Huesca Pirineo rural - 4
Estela de condensación de un avión sobre los Pirineos. Álvaro Minguito

La semana política
Optimismo militante

El Gobierno anuncia una intervención para limitar el precio del gas, es una de las primeras medidas que afectan directamente a las grandes empresas del país.
Pablo Elorduy
2 abr 2022 06:00

Un artículo de Berta Gómez Santo Tomás esta semana presentaba una nueva tendencia en las redes sociales, la de los jóvenes que responden “Ok doomer” —algo así como “vale, cenizo”— a quienes se bloquean (y bloquean a los demás) por el color pardo que está tomando todo. Inflación, Guerra en Ucrania, militarismo, pandemia, crisis climática, cómicos crispados o dirigiendo ejércitos, columnistas escribiendo el mismo artículo una semana tras otra, etc. El panorama es desolador y hay un problema en oírlo, leerlo, verlo a todas horas y en todos los lugares, dice el artículo, que es que esa repetición nos incapacite para detener los pasos que nos dirigen hacia la distopía.

Al contrario que en otras épocas, sin embargo, el pesimismo informado no corresponde únicamente a una minoría militante sino que se destila en las intervenciones públicas en el Congreso de los Diputados —en la comparecencia de Pedro Sánchez el miércoles, sin ir más lejos— y permea en eso que se llama humor social, en muy mal estado por la concatenación de malas noticias. 

“No hacer nada sería el fin de Europa”, dijo con voz grave Sánchez para justificar las medidas de envío de armas y apoyo logístico-defensivo a Ucrania. Pero su discurso, teñido por el dato del incremento de casi un 10% de la inflación, que se conoció esa misma mañana, añadió varias capas el catastrofismo que se respira en el ambiente. Lo que se está fraguando en torno a la guerra, y lo que se está haciendo desde la UE, no solo no tranquiliza sino que empeora unas perspectivas que ya eran malas a comienzos de año por la subida de los precios.

El hecho de que Sánchez haya autorizado una intervención para topar el precio máximo en el mercado del gas es una pequeña diferencia en su carrera

El Gobierno ha presentado esta semana sus medidas de choque contra el impacto de la guerra. Añade nuevas facilidades a las empresas —y subvenciones al combustible— y deja fuera la recurrente demanda de un impuesto sobre beneficios extraordinarios, como ya hizo durante la pandemia. Sin embargo, al margen de esas medidas-parche, el último día de marzo, el Ejecutivo abrió por primera vez la posibilidad de intervenir directamente sobre el mercado. Lo anunció el diario portugués Público y lo confirmó la ministra Teresa Ribera: España y Portugal plantearán un tope al precio de la generación de gas de 30 euros el megavatio hora. Un objetivo que había planteado la ministra Ione Belarra y que llevaba camino de toparse con el “no hay alternativa” o “es demasiado complejo” con el que se acostumbra a despachar cualquier propuesta que toque el hueso del sistema.

Acostumbrado a vivir en el alambre, acostumbrado también a desarrollar la imaginación al máximo para no cambiar el estado actual de cosas, que Sánchez —con el plácet de la Comisión Europea— haya autorizado una intervención de estas características es una pequeña diferencia en su carrera. O quizá solo sean ganas de que sea así. Pero es un hecho que aunque haya enarbolado la bandera de la unidad en tiempos difíciles, imponer una limitación al mercado del gas es en realidad una provocación en la mucho más longeva confrontación o guerra entre clases, aunque se trate de una medida temporal y no solucione los problemas de fondo, ni otros específicos, derivados del sistema de producción energética en la crisis del capitalismo. Así lo han identificado las eléctricas que han criticado el intervencionismo de la medida y el paso atrás que supone respecto a la “liberalización” del mercado.

Unidad y optimismo

Vista por los mercados, la unidad, así como la sociedad, carece de valor. El 30 de marzo, el presidente de BlackRock, llamado Rob Kapito, intervenía en la lucha que se libra al margen, o en paralelo, a la guerra de Ucrania, para señalar las perspectivas a corto plazo: “tenemos una generación que nunca ha tenido que sacrificarse” dijo el amo virtual de la bolsa española, “por primera vez, esta generación va a entrar en una tienda y no va a poder conseguir lo que quiere“, advirtió Kapito (¿capito?).

Fondos de inversión
Fondos de inversión Los nuevos amos del mundo
Con la ayuda de los gobiernos y los bancos centrales, los grandes fondos de inversión se han lanzado a la conquista del mundo. Hoy ya controlan casi todos los sectores de la economía.


La cuestión, por tanto, ha sido planteada en sus términos esta semana por parte del capital. La inflación existe para que alguien la pague, existe porque existen los beneficios caídos del cielo. Lo que debe preocupar hoy en La Moncloa es si la doctrina de los negocios como siempre, enmascarada dentro del concepto de unidad, sigue permitiendo ganar elecciones como si nada. A medida que la situación se agrave más serán más urgentes las intervenciones no sobre sino contra el mercado; será más complicado mantener la impresión de que todos pueden salir ganando con las reglas del juego actuales. Y, en función de la respuesta de los mercados a esas intervenciones, será más difícil sostener la democracia.

La alternativa a plantear esa disputa es rendirse a la llegada del Partido de la Distopía, Vox. Es decir, cumplir la profecía del perfecto pesimismo: como no es posible hacer nada, es inevitable que el bucle de desgracias en el que estemos se acelere, porque todo es susceptible de empeorar. El final puede ser el mismo, pero el proceso es importante: a efectos de la reconstrucción no es lo mismo haber abrazado el desastre, rindiéndose a la primera ante los emprendedores de la destrucción ambiental y social, a que se hayan tomado medidas para reducir las desigualdades y planteado excepciones a las reglas del neoliberalismo aun vigentes, especialmente en materia energética.

“No tenemos tiempo para el nihilismo”, escribe la periodista Mary Annaïse Heglar en un artículo traducido por Contra el diluvio: “Podemos reconocer la tormenta de emociones que nos abruma al ver cómo se deshace nuestro mundo, podemos procesar esas emociones y podemos volver a levantarnos para proteger lo que seamos capaces. Porque vale la pena. Porque valemos la pena”.

Pero, para cambiar el humor social, no van a servir los significantes vacíos, la ilusión o el optimismo impostado. Para que la mayoría de la sociedad abrace un optimismo militante respecto al futuro es necesario trasladar cierto pesimismo a esa minoría que en 2021 alcanzó su récord de beneficios. Empezar a desmantelar el catastrofismo vigente requiere romper también el consenso sobre el que se construyó la actual Unión Europea, por el que tocar todo lo verdaderamente útil para la vida de la gente era siempre “demasiado complejo”. Ese consenso que ha prefigurado la distopía que hoy casi casi nos bloquea.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Solo para socias
Solo para socias Nueva carta mensual: “Redactor en crisis”, por Pablo Elorduy
Después de La Semana Política, el coordinador de Política de El Salto regresa a un formato periódico.
La semana política
La semana política Lo que pasó, pasó
Hora de algunas despedidas. Ada Colau tiene difícil volver a ser alcaldesa de Barcelona y la izquierda tiene difícil volver a convocar el espíritu de una época en la que pudieron cambiar muchas cosas.
La semana política
La Semana Política La nave del misterio electoral
La compra de votos en Melilla y otros puntos del Estado agita la última semana de campaña y muestra el auge del conspiracionismo.
ferorus
3/4/2022 0:28

Lo de ok doomer me ha tocado. No sé si llego a boomer (soy del 72) pero me reconozco en este pesimismo/cinismo con décadas en un puesto de trabajo con poca incertidumbre. Touché

0
0
RamonA
2/4/2022 18:48

En el centro de la diana: “Empezar a desmantelar el catastrofismo vigente requiere romper también el consenso sobre el que se construyó la actual Unión Europea, por el que tocar todo lo verdaderamente útil para la vida de la gente era siempre “demasiado complejo”. Levantar la Europa social frente a la Europa de los mercaderes.

Un excelente artículo.

0
0
Opinión
Opinión Non sempre ter moitas luces é sinónimo de intelixencia
Que impacto ecolóxico e social produce a iluminación do Nadal de Vigo? A cidade sofre máis aló da masificación, o caos de tráfico, as molestias á veciñanza, o malgasto ou os recortes en orzamentos de emerxencia social.
València
Exclusiva El Gobierno de València contrata 12,9 millones en obras de la dana a una constructora investigada por pagos al cuñado de Barberá
La Generalitat Valenciana ha hecho el encargo a Ocide, una empresa cuya matriz está siendo investigada en el caso Azud por pagos “de naturaleza ilícita” al abogado José María Corbín a cambio de contratos adjudicados por el Ayuntamiento de València.

Últimas

Palabras contra el Abismo
Palabras contra el Abismo Lee un capítulo de ‘Café Abismo’, la primera novela de Sarah Babiker
El barrio es el espacio físico y social en los que transcurre ‘Café Abismo’, la primera novela de la responsable de Migraciones y Antirracismo de El Salto, Sarah Babiker.
Memoria histórica
Memoria histórica Museo del franquismo, ¿eso dónde está?
España sigue ajena a la proliferación mundial de espacios museísticos dedicados a dictaduras y resistencias democráticas.
Unión Europea
Unión Europea La ultraderecha europea ante la victoria de Trump
El triunfo de Donald Trump da alas a todas las formaciones ultraderechistas de Europa y del resto del mundo, que han visto como el millonario republicano ha conseguido volver a ganar las elecciones sin moderar un ápice su discurso.
Tribuna
Tribuna Vivienda: es hora de organizarnos
La situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia.
Más noticias
Pontevedra
Ecoloxismo Unha investigación revela alta contaminación por nitratos en augas superficiais da comarca do Deza
Os resultados da análise de Ecoloxistas en Acción, con máis de 80 puntos de mostraxe, reflicten concentracións xeneralizadas e moi altas de NO3. Só o 19% das augas superficiais analizadas están “fóra de toda sospeita”.
Racismo
Racismo institucional Diallo Sissoko, una víctima más del sistema de acogida a migrantes
La muerte de este ciudadano maliense durante su encierro en el Centro de Acogida, Emergencia y Derivación (CAED) de Alcalá de Henares ha puesto de manifiesto algunas de las deficiencias del sistema de acogida a migrantes en el estado español.
Comunidad de Madrid
Violencias machistas Huelga en la red de atención a la violencia de género de la Comunidad y Ayuntamiento de Madrid el próximo 25N
Las trabajadoras de ambas redes se unen para reivindicar mejoras laborales y de atención a las mujeres víctimas en un paro de 24 horas. “Te sientes impotentes porque no puedes ayudar como deberías”, explican.
Turismo
Opinión Abolir el turismo
VV.AA.
Lleguemos a donde lleguemos, no puede ser que sea más fácil imaginar el fin del capitalismo que el fin del turismo.
Opinión
Opinión La eclosión del autoritarismo reaccionario y otras nueve tesis sobre la victoria de Trump
La victoria del candidato republicano nos ha demostrado que estamos en una nueva era: la del neoliberalismo autoritario, en donde el camino del mal menor propuesto por los Demócratas ha sido la fórmula más rápida para llegar al mal mayor.

Recomendadas

Galego
Dereitos lingüísticos Miles de persoas desbordan a praza da Quintana para mudar o rumbo da lingua galega
A Plataforma Queremos Galego, que convocou esta mobilización, sinala unha nova data para outro acto protesta: o vindeiro 23 de febreiro na praza do Obradoiro, en Santiago de Compostela.
València
Dana y vivienda “La crisis de vivienda multiplicada por mil”: la dana evidencia el fracaso de las políticas del PP en València
La dana ha dejado a miles de familias sin hogar. Ante la inacción de las instituciones, han sido las redes familiares las que han asumido el peso de la ayuda. La Generalitat, tras décadas de mala gestión, solo ha podido ofrecer 314 pisos públicos.
Redes sociales
Redes sociales Bluesky, la red social donde se libra la batalla por el futuro de internet
Ni es descentralizada ni está fuera de la influencia de los ‘criptobros’ que han aupado a Trump a la Casa Blanca, pero ofrece funcionalidades útiles para recuperar el interés por participar en redes sociales.