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Economía
Reinterpretando a Adam Smith: propiedad, economía, libertad y bien común
El pensamiento de Adam Smith se ha interpretado tradicionalmente como la defensa de la libertad económica individual en el marco de un mercado libre. Sin embargo, una interpretación más profunda, situada en su contexto histórico, revela que para Smith la economía era ante todo un medio para garantizar la seguridad y el bienestar de los individuos en una época en la que la propiedad privada representaba una barrera esencial contra la pobreza y la dependencia.
A medida que observamos cómo ha cambiado el papel de la propiedad privada hasta nuestros días, podemos reinterpretar su obra como parte de un proceso evolutivo, en el que la economía debería servir, ante todo, al desarrollo material, intelectual y ético de las personas. No tenemos motivos para pensar que un individuo capaz de ofrecer un discurso progresista para su época, especialmente en cuestiones relacionadas con la propiedad y la libertad, no haría lo mismo en nuestro tiempo.
La economía y la propiedad como medios para la seguridad individual
En su época, Adam Smith veía la propiedad privada como fundamental para garantizar una mínima seguridad económica y social. La Riqueza de las Naciones surgió en un momento histórico en que los pequeños comerciantes, agricultores y trabajadores carecían de protección ante la pobreza, y la propiedad ofrecía una garantía frente a la miseria. Smith defendía la propiedad privada como un medio para la autonomía y la estabilidad, permitiendo a los individuos una independencia material básica que facilitaba su desarrollo. Esta visión tenía sentido en un mundo donde la propiedad era un refugio contra la precariedad.
Lo que una vez fue una solución necesaria puede quedar obsoleto y convertirse en una barrera al bienestar y la libertad
Sin embargo, la misma propiedad que en ese entonces defendió como fuente de seguridad ha evolucionado. Hoy, en lugar de proteger el bienestar general, se ha convertido en un lastre para el progreso y la supervivencia. La acumulación excesiva y el uso especulativo de la propiedad crean desigualdades que limitan el desarrollo colectivo. En este sentido, Smith mismo podría alinearse con una reestructuración de la propiedad que recuperara su función original de seguridad y autonomía, adaptándose a las necesidades del tiempo presente. Esta perspectiva coincidiría con una visión evolutiva de la historia: lo que una vez fue una solución necesaria puede quedar obsoleto y convertirse en una barrera al bienestar y la libertad.
La historia y la necesidad de evolución de la economía hacia el bien común
Desde una visión histórica, esta reinterpretación de Smith conecta con el concepto del materialismo histórico, que sostiene que las estructuras económicas y sociales se transforman inevitablemente en función de las contradicciones creadas por las necesidades y las capacidades de cada época a través de la lucha de clases. Así, la propiedad privada cumplió una función clave en los inicios del capitalismo, pero su acumulación progresiva e incontrolada ha dado lugar a nuevos problemas. La historia demuestra que cada fase de la evolución humana exige nuevas respuestas, y lo que en un momento fue una solución justa puede convertirse en un obstáculo si no se adapta.
Este enfoque nos invita a revisar las estructuras de propiedad en favor de una economía que valore no la posesión acumulativa, sino el uso ético y beneficioso para todos
Smith comprendía el valor de la economía como herramienta de seguridad y desarrollo humano, no como fin en sí misma. Hoy, sin embargo, necesitamos un enfoque que subordine la economía a los ideales de equidad y responsabilidad colectiva. Esta idea se alinearía con una visión evolutiva del progreso en la que el objetivo último de la economía debería ser servir al bien común, promoviendo el derecho al desarrollo material, intelectual y ético de todos los individuos, sin excepción. Este enfoque nos invita a revisar las estructuras de propiedad en favor de una economía que valore no la posesión acumulativa, sino el uso ético y beneficioso para todos.
Libertad y responsabilidad ética: una economía al servicio del progreso colectivo
Smith también defendió en su Teoría de los Sentimientos Morales que la libertad implicaba responsabilidad ética y compromiso con el bienestar de los demás. Su idea de libertad iba más allá de la autonomía económica, abarcando una conexión ética en la que el individuo actuaba con conciencia del impacto social de sus decisiones. En este sentido, la libertad económica era para él una condición necesaria para el florecimiento ético, en un marco de equidad que permitiera a todos participar en el progreso moral y social.
En lugar de entender la libertad sólo como libertad de mercado, debemos verla como una libertad ética que permita el florecimiento de todas las personas
De este modo, esta reinterpretación de Smith es también un llamado a replantear la economía como un medio de desarrollo humano colectivo. En lugar de entender la libertad sólo como libertad de mercado, debemos verla como una libertad ética que permita el florecimiento de todas las personas. Este enfoque es coherente con la idea de que, en cada época, la economía debería orientarse a los valores del tiempo presente. La libertad real debe incluir el derecho de todos los individuos, sin excepción, a participar activamente en el desarrollo intelectual y ético de la sociedad, garantizando que cada persona pueda contribuir y beneficiarse del bienestar colectivo.
Una economía para el bien común
La evolución hacia una economía ética sugiere que la democratización no reside únicamente en la distribución material, sino en la creación de condiciones que permitan el desarrollo intelectual y ético de todos los individuos. Esta visión es fundamental en el pensamiento de Smith, quien veía en la simpatía y en la justicia el núcleo de una sociedad equitativa. Hoy, esto significaría que una economía justa no es aquella en la que todos compiten en igualdad de condiciones materiales, sino aquella en la que todos tuviesen acceso al progreso material, intelectual y ético.
La riqueza, entonces, no tendría valor si no fomentase un desarrollo humano integral, que incluyese no solo el progreso material, sino también intelectual y ético
Desde este enfoque, una economía orientada al bien común debería promover que cada persona tuviera las mismas oportunidades de participar, contribuir y desarrollar sus capacidades intelectuales, creativas y éticas. Así, la igualdad se entendería como la capacidad de todos para realizarse como miembros activos de la comunidad, participando no solo en la producción material, sino también en la construcción de una sociedad ética y consciente.
La riqueza, entonces, no tendría valor si no fomentase un desarrollo humano integral, que incluyese no solo el progreso material, sino también intelectual y ético, convirtiéndose en el medio para el florecimiento de una sociedad donde cada individuo pueda contribuir al bienestar común.
Propiedad asociada al uso: un contrato social para el bien común
La noción de “propiedad asociada al uso”, en la que toda la propiedad fuese social, redefiniría la economía en términos éticos, alineándola con el bienestar colectivo y respondiendo a las demandas de nuestro tiempo. La propiedad ya no sería un derecho absoluto, sino una concesión social que dependería de su contribución al bien común. Bajo este modelo, los individuos podrían emprender proyectos propios siempre que estos promoviesen la libertad y el bienestar social. Así, la propiedad se convertiría en un medio para el desarrollo humano y colectivo, dejando de ser un fin en sí mismo.
Este concepto de propiedad ligada al uso concordaría con la idea de garantizar la libertad y el desarrollo de los individuos sobre la que se sostenía la idea de propiedad defendida por Smith en su tiempo.
Una nueva riqueza nacional
La “propiedad asociada al uso” nos llevaría a una nueva definición de riqueza nacional, que no se mediría únicamente en bienes materiales, sino en el desarrollo ético e intelectual de los ciudadanos. Al fomentar proyectos basados en el mérito ético y en el impacto positivo en la comunidad, crearíamos una economía en la que los recursos serían usados para el beneficio colectivo y donde el progreso de la nación se mediría en términos de desarrollo humano y cultural.
Esta reinterpretación de Adam Smith, iluminada por la idea de que el progreso debe renovarse constantemente, nos invita a pensar en una riqueza que no es acumulativa, sino profundamente ética y orientada al bienestar de todos. La economía se convertiría, así, en un reflejo del talento y la ética de los ciudadanos, y la riqueza nacional se redefiniría como una prosperidad no solo material, sino también intelectual, cultural y ética.