuando entramos a hacer un taller, nos decía: “Cuando los adultos venís a hablar de sexualidad, parece que la sexualidad solo sean desgracias”. Y tenía mucha razón. Y yo creo que es muy importante revertir eso. Es muy importante hablar de sexualidad absolutamente desde el placer, porque personas conectadas con su placer son personas mucho más capaces de saber qué les apetece, qué les gusta, de explorar cómo funcionan sus cuerpos, mucho más capaces de poner límites, de negociar relaciones más placenteras y más seguras para todo el mundo. El placer es la mejor herramienta de educación sexual que tenemos.
Finalmente, necesitamos una educación sexual que ponga la diversidad en el centro. Esto tiene que ver con hacer una educación sexual que no sea heterocentrada, como muchas veces se hace la educación sexual. La diversidad tiene que ser el prisma desde el que se miran todas las sexualidades. Y es muy importante pensar en qué referentes. Por ejemplo, muchas veces las imágenes que se usan para hacer la educación sexual, son de cuerpos súperblancos, súperdelgados, con unos genitales absolutamente normativos. Hay que crear nuevos materiales donde se pueda reflejar la diversidad corporal. Necesitamos pensar la educación sexual desde otros lugares en los que la diversidad sexual de género, corporal y cultural sean el prisma desde el que miramos todas las sexualidades.
¿Son los colegios y los institutos el mejor contexto y en el que ofrecer educación sexual? ¿Debería ser obligatoria la educación sexual?
Si por educación sexual entendemos hablar de follar, esto es una cosa. Si entendemos que educación sexual tiene que ver con el sexo, pero también tiene que ver con las relaciones, con todos estos discursos que hemos recibido a lo largo de nuestra vida sobre qué es lo que se supone que tienes que hacer, con la capacidad de poner límites y de negociar… entonces es otra. La educación sexual es algo extremadamente amplio y en ese sentido es algo que se puede empezar a trabajar desde los cero años. Cuando estamos hablando de hacer educación sexual en P3, evidentemente no estamos hablando de hablar de sexo explícito, sino de darles todas estas herramientas que les van a permitir decir que sí y decir que no, poner límites, escucharse, escuchar a los demás, respetar los límites de los otros y de las otras y reconocer las emociones que es lo que les está pasando.
Entendiendo que la educación sexual es algo tan amplio, evidentemente es algo que se puede trabajar en muchísimos espacios, no solo en un espacio familiar, no solo en espacios de educación no formal. De hecho es algo que está presente en los dibujos de la tele.
El espacio que garantiza el acceso a la educación sexual es el educativo y, por lo tanto, es ahí donde debería ser obligatoria
La cuestión es pensar cuál es el espacio de acceso universal en el que podemos dar herramientas y recursos para que estas personitas que serán adolescentes y jóvenes y personas adultas mañana puedan tener herramientas y recursos para pensarse a sí mismas y para pensarse en relación con las demás de forma más respetuosa, más, más libre y más bonita. Y el espacio de acceso universal donde poder dar estos recursos y que nos garantice que todo el mundo va a poder tener acceso a estos recursos para vivir vidas más plenas, más dignas y más bonitas es el espacio educativo.
No es el único, pero sí es el espacio que garantiza el acceso a este derecho y por lo tanto, el espacio donde efectivamente debería ser obligatoria. Y creo que debería ser obligatoria porque cuando no lo es, como sucede hoy en día, la realidad es que no se trabaja.
Ya hay leyes. Por ejemplo, la ley del aborto contemplaba que se pudiera trabajar en educación sexual en las aulas. Hay leyes autonómicas, por ejemplo, en Catalunya la ley LGTBI de 2014 contempla que se trabaje la diversidad sexual y de género en las aulas.
No basta con los mandatos que ya existen porque son mandatos que no se están cumpliendo: hay que regular dónde, cuándo, cómo, exactamente quién lo va a hacer
La aprobación de la Ley de Libertad Sexual y la tramitación de la reforma de la Ley del Aborto han hecho que en el Congreso se hable de educación sexual. ¿Hacen falta leyes para garantizarla o basta con los mandatos que ya existen en las leyes de educación o de igualdad, tanto estatales como autonómicas?
Sí creo que hacen falta leyes para garantizarla y creo que no, que no basta con los mandatos que ya existen porque son mandatos que no se están cumpliendo. Hay que regular dónde, cuándo, cómo, exactamente quién lo va a hacer. Una ley que pudiera ser efectiva en este sentido debería decir que la educación sexual tiene que ser una asignatura obligatoria tanto en Primaria como en Secundaria, en todos los centros educativos, y formar parte del currículum. Y creo que debería haber también en esta ley un apartado sobre formación del profesorado en el que se capacitar al profesorado para poder impartir esta asignatura. Lo que me dice es que en general el profesorado considera que es importante y le encantaría poder hacerlo y a la vez les da miedo y no saben cómo.
En los últimos años hemos visto de manera recurrente polémicas creadas en torno a talleres de educación sexual por denuncias de familias o de organizaciones conservadoras. ¿Crees que esto desincentiva a los centros que quieren impartir educación sexual y a los educadores y educadoras que están dispuestos a hacerlo?
Sin ninguna duda más a los centros que a los educadores y educadoras. Porque, en general, las denuncias al centro son un lío y con la carga de trabajo ingente que hay en los institutos, lo último que nos falta es una denuncia judicial. Entonces creo que la estrategia de la denuncia, como la de la judicialización de la política nacional y de la educación también, desafortunadamente acaba siendo muy eficaz. Pero también creo que que los centros se pueden capacitar para tener herramientas para poder responder a estas denuncias, entendiendo que la educación sexual es un derecho que forma parte de los derechos sexuales, que los derechos sexuales son derechos humanos reconocidos por distintas convenciones. La única forma de garantizar estos derechos es con educación sexual.
Que la educación sexual tiene que formar parte del currículum de la educación obligatoria desde los cero a los 18 años lo dice la Organización Mundial de la Salud. Hay organismos de salud y de bienestar como la UNESCO que también lo dicen. Si los centros supieran con claridad esto, así como que hay leyes tanto estatales como autonómicas que los amparan, se sentirían un poco más cubiertos. Por otro lado, pienso que en general hay muchas más familias que piensan que se debería hacer educación sexual que familias que piensan que no se debería hacer. Lo que pasa es que las que piensan que no se debería hacer hacen mucho más ruido. ¿Qué pasaría si las familias que piensan que sí se debería hacer nos movilizaremos porque se están vulnerando los derechos de nuestros hijos cuando no se está haciendo educación sexual?
¿Qué retos enfrenta este curso la educación sexual?
Aprovechar el tirón e intentar legislar para que la educación sexual sea una asignatura obligatoria en el ámbito educativo en toda la etapa de educación obligatoria, o sea, desde P3 hasta hasta cuarto de la ESO como mínimo. Por otro lado, dentro del ámbito de personas que nos dedicamos a pensar la educación sexual, seguir trabajando en la línea de pensar qué educación sexual queremos; necesitamos que la educación sexual tenga perspectiva feminista. Tenemos que tener un debate. La educación sexual es lo que va a garantizar mejor los derechos sexuales de todas las personas, no solo el derecho a la información, sino también el derecho a vivir vidas libres de violencia, el derecho a la libertad sexual, el derecho a tomar decisiones reproductivas libres y responsables o el derecho a vincularte libremente y a desvincularse libremente también.