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Opinión socias
Viviendas de pasión

El problema de la tierra sigue siendo uno de los males de España, que atenaza, condiciona y lastra nuestro futuro. El problema de una tierra de latifundios, o de excesivos minifundios, ha pesado sobre la política, la vida y el desarrollo de nuestra sociedad desde tiempos antiguos.
Las organizaciones sociales, sindicales y políticas españolas siempre han tenido en la tierra uno de sus objetivos prioritarios. UGT creó la FTT, la Federación de Trabajadores de la Tierra, mientras la CNT mantenía una publicación llamada Tierra y Libertad y hasta una columna miliciana anarquista llevó ese nombre durante la guerra española.
El colectivismo, el cooperativismo, la sindicalización, los movimientos de rebeldía en el mundo rural siempre han generado propuestas, provocado tensiones y alentado la agitación social en España. La tierra, el caciquismo, la corrupción económica y política, o la oligarquía, se encuentran en el origen y justificación del lema del regeneracionista Joaquín Costa, -Escuela, despensa y siete llaves al sepulcro del Cid.
La tierra es un elemento esencial en la vida de España, que ha ido cambiando sus escenarios, pero que perdura como la pertinaz sequía
Su obra La cuestión social y de la tierra vincula precisamente la idea de tierra con las de despensa, reforma agraria y mejora de las condiciones de vida en el campo, educación y cultura, acabando así con otros males como el atraso económico, o el fraude electoral propiciado por el caciquismo.
Lo dicho. La tierra es un elemento esencial en la vida de España, que ha ido cambiando sus escenarios, pero que perdura como la pertinaz sequía. Es una tradición monárquica y nobiliaria desde tiempos de la reina regente, María Cristina.
La tal María Cristina era viuda de Fernando VII y también amante pública y casada en secreto con su capitán de la guardia, un tal Muñoz, con quien tuvo ocho hijos y al que ascendió a duque, marqués, Grande de España, senador de por vida, teniente general, Toisón de Oro.
Ya su suegra María Luisa de Parma, esposa de Carlos IV, había hecho otro tanto con los hermanos Godoy, modestos guardias de corps, al segundo de los cuales, Manuel, aupó a los más altos cargos de la Corte, como secretario de Estado y valido de un rey dedicado a otras tareas reales como la caza.
Y no menos hizo su hija Isabel II, entregada a sus enredos amorosos con generales golpistas, políticos, intelectuales, hombres de negocios y aristócratas. Dirigiendo la Corte de aquella manera dio origen a caricaturas, sátiras, habladurías y, al final, a desmanes tales que abrieron las puertas a la Revolución Gloriosa de 1868, a los intentos de Primo de traer como rey a Amadeo de Saboya, a la República y, al final, al retorno Borbón de la mano del hijo de Isabel II.
Pero volvamos a la regente María Cristina y a su amante público y esposo secreto, el guardaespaldas Agustín Fernando Muñoz, maestros bien adiestrados en el buen gobierno de la pasión y los dineros. Los dos juntos hicieron grandes negocios públicos para beneficio privado, entre ellos instalar la estación de Chamartín en terrenos de la Corona, con muchos reales de beneficios de por medio. Entre ellos, promover grandes empresas constructoras de los nuevos ferrocarriles. Entre ellos sacar cuantiosos beneficios de la mano de obra esclava en los ingenios azucareros cubanos.
Los tradicionalistas carlistas la tacharon de princesa degradada, mientras que los revolucionarios la definieron como reina ladrona. Cuando sus negocios fracasaban el gobierno acudía de inmediato en su ayuda. Ella fue la inventora del negocio nacional de la especulación del suelo.
Con su gran amigo José Salamanca, ambos amantes decidieron reunir a los ricos madrileños, ante los cuales la reina regente expuso y anunció sin pudor que, frente a los dueños de la minería asturiana, los banqueros e industriales del hierro vasco, los fabricantes textiles catalanes y los comerciantes levantinos y de toda España, los madrileños tenían otras ventajas, -Puesto que Madrid no tiene industria hagamos industria del suelo.
El milagro español, los movimientos económicos que hoy llamamos desarrollo que nos sitúan entre las economías avanzadas y pujantes, no tiene una sólida base productiva
Desde entonces el negocio del suelo ha sido uno de los motores esenciales de la economía nacional. Allí, en aquel momento, nació el barrio que lleva el nombre del amigo Salamanca, ascendido a la nobleza y a la condición de ministro de Hacienda. De ahí nacieron todas las operaciones de ensanche de Madrid, para que los más ricos pudieran salir del agobiante centro y vivir en amplias, lujosas y renovadas mansiones.
El milagro español, los movimientos económicos que hoy llamamos desarrollo que nos sitúan entre las economías avanzadas y pujantes, no tiene una sólida base productiva, ni un moderno desarrollo agrario. Dependió, durante los años 60 y 70, de los recursos aportados por los emigrantes y de las divisas del turismo.
Con esos dineros llenamos de cemento las costas y construimos las ciudades que acogieron las migraciones interiores. Aún hoy, cada nuevo avance de nuestra economía depende de la burbuja inmobiliaria del momento. Nuestra economía se reanima a golpe de burbuja y especulación inmobiliaria, pero pronto se recalienta y se desinfla.
He escuchado muchas veces la necesidad de cambiar, de transformar las bases de nuestro sistema productivo. Es como un mantra repetitivo y machacón que tranquiliza conciencias, pero cada vez es más evidente que nuestra pasión por la tierra se impone sobre cualquier otra consideración, porque como bien decía Manuel Vicent, hablando de esos momentos en los que superamos una de nuestras inevitables crisis, -Cuando salgamos de esta, repetiremos la fiesta.
Opinión socias
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Es lo de siempre.
Quejarse, lamentarse.
Los que organizan y canalizan estos malestares ya saben que tales protestas nada van a cambiar.
Es como eso de "los indignados" ¡¡¡!!!
La plebe o vasallos se indignaron porque son saqueados, expoliados, represaliados, aporreados, esclavizados, enfermados, etc, etc. ¡¡¡!!!
Luego llegaron sus "salvadores" --(((teledirigidos, NO-DO mediante también, por el mismo Régimen)))-- en forma de charlatanes y seres providenciales que les vendieron el crecepelo correspondiente, para que todo siga igual, con los mismos crímenes de lesa humanidad gigantescos, claro.