Guerra en Ucrania
¡Ucrania! ¡Mujeres! ¡Guerra!

La dominación patriarcal estructural en toda la región ruso-ucraniana se ha apuntalado tras ocho años de guerra, y la migración y el refugio como violencias machistas también tienen que estar en el debate.
Miliciana en Donbass
Miliciana 2015. Línea de frente República popular de Lugansk. Cientos de mujeres tomaron las armas en defensa de los territorios de Donbass. Julio Zamarrón

Hace dos semanas escribí a mi amiga Elena, que vive en Lugansk, y a la que hacía tiempo que no contactaba, y le pregunté si tenía miedo de la guerra. Ella me contestó que llevaba ya ocho años viviendo en una. Touché.

Ella y yo nos escribimos hace años a través de traductores automáticos, nos seguimos en Instagram y, en cierta forma, siento que esas son las únicas ventanas de verdad en esta pesadilla. Pero no he venido aquí a hablar de Elena.  No quiero volver a escribir historias de Elenas y de otras tantas mujeres cuyas vidas adornan las crónicas de guerra de los telediarios para hacerlas más tristes o épicas. He venido a hablar de una guerra, sin adornos, y de un “nosotras” feminista y necesario si de verdad queremos frenarla.

Derecho a la crítica y a la sospecha

La guerra en Ucrania estalló hace ocho años, no hace ocho días. No puedo detenerme aquí a analizar las razones por las cuales comenzó porque si alguien es capaz de resumir la complejidad de este conflicto en un artículo de prensa probablemente tenga hambre de clickbait o miedo a no tener nada que decir. Devermut, por ejemplo, han simplificado siglos de cuestión nacional ucraniana en un carrusel de Instagram. A mi me tomó dos años investigar para la tesina, aprender un idioma, perder algunos trabajos y navegar muchas contradicciones; y aún así, hoy, no esperaba enfrentar este escenario.

Si hay algo por lo que las feministas nos hemos caracterizado es por ejercer esa “epistemología de la sospecha”, cuestionando los relatos dominantes, esos que, como bien sabemos, nos han hecho invisibles de forma sistemática en la Historia y en la vida cotidiana. Por lo tanto, una aproximación feminista a una guerra implica un acercamiento crítico, partiendo de nuestros conocimientos situados, comprendiendo los intereses detrás de las distintas posturas, y los recursos materiales y simbólicos que los sostienen: gas, armas, acuerdos de Helsinki y París, la financiación de las organizaciones sociales y políticas regionales… en fin, esas cosas de las que se nos ha excluido durante tanto tiempo, que suenan tan de señores de traje, pero que también son nuestras. Enarbolar el “no a la guerra” de brocha gorda como nuestra única bandera nos sitúa en un pacifismo ñoño y pasivo que ya no sirve ni para los Goya.

La semana política
De repente, la guerra
La invasión de Ucrania por parte de Putin da lugar en España a una discusión surrealista sobre la vigencia del “no a la guerra”.

 

No se trata de elegir bandos —las dicotomías son, en general, bastante patriarcales— sino de hacernos preguntas y buscar las respuestas juntas. En Ucrania existe apoyo e intervencionismo extranjero en ambos bandos e intereses contrapuestos dentro de cada posición. Somos capaces de entender la complejidad de la trama de Juego de Tronos o de Star Wars, seguro que podemos comprender que no hay relatos sencillos en ninguna contienda. Conviene que apliquemos esta sospecha cuando lo que está en juego es deshumanizar personas y territorios, o glorificar acciones tan peligrosas como armar a población civil o aplaudir la censura de cadenas de radio y televisión.

Somos capaces de entender la complejidad de la trama de 'Juego de Tronos' o de 'Star Wars', seguro que podemos comprender que no hay relatos sencillos en ninguna contienda. Conviene que apliquemos esta sospecha cuando lo que está en juego es deshumanizar personas y territorios, o glorificar acciones tan peligrosas como armar a población civil o aplaudir la censura de cadenas de radio y televisión

Observo apresuradas recogidas solidarias de material médico y hasta militar como si de refugios de animales o víctimas de un volcán se tratase, cuando hay decenas de organismos internacionales en el terreno desde hace años con capacidad de abrir corredores humanitarios, como los que en su día no se abrieron en Donbass. No tengáis prisa, amigas: llevamos ocho años y lamentablemente, queda posguerra para rato. No olvidemos que el postconflicto, la reconstrucción y la paz cotidiana caen siempre en las espaldas de las mujeres. Me temo que condenar la agresión es solo el principio.

Mujer en paso fronterizo Donbass 2019
Mujer en paso fronterizo Donbass 2019 Julio Zamarrón

'Señoros' contra 'señoros'

Decía Barbijaputa en Twitter que la guerra la hacían señoros contra señoros. Si al simplismo de héroes y villanos le sumamos el de señores matan señores, ¿dónde quedamos nosotras? Por supuesto que las mujeres hacemos guerra, Barbi querida, más allá del machismo de las mesas de negociación. Esta guerra no puede entenderse sin Yulia Tymoshenko, por ejemplo, que pasó de Juana de Arco de la Revolución Naranja proeuropea a ángel caído en desgracia por la corrupción. Yulia y su trenza fascinante son la encarnación de las oligarquías energéticas y políticas que se repartieron el naufragio postsoviético desde dentro. Leed su biografía.

Tampoco se entiende este conflicto sin Victoria Nuland, de origen ucraniano, asesora en política exterior de los gobiernos demócratas en USA y autora de aquel famoso “Fuck the EU” que se filtró en 2014 y nos recordó lo poco que pintaba la Unión Europea en el tablero, como bien recuerda hoy Araceli Mangas.

Miles de mujeres han servido en la lucha armada durante estos ocho años como soldados regulares o como milicianas. Muchas han tenido roles de responsabilidad, aunque otras muchas han sido mero objeto de propaganda sexualizada porque una eslava con un rifle de asalto en el regazo es el sueño húmedo de mucho cronista a ambos lados del Dniéper

Probablemente el escenario de 2015 no habría sido lo mismo sin el rol de Ángela Merkel, que impulsó, a su bola y sin la UE, los acuerdos de paz de Minsk II junto a Francia, Rusia, y Ucrania (cabe recordar que Estados Unidos no participó de ellos), acuerdos que, por cierto, llevan años incumpliéndose y ahora han saltado por los aires. En el plano bélico, la historia de Nadia Savchenko, piloto y diputada ucraniana, permite entender la militarización social paralela a la construcción de una identidad ultranacionalista ucraniana. Miles de mujeres han servido en la lucha armada durante estos ocho años como soldados regulares o como milicianas. Muchas han tenido roles de responsabilidad, aunque otras muchas han sido mero objeto de propaganda sexualizada porque una eslava con un rifle de asalto en el regazo es el sueño húmedo de mucho cronista a ambos lados del Dniéper.

Las bombas, los bebés, las otras violencias

La violencia contra las mujeres en la retaguardia es de las pocas cuestiones en las que ellas salen a relucir en los conflictos, casi siempre a toro pasado y para demostrar la crueldad de cada bando. En Ucrania poco se ha hablado de ello, sobre todo en el Donbass, teniendo en cuenta el alto grado de militarización y las dimensiones que el conflicto tomó en 2014 y que golpearon directamente a las economías y modelos familiares de la zona, más allá de algunas investigaciones puntuales. La dominación patriarcal estructural en toda la región ruso-ucraniana se ha apuntalado tras ocho años de guerra, pero hemos de buscar las razones mucho más atrás, ponderando el peso de la religión, la cultura política y el contexto cultural del espacio postsoviético. Caído el muro y derrumbada su economía, las mujeres fueron mandadas de vuelta a casa para frenar una crisis financiera, social —y también de la masculinidad—, enarbolando de nuevo valores como la familia, la belleza o la feminidad para reconstruir el orgullo nacional perdido.

Tenemos un problema cuando, en la denuncia de los vientres de alquiler —una de las cuestiones globales que suscita más consensos en la disputada agenda feminista— nunca se hable de la geopolítica detrás de esta violencia. Era obvio que Ucrania se había convertido en un espacio privilegiado para establecer la industria de la subrogación, gracias a la liberalización salvaje tras la caída del telón de acero y a la vulnerabilidad económica que venían sufriendo las mujeres, que se acentuó con la guerra. Gestar un bebé bajo las condiciones leoninas de los contratos de empresas privadas blindadas por el gobierno ucraniano es la alternativa de muchas jóvenes en un país donde el salario mínimo no llega a los 200 euros. Además, hay un importante componente étnico: la garantía de una “blanquitud” cuando el útero es aportado por las madres y gestantes, al contrario que ocurre al subrogar en India o en Latinoamérica.

“¿Por que yo seleccioné a una mujer de Ucrania y no de Rusia? El motivo principal es por que soy de clase media española ‘un simple autónomo’ y las ciudadanas de Rusia tienen un poder adquisitivo mayor y demandan un nivel de vida superior al que demandan las ucranianas”, expone un testimonio de una web de “esposas por catálogo”

Pero hay otras muchas formas de violencia contra las mujeres que la guerra ha intensificado y que son atravesadas por la clase y el territorio. Por ejemplo, un fenómeno menos conocido en España es el de las “esposas por catálogo”, muy popular en Canadá, Alemania o Estados Unidos. Se trata de agencias donde las mujeres de países del este se ofrecen para casarse con hombres occidentales, al menos en teoría, pues suelen esconder tramas de trata, tráfico y explotación sexual. Una suerte de matrimonio forzado de nuevo por la vulnerabilidad y alimentado por el imaginario sexual en torno a las jóvenes eslavas, muy demandadas por el mercado internacional de babosos. No obstante, todas estas violencias también existen en Rusia, y por parecidos motivos, pero Ucrania es sensiblemente más barata. Así lo afirma Ricardo, un “autónomo” que deja su testimonio en una de esas webs: “¿Por que yo seleccioné a una mujer de Ucrania y no de Rusia? El motivo principal es por que soy de clase media española un simple autónomo y las ciudadanas de Rusia tienen un poder adquisitivo mayor y demandan un nivel de vida superior al que demandan las ucranianas y por este motivo yo he buscado para mi, una mujer humilde y sencilla y este tipo de mujer es mas fácil encontrarla en Ucrania que en Rusia”.

Tu esposa ucraniana
Captura de imagen de la web www.tuparejarusa.com

Y por supuesto, ese imaginario sexual de rubias amazonas de ojos azules, sumisas y entregadas, es gasolina para la prostitución, la trata y el tráfico de mujeres. Ucrania fue, en los 90 y sobre todo los 2000, destino privilegiado de turismo sexual en Eurasia, llegando incluso a rivalizar con Tailandia. La hemeroteca española de la época recoge las redadas en clubes llenos de mujeres del este de Europa, que también eran explotadas en Turquía, Grecia o, por supuesto, Rusia. En 2007, Ucrania era el país de la región con las tasas más altas de trata y tráfico de personas según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). De hecho, de la denuncia de esta industria de la prostitución nacía el documental de las controvertidas Femen Ukraine is not a brothel, y su postura anti regulación es una de las líneas de colisión del colectivo con sus patrocinadores occidentales.

Las mujeres ucranianas son mano de obra barata en toda Europa central, especialmente en el trabajo doméstico

Y un último apunte, pero quizá el más importante: la migración y el refugio como violencias machistas también tienen que estar en el debate. Ahora las fronteras con Polonia o Hungría abren los telediarios, pero son más de 30 años de migración silenciosa los que se han vivido allí. Las mujeres ucranianas son mano de obra barata en toda Europa central, especialmente en el trabajo doméstico, y el estereotipo de la trabajadora del hogar ucraniana es un clásico en Polonia, República Checa o Alemania, donde, como en todo el mundo, son empleadas de forma precaria e irregular. La guerra de Donbass provocó un movimiento de personas refugiadas bidireccional hacia Europa y hacia Rusia que también se ha monitoreado en silencio, porque no todos los refugios políticos hacen el mismo ruido.

Impostoras

No le falta razón a Sarah Babiker cuando afirma que hay “mucho macho” en esta guerra, y en la politología y la política en general. Me he movido entre mucho Clausewitz de mercadillo, mucho wannabe de diplomático y también mucho nostálgico de los tanques y las bombas sin demasiado criterio detrás. Sarah acierta de pleno con la definición de muchomachismo oligarca, racista, autoritario y bélico, si bien creo que las feministas debemos disputar también ese espacio de análisis, de reflexión y de acción. Sin duda, una habitación propia para la reflexión y el debate entre nosotras sería un buen punto de partida. La política internacional es ese espacio que nos pretende constantemente impostoras, y feministizar (que no feminizar) las relaciones internacionales puede ser un camino hacia otra forma de construir un pacifismo militante y crear agendas internacionales de paz y seguridad que pasen por la igualdad y los derechos humanos. Pero esa es quizá la más dura y la más vieja de las guerras.  Si vis pacem, compañera, para bellum.

Guerra en Ucrania
Guerra en Ucrania Mucho macho
La amenaza, ora latente, ora ostentosamente impúdica, imprevisible y arbitraria, es el modus operandi por excelencia del hombre violento, el que domina a través del miedo, el que se nutre del temor que infunde y basa su propio valor en su capacidad de prevalecer sobre los otros.
Arquivado en: Guerra en Ucrania
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Crisis climática
Crisis climática La UE se entrega al ardor guerrero mientras descuida la crisis social y la emergencia climática
Varios países de la UE ya están recortando drásticamente en servicios públicos y estado del bienestar para poder costear el aumento del presupuesto militar.
Pensamiento
Fabian Scheidler “El progreso tecnológico se utiliza para aumentar la riqueza de unos pocos. No sirve a nadie más”
El autor de ‘El fin de la megamáquina. Historia de una civilización en vías de colapso’ ha desarrollado la metáfora del capitalismo como una máquina destructora y reivindica que hay oportunidades para el cambio.
Opinión
Opinión Chicas, cheeseburguers, y soles negros: militarizar la adolescencia en Ucrania
Para militarizar a una generación que hasta hace pocos crecía aspirando a becas, trabajos de oficina o empleos de cuello azul, es necesario mucho más que ofrecer el ejército como una salida laboral: hay que cambiar su concepto del mundo.
carlitos
10/3/2022 20:46

"Las mujeres ucranianas son mano de obra barata ... son empleadas de forma precaria e irregular."
Que curioso, lo mismo que pasa en España: mujeres extranjeras y nacionales empleadas de forma precaria por mujeres españolas, para que estas sí se puedan realizar como mujeres fuera del hogar.
Habla de Ángela Merkel: la mujer que consiguió que las personas jubiladas de su país tengan que seguir trabajando con microempleos para poder llegar a fin de mes.

0
0
Galicia
Galicia A Xunta aprobou a celulosa de Altri argumentando que a súa cheminea de 75 metros sería “icónica”
O Informe de Patrimonio Cultural, favorable á multinacional, emitiuse con base en dúas encargas externas, contratadas e pagadas pola empresa ao ex presidente e ao actual tesoureiro de Icomos-España.
República Dominicana
República Dominicana El Gobierno de Abinader desafía a la ONU expulsando mujeres embarazadas y recién paridas desde los hospitales
La campaña contra las migrantes haitianas del Gobierno de República Dominicana ha llegado a las maternidades. Decenas de mujeres embarazadas o con sus bebés en brazos han sufrido esta política.
Reducción de jornada
Trabajo El Gobierno aprueba el proyecto de ley para reducir la jornada laboral a 37,5 horas
La norma pasará al Congreso donde no cuenta con los apoyos necesarios de todos los socios de Gobierno, por lo que la Ministra de Trabajo ha apelado a la responsabilidad del Partido Popular para que esta nueva jornada laboral salga adelante.
Israel
Israel Netanyahu acelera los planes de ocupación total de una Gaza diezmada por el hambre
El ejército israelí quiere movilizar a 30.000 reservistas para una nueva expansión de la ofensiva sobre Gaza. Las organizaciones dependientes de la ONU alertan de la hambruna y las enfermedades en un enclave en el que escasea el agua potable.

Últimas

Comunidad de Madrid
Comunidad de Madrid Madres organizadas contra los arrancamientos piden una reunión con Infancia
Pamela L.C. ve a su bebé dos horas a la semana después de que se lo retiraran dos días después de su nacimiento. Ella y otras madres han decidido organizarse para pedir medidas que frenen los arrancamientos.
Madrid
Madrid Sareb amenaza con desahuciar el centro social La Animosa, en Hortaleza
Los colectivos que participan del centro social okupado, y que han dado vida a este espacio durante los últimos cuatro años, convocan a defender su permanencia aunque se ha retrasado la fecha de desalojo hasta el 26 de mayo.
Opinión
Opinión España ya roza el 2,5% en gasto militar
Según el autor, investigador del Centre Delàs, el gasto militar real del Estado español será de 40.457 millones de euros y representará respecto al PIB el 2,48%. A esto se sumarán las inversiones comprometidas en programas de armamento.
Comunidad de Madrid
Universidad pública El alumnado de la UNED denuncia el “modelo antipedagógico” tras la supresión de tutorías presenciales
El proceso de eliminación de clases se remonta a 2008, aunque ha sido este año, con el nombramiento Claudia Sevilla como directora de centros asociados de Madrid, cuando el gobierno de Ayuso “ha pisado el acelerador”.
Opinión
Opinión El rentismo es racismo
La posición de las personas migrantes y racializadas en el conflicto del alquiler nos coloca como sujetos esenciales e imprescindibles en la lucha por la vivienda.

Recomendadas

Laboral
Laboral Coidar sen dereitos: a loita das traballadoras nas residencias privadas de Galiza
Sen tempo nin medios para ofrecer uns coidados axeitados, alertan dunha situación insostible nos centros e denuncian a privatización dun servizo a costa do benestar das persoas maiores e dependentes.
Alemania
Alemania Ines Schwerdtner: “Los conservadores tienen esta estrategia de normalizar la AfD, pero eso ha salido muy mal”
De profesión periodista, Ines Schwerdtner ha sido una de las responsables del ascenso de Die Linke, un partido que pasó de no aparecer en las encuestas a superar el 8% en las elecciones de febrero.