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Iglesia-Estado
Recuperando lo nuestro, que es de todos y de todas
Si el séptimo dice “No robarás”, el décimo insiste: “No codiciarás los bienes ajenos”.
Ambos mandamientos, dictados allá por la Edad del Bronce, alimentan el pasto del olvido de una Iglesia católica que no tiene reparos a la hora de ejercitar tanto el robo como la codicia, y es por ello que hoy, jueves 2 de marzo, 16 capitales de provincia presenciarán concentraciones de la Coordinadora Recuperando, con el fin de reclamar la recuperación del patrimonio inmatriculado por la Iglesia católica. En Badajoz será al mediodía, a las 12 horas, frente a la catedral, y en Cáceres a la misma hora, frente a la concatedral. Ambas concentraciones han sido organizadas por Extremadura laica, que llama al conjunto de la ciudadanía a acudir a las mismas para reclamar que la Iglesia devuelva el patrimonio público incautado.
Opinión
Iglesia Inmatriculaciones: al pueblo lo que es del pueblo
Resulta además no solo sorprendente, sino también sintomático, que la práctica totalidad de los medios de comunicación que se han hecho eco de lo apropiado por la Iglesia Católica en España a través del IRPF en su ejercicio fiscal del 2021 hablen de “recaudación” o “ingresos”, cuando las palabras que deberían usar son las de “sustracción” y “detracción”, en el más puro ejercicio de evasión fiscal consentido, aplaudido y organizado por el Estado español.
Hace apenas un par de días la Conferencia Episcopal daba 8,5 millones de gracias a los y las contribuyentes que marcaron en 2022 la “X” a favor de la Iglesia en su declaración de la renta, congratulándose por los más de 320 millones de euros recaudados, con un total del 31,29% de las declaraciones presentadas con dicha X y una media de 37,73 euros por cada contribuyente, un dinero que, debiendo ir a las arcas generales del Estado, acaban en el bolsillo del señor obispo y su ralea.
Hoy, jueves 2 de marzo, 16 capitales de provincia presenciarán concentraciones de la Coordinadora Recuperando, con el fin de reclamar la recuperación del patrimonio inmatriculado por la Iglesia católica
Ello significa que, por designio estatal, hay un 31,29% de declarantes que evaden sus impuestos (si lo prefieren, usen la palabra “desvían”) hacia una organización (que no organismo) que predica unas determinadas creencias religiosas que tienen mucho que ver con la privacidad de la persona y nada con las necesidades colectivas que debe amparar un estado de derecho. Hablando bien y pronto, mientras usted y yo, que no marcamos la X de la Iglesia, pagamos con nuestros impuestos las escuelas y hospitales públicos, quien marca la X no contribuye a tales fines, dándole ese mismo dinero directamente a la Iglesia para que se lo gaste en lo que más convenga, como puede ser, por ejemplo, el silencio o reparación económica de las víctimas de curas pederastas. Y para más inri, el Estado y gobierno de turno actúa como recaudador a través del IRPF, en una muestra más de vasallaje, pleitesía y sumisión ante la Santa Madre Iglesia, cuyo gusto por el dinero y los privilegios en cuanto a exenciones fiscales, inmatriculaciones y derecho de pernada sobre lo público es insaciable.
La devoción particular del contribuyente que marca la X casa, estadísticamente, con otros alarmantes signos de oscurantismo amparados por las instituciones. En el caso de Extremadura, no resulta paradójico observar que, mientras encabeza como tercera en la lista (43,4% de declarantes) la contribución al diezmo eclesiástico, también encabeza, pero por atrás, el índice de lectores. Según el Barómetro de hábitos de lectura y compra de libros en España 2022, publicado hace unos días por la Federación de Gremios de Editores de España, Extremadura es la comunidad autónoma donde menos se lee, con solo un 55,1% de lectores. Ignorancia y oscurantismo se dan la mano.
Mientras usted y yo, que no marcamos la X de la Iglesia, pagamos con nuestros impuestos las escuelas y hospitales públicos, quien marca la X no contribuye a tales fines
La Fundación Ferrer i Guàrdia, en su informe 2022 sobre laicidad, señala a la Comunidad Autónoma de Extremadura como la cuarta con mayor índice de religiosidad, un 81,8%, solo por delante de Murcia, Melilla y Ceuta. El mismo informe destaca que Extremadura es la penúltima en cuanto a número de estudiantes que cursan alternativa a la religión en primaria y la última en secundaria, con un 14,9% y un 22,3% respectivamente del alumnado. En primaria solo nos gana Ceuta, de tradición musulmana.
Visto el panorama, no es de extrañar el alto índice de abandono escolar que sigue sufriendo Extremadura, por mucho que las instituciones autonómicas, con el cacareo de los medios que viven de ellas, quieran vender la moto de que el mismo ha decrecido en los últimos 20 años.
Extremadura ha sido siempre predio dominante de la Iglesia católica. Sean del signo que sean, los gobiernos locales y autonómicos rinden pleitesía a curatos y obispos, hoy igual que ayer, privilegiando sus actuaciones y financiando sus negocios. Cofradías, parroquias, colegios de curas y demás catálogo de la clerigalla guarda excelente relación con las instituciones, que de aconfesionales tienen poco. Los peregrinajes y rogativas de nuestro Presidente de la Junta al Monasterio de Guadalupe así lo certifican, siempre alabado en su misión por medios de comunicación que han olvidado que su función es la de proteger la libertad de conciencia y denunciar los abusos, como lo es el hecho de que se permita que una organización privada se quede con dinero de los impuestos para su uso y disfrute particular. Visto lo visto, tenemos misa para rato.