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Esclavitud
“No podemos entender las sociedades vascas o catalanas de hoy en día sin su pasado colonial y esclavista”
El sistema colonial y esclavista mundial enriqueció a determinadas familias y elites económicas de las naciones imperialistas, y redujo a la mitad de la población a todo un continente, como África. Cambió el mundo, y lo configuró según un orden racial que hoy en día sigue vigente. En un mismo mundo tenemos personas del primer y tercer mundo. 500 años después, ese largo proceso histórico tiene en la desmemoria su principal aliado. De ahí el título del libro Del olvido a la memoria. La esclavitud en la España Contemporánea, de Martín Rodrigo y Alharilla, profesor de Historia Contemporánea de la Universitat Pompeu Fabra (Barcelona). El libro publicado en 2022 nos sirve como perfecta excusa para conversar sobre ese legado esclavista, tanto en Euskal Herria como en Catalunya.
En tu último artículo publicado hablas de Miguel Primo de Rivera, padre del creador de la Falange, y su relación con el esclavismo, cuando se cumplen 100 años de su golpe de estado.
Es casual, porque lo he descubierto recientemente. Pero lo importante, más allá de casos puntuales como este, es que una parte importante de las elites españolas actuales tiene antepasados que están directamente vinculados con la esclavitud colonial: fueron traficantes de esclavos o propietarios de esclavos en las fincas azucareras o cafetaleras. Y eso no es casual. Ese mundo esclavista impulsó un proceso de ascenso social a muchas familias, algunas de las cuales se mantienen todavía hoy en día en situación de riqueza o poder. Nadie es responsable de lo que hicieron sus antepasados, pero hay que entender que todos y cada uno de nosotros estamos donde estamos en parte por lo que hicieron ellos.
Nosotros somos nosotros y nuestras mochilas.
Exacto. Lo destacable es que la conformación de la burguesía y de las elites políticas y militares españolas acostumbran a tener vínculos con ese pasado colonial y esclavista.
Llega el 12 de octubre, una ‘fiesta nacional’ basada en el inicio de la invasión de otras naciones, y, por tanto, del comienzo del sistema esclavista global que perduró como tal más de 350 años.
No hay imperio sin esclavos. Si hay problemas en torno a la falta de memoria y políticas de memoria sobre a la esclavitud, lo mismo podemos decir sobre el colonialismo. No es solo un caso español, pero es un caso profundamente español. En los últimos años se han publicado libros como Imperiofobia de María Elvira Roca Barea. La autora no es historiadora de profesión, pero reivindica el “glorioso pasado” imperial español. Ha sido un éxito de ventas. Ha tenido mucho eco en los medios de comunicación e incluso en las instituciones públicas que han dado altavoz a sus argumentos. Por otro lado, otros autores, como José Luis Villacañas y su Imperiofilia, o Edgar Straehle, han cuestionado el hilo argumental de esta autora y los hechos en los que se basa para defender esa idea de que “el colonialismo español no estuvo tan mal”. Y de ahí, Nacho Cano dice cosas como que gracias a la llegada de Colón a América Hitler no gano la Segunda Guerra Mundial. Algunos autores producen conocimiento con un objetivo político muy determinado: legitimar un pasado colonial difícilmente asumible acríticamente.
América Latina
Antonio Espino López Antonio Espino: “La Historia nos obliga a repensarnos como sociedad heredera de un imperio colonial”
Si algo singulariza a España en comparación con otros países imperialistas es la ausencia de una memoria pública y colectiva sobre el esclavismo y el colonialismo.
Eso es así. La UNESCO estableció en 1997 un primer día de recuerdo de las víctimas del tráfico de esclavos y la esclavitud. En 2006 lo estableció la Asamblea General de las Naciones Unidas. Esos días nunca se han conmemorado en España. En otros países muchos autores critican la forma en la que se conmemora, pero es que en el Estado español ni siquiera eso, porque no hay nada. Si miramos al ámbito europeo, España y Portugal son dos países que se caracterizan por su negativa. Alemania ha reconocido el genocidio del pueblo herero en Namibia, algunos museos de la Europa Occidental están devolviendo los famosos bronces de Benín, el propio rey de los Países Bajos ha pedido perdón… son elementos meramente simbólicos, pero aquí nada. Y si salimos de Europa, en los Estados Unidos las universidades han financiado estudios para conocer la implicación de las propias universidades en el sistema esclavista y en algunos casos han descubierto que sí, que tuvieron su papel en ello. Eso ha generado programas de becas para la población afrodescendiente de aquellas personas esclavizadas.
En los últimos años los trabajos sobre el tema son abundantes.
El conocimiento por parte de los historiadores de la participación española en el tráfico de esclavos y las economías esclavistas ha aumentado. Y a través de las revistas de divulgación y de la prensa en general estos temas han llegado a la población y ahora hay una sensibilidad mayor que hace diez o quince años, al menos en algunos sectores. Pero, en cambio, los más reacios son justamente las instituciones públicas, tanto en ámbito local, como autonómico o estatal. No han sido capaces de abordar la necesidad de políticas de memoria.
“Las políticas de memoria sobre la esclavitud también brillan por su ausencia en Euskal Herria”
Euskal Herria y Catalunya, en este tema, ¿somos excepción en algo?
En Catalunya ha habido algunas pequeñas acciones, pero todo ha sido muy tímido. En Euskal Herria el punto de partida es peor. Como apunta Óscar Álvarez Gila en el libro, la creencia era que en Euskal Herria no ha habido esclavitud, y, por lo tanto, que los vascos no habían esclavizado nunca a nadie. La realidad es que los vascos como los catalanes, andaluces, cántabros… como todos los súbditos de la monarquía española, estuvieron implicados en el tráfico de esclavos y la esclavitud colonial. Y sí, también las políticas de memoria brillan por su ausencia allí. Ahí está Elcano y la conmemoración de un personaje que trabajó para la expansión imperial de Castilla.
Parece que nos gusta realzar el lado más amable de esos personajes: se remarca el dinero que invirtieron en su pueblo para crear escuelas o residencias, sus capacidades técnicas (estratega, navegador…), su “espíritu emprendedor”, o simplemente se les reduce a “indianos”. Más que historia, parece promoción.
Mira, aquí en Catalunya existen las Ferias de Indianos. Y lo sintomático es que la mayor parte de ellas dependen de las concejalías de turismo y no de las de cultura. Lo cual te indica el tipo de enfoque. Son una excusa para atraer un fin de semana a un turismo de cercanía. Lo que menos importa es el conocimiento en sí. En general, mucho de esos personajes, como apuntas, realizaron labores filantrópicas, benéficas. Esa parte de la historia obviamente hay que estudiarla y conocerla también porque tuvo un impacto y un legado. Pero se esconde o se minusvalora la otra parte. Por eso el título del libro es Del olvido a la memoria, porque en algunos casos se olvida conscientemente y en otros, porque no se explica y entonces no llega a la gente.
Patricio Satrustegi de Donostia se enriquece en Cuba siendo socio del negrero Marqués de Comillas. Por supuesto, Julián Zulueta, Pedro Nicolás Txopitea, Sebastián de Lasa... la lista es extensa.
Has investigado a los esclavistas catalanes, pero también has indagado sobre personajes vascos como los Goytisolo de Lekeitio.
Hubo muchos vascos implicados en el tráfico de esclavos y la mayoría lo hicieron desde América. Gente como Pedro Nicolás Txopitea, nacido en Mendexa. Él fue el gran esclavista y traficante de esclavos de Santiago de Chile. Y, fíjate, Dorotea de Txopitea, su hija, tiene abierto en el Vaticano un proceso de beatificación como “mujer venerable” porque en su día dedicó capital a obras de beneficencia. El primer barco que va directamente desde Cuba a África en 1792 como comerciante español es de un guipuzcoano llamado Sebastián de Lasa. Un gran traficante del siglo XVIII en Trinidad era Irarragorri de Mutriku. Patricio Satrustegi de Donostia se enriquece en Cuba siendo socio del negrero Marqués de Comillas. Por supuesto, Julián Zulueta. La lista es extensa.
Ahora que nombras al Marqués de Comillas, Antonio López, la estatua en su honor de Barcelona es la única derribada (el 4 marzo de 2018) en todo el estado por su relación con el esclavismo. Tu trabajo sobre él tuvo bastante repercusión.
En agosto del 1936 los anarquistas ya la tiraron por primera vez. Siempre ha habido una memoria soterrada entre los sectores populares. A esa plaza se le llamaba la plaza del negrero. Mi trabajo sobre Antonio López sirvió, en todo caso, para poner de relieve que no era algo inventado o un mito, sino que realmente ese personaje se dedicó al tráfico de esclavos. La plaza donde estaba la estatua hoy se llama Idrissa Dialo, en memoria de ese joven de 21 años procedente de Guinea que, tras ser detenido, murió internado en un CIE. Se logró gracias al trabajo de la gente de la campaña “Cerremos los CIE”, De todas formas, el Ayuntamiento de Barcelona fue valiente en esa acción, pero a la vez ha sido muy timorato en otras. Por ejemplo, la calle Xifré tiene una importancia muy superior a la de Comillas en la historia de la esclavitud colonial. Josep Xifré, nacido en Arenys de Mar, trabajaba el cuero en la Habana y se hizo multimillonario. La cuestión es que no solo él usó personas esclavizadas a su servicio, sino que décadas después su nieto, que heredó su fortuna, también siguió teniendo esclavos. Sin embargo, la calle en su honor se mantiene todavía en Barcelona.
El presentismo es el argumento de “mal pagador”. Es una excusa que refleja la impotencia de una mirada reaccionaria. Es una mirada conservadora.
Ante este tipo de visiones críticas del pasado colonial, siempre aparece el presentismo. Es decir, alegar que no se puede mirar, ni por supuesto criticar, el pasado con ojos del presente. ¿Tú qué ojos tienes?
Ese es un argumento falaz. En relación con la esclavitud, desde el mismo momento en que hay personas esclavizadas hay también personas que cuestionan la esclavitud. Ya en la Grecia Clásica, 500 años antes de nuestra era, el mismo Aristóteles –él estaba de acuerdo con la esclavitud– reconoce que ya hay quien se opone a ello. Desde el mismo siglo XVI, cuando empieza el tráfico de esclavos directo entre África y América, hay personas que muestran su rechazo. Desde finales del siglo XVIII el abolicionismo está organizado: existe la Sociedad Abolicionista de Londres, la Asociación de Amigos de los Negros en Paris, en 1810 en los debates sobre la Constitución de Cádiz hay propuestas abolicionistas… El presentismo es el argumento de “mal pagador”. Es una excusa que refleja la impotencia de una mirada reaccionaria. Es una mirada conservadora, que se disfraza acusando al resto de presentismo.
En el libro se aborda la relación entre la trata y la explotación de mano de obra esclava y la futura prosperidad de la burguesía catalana del siglo XIX. Sin ello, ¿podemos entender lo que son hoy nuestras sociedades?
No, está claro que no, ni en Catalunya, ni en Euskal Herria, ni en Madrid... Es evidente tan solo fijándonos en la composición de las ciudades. Yo conozco más el caso Barcelona. El Ensanche se levanta justamente cuando en Cuba surge la guerra de los 10 años. Entonces hay un gran trasvase de capitales y emigración de aquellos hacendados hacia fuera de Cuba, algunos de ellos a Barcelona. Hay una relación de causa y efecto. La Barcelona actual, la Barcelona del Ensanche, no se entiende sin la realidad colonial. Si hacemos un ejercicio parecido para algunas ciudades vascas sucede lo mismo. Las inversiones inmobiliarias de entonces aquí siguen. No podemos entender nuestras sociedades en la actualidad sin tener en cuenta ese pasado colonial y esclavista.
“Dar la ciudadanía a los descendientes de las personas que fueron esclavizadas es una forma de reparación”
El comercio de esclavos ha sido condenado por la ONU como un crimen de lesa humanidad, lo cual conlleva aplicar los principios de verdad, justicia y reparación. ¿Qué es la reparación?
Hay dos planos: el simbólico y el material. Las reparaciones simbólicas tienen valor porque contribuyen a difundir la idea de que fue un crimen de lesa humanidad. Hay otros sectores que critican este tipo de reconocimientos simbólicos diciendo que son una especie de “el hombre blanco europeo se perdona así mismo”. Yo no lo veo así. Y luego están las políticas materiales, que podrían ser, por ejemplo, financiar proyectos de investigación que nos permitan conocer mejor ese pasado, financiar proyectos educativos que permitan difundir ese pasado, establecer elementos de conmemoración que ayuden a la divulgación, políticas de becas… Desde hace unos años los descendientes de los sefardíes que fueron expulsados en tiempos de los reyes católicos pueden pedir la nacionalidad española. Ese es un elemento ligado a las políticas de memoria, aunque no se exprese así, pero en cierta manera hay una voluntad de reparar algo que ahora juzgamos que fue un error. Entonces, ¿por qué España no se plantea dar la ciudadanía a los descendientes de aquellas personas que fueron esclavizadas de manera legal? Si las leyes de la monarquía española así lo estipulaban, ¿por qué no? Volviendo a Cuba. Es relativamente fácil para los cubanos en la actualidad pedir la ciudadanía española, si pueden demostrar si tienen algún abuelo español. Pero claro, esos son los blancos. Los negros no van a poder beneficiarse de esa ley, lo que allí llaman la ley de abuelos. Eso es una injusticia. Ahí hay una posible vía de reparación, aunque sé que eso es abrir la caja de Pandora, pero lo veo así.
El historiador camerunés Achille Mbembe dice que las injusticias del pasado no caducan si no se reparan.
El Caricom, la comunidad de estados del Caribe, siendo la mayoría de los países antiguas colonias británicas, plantea a Gran Bretaña que reconozca su deuda histórica colonial y que, por tanto, les condonen la deuda económica actual. Condonar deudas, programas de reparación o memoria con presupuestos públicos… son buenas vías. Son temas que hoy en día se están hablando fuera, pero no aquí.
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Estas entrevistas son clave para la formación de criterios, opiniones, reflexiones. Gracias.
Estas entrevistas, son formadoras de criterios, son piezas clave para entender la historia, gracias.
Hubo esclavitud en toda la península ibérica, puesto que era una provincia romana. Tras la caída del imperio romano, los godos tenían esclavos, y después los árabes también. Echo de menos una Historia de la Esclavitud en la península ibérica, o incluso en Europa. Ignoro en qué preciso momento la esclavitud es abolida en España y en sus colonias.