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Guerra en Ucrania
La guerra de los quince reactores nucleares
Coordinador de Clima y Medio Ambiente en El Salto. @PabloRCebo pablo.rivas@elsaltodiario.com
Quince reactores nucleares en medio de una guerra. No es el escenario más tranquilizador.
El territorio ucraniano cuenta con cuatro plantas de energía nuclear cuya potencia supone casi la mitad de la capacidad eléctrica del país, lo que deja clara la importancia de estas como objetivos militares. Las instalaciones de Zaporiyia, la central más grande del país con seis reactores, saltaron a primera plana global cuando el avance ruso supuso el incendio de uno de los edificios del complejo. Aunque el fuego fue extinguido en unas horas y las autoridades ucranianas se apresuraron a asegurar que los reactores no habían resultado dañados y que los niveles de radiación no habían aumentado, algo que fue corroborado por el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), el miedo a un nuevo desastre nuclear en Europa recorrió el mundo.
Zaporiyia se suma a Chernóbil, ocupada el 24 de febrero, en la lista de instalaciones nucleares ucranianas en poder de las fuerzas rusas. Los combates en la zona también desataron la alarma internacional. Aunque el sarcófago construido en torno al reactor cuatro, escenario del desastre de 1986, es sólido, la idea de proyectiles o misiles impactando contra el mismo no es la más alentadora. Asimismo, las autoridades ucranianas alertaron entonces de que la seguridad de los depósitos de vertidos radiactivos estaba comprometida, advirtiendo de la posibilidad de propagación internacional del polvo nuclear. Finalmente, nada ocurrió en la toma del complejo en lo que respecta a contaminación nuclear.
Ahora tres centrales más, todas en activo, se encuentran en el tablero del teatro de guerra: Rivne, con cuatro reactores, en el noroeste del país; Ucrania Sur, con tres, a 175 km de la ciudad costera de Odesa; y Jmelnitski, a 320 km al oeste de Kiev, con dos. Todas ellas están gestionadas por el operador ucraniano, Energoatom.
En total, el país cuenta con ocho de sus 15 reactores en funcionamiento, según la última información que maneja el OIEA, incluidos dos de Zaporiyia. Y la planta de Rivne es considerada el próximo objetivo ruso en lo que se refiere a la infraestructura nuclear ucrania, dada su cercanía a Bielorrusia, base de operaciones de las fuerzas de Putin, y su potencia e importancia para el Gobierno ucraniano.
Instalaciones experimentales
Pero las centrales no son las únicas instalaciones nucleares del país en peligro. Toda una serie de complejos están asociados a la actividad nuclear. El operador nacional ucranio alertaba este domingo de que el edificio del Instituto de Física y Tecnología de Járkov, en el nordeste de Ucrania, había recibido el impacto de proyectiles rusos, resultando dañado. El espacio de investigación cuenta con un reactor nuclear experimental que produce radioisótopos para aplicaciones médicas e industriales. Desde Moscú, por su parte, denunciaban que el incidente era en realidad un atentado de fuerzas ucranianas: “Los nacionalistas han colocado explosivos en el reactor de la instalación nuclear experimental”, indicaron fuentes del Ministerio de Defensa ruso.
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El director general del OIEA, Rafael Mariano Grossi, afirmaba que el incidente no había causado un aumento de los niveles de radiación del emplazamiento. Grossi remarcaba que, “dado que el material nuclear de la instalación es siempre subcrítico y el inventario de material radiactivo es muy bajo, la evaluación del OIEA confirmó que los daños que se le notificaron no habrían tenido consecuencia radiológica alguna”.
“Debemos actuar para ayudar a evitar un accidente nuclear en Ucrania que podría tener consecuencias severas para la salud pública y el medio ambiente. No podemos permitirnos el lujo de esperar”, ha apuntado Grossi
El enésimo incidente bélico en una instalación nuclear en apenas dos semanas colmaba la paciencia de la organización nuclear internacional. “Ya se han producido varios episodios que han comprometido la seguridad en las instalaciones nucleares de Ucrania”, apuntaba Grossi. Para el directivo, el incidente del domingo había puesto de manifiesto una vez más los riesgos a los que se enfrentan las instalaciones nucleares de Ucrania durante el conflicto, “lo que añade urgencia a una iniciativa del OIEA destinada a garantizar la seguridad nuclear tecnológica y física en el país”.
En una línea crítica también se han posicionado organizaciones ecologistas de todo el planeta. En España, el Movimiento Ibérico Antinuclear (MIA), una federación que agrupa a las diferentes organizaciones contrarias a este tipo de energía, recordaba que las nucleares son un punto débil en la seguridad de un país en caso de guerra. “Sean objetivo intencionado o no, es un peligro que la industria nuclear y sus apoyos políticos no quieren afrontar, pero resulta muy evidente que es parte del riesgo que implica esta energía”, denunciaban en un comunicado tras el ataque a Zaporiyia.
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El MIA calificaba el acto de guerra como “totalmente injustificable” y recordaba que “el riesgo nuclear afectaría al territorio ucraniano y, dependiendo de los vientos, a los países vecinos, Moldavia, Rumanía, la propia Rusia y el mar Negro. La central se refrigera con aguas del río Dnieper cuyo curso desemboca en ese mar a unos 220 km al sur, comunicado con el Mediterráneo por el estrecho del Bósforo o de Estambul”.
Desechos radiactivos
Otro de los peligrosos episodios bélicos en instalaciones nucleares se produjo, según el Gobierno ucraniano, el 27 de febrero en Kiev. El Gobierno afirmó entonces que misiles habían alcanzado el emplazamiento de una instalación de disposición final de desechos radiactivos en la capital, pero que no se produjo ninguna emisión radiactiva. “Esto ocurrió un día después de que quedara dañado un transformador eléctrico en una instalación de disposición final similar cerca de Járkov”, apuntan desde la OIEA.
Una planta nuclear bajo mando de un comandante militar “contraviene un pilar indispensable de la seguridad nuclear”, deuncia el director del OIEA
El organismo alertaba este lunes de que seguía sin haber comunicación con empresas e instituciones que utilizan fuentes de radiación de categorías 1 a 3 de la ciudad portuaria oriental de Mariupol, incluido su centro oncológico, por lo que “no se podían confirmar su seguridad tecnológica y física”.
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“Debemos actuar para ayudar a evitar un accidente nuclear en Ucrania que podría tener consecuencias severas para la salud pública y el medio ambiente. No podemos permitirnos el lujo de esperar”, ha apuntado Grossi, quien se ha mostrado a disposición de las autoridades para viajar a la central nuclear de Chernóbil, o a cualquier lugar, para obtener el compromiso de las partes en el conflicto con la seguridad tecnológica y física de todas las centrales nucleares de Ucrania.
El director aprovechó para denunciar que en la planta de Chernóbil el turno actual de trabajadores, compuesto por unos 210 técnicos y guardias, aún no ha podido rotar. También para recordar que, a día de hoy, no es posible suministrar piezas de repuesto o medicamentos a la mayor central del país, Zaporiyia, una planta bajo mando de un comandante militar ruso, algo que, según afirmaba, “contraviene un pilar indispensable de la seguridad nuclear”.