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Migración
Memoria emigrante: con los olvidados, frente a los olvidadores y frente a los olvidadizos
13 de agosto de 1974, se cumplen hoy 50 años de uno de los accidentes más terribles que golpearía a la emigración extremeña. El autobús había salido de Montijo y se dirigía a Mataró. Obreros y obreras de Badajoz, de Guadiana, de Valdelacalzada o de Zalamea retornaban a sus lugares de trabajo y residencia tras haber pasado unos días de vacaciones con la familia. El autobús chocó con un camión en La Muela, en las cercanías de Zaragoza, y como consecuencia del brutal accidente 9 emigrantes perderían la vida y otros 38 serían hospitalizados. “Morir así siempre es triste, en accidente de tráfico. Pero cuando las víctimas son hombres que marchan a la fuerza, la tristeza se mezcla con la impotencia y la vergüenza”, escribiría Moisés Cayetano en el periódico Hoy días después. “En los últimos años, los extremeños han estado, por desgracia, presentes en grandes tragedias”, señalaba José Luis Costa Velasco, el periodista que cubría la noticia.
Migración
El retorno de la diáspora extremeña
En efecto, este no será el primer accidente colectivo ni el último que aflija a los emigrantes de Extremadura. En la memoria estaba bien reciente otro siniestro estremecedor: el 21 de diciembre de 1971, en las vísperas de las navidades y también en Zaragoza, el río Ebro se había tragado a otros diez parias de Extremadura, al precipitarse el autobús en sus aguas.
José María Pagador daba cuenta de ello en un poema que titularía Sangre extremeña en el Ebro. Dos de sus estrofas dicen así:
“De la emigración venían, por diciembre hasta sus pueblos;
venían para Navidad, llegaron para su entierro.
Eran de esta Extremadura donde el pan les era incierto
y vinieron a morirse en un río forastero”.
El 19 de junio de 1984 un nuevo accidente se ensañará con emigrantes extremeños. 11 muertos y 10 heridos será el balance de la tragedia. El autobús había salido de Quintana de la Serena y se dirigía a Bilbao. El accidente se produjo a cinco kilómetros de Salamanca y en él perecerían emigrantes que proceden de Perales del Puerto, Zalamea, Campanario, Monroy y Montánchez.La emigración ha sido y es una de las grandes heridas de Extremadura.
Como ha señalado Moisés Cayetano, la persona que sin duda más ha investigado la emigración en nuestra tierra, entre 1951 y 1975 Extremadura perdió más del 45% de su población. La pérdida ascendería nada menos que a 403.204 personas en la provincia de Badajoz y a 268.219 en la de Cáceres
Como ha señalado Moisés Cayetano, la persona que sin duda más ha investigado la emigración en nuestra tierra, entre 1951 y 1975 Extremadura perdió más del 45% de su población. La pérdida ascendería nada menos que a 403.204 personas en la provincia de Badajoz y a 268.219 en la de Cáceres. “Si a ello unimos el crecimiento vegetativo que los emigrantes generan, y que al tratarse de una población joven es superior al de aquellos que no emigraron, podemos afirmar que la pérdida real supera al 50% de la población”. Y para más inri, como demuestra el Instituto Nacional de Estadística, la sangría continúa. Datos del 1 de julio de 2024: Extremadura es la única región que pierde población mientras España bate su máximo histórico.
Activemos nuestra memoria de pueblo, nuestra conciencia de clase y emigrante. Desoigamos los cantos de sirena del neofascismo y la xenofobia rampantes, que parasitan nuestro miedo y lo orientan contra los nuevos migrantes. Y recordemos también a los olvidadizos que las comunidades más ricas de España lo son, entre otras razones y de forma muy sustancial, no tanto por su cacareado “espíritu emprendedor” como gracias al Plan de Estabilización franquista, a la reorganización espacial del capitalismo y al pacto de las élites oligárquicas de todo el Estado durante décadas, una alianza que ha condenado a territorios como Extremadura a ser colonia energética, coto de caza, suministradora de materias primas y lonja de mano de obra barata. Las víctimas de estas y otras tragedias migrantes, siempre en nuestra memoria.