Opinión
Más calor que segando, el mismo fascismo de antaño

-Esclavitud por ascendencia- dice porque lo ha estudiado en el máster de cooperación, porque estuvo “allí” y porque ha tenido un balaguero de amantes de “allí” “aquí” porque le encanta esa cultura- quiere decir que una persona que nace pobre se muere pobre, además los clanes pobres están vinculados a clanes ricos y dependen de estos últimos para sobrevivir.
-Sí, conozco cómo funciona eso de la esclavitud. Lo refleja muy bien la obra Los santos inocentes, ¿Has visto la obra o leído el libro?
- No, no- asegura con el ceño fruncido de certeza y especialismo (ciencia de la especialidad) - no es lo mismo porque “allí” son esclavos y quien nace en condiciones de esclavitud así muere.
- Nunca he ido “allí”, pero “aquí” se llama determinismo social. Por eso la hija de Paco, por más que sirviera para letras, acabó de sirvienta en la casa grande como su madre, su casta, su clase. Determinismo social se llama. Me encanta la cultura gabacha. Soy fan.
- Pero...
-Peros y manzanas.
Justo entonces, cuando íbamos a enfrascarnos en una discusión sobre la doble vara de medir, y la nomenclatura racista para describir realidades semejantes; hablar de clanes allí y de clases aquí. De tribus allí y de pueblos o naciones aquí. Justo en ese momento sonó el fijo con una virulencia propia de los años dos mil. “No me digas, pero ¿ha habido heridos o muertos o algo?”, pregunta preocupada la única voz que escuchamos de la conferencia telefónica. “¿Se sabe quién ha sido?”.
Quienes cobran la paguita se saben quienes son. Tienen un perfil étnico muy definido (Juan Carlos, Juan Floirán, Santiago, Medinaceli, de Alba) y quienes no cobran paguita están rebuscando cobre, vendiendo fruta en las rotondas, trabajando en los invernaderos, los burdeles y en el campo hasta los domingos
Mi anfitriona no me quiere dar detalles porque dice que luego lo publico en el internet. En mi defensa alego que estoy en mi temporada anual (de mayo a agosto) de higiene virtual y que las otras invitadas no tienen culpa de que sea un topo. Me dice que nos lo cuenta, pero que no diga nada. Vale, miento (a medias). Un nuevo caso de vandalismo o atentado racista en la ciudad nazarí. La noticia ocupó una mañana un periódico local y luego desapareció. Quedan algunos restos asépticos del incidente en rotativos de corto alcance.
Wallah que es un ataque racista y quien quiera creer que crea pero yo no puedo decir más nada. Aunque para el caso da lo mismo, pues no es más que la punta del iceberg. Todas sabemos lo que es España. La burguesía que mató a Lorca en verano abandona Granada para refrescarse en Torremolinos, antes Almuñécar (hasta que llegaron los canis de Extremadura y la Zona Norte), la Manga del Mar Menor o incluso Tánger, que siempre ha sido muy europeo y por veinte euros follas con menores toda la noche. En la ciudad de la Alhambra se quedan aquellas familias que no tienen más remedio que morder cebolla, sean pascuas o estío.
De entre estas familias hay muchas con más tiempo libre del que desearían, que apuran la ociosidad forzada frente al televisor y ya sabemos que la caja tonta nos vuelve de derechones a los pueblos del reino Borbón. Para muestra, un botón, mi tío Paco, un señor de clase obrera votante del SOE de toda la vida con sus ideas progresistas, divorciado, casi republicano, que se quedó en paro y tras un par de años viendo magacines matinales, acabó votando a un partido de origen catalán que se decía de centro y era más fascistón que un Land Rover.
Si por acaso el ejemplo de mi tío Paco no puede universalizarse, puedo sacar a relucir aquella frase célebre del activista afroyanqui Malcom X que decía que apenas nos esfarriamos los medios de comunicación nos hacen camelar a los verdugos y aborrecer a las víctimas. Así pero en inglés y con sus palabras. Estas familias trabajadoras sin conciencia de clase, centinelas de los intereses de la casta, como decía el de la coleta, son las mismas personas que cobran “la paguita” del Perro Sánchez y que se quejan de que la paguita exista.
Quienes cobran la paguita se saben quienes son. Tienen un perfil étnico muy definido (Juan Carlos, Juan Floirán, Santiago, Medinaceli, de Alba) y quienes no cobran paguita están rebuscando cobre, vendiendo fruta en las rotondas, poniendo puestos en el mercado, trabajando en los invernaderos, los burdeles y en el campo hasta los domingos. Porque para que Dios descanse, alguien tiene que coger el relevo.
Sí, el racismo, jerarquización de la diferencia, es la base de todos los estados modernos
Yo siempre he sido una defensora de las limosnas laicas; ayudas sociales, las becas, los subsidios, etc., pero estoy empezando a creer que engordan las hordas de fachas pobres y que habría que quitarles “la paguita” y las subvenciones a los chiringuitos de la derecha, porque están regando con sus discursos la plantita de odio racista que es germen de España. Sí, el racismo, jerarquización de la diferencia, es la base de todos los estados modernos, pues sin un “ellos” no puede existir un nosotros. Otra vez me estoy liando con las reflexiones teóricas mientras el fascismo se organiza a golpe de eslogan falaz. Otro botón para la muestra:
Estamos en la verbena de cualquier santo a quien nadie recuerda y el señor violador y violento cuyos abuelos comieron jaramagos (rúcula salvaje) durante la dictadura de Franco hasta que najaron a Alemania, me asegura con su muñeca rojigualda, que si por él fuera, como español, espacharía de “aquí” a todos los inmigrantes. Le digo que ningún partido político español (ya saben por dónde voy) tiene potestad para expulsar a los inmigrantes porque “lo de los inmigrantes” se decide más bien en Europa, a la que el Reino de España obedece y sirve.
Sé qué es una falacia pero con discursos finos, cavilaciones sobre la retórica racista y la palabrería decolonial no ganó los asaltos en el tajo de la realidad palpable, ni le ganó terreno a la violencia españolista. No, ningún partido político puede echar a todos los negros/sudacas/chinos/no-ucranianos a su país, pero sí pueden echar palitos a la candela de la violencia, hacer las calles y la vida insegura para las tres emes (moros, maricones y mujeres). Yo sé que no, pero voy a empezar a proclamar desde la última fila de la mezquita y la primera esquina de la barra del bar que “nativa o extranjera la misma clase obrera” y a ejemplificar diciendo que “ si Putin nos invade y tengo que huir para salvar la vida, mis condiciones se parecerían más a las de los de las pateras, que a las de Puigdemont, porque al final Puigdemont, el otro y el de la moto duermen todos en el mismo cajón”.
Lo dije, lo repito y dios mía me lo conserve, a falaz no me gana naiden.
Kabilas de mesa camilla
Pedigrí con presunción de culpabilidad
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