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Frontera sur
Enrico Pusceddu: “Hay gente y también instituciones que quieren ayudar pero no se les permite, ese es el problema principal”
Alcalde de Samassi, Pusceddu trabaja desde su ayuntamiento junto con otros municipios y regiones italianas y organizaciones de la sociedad civil para paliar los efectos de las duras políticas migratorias del ultraderechista Ministro del Interior Matteo Salvini.
Enrico Pusceddu (Cagliari, 1970) es alcalde de Samassi, un municipio de poco más de 5.000 personas situado al sur de la isla italiana de Cerdeña. Se trata de una zona en la que es habitual el tránsito de personas migrantes por su situación en el Mediterráneo. Junto a otros pueblos y ciudades italianas y asociaciones y colectivos, Samassi forma parte de RECOSOL (Red de Municipios Solidarios), una red que está plantando cara a las políticas migratorias del Ministro Salvini.
¿Cómo es la situación respecto a las políticas migratorias en Italia?
En Italia, el mayor problema que tenemos es que desde hace diez meses tenemos un Gobierno de ultraderecha. El Ministro del Interior es Mateo Salvini que va dibujando cada día que el problema número uno es el migrante. Dice que el migrante es un potencial criminal, un potencial terrorista, una potencial persona que va a robar el trabajo a los italianos. El eslogan es “prima gli italiani” —"primero los italianos"—. Actúa con políticas para decir que los migrantes no tienen que llegar a Italia.
El resultado es que van cerrando los puertos, puertos que técnicamente no están cerrados porque no se pueden cerrar, pero actúa una política que impide a las ONG trabajar, a los que conducen los barcos llegar a tierra e impide prácticamente la llegada de los migrantes. Otro resultado es que los migrantes llegan igual, solo que no llegan a la luz del día, sino que llegan por la noche. Los migrantes mueren en el mar. Los migrantes encuentran muchos más problemas para llegar a Italia.
Otro problema es que parece que una parte de Italia está de acuerdo con esta política porque al final dibujar, dibujar y dibujar al migrante como un problema hace que mucha gente lo vea así. Hay que aclarar que en Italia no hay un problema de migrantes porque Italia es uno de los países europeos donde hay menos migrantes en porcentaje respecto a la población total. Es que desde el punto de vista político el migrante es algo que funciona.
Se encuentran, además, casos extremos como los que probablemente habéis visto y oído aquí en España de pequeños barcos con 40 ó 50 personas que llegan cerca de la costa y no pueden bajar. Están allí diez, quince o veinte días esperando a que una parte pueda ir a Francia, una parte pueda ir a Alemania, una parte a España… El migrante se convierte en un instrumento para la política exterior, que eso es algo impensable, porque también proponen separar a las familias, los niños aquí, las mujeres allí, es algo que no se puede pensar.
En todo ese clima, por supuesto, hay gente que trabaja para acoger a los migrantes, para integrarlos, pero faltan siempre los instrumentos para hacerlo, porque lo que está haciendo ahora el Gobierno es trabajar sobre las normas para hacer que la vida del migrante en Italia sea siempre más complicada, para conseguir los papeles, para tener derecho a la sanidad, para tener derecho a la educación. También los alcaldes como yo tenemos problemas cada día porque hay migrantes que ya están en Italia pero no tienen derechos. Tenemos que gestionar un problema social, un problema público, sin los instrumentos y esto es un problema real.
¿Cómo se puede velar por los derechos de esas personas migrantes en la situación actual de Italia?
Lo que estamos haciendo como alcaldes, porque muchos alcaldes están haciendo esto, o también como las regiones, es trabajar sobre la ley. Ahora tenemos esta ley, el Decreto Sicurezza —Decreto de Seguridad—, que Salvini ha conseguido aprobar en el Parlamento al final de 2018. Hemos llevado esta ley a la Corte Constitucional, que es la corte que decide si las leyes cumplen con los derechos humanos.
Otra cosa es, cada día, inventar algo para hacer que esta ley no se aplique con documentos provisionales, con algo que pueda permitir a las personas vivir normalmente pero sin crear demasiados problemas a los demás.
¿Cómo se están organizando los municipios y regiones que están trabajando por los derechos de las personas migrantes?
Actualmente no hay una red oficial. Sobre todo porque el alcalde o las regiones que trabajan así en los medios son los rebeldes, son los que no cumplen la ley, son los que no permiten al Estado trabajar normalmente, entonces hay una red informal que nos permite saber qué hacen los otros, tomar un poco el ejemplo positivo para hacerlo, pero no hay una red.
Existe la red de Recosol, la red de los ayuntamientos que nos permite estar en contacto, pero no hay una estructura real.
Desde el punto de vista del discurso político, ¿se ataca a los ayuntamientos que trabajan por los derechos de las personas migrantes?
En parte sí y en parte no. Porque hay mucha gente que habla contra los migrantes pero, al final, el italiano es bueno. Mucha gente trabaja en subterráneo para ayudar a los migrantes. Desde el punto de vista político al alto nivel hablan muy mal de los migrantes, de los ayuntamientos que trabajan así. Pero en mi pueblo, pro ejemplo, no encuentro problemas. No encuentro ningún problema porque me ayudan a hacer esto, pero en el periódico se ve al alcalde rebelde aunque, al final, se puede hacer.
¿Están las organizaciones sociales y ONG trabajando con estos ayuntamientos?
Sí. Muchas trabajan con los ayuntamientos. El problema es que muchas veces hay problemas técnicos. Por ejemplo, en la época en la que había barcos en medio del mar esperando para poder desembarcar, había un montón de ayuntamientos que ofrecieron su ayuda, que se ofrecieron a acoger a esas personas porque no les supone ningún problema pero técnicamente no es posible porque hasta que no lleguen al puerto no pueden venir a mi pueblo. Hay gente y también instituciones que quieren ayudar pero no se les permite, ese es el problema principal. Sobre todo porque el ministro Salvini toma en primera persona la decisión. Es él el que pone la firma y dice “esto no se hace”. Es un problema.
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