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Migración
María Iglesias: “Hay que conseguir que dé vergüenza lo que estamos haciendo con África”
Sáhara a mediodía. Luz blanca. Sol sobre las dunas. Quema el aire, la arena abrasa. El viento silva; tenue, constante. Desierto infinito. Parece mar. Parece eterno. Parece quieto. Aunque algo avanza. Lejos. Lento. Paso a paso. Gestos de dolor. Sudor como lágrimas. Cada inspiración hiere.
Los tres van en fila. El primero y el último son de Duala, aunque en Camerún no se conocían. “Ingenuos”. Se reprocha Ketu. Es el más menudo y el que camina más enérgico. Va en cabeza. “Nosotros ahí”, resopla, “tan felices al salir de Níger. Idiotas”.
Son las primeras líneas de Horizonte (Edhasa, 2023), una obra que, aunque comienza en el desierto, se desarrolla en una Andalucía que cada día siente y comparte más con todos aquellos que migran cruzando el Mediterráneo. La nueva novela de la periodista y narradora sevillana María Iglesias no va de este viaje migratorio, al menos, no solo de eso. En Horizonte, Ketu es la voz principal de una historia coral donde el viaje, el encuentro, el amor y los sueños tienen ganas de revolución. La novela se presenta el próximo 19 de marzo en Málaga, en la librería Luces y la autora estará acompañada del escritor y crítico literario Guillermo Busutil y la cofundadora del colectivo Biznegra Iliassou Olalla Benjumea.
Quedamos con María Iglesias en Sevilla, donde antes de comenzar a charlar saluda a un líder político de la ciudad y nos pide algo de beber. Le enseño mi libro y reímos. Una tormenta y una pared con grietas lo empaparon y le dieron un aspecto de trallado, como si un viaje hubiera pasado por él.
Para comenzar a hablar de Horizonte es casi esencial mencionar al activista camerunés Sani Ladan. María cuenta con alegría cómo un encargo en el periódico en el que trabaja le permitió conocer una historia desafiante “entrevistar a Sani fue muy revelador por ambas partes, pero a mí lo que más me impactó fue cómo siendo tan joven tenía una elocuencia, una brillantez, una visión geopolítica muy interesante, extraordinaria y en esa visión él aportaba su conocimiento de una África muy desconocida, incluso para quienes, como yo, ya estábamos escribiendo de la migración”, relata. Iglesias comenta una anécdota que le rompió los esquemas “en un momento comenzamos a hablar sobre Gadafi y recuerdo decirle ‘no me vayas a defender a Gadafi que es un dictador’ y él me decía firme ‘también lo era cuando Sarkozy, Berlusconi o Aznar le ponían carpas en las capitales europeas para hacer negocios, ahí no molestaba y seguía siendo un dictador. Lo que a Occidente le molestó es que quisiera impulsar una moneda única africana, lo que molesta es que un dirigente africano defienda unos intereses que no son los europeos”, concluyó Sani en ese momento.
Mi inspiración fue el pulso político que Sani Ladan refleja, escribir su viaje, desde mi posición, sería contar la vida de un personaje increíble, pero eso sí que lo admitimos, lo que no admitimos es que la sociedad africana tenga los mismos derechos que la sociedad europea blanca”
La historia de Sani es clave pero no es Horizonte, “mi inspiración fue el pulso político que él reflejaba, centrar la trama en su viaje migratorio, desde mi posición, sería contar la vida de un personaje increíble, pero eso sí que lo admitimos. Permitimos que haya un africano muy brillante, hasta le damos premios, pero no admitimos que la sociedad africana tenga los mismos derechos en conjunto que la sociedad europea blanca. Entonces para mí debía ser una historia coral, que, además, por mi manera de ser buscara ser constructiva y generar una alternativa al conflicto que no nos lleve a la parálisis” que considera existe en la actualidad. María continúa ahondando en la problemática “a poco que nos paremos a pensar vemos la realidad, los mandatarios desde luego la ven. La raíz está en el expolio, la desigualdad, la explotación del continente africano. Eso lo tenemos que acabar, pero es difícil y yo no soy naíf, pero mientras no paremos eso, todo lo demás es inútil”.
Andalucía como umbral entre África y Europa
María cuenta que profundizar en la vida de Sani le hizo comprender de una manera muy clara el conflicto entre ambos continentes “aquí hay que asumir que África nos tiene que echar un pulso y lo que traslada Sani y lo que yo traslado en la novela es que nos lo está intentando echar, pasa que claro, se parte de una situación con una enorme desigualdad histórica y actual, porque el poder del dinero no está de su lado. Pero ellos nos están echando un pulso y obviamente, en el pulso de cada uno tiene legítimamente que defender sus intereses” explica la periodista.
Comenta que cuando se planteó escribir la novela tenía muy presente que esta no fuera, en ningún caso, un apropiacionismo por su parte “yo quería contar la historia desde donde yo estoy, como umbral entre los dos mundos, yo, tú y todos los andaluces, y españoles, somos el umbral entre África y Europa”. Asimismo , explica que su trabajo cubriendo migraciones le ha permitido conocer a muchos activistas que le han brindado sus historias “hay trabajadoras desde Andalucía, —de la que nace, por ejemplo, el personaje de Carmen— que las he visto en muchos momentos haciendo trabajos magníficos y que me parecían muy inspiradoras. Mezclar esos relatos es también una mezcla de decisiones racionales y de impulsos que van dando forma a la novela”.
María nos detalla, sin querer desvelarnos nada, que otra visión que vio necesaria incluir fue la de un migrante que no hubiera tenido éxito. Algo que desarrolló a raíz del personaje de Ayo, donde pudo profundizar el difícil relato de ser mujer, migrante y con una situación social mucho peor que la del personaje de Ketu en su país. Unas condiciones esenciales que determinan un viaje migratorio; desde los recursos a la capacidad de manejarse en entorno hostil como el que se presenta.
Contar este otro tipo de relato ha sido esencial para la autora, que cuenta cómo se sorprende con los encuentros y situaciones que puede generar el libro “en la presentación en Madrid coincidieron Sani e Modjo, un amigo mío, ambos de Duala y ambos viviendo en la misma ciudad ahora. Yo tenía mucho interés en que se conocieran y les presenté. Modjo sabía del recorrido vital de Sani y para él resultaba imposible de creer que Sani también hubiera hecho el mismo periplo que él, porque claro, Modjo concluía que su clase social no tenía mucha más opción, pero que, con la formación y los recursos económicos de Sani, hubiera venido de otra manera, le sorprendía, pero la realidad es que no, no pueden venir de otra forma”.
Una historia necesariamente coral
En el libro, la presencia del Magreb, a través de un ingeniero marroquí es esencial “por una parte yo creo, y siempre lo explícito que cuando estoy en una reunión de gente africana, que hay una fractura del Magreb hacia los subsaharianos y viceversa. Algo que conviene también mucho a Occidente porque es ‘divide y vencerás’”, reflexiona María y explica que “era interesante plantear el concepto de suturar para tener unidad”. La idea de mostrar un continente más complejo estaba también muy presente “nuestro concepto de que todo lo africano es aldea y gente analfabeta, cuando África está llena de megalópolis enormes, cuando existen muchos movimientos de liberación, como en Sudán, era necesario reflejarlo, además, de que quería que hubiera un romance, porque forma parte del día a día de todos. Quería hacer esa unión de búsqueda, amistad, amor, lucha…”, concluye María al explicar algunos de los elementos que podemos encontrar en Horizonte.
Escribirlo y situarlo en Andalucía ha sido un viaje para mí y mi propósito es que lo sea también para el lector”
María Iglesias expresa que este libro era un reto para ella en muchos sentidos, sobre todo, al partir de un tema que no conocía en profundidad, por lo que “escribirlo ha sido un viaje para mí y mi propósito es que se lo sea para el lector” y reconoce también que le ha causado cierta alegría localizar parte de la trama en escenarios que nos son cercanos “situar la historia en Algeciras o en Sevilla… ¿a cuántas manifestaciones hemos ido y nunca vemos escritas? Siempre estamos retratando cosas ajenas a nosotros y bueno, esta es la realidad periférica de nuestra tierra y tenemos que contarla, porque no todo ocurre en Madrid y Barcelona, también en Almería o en Ceuta y Melilla, que se utilizan continuamente para enarbolar la soberanía, pero luego en el día a día están olvidadas por el resto del país”, declara.
Un puente como utopía
Por todo ello, reconoce la necesaria elección de un relato de ficción para contar esta historia, para que, asimismo, saliese de los parámetros periodísticos o de ensayo, que sabe, “solo le llega a gente muy interesada” y ampliarlo a un público general que pueda conocer y proyectar soluciones posibles. “Hay tantos compañeros y compañeras contando desde el año 89 el relato terrible de la migración que es doloroso y nos lleva a pensar que no llegamos a ninguna parte. En un congreso en Reggio Calabria coincidí con varios ponentes que trataban la idea de la utopía posible, realizable”. Una idea que María refleja en Horizonte de varias maneras, pero una muy clara, al introducir la idea de construir un puente que conecte el estrecho, para reflejar y hablar de “toda esa gente que está intentando luchar y construir desde otro punto”.
Cuenta Iglesias que el puente empezó como una metáfora de la entrevista y se materializó con una conversación con el también periodista Javier Martín Arroyo. “Un día comentándole lo interesante que había sido conocer a Sani y explicándole que me lo imaginaba un poco como la unión, como un puente, como una mano negra y una mano blanca sobre el estrecho. Él me mira y me dice ¿tú sabes que ese puente existe? Ahí es cuando me explota la cabeza y le veo un interés con el que escribir, porque, cuando seguí investigando, es muy fuerte que exista una institución con sede en Madrid, con un presupuesto millonario para impulsar esta idea y que no se sabe muy bien con qué pretensión”.
En España, con el racismo y la migración aflora la amputación identitaria que tenemos, que no nos conocemos, no nos miramos de frente, porque nos creemos que somos de un sitio del mundo que no somos”
María Iglesias, reflexiona en Horizonte sobre una España que no se mira al espejo de sí misma en temas como la migración o el racismo “lo que pasa es que aflora la amputación identitaria que tenemos, que no nos conocemos, no nos miramos de frente, porque nos creemos que somos de un sitio del mundo que no somos y que tenemos una historia que no tenemos y no nos reconocemos. La gente viene a visitar nuestro territorio para ver muchas cosas árabes, y yo me planteo, lo que estamos creando, lo alejados que estamos, ¿tiene que ver con lo que somos o somos franquicias de otra gente?”.
Como narradora se ha planteado el poco interés que puede generar en España las temáticas africanas y lo reconoce como otro de los retos que se ha encontrado en el camino “una novela con la mayoría de los personajes afro y la portada con su protagonista negro… no sabía si iba a tener interés o si fuera a vender, algo que ni me lo planteaba a la hora de crear al principio. Sin contar otros elementos narrativos, como que la novela parte, claramente, del derecho a viajar en igualdad de condiciones”. La autora afirma que este hecho es algo que plantea desafíos “muchísima gente me pregunta si el movimiento de personas africanas por Europa será alguna vez libre, como si fuera algo muy utópico. Yo me planteo y quiero verbalizar la razón de por qué no sería así, porque solo hay un motivo y es que son negros”.
No debemos olvidar que la migración en patera es minoritaria, la gente africana no quiere venir a Europa, quieren vivir con dignidad económica y política en sus países”
Al continuar en esta línea la conversación, quiere insistir en no perder la perspectiva en el tema migratorio, porque “no debemos olvidar que la migración en patera es minoritaria, se abandera como si fuera el peligro que va a destruir la balanza de algo, pero está bien reconocer que la mayoría de la gente africana no quiere venir a Europa, quieren vivir con dignidad económica y política en sus países, que ahora no tienen y nosotros estamos asociados a todos los sátrapas para repartirnos el botín de esa inestabilidad”, María termina la idea, firme.
Iglesias cuenta con cierto desánimo cómo lleva viendo desde 2016 que esta situación está siendo provechosa para los movimientos de extrema derecha “utilizan la migración como chivo expiatorio, dándole una vuelta de tuerca al antisemitismo de los 40 y les está dando resultado”. Observa que no se está actuando con “inteligencia” ni “elaborando una política alternativa de verdad, sino que “incluso el Gobierno progresista de coalición en España está aplicando una política migratoria de represión, de violación, de las leyes internacionales, de los derechos humanos, que no hace más que blanquear el discurso sobre el que la extrema derecha está haciendo su campaña desde 2014”.
María rescata el pulso que se lleva teniendo con el feminismo desde hace años y propone que, al igual que “hemos conseguido ponerlo encima de la mesa y que ya hasta a los machistas más asentados les dé vergüenza, es necesario que en el tema del racismo y del expolio del sur se consiga “hacer que les de vergüenza, y de momento, no se está haciendo”.
María Iglesias, como narradora, elige Horizonte como título para una novela que apela al momento histórico en el que vivimos, que, como recuerda en una de sus citas al inicio del libro, quiere apelar al horizonte. “Me parece que ponerlo de título es como conjurarlo, como llamarlo y atraerlo, ¿no?”, concluye.
“… EL HORIZONTE SE HA CERRADO. Y no hay salida.”
Vicente Huidobro. Canción Nueva.