Rocío Márquez (Huelva, 1985): “Debemos prestar atención a esa polaridad entre esencia y ego o amor y miedo”

'Himno vertical' es el alumbramiento más íntimo de la artista, nacido directamente del amor y la verdad hallados en el corazón del duelo
22 nov 2025 07:00

En la quietud del refugio rural que ha elegido, lejos del eco frenético de una industria obsesionada con la fórmula y la inmediatez, la cantaora Rocío Márquez Limón ha iniciado una travesía reveladora y firme. No es solo un cambio de registro, sino un descenso a las profundidades de su ser.

Tras forjar una trayectoria en la ortodoxia del cante y una larga formación, que abarca la técnica flamenca, la educación musical y la antropología, su carrera da un giro al desafiar el esquema de la producción tradicional. Con la autoproducción de su álbum Himno vertical, Rocío Márquez no solo lanza un disco, firma el manifiesto de una nueva etapa: aquella en la que la resonancia interna tiene primacía absoluta sobre cualquier ambición externa o dictado del mercado.

Este proyecto es la búsqueda de una coherencia vital y artística que antepone la verdad desnuda a la narrativa del éxito. Instalada en su “toma de tierra” rural —metáfora de su actual anclaje—, la artista comparte cómo el dolor (marcado por la herida del duelo personal) y la escucha íntima se han revelado como fuentes inagotables de creación. Nos habla de cómo la atravesó la superación de nódulos, de la profunda comprensión de cómo su sensibilidad y su voz oscilan con cada fase: “Lo que me pasa cantando es exactamente lo mismo que me pasa como persona”.

En este encuentro, Rocío Márquez nos desvela la conexión visceral entre el minimalismo introspectivo de Himno vertical, su pacífica rebelión contra la rigidez del flamenco y su convicción de que la incomodidad es un catalizador necesario para el arte y la vida.

Himno Vertical es el fruto de esta vulnerabilidad, un álbum creado en tiempo récord y sin filtro, que honra cada fase del ser. Es una invitación a soltar, a dejar atrás el sufrimiento y a confiar en que, a pesar del dolor, ”el amor lo mueve todo“.

Al autoproducir Himno vertical, rompiste con el engranaje de la industria. Más allá del resultado, ¿qué sensación te deja esta inmersión en el proyecto?
Tras varios años trabajando con Universal, sentí un poco de vértigo cuando me fui. Hice el camino al revés, es ahora cuando comienzo a hacer un proyecto autoeditado, con Himno vertical. Estar en una multi implica mucho, pero siento que respetaron bastante mi inquietud artística. No me fui de Universal porque sintiera que me guiaban por un lado que yo no quisiera, fue más por un tema de resonancia. La experiencia que he tenido ha sido buena, el trato era equilibrado, pero sentía que tenía que ir por mi lado.

He aprendido muchísimo y siento gratitud por haber estado en cada momento donde he sentido estar. Supongo que con los años y la experiencia me siento más en la tierra. Me he preguntado realmente qué es lo que quiero, y en este caso era hacer de esta manera Himno Vertical.

Vives en un entorno rural precioso. ¿Fue una elección consciente para profundizar en ti y en tu carrera artística?
Estar aquí en el campo me ayuda mucho. Mira que de vez en cuando me apetece irme a la ciudad. Para mí es una metáfora. Tengo pulsiones y soy una persona muy pasional. Y me pasa mucho cantando. A veces estoy en calma, y otras más agitada y para fuera. Cada vez me divierte más observar y darle espacio a esas cosas que nos mueven.

Creo que el campo me ayuda mucho y, cuando en mi cabeza me digo de irme a la ciudad, se me pasa cuando me pongo a pensar en materializarlo.

También me influyó el duelo. La muerte es igual que la naturaleza: nos pone en nuestro sitio. Todas las tonterías que tenemos nos las quitamos.

¿Ha sido fácil encontrar cómplices —esas personas afines— capaces de comprender y acompañarte en este nuevo centro artístico?
No puedes pedir nada fuera que no te curres por dentro. La gente ha aparecido cuando yo me lo he empezado a trabajar internamente.

La creación del álbum surgió mientras Pedro y yo estábamos atravesando duelos muy cercanos

¿Existe una conexión íntima entre la vivencia de tu duelo y los temas y el sonido que encontramos en Himno vertical?
Siempre viví en una estructura familiar muy unida. La muerte tan cercana de mi prima, que la consideraba como mi hermana, me hizo reflexionar sobre cómo invertir mi tiempo y mi energía. Descansé tras mucho tiempo sin tener vacaciones. Lo necesitaba. De hecho, la creación del álbum surgió mientras Pedro y yo estábamos atravesando duelos muy cercanos. Ambos nos encontramos en un estado emocional vulnerable. Para mí, crear Himno vertical fue una experiencia en la que sentía que no lo estaba haciendo yo, sino que estaba actuando como un canal. Esta sensación me llevó a producir recursos y formas musicales técnicamente nuevas y desconocidas para mí, que simplemente tenían que salir. Además, durante el duelo tenía como inspiración un libro de cabecera: Poesía vertical, de Roberto Juarroz. Me ayudó tanto y de ahí el título del álbum.

Himno vertical es claramente una obra introspectiva. ¿Coincide esta naturaleza personal del álbum con el momento de tu salida de Universal? ¿Fue esa transición discográfica necesaria o inspiradora para un trabajo tan íntimo?
A mí ya no me importa que se acabe mi carrera artística, y te lo digo con el corazón en la mano. Si me dicen que mañana me voy a dedicar a estar aquí en el huerto o lo que fuera, estaré en paz. Fui tremendamente ambiciosa, pero ahora mismo confío en lo que la vida me va a traer. Ahora quizá tengo que vivir otra cosa, y será bueno para mi crecimiento, más profundo. Poco a poco va aflojándose la soberbia de creer que lo sabes todo. Lo único que tengo claro es no saber por dónde pueden venir las cosas. Creo en eso de “lo que está para ti, ni aunque te quite; y lo que no está para ti, ni aunque te ponga”.

Himno vertical fue como una parida muy directa y sin filtro, un trabajo nacido de una calma y un desapego

Te dejaste llevar por lo que tenía que salir. ¿De ahí que en tan poco tiempo saliera el álbum?
El proceso de creación de Himno vertical fue como una parida muy directa y sin filtro, un trabajo nacido de una calma y un desapego del resultado. No pretendo estar en ningún lado. Si suena bien, genial y, si no suena, gloria bendita.

El disco fue creado en tiempo récord y nació de improvisaciones de hasta media hora. El trabajo principal fue el de condensar. Comenzamos a quedar en julio y en agosto ya estaba el álbum. Yo estaba acostumbrada a tardar años con otros discos. En menos de un año completamos todo el proceso. En este disco me he cuestionado mucho la autoría. Siento que ha venido a través de mí, pero no es mío. Esta es la vez que lo he sentido más claro.

Además, para evitar el clásico error de intentar reproducir lo que ya medio funcionó, optamos por escuchar las improvisaciones una sola vez y luego componer a partir de la sensación que nos había dejado, en lugar de copiar la ejecución técnica.

Ahora que tu disco autoproducido ha salido al mundo, ¿cuál es el sentimiento dominante que experimentas y qué significa para ti haber completado este proyecto de forma independiente?
Siento una gran serenidad. La recompensa de haber cumplido con mi quehacer artístico es esta profunda gratitud que siento por el flamenco y por la dirección que ha tomado mi vida.

Debemos prestarle atención a esa polaridad entre esencia y ego o amor y miedo, que bailan constantemente. Creo que la humanidad está en un momentazo de evolución, impulsado por una búsqueda muy fuerte nacida de la intensidad del sufrimiento, del miedo y del dolor.

Tenemos que confiar y soltar, dejar atrás ese atasco que provoca el sufrimiento.

A mí me interesa que algo me incomode, porque cuestiona el sistema de creencias

Tanto en Tercer cielo como en Himno vertical, utilizas la interacción de la voz cantada y la voz hablada para explorar un diálogo interno. ¿Podrías describir la evolución en la función y la técnica de esta combinación vocal entre el carácter expansivo y electrónico de Tercer cielo y la introspección minimalista de Himno vertical?
Para mí, Tercer cielo fue un cambio mental y me ayudó mucho. La grabación fue un juego de devolvernos la pelota. Santi (Bronquio) introducía el sonido y yo intentaba conseguir ese sonido imitando lo que él había hecho. El resultado de este juego fue llegar a un sitio donde no había llegado antes sola. Este enfoque abrió puertas para Himno vertical, sin pretender ni siquiera que tuviera que ir en un formato canción. A mí me interesa que algo me incomode, porque cuestiona el sistema de creencias, tanto el mío como el del público. Poder abrir la mente y decir: esto también puede formar parte si queremos. La meta no es gustar, evitar el ego y no darlo todo ya configurado. Para mí, desidentificarse de un sistema de creencias es lo más potente que podemos hacer.

Lo que me pasa cantando es exactamente lo mismo que me pasa como persona. Necesito expresar esas incoherencias y esos diálogos internos a través de la voz. 

¿Cómo convive la incomodidad con el flamenco? ¿Es también una posible apertura a ver de otra forma esta expresión artística?
Recuerdo mi tiempo en las peñas flamencas, donde existía un nivel de exigencia alto. Por ejemplo, me decían: “El ‘ay’ que has hecho entre el quinto verso y el sexto, Pastora no lo hacía así”. Reconozco la precisión de la crítica, y tenían razón, pero no era compatible con la práctica artística que yo necesitaba en ese momento. 

Extrapolando la situación, pienso que hay una tendencia humana de buscar la razón y el miedo a lo cambiante. Nos asusta mucho. Quizá debemos entender que no hay  una única verdad. Creo que mi trabajo experimental se mantiene abierto y sin apego al futuro. No sé si seguiré en esta línea, solo sé que me permití eso porque después me ha llevado a esto otro. Para mí, es importante soltar y permitir la exploración.

En estos tiempos en los que abunda el caos, el miedo, ¿qué mueve el arte, el flamenco, la vida?
El amor lo mueve todo. Pero hemos entendido mal el amor, lo hemos transformado en apegos. Por eso tenemos que volver a nuestro centro, desquitarnos de los ritmos actuales de la sociedad, que imposibilita la vida y amar. Y muchas veces no es sencillo. Debemos atender más la presencia en medio de todo este jaleo. Tenemos que dedicar el doble de tiempo a meditar cuando tenemos más trabajo. Una de las cosas que me está divirtiendo mucho es hablar poco. Me permite ver qué está pasando dentro, descubro una cantidad de información al hacer el ejercicio de escuchar más… Por eso creo que con el amor estamos a salvo de alguna manera.

La clave está en hacernos responsables de lo que le está pasando. Dejar de echar balones fuera es lo que cambia todo y hace que se acabe hasta el juicio.

Rocío Márquez_La_poderío_02

Dedicaste muchos años a estudiar e investigar sobre la técnica vocal en el flamenco. ¿Por qué priorizaste este campo y qué aprendiste en todo este tiempo?
El origen de todo esto fue que me salieron nódulos y me reventé la voz. Entonces conocí a Gloria Muñoz, una soprano maravillosa. Empecé a trabajar con ella la respiración, y así me reeduqué la voz. Ahí vi las infinitas posibilidades, los distintos colores. Ahí entendí que las limitaciones y las cualidades personales son las mismas que tengo cantando.

El sonido final no es solo la vibración de las cuerdas, sino el uso de resonadores, que, dependiendo de cómo muevas el aire, te varía el sonido. Utilizar la técnica mixta es como tener “la paleta de un pintor”. En vez de quedarnos con una sola gama cromática, podemos abrirla más y optar a muchos más colores.

La elección de la técnica o color vocal depende de lo que quieras comunicar. El proceso creativo implica probar. Me gusta, por ejemplo, coger la misma frase y colocarla en distintos sitios y ver qué tiene más que ver conmigo. Lo fundamental es la defensa personal del sonido.

En tu tesis, también has profundizado en cómo las diferentes fases menstruales pueden influir en la capacidad vocal para el cante flamenco. ¿Cómo hiciste esta conexión?
Es importante el autoconocimiento. Es cierto que la menstruación ha tenido mala prensa, pero creo que hay que aceptarse para que todo sea más fácil. El ciclo menstrual ha sido ignorado o negado en la sociedad y en las investigaciones médicas porque interesaba la adopción de un estándar productivo masculino. No somos tan útiles y prácticas para el capitalismo.

El estado del ciclo afecta directamente a la mucosa y la laringe está cubierta de mucosa. En la fase premenstrual y menstrual noto que me cuesta más todo lo que tiene que ver con la agilidad, y es entonces cuando tengo que bajar, si puedo,  la cejilla. Aunque esta fase es la mejor para la creación íntima porque estás con la piel en carne viva, sensible. Me pide estar más para adentro.

También hice investigaciones sobre cómo respondía el público tras los conciertos. En la fase preovulatoria o ovulatoria me decían que había más perfección técnica. Sin embargo, en la premenstrual/menstrual, veía que la gente se emocionaba más. Creo que hay que honrar y abrazar eso, ya que pasan cosas ahí que de otra manera no sucederían.

En el camino hacia una supuesta igualdad que a menudo se traduce en la asimilación del paradigma masculino, ¿qué aspectos de la experiencia, la sensibilidad o la sabiduría históricamente asociadas a lo femenino corremos el riesgo de silenciar o perder?
Fíjate, durante muchos años me sentía muy vulnerable debido a los cambios hormonales y no poder igualarme a mis compañeros hombres en el cante cuando me presentaba a un concurso. En aquel entonces lo veía como una desventaja y tenía que cambiar de actitud y mostrarme más fuerte. Pero no hay regalo más hermoso que aceptarse y convivir con los procesos tan profundos que tenemos por ser mujer.

Flamenco
“Ahora no quiero ver una silla de enea ni en pintura”
La cantaora Rocío Márquez está en plena gira de su disco ‘Tercer cielo’, junto al dj Bronquio. Uno de los álbumes más aclamados de este año 2022 en el que mezcla flamenco y electrónica.
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