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Minería
Numerosas afecciones patrimoniales de la mina de litio de Cáceres
Hace escasas fechas que Hispania Nostra lanzaba la iniciativa de una recogida de firmas (que se prolongará hasta septiembre) en contra del proyecto de mina de litio que amenaza la capital cacereña. En un documento difundido por su delegado en Extremadura, Alejo Hernández Lavado, y firmado por su presidenta, Araceli Pereda, la organización en defensa del patrimonio artístico manifestaba el deseo de “llamar al compromiso de toda la sociedad, pero especialmente de la extremeña, a la voluntad de acción de personas y asociaciones particulares que se preocupan por la conservación de todos los bienes culturales y naturales que pueden verse afectados por el proyecto de la mina de San José de Valdeflórez […] convencidos de que la adecuada gestión del patrimonio cultural tiene una enorme capacidad para crear riqueza y generar calidad de vida para quienes viven en su entorno, de manera que podría ser, junto a otras medidas de naturaleza estructural, una alternativa viable y sostenible para generar empleo de calidad y riqueza en su entorno inmediato”.
Turismo
Cáceres: ¿cultural o turística?
Ahondando en sus advertencias acerca de la conservación del patrimonio cultural y los riesgos del plan extractivista, la asociación afirmaba cómo “la situación actual debería ser el punto de partida de una profunda reflexión en torno a la conservación y reutilización del inmenso patrimonio de nuestro país considerándolo como un activo y no como una carga. Un activo que nos permita diseñar un modelo socioeconómico alternativo generador de actividad económica que llegue a todas las capas de la sociedad. No es fácil, nadie ha dicho que lo sea, pero la búsqueda de soluciones para problemas complejos requiere generosidad, altura de miras y visión de futuro. Las políticas cortoplacistas solo nos han traído bajos salarios y perdida de riqueza patrimonial, es decir, mayor empobrecimiento y más decepción. Protegiendo Cáceres y su entorno protegemos a la sociedad extremeña y el futuro de todos”.
La mina y su contexto geográfico y material
Para tener una dimensión adecuada del proyecto hay que precisar, siquiera a grandes rasgos, sus características básicas. Resumiendo mucho, y para aproximar de qué se está hablando exactamente, hay que señalar que la mina no está constituida por un solo núcleo que concentre el proceso extractivo y de manipulación del mineral. Ambas tareas están separadas en dos espacios distintos. Uno de ellos es la zona donde propiamente se da la extracción de mineral. Se trata de la mina (ahora subterránea), ubicada en el Valle de Valdeflores. El otro es el área de procesado del mineral, o zona industrial hidrometalúrgica, situada en el sitio de “El Guijarro”. Ambas de encuentran comunicadas por un túnel de 1.350 metros de longitud.
Hablamos, entonces, de un complejo fabril extendido en el territorio, con implicaciones diversas derivadas de su naturaleza industrial y, también, de su tamaño y morfología. No es una mina oculta a la vista a la que se accede por un orificio más o menos visible en superficie. Es eso y más cosas, con múltiples repercusiones de distintas intensidades y naturalezas.
La ciudad monumental, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO y que concentra la práctica totalidad del patrimonio arquitectónico e histórico locales, se localiza 2.450 metros al noroeste de la mina
En esta ocasión nos estamos centrando en las afecciones patrimoniales y, de forma complementaria ―por entremezclar sus orígenes y causas―, las que implican la reserva de agua del Calerizo, pero sin olvidar en absoluto que existen otras, también graves, que afectarían a la calidad de vida y la salud de la ciudadanía. Todas están derivadas, de forma especial, de la contaminación del aire con partículas tóxicas de dióxido de carbono, metano, óxido nitroso, arsénico y sulfuros de azufre, entre otros, causante de afecciones respiratorias, nerviosas y procesos cancerígenos.
Conviene remarcar, en cualquier caso, que las afecciones se darían tanto en la llamada zona cero (las áreas antes descritas) como en la ciudad de Cáceres y su patrimonio, habida cuenta de la cercanía de la mina a la misma. Todo ello puede apreciarse gráficamente y con detalle en el mapa de ubicación y distancias siguiente:
El patrimonio en riesgo
En relación al patrimonio cacereño, hemos de subrayar, por su centralidad, la absoluta proximidad de la mina proyectada a los núcleos de interés más relevantes de la población. De hecho, la ciudad monumental, declarada Patrimonio Mundial por la UNESCO y que concentra la práctica totalidad del patrimonio arquitectónico e histórico locales, se localiza 2.450 metros al noroeste de la mina. Alejándonos del casco histórico encontramos, también, el Santuario de la Virgen de la Montaña, del siglo XVII ―Bien de Interés Cultural desde 1.949―, y a tan solo 870 metros de las instalaciones proyectadas. Por su parte, las Cuevas de Maltravieso, reconocidas internacionalmente por las improntas de manos Neandertales, datadas con una antigüedad de 66.700 años y que son consideradas las representaciones conocidas más antiguas de este género en el mundo, se localizan a menos de 2 kilómetros de la planta hidrometalúrgica minera, estando ambas conectadas por el sistema kárstico natural del acuífero de El Calerizo.
Tal y como está concebida y presentada, la mina subterránea está compuesta de 18 niveles de galerías, con unas dimensiones de 800 metros de largo, por 500 de anchura y 410 de profundidad, situándose debajo de la ladera norte de la Montaña cacereña. Para poder realizar los trabajos de extracción van a ser requeridos millones de toneladas de dinamita, durante un periodo de 30 años, lo que supone, con certeza, varias explosiones todas las semanas. En la siguiente figura se pueden apreciar las dimensiones y la ubicación de la explotación proyectada tomando como referencia al Santuario de la Virgen de la Montaña.
Afecciones a la Ciudad Monumental
Una de las fases del proceso industrial para la obtención del hidróxido de litio es la tostación en una planta de combustión a alta temperatura con azufre, que va a implicar la liberación de grandes cantidades de dióxido de azufre (SO2) al aire a través de las chimeneas. El dióxido de azufre es una sustancia reductora que, en contacto con la humedad ambiental, se transforma en ácido sulfúrico, que genera la denominada “lluvia ácida”, causante del denominado “mal de la piedra”, reacción química que descompone los materiales rocosos. En este caso, existe el riesgo claro de que los palacios y las murallas de la Ciudad Monumental de Cáceres se vieran afectadas por episodios de lluvias acidas, iniciando los consiguientes procesos de descomposición, ya que los vientos del este llevarían la contaminación durante cinco meses al año en dirección a la ciudad.
La mina subterránea está compuesta de 18 niveles de galerías, con unas dimensiones de 800 metros de largo, por 500 de anchura y 410 de profundidad, situándose debajo de la ladera norte de la Montaña cacereña
Otra posible afección vendría provocada a partir de las vibraciones generadas en el terreno y en los estratos geológicos por el uso continuado, durante 30 años, de explosivos para la extracción de las rocas minerales. Las vibraciones afectarían fundamentalmente a las cuarcitas armoricanas que constituyen el sinclinal cacereño y la Montaña y que tiene continuidad hasta las mismas cuarcitas que constituyen la base donde se asientan directamente los edificios y las murallas de la Ciudad Monumental. Estas vibraciones podrían afectar a la estructura de las edificaciones.
Afecciones al Santuario de la Virgen de la Montaña
Debido a la proximidad a la mina, y estando la misma debajo de la ladera norte de la Montaña, con seguridad la edificación del Santuario se vería afectada por las citadas vibraciones aún en mayor medida que la ciudad monumental, con las más que esperables grietas y debilidad de su estructura, pues este también se construyo encima de la roca madre cuarcítica.
Otro riesgo probable, y no menor, lo constituye la aparición de socavones y hundimiento del terreno a causa del hipotético colapso de las galerías de las minas.
Como colofón, la indiscutible afección paisajística sería manifiesta desde lo alto del actual Santuario.
Afecciones al acuífero de El Calerizo
El origen de la población de Cáceres se sitúa históricamente relacionado, desde el punto de vista del abastecimiento de agua, al acuífero permanente de El Calerizo, que mana en la Fuente del Rey, situada a su vez en la Charca del Marco y que conforma el inicio de la ribera del mismo nombre.
El área minera en superficie, de unas 100 hectáreas, donde quedaría ubicada la planta hidrometalúrgica, las escombreras de residuos de lixiviación, las balsas de lodos y otros anejos, se sitúa directamente sobre las calizas del acuífero en un 80%. Todas las instalaciones del proyecto minero están en la cuenca de recepción de aguas del mismo, siendo el terreno un espacio endorreico. En el siguiente mapa se puede apreciar el área caliza afectada.
En caso de filtraciones, un tipo de incidente recurrente en este tipo de explotaciones, es evidente la posibilidad de contaminación por acidificación del acuífero y sus aguas. En ese caso, y teniendo en cuenta la imposibilidad material de su limpieza con agentes externos, este quedaría contaminado por décadas hasta completar su propia regeneración natural.
Por otro lado, y en caso de una extracción masiva de agua (previsible en procesos extractivos que practican lavados), es imposible descartar un vaciado de las cavidades kársticas y, consecuentemente, la aparición de socavones en el terreno, hecho que ya ha sucedido en los años 80.
Afecciones a las Cuevas de Maltravieso
La Cueva de Maltravieso es una cavidad kárstica originada en la caliza por las aguas de El Calerizo. Su bioclima interior es estable en humedad, temperatura y Ph, y las paredes donde se asientan las pinturas y las improntas de las manos neandertales tienen que mantener las cualidades físicas intactas para evitar su deterioro.
La acidificación por contaminación con químicos ácidos del agua del acuífero puede provocar, de manera derivada, el cambio drástico de las condiciones estables del interior de la cueva y de las paredes de la misma, que mantiene su humedad con el agua que asciende por capilaridad del subsuelo calizo. La acidificación del aire y de las paredes de la cavidad constituyen, también, otro de los riesgos de deterioro de las pinturas rupestres.
A los aspectos relacionados con la agresión medio ambiental, con el perjuicio al turismo, con los riesgos para la salud, se suman, pues, aquellos que tienen que ver con los daños posibles a un más que importante patrimonio cultural artístico y arquitectónico. Para asociaciones vecinales y ambientalistas, para un movimiento popular que lleva años manifestando su oposición al plan minero, finalmente, la cuestión que queda siempre en el aire es cómo se puede entender, y desde qué parámetros que no sean los del negocio y el cortoplacismo, la ubicación de un complejo contaminante y agresivo de las características de la mina de Valdeflores virtualmente al lado, a unos pocos minutos andando, de una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad.