Movimiento contra la dispersión de presos de ETA. - 7
Manifestación contra la dispersión de presos de ETA en octubre de 2020. Marion Vercelot

La semana política
Suena tétrico

Diez años después del fin de la actividad de ETA, el movimiento independentista vasco ha dado pasos para la reparación de las víctimas de la banda. El Estado, sin embargo, ha exacerbado en esta década sus tendencias más antidemocráticas.
Pablo Elorduy
23 oct 2021 05:45

Fueron unos minutos importantes, han sido diez años de paz. Arnaldo Otegi, líder de la izquierda abertzale, se dirigió a las víctimas de la banda armada ETA, les trasladó su solidaridad y aseguró que compartía su dolor. Unos minutos que no terminarán con el sufrimiento de las víctimas pero que son un paso más en la construcción de un futuro.

Como ha explicado Paul Rios, uno de esos artesanos de la paz que han trabajado desde los 90 por el encuentro, el acuerdo de paz con ETA no tiene ninguna página. No se parece a los acuerdos firmados en Colombia o entre Gran Bretaña y el Ejército Republicano Irlandés. Ha sido un proceso difuso, guiado en demasiadas ocasiones por un silencio, que no era sino una cortina tras la que se tapaba la necesidad de diálogo. Ha sido un proceso, no obstante, llevado a cabo antes en los municipios, en las calles y en las propias familias que en las altas instituciones del Estado. 

Los ecos de las mentiras han rebotado durante mucho tiempo. Las mentiras fueron el material con que se mantuvo la actividad de ETA durante los años 80, los 90 y los 2000. La principal fue la mentira de que tras la derrota vendría una etapa luminosa en el que cobrarían sentido los actos del pasado (nunca cobrarán sentido). No fue fácil derrotar las resistencias y sortear las acusaciones de traición. Quienes vivieron desde la trinchera el final de la banda han explicado que lo más difícil fue negociar con los de “casa”, con quienes no estaban dispuestos a abandonar su credo. 

En diez años, el Estado ha tomado el camino contrario al de la izquierda abertzale y al de la mayoría social vasca

El eco de las otras mentiras sigue rebotando. Hay quien ha hecho de ello un sistema de creencias. ETA no está muerta “está más presente que nunca”, dice Jaime Mayor Oreja, exdiputado del Partido Popular. “Es inaceptable”, dice el expresidente Felipe González sobre las palabras que el líder de la izquierda abertzale, Arnaldo Otegi, dedicó a las víctimas de ETA el 18 de octubre. Reproducen un esquema que funcionó sin estorbos durante casi cuatro décadas: el Estado no cometió ningún crimen, fueron “elementos aislados”, y en cualquier caso, no hay necesidad de reconocimiento, siguen convencidos de que se hizo lo que se tenía que hacer (ta-ta-ta). Las víctimas de la Guerra Sucia esperan un reconocimiento del Estado de su condición: es imprescindible que se haga ese camino para profundizar la vía abierta hace diez años. Los familiares de los presos aguardan que se termine su propia condena, la de vivir lejos de sus seres queridos por una dispersión discrecional y anómala.

“En países que han vivido conflictos armados, tras el cese de la actividad armada, el Estado establece una ruta de paz para recuperar las armas de la organización terrorista y repensar qué hacer con sus presos. En España, país de escasa memoria histórica ni transición democrática, los presos parecen relegados a materia presupuestaria.”, escribe Gessamí Forner con cierta amargura. La paz así, aparece como un elemento en la negociación, cuando debería ser un horizonte. No está en la naturaleza del Estado reconocer el dolor causado. Lamentablemente, en su naturaleza actual parece estar infligir aun más dolor.

En el centro del dolor

Esta semana, casi al mismo tiempo que el exdelegado de Gobierno en el País Vasco, Ramón Jáuregui decía que al Estado no le correspondía pedir perdón a las víctimas de los GAL, el excomisario José Villarejo asomaba la pata en el Congreso de los Diputados para escandalizar con su circo, subrayar la impunidad de las cloacas y, sobre todo, de quienes las utilizan. 

El viernes, el mismo Congreso, a través de su presidenta, Meritxell Batet, tomaba una decisión sin precedentes y le retiraba el acta de diputado a Alberto Rodríguez, en base a una sentencia en la que el juez Manuel Marchena no se atrevió a dejar por escrito su propuesta de castigo ejemplar a Rodríguez. El Consejo General del Poder Judicial aprovechó, eso sí, para escalar el conflicto: a última hora del viernes anunció posibles acciones contra la ministra Ione Belarra por un tuit. Por un tuit (España, 2021).

Análisis
Una débil prueba de cargo para inhabilitar a un diputado
Análisis de la sentencia que condena a Alberto Rodríguez y puede hacerle perder su escaño como diputado en el Congreso.


En diez años, el Estado ha tomado el camino contrario tomado al de la izquierda abertzale y al de la mayoría social vasca. El régimen del 78 se ha replegado sobre sí mismo y exacerbado sus tendencias más antidemocráticas. Se ha reforzado el sector de resistencia antidemocrática más feroz. Había y sigue habiendo una oportunidad para la paz y, al contrario, se exploran, especialmente desde la alta magistratura, las tendencias de persecución por motivos políticos. Las instancias del Estado profundo son presas de sus dinámicas: saben que la creación de una legalidad creativa, que ha sido repetidamente cuestionada por los tribunales europeos de Justicia, socava la legitimidad de un sistema que se ha desmoronado comenzando por su cúpula, la jefatura de Estado. Pero no pueden evitar hacerlo, así nacieron. Y nadie, tampoco Batet, se atreven a decirles que paren.

La proposición de los partidos independentistas —“España es irreformable”— sale reforzada, pero tener razón no garantiza nada. La desobediencia civil es una opción cortada por la base. Hay peligro para todos, salvo para un puñado de oportunistas. Suena triste esperar que la justicia nos la hagan en Europa. Suena tétrico, pero el hecho es que el ejercicio de las libertades en España se ha restringido en los últimos tiempos (y ahí está el caso Alsasua para demostrar que también en el País Vasco) pese a que desde hace diez años no existe ETA.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
doctoranimacion
28/10/2021 9:39

askatasuna euskal herritarrentzat

0
0
#93681
23/10/2021 16:52

Son como el escorpión de la fábula. “Las instancias del Estado profundo son presas de sus dinámicas…no pueden evitar hacerlo”. Ya sea con el tema de ETA o del diputado de Podemos, Alberto Rodríguez. Son hijas del franquismo, régimen fascista impuesto por la fuerza.

1
0
Xunta de Galicia
Política A Xunta recibe ao embaixador de Israel en funcións mentres Gaza agoniza ao bordo da fame
O Goberno de Alfonso Rueda escenifica a súa boa sintonía coa Administración de Benjamín Netanyahu apenas unhas horas despois de que Israel bombardease unha escola que servía de refuxio e ordenase unha evacuación masiva en Gaza.
Palestina
Genocidio La ONG anti-UNRWA lanzada por exespías y marines de EEUU siembra el caos en el reparto de alimentos en Gaza
La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) creada a comienzos de este año y vinculada a agentes del ejército y la inteligencia estadounidense ha sido acusada de desaparecer a una persona y disparar a quienes estaban esperando ayuda.
Alemania
Litigio climático Un tribunal alemán abre la puerta a que grandes emisores puedan ser responsabilizados de daños climáticos
El jurado descarta la demanda del agricultor peruano Saúl Luciano Lliuya por entender que el riesgo a su propiedad es demasiado bajo, pero esta misma argumentación podría llevar a condenas en otros casos.
Madrid
Derecho a la vivienda Victoria contra la Sareb: 16 familias consiguen firmar contratos después de años de lucha
Un bloque en lucha de Casarrubuelos (Comunidad de Madrid) consigue formalizar contratos con el banco malo, al que acusan de actuar “como un fondo buitre”. En Catalunya, diez ayuntamientos apoyan los reclamos de 62 hogares en huelga contra La Caixa.

Últimas

Universidad
Genocidio Las universidades españolas han firmado 44 proyectos con Israel desde septiembre de 2024
Los acuerdos dentro del programa Horizon Europe se han sucedido a pesar de las declaraciones de decenas de universidades de suspensión de relaciones con Israel.

Recomendadas

Culturas
Erika Lust y Sara Torres “El deseo tiene una potencia inagotable para transformar la realidad si lo liberamos de las normas”
Sexo, deseo o ética del placer son algunos de los temas que hilan la escritora Sara Torres y la productora de cine porno Erika Lust en ‘La abundancia del deseo’.