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En el margen
Ngoy Ramadhani: “Nado entre diferentes identidades sin intentar encerrarme en una sola, pero tengo clara mi identidad negra allí donde esté”
Nacido en Tanzania durante la huida de sus padres del régimen dictatorial de Mobutu Sese Seko, Ngoy Ramadhani Ngoma llegó a España con dos años. Graduado en Ciencias Políticas en la UCM, fue uno de los primeros presidentes de la Asociación Afrodescendiente Universitaria Kwanzaa. Técnico de acogida humanitaria en una organización española, proporciona apoyo y acompañamiento a personas migrantes que llegan a las costas españolas.
A Ramadhani le preocupan especialmente la discriminación en el acceso a la justicia y las tasas alarmantes de violencia policial hacia personas afrodescendientes. Por ello, anima a las organizaciones afro a denunciar la afrofobia y a dotarse de herramientas que incrementen sus recursos y su capacidad de influencia.
Tu familia procede de República Democrática del Congo pero vives en España desde los dos años, ¿cómo te sientes respecto a tu identidad y por qué?
Mis padres son congoleños. Yo nací en Tanzania, en un campo de refugiados de Dar Es Salam, cuando mis padres huían de la persecución política del antiguo dictador Mobutu. Allí permanecimos hasta que nos trasladamos a España, a raíz de una solicitud de Protección Internacional.
Tengo nacionalidad española y siento la libertad de poder decir que soy español o que soy congoleño en función de las circunstancias. Nado entre diferentes identidades sin intentar encerrarme en una sola. Pero sí que tengo clara mi identidad negra allí donde esté. A partir de una experiencia que tuve haciendo el Camino de Santiago, he podido interiorizar la idea de “territorialidad diversa”, es decir, mi casa soy yo mismo y yo mismo soy allí donde estoy.
¿Qué es España para ti?España para mí supone una contradicción en sí misma. Por un lado, es un lugar que me ha permitido un desarrollo personal que no sé si en mi país hubiera podido tener, por las limitaciones que presenta la organización política-social para casi todos los jóvenes en El Congo. Pero al mismo tiempo representa un espacio en el que me siento amenazado y cuestionado constantemente por mis orígenes y mi color de piel.
¿Y El Congo?
El Congo es el origen. Pero también es mi futuro, mi reto. Uno de mis objetivos es retornar y vivir allí un tiempo. Volver a conectarme con mis orígenes, profundizar en las costumbres y la cultura que me han enseñado en casa. Pero también desarrollar un proyecto de vida personal y profesional que repercuta positivamente en el desarrollo del país.
Eres uno de los fundadores de Kwanzaa, Asociación Afrodescendiente Universitaria, ¿por qué decidisteis fundarla?
Fue durante mi grado en Ciencias Políticas. Me incomodaba ver a estudiantes afros siempre solos por los pasillos y en los descansos, o acompañados por personas solamente blancas. Me preguntaba por qué era tan difícil ver a personas afrodescendientes juntas en la Universidad.
Entendimos que para denunciar los elementos racistas que percibíamos en la Universidad —comentarios, vocabulario, ausencia de temática sobre África— la solución pasaba por organizarnos
También me empujó una crisis existencial e identitaria que vivía en aquellos momentos. Varias respuestas las encontré conversando sobre identidad negra con quiénes más tarde decidimos fundar la asociación. Entendimos que para denunciar los elementos racistas que percibíamos en la Universidad, ya fueran comentarios, vocabulario, ausencia de temática sobre África en los libros de texto, etc., la solución pasaba por organizarnos.
¿Qué supuso el proceso de su conformación y qué vino a aportar al mundo de las asociaciones universitarias?
Kwanzaa supuso una referencia no sólo a nivel universitario, sino también a nivel social fuera del espacio educativo. Marcó un antes y un después en el movimiento Afro actual, porque abrió una nueva etapa y animó a otras personas jóvenes racializadas a organizarse como método de lucha y resistencia.
Kwanzaa llegó durante el periodo de fuerte movimiento estudiantil, crisis político-social en España con el nacimiento del 15M y al inicio del Decenio Internacional para las personas Afrodescendientes declarado por la ONU de 2015 a 2024. Comenzamos demandando estudios africanos dentro de la universidad, también organizábamos lecturas y debates sobre libros, ensayos de autores africanos, películas para reflexionar sobre el racismo, etc.
¿Cómo podríamos explicarle a una persona que no lo sepa qué es un afroespañol? ¿Qué es la afrodescendencia?
Ser afrodescendiente en mi caso es el resultado de haber emigrado y crecido fuera del continente africano. Esto me lleva a convivir con múltiples identidades raciales y culturales en un mismo cuerpo. Por ejemplo, he recibido en las aulas una educación occidental que en ocasiones fomenta el individualismo, pero a la vez convivo en casa con costumbres africanas que promueven el colectivismo. Son valores que chocan, y que pueden llegar a crear un conflicto en el entendimiento del mundo y la sociedad en la que vivimos.
Ser afro español me parece una ficción…
¿Una ficción en qué sentido?
En el sentido del arraigo a una tierra, capricho humano cuasi universal, por la necesidad de dotarse del sentimiento de pertenencia a un lugar, para poder decir “Soy de aquí”. Ya que parece ser que si no sabes contestar a la pregunta, “¿de dónde eres?” estás perdido por el mundo. Queremos sentirnos españoles y tener un punto de retorno al que llamaremos hogar cuando nos marchemos a cualquier otro sitio. Pero creo que es una ficción ya que este sentimiento es fruto de la creación política del Estado nación tal y como la conocemos hoy, y no un sentimiento innato en el ser humano.
Las personas que somos afrodescendientes y tenemos nacionalidad española debemos sentir el compromiso de promover y defender los derechos de otras personas afrodescendientes. Porque si bien es cierto que ser afrodescendiente implica sufrir invisibilidad y estereotipia, ser español te da acceso a una serie de derechos que no tienen las personas racializadas y migrantes víctimas de la Ley de Extranjería. Por lo tanto, haciendo uso de nuestros privilegios, podemos cambiar la vida de personas más vulnerables de nuestra comunidad, que se enfrentan cada día a la violencia institucional con sesgo racista.
En estos momentos estás centrado en el Afrodiccionario, cuéntame más de ese proyecto.
Fue un proyecto que nació hace ya 3 años por la necesidad de crear un espacio en las periferias del lenguaje. Afrodiccionario es un proyecto social que busca repensar el lenguaje y denunciar todas aquellas expresiones discriminatorias, tanto racistas como machistas, xenófobas o negrófobas que existen en el castellano, para dar una alternativa de uso del lenguaje más respetuoso hacia las personas. También es un espacio de reflexión de la comunidad afrodescendiente para comprenderse internamente y por ello se busca un diálogo intergeneracional entre adultos, jóvenes e infancia.
Te leí en otra entrevista que “no existe ninguna palabra en el castellano para definir la conexión que se produce entre dos personas afrodescendientes que se cruzan por la calle y se saludan automáticamente sin conocerse”, ¿qué otras palabras faltan en el diccionario?
Hemos hecho varias veces este planteamiento en grupos de trabajo y todavía no ha salido la palabra que marcaría este tipo de relación. También faltarían otras palabras como el concepto que he mencionado antes, la necesidad de sentirse de un territorio, ¿Cómo podríamos definir esta necesidad humana?
Afrodescendiente hace referencia a una categoría identitaria global para poder hermanarnos con las afrocaribeñas, afrolatinos, afronorteamericanos, afroasiáticos, etc.
Otro de los retos, quizás, sería una palabra que pudiera resolver el debate que existe con el término afrodescendiente. Debido a que actualmente en España este término crea bastante controversia porque supone en el imaginario colectivo que afrodescendiente se encuentra en una categoría superior a la de africano o africana y, por lo tanto, muchos rechazan identificarse con la categoría de afrodescendiente porque creen que están rechazando la identidad africana. Sin embargo esto no es cierto, ya que afrodescendiente hace referencia a una categoría identitaria global para poder hermanarnos con las afrocaribeñas, afrolatinos, afronorteamericanos, afroasiáticos, etc.
Y hablando de la relación entre afrodescendiente y africano, ¿cuál es la conexión que hay entre la comunidad africana y la afrodescendiente en España? ¿Están cercanas o alejadas desde tu punto de vista?
África no se trata solo del territorio, sino que la persona que migra lleva a África en sí misma. Gracias a la conexión con África, muchos afrodescendientes estamos hoy salvados del afropolitanismo más radical, donde el mundo es solo Occidente.
En mi caso, la conexión con África se produce en el seno familiar, a través de la lengua, los hábitos, valores y costumbres de la República Democrática del Congo. Pero también me conecto con África a través de la interacción con migrantes recién llegados desde África negra, en mi trabajo diario.
En algunos contextos sí he visto una relación comparativa entre el africano y el afrodescendiente, en el sentido de que algunas personas asocian al afrodescendiente con la blancura. O, cuando has crecido en la diáspora, se sigue cuestionando si eres lo suficientemente africano, por ejemplo. También hay afrodescendientes que ven algunas costumbres africanas como lejanas a su realidad, arcaicas y conservadoras.
¿Qué es el decenio para los afrodescendientes de la ONU y qué está haciendo la comunidad afrodescendiente de España a este respecto?
El Decenio es una herramienta para visibilizar y mejorar nuestra situación de derechos humanos. Una herramienta que nos acerca a los espacios de decisión política, a la vez que nos acerca a otras comunidades afros de la diáspora. Se trata de un periodo de tiempo de 10 años, que comenzó en 2015 y finalizará en 2024, en el que las Naciones Unidas y sus Estados miembros se comprometen a adoptar medidas para concienciar sobre el racismo y la discriminación racial que sufrimos las personas afrodescendientes.
Lo que se pretende es que, al final del Decenio, los países miembros de la ONU tengan estadísticas oficiales sobre los afrodescendientes, que tengan políticas públicas dirigidas a los afrodescendientes, que tengan leyes integrales contra el racismo, etc.
Aunque se han conseguido avances importantes en algunos países, todavía hay mucha resistencia por parte de algunos Estados. Es la sociedad civil afro la que más se está movilizando, también en España.
El Decenio ha conseguido unir a colectivos afrodescendientes de todo el mundo como nunca antes. En 2018 se creó una coalición compuesta por más de 100 organizaciones afros de Europa, el Caribe, América Latina y Estados Unidos. Trabajamos uniendo nuestras potencialidades y así hemos conseguido que por fin tengamos voz y voto en todos los espacios internacionales.
Gracias al esfuerzo de estas organizaciones, tenemos una primera Declaración del Parlamento Europeo sobre los Derechos Fundamentales de las Personas Afrodescendientes y pronto un Foro Permanente para Afrodescendientes dentro del sistema de la ONU. Son pasos importantísimos, porque muchos de los cambios y políticas que solicitamos desde hace décadas dependen de estos pasos previos.
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Interesante. Como traductor me he quedado con el tema del "afrodiccionario". Habrá que acuña nuevas palabras para expresar viejas realidades, porque esa realidad siempre ha existido. Lo que es cuestionable es que ese sentimiento de hermandad, conexión o co-pertenencia sea exclusiva de los afrodescendientes. He visto a blancos atraerse como imanes en barrios pijos de Douala, en fiestas.
Interesante apunte sobre el conflicto estéril entre africano-afrodescendiente; y entre el enfoque individualista y colectivista que coexisten y pugnan constantemente en nuestro interior.