Opinión
La rabia y la mirada larga

Se celebra en estos días el juicio contra los acusados del asesinato a patadas de Samuel Luiz, hace ya tres años largos, al grito de “maricón”. ¿Es legítimo, lícito, útil, éticamente correcto o bueno el que se estén compartiendo las fotos de los acusados en redes?
Justicia Para Samuel Sevilla 10
Velas en recuerdo a Samuel en Sevilla en una concentración en julio 2021, después de su asesinato. Francisco Javier Huete

Psicólogo analista de la conducta con perspectiva queer e interseccional

@desmarcadxs

22 oct 2024 07:00

Andamos revueltes estos días semana, tal vez un poco más que todas las demás semanas. Resumiendo, y por si alguien no ha estado al día, se celebra en estos días el juicio contra los acusados del asesinato a patadas de Samuel Luiz, hace ya tres años largos, al grito de “maricón”. Me obligo a no usar demasiados adjetivos, en primer lugar, porque todos se me quedan cortos, y, en segundo lugar, porque no es (solo) esta última cuenta del rosario de violencias a las que nos someten la que me hace reflexionar hoy. 

El debate estos últimos días se ha centrado en algo que tal vez pueda parecer, a un observador distante, totalmente irrelevante: ¿Es legítimo, lícito, útil, éticamente correcto, adecuado o, en resumidas cuentas, bueno, el que se estén compartiendo las fotos de los acusados en redes sociales con ánimo expreso de señalarles y marcarles? ¿Qué se pretende con ello? ¿Qué se consigue? Hay, por supuesto, un abanico de respuestas a estas preguntas tan amplio como se pueda imaginar, desde la defensa furibunda de que “deberían colgarlos” hasta un cuasi beatífico “demostremos que somos mejores”. Hay, por encima de todo, ruido. 

Inicialmente, me subí al carro del señalamiento con cierto entusiasmo; mentiría si dijera que no deseaba, en ese momento, que estas personas vieran sus vidas arruinadas. Pero di un paso atrás

Confieso que, inicialmente, me subí al carro del señalamiento con cierto entusiasmo. Mentiría si dijera que no deseaba, en ese momento, que estas personas sufrieran intensísimamente y que vieran sus vidas arruinadas. No estoy seguro de no desearlo incluso ahora. También confieso cierto fastidio al ver a la primera persona que criticó el señalamiento, cierta sensación de frustración, de “por favor, es que no podemos ni gritar a gusto, tenemos que ser siempre quienes ponen la otra mejilla”.

También, debo admitirlo, me cansa que se nos hurte o nos hurtemos algo que, en el caso Pélicot o el de los empresarios pederastas de Murcia, parecíamos estar todes de acuerdo en que era no solo útil, sino necesario. Parece que, de pronto, cuando la víctima es uno de los nuestros, nos salen los escrúpulos y pedir no ya sangre, sino el mismo trato que cualquier otra víctima, es una ordinariez o el fin de nuestra utopía soñada. ¿No es legítima esa rabia? ¿No la reivindicamos en tantas otras ocasiones?

Igualmente, borré todo lo que había publicado hasta ese momento y, como mucha de la gente que conozco, me enfrasqué en conversaciones más o menos encendidas al respecto con parejas, amigues y conocides. 

Cuando no tengo muy claro qué pensar, me repliego a lo que sé. Por suerte o por desgracia, soy psicólogo. Analista de conducta, para más señas. Así que, después de hablar y leer a tanta gente a la que respeto y admiro, di un paso atrás y me obligué a ver esto no como una emergencia social o como un caso de una violencia horrenda que me interpela como maricón, sino como un problema de conducta a analizar. 

Más que preguntarnos por qué hicieron algo así, la pregunta debería ser más bien qué clase de contexto y de historia personal llevan a que un comportamiento como matar a alguien a patadas esté en el repertorio de estas (y tantas otras) personas

Desde mi punto de vista como analista de conducta, y espero que se me entienda bien, no interesan las personas concretas, sino los comportamientos de los que son vehículo. Estas personas —cinco en total son las que responden en el juicio en estos días—, a falta de que el juicio los condene por ello, ejercieron una violencia absolutamente repulsiva contra otra persona, posiblemente al asociarla, a través de un conjunto de claves estimulares (su ropa, su gestualidad, su aspecto), a una categoría concreta: “maricón”. Sería sencillo explicarlo diciendo “son gentuza”, pero nuestra conducta no puede explicarse de una manera tan circular como “han hecho cosas malas porque son mala gente”. 

Sabemos fehacientemente que nuestro comportamiento —englobo ahí también nuestras emociones y pensamientos— es fruto de nuestra historia de aprendizaje en diálogo con nuestro contexto actual. No hay una esencia interna de la que broten nuestras acciones, ni nuestras emociones son producto de un alma que nos habita y nos guía: sencillamente establecemos asociaciones entre elementos del contexto, y entre estos y las consecuencias inmediatas y a menudo casi imperceptibles de nuestros actos. Por lo tanto, más que preguntarnos por qué hicieron algo así, la pregunta debería ser más bien qué clase de contexto y de historia personal llevan a que un comportamiento tan absoluta y completamente fuera de toda medida como matar a alguien a patadas esté en el repertorio de estas (y tantas otras) personas.

Es ese contexto, esa historia, lo que es verdaderamente responsable en último término de que esto haya ocurrido. Mientras el esfuerzo se limite a castigar a personas concretas, y no se traduzca en modificar los contextos cotidianos para que sus comportamientos sean menos probables, estaremos siempre barriendo hojas, en lugar de talar el árbol. Por supuesto, este tipo de cambio social requeriría de unos medios y un esfuerzo coordinado que rara vez se llevan a cabo, y, sobre todo, de una mirada larga, estratégica, que no se permita a sí misma vacilar en su empeño de disponer las condiciones de tal manera que lo que nos duele hoy deje de ocurrir en el futuro.

Hasta aquí, por lo tanto, de acuerdo con que convertir las caras de estas personas en algo reconocible es miope y poco útil. 

Y, sin embargo, ¿no hay nada bueno que decir del señalamiento de los perpetradores cuando todo un sistema les asiste? Porque de lo que decía antes se sigue que el contexto social permite, fomenta y hasta premia (en el peor de los casos) o, al menos, tolera (en el mejor) la agresión contra personas disidentes. Ya tienen todo un sistema de su parte, un sistema que les ha creado, que ha permitido y fomentado que hayan sido vehículos de estos comportamientos. ¿Acaso no es una buena estrategia el señalamiento, el “que el miedo cambie de bando”? 

Que el “que el miedo cambie de bando” es una buenas estrategia, pero cuando hemos compartido sus caras, muy pocos de nosotros estábamos pensando en el precedente que se sienta para otras víctimas, para otros perpetradores

Rotundamente sí. También es una buena estrategia, si lo que queremos es que, ante la posibilidad de perpetrar un acto como este, el sujeto en cuestión anticipe que le puede seguir un escarnio público, que no es algo que se queda aquí y ahora, que puede tener consecuencias sociales (más allá de las legales) en su vida. Y, aún más importante, puede hacer que alguien que haya sufrido una agresión se anime a denunciarlo, a compartirlo, a contarlo, porque anticipe que, a esa costosísima conducta, le va a seguir un apoyo social importante. 

Pero vamos a ser honestos: cuando hemos compartido sus caras, muy pocos de nosotros estábamos pensando en el precedente que se sienta para otras víctimas, para otros perpetradores. No estábamos pensando demasiado en el futuro. Estábamos reaccionando como lo hacemos cuando vemos a una araña que nos sobresalta: con la víscera. Nuestra respuesta de repugnancia, de enfado, de deseo de dañar, es puramente pavloviana, automática y rápida, y dispara respuestas encaminadas a calmar esas emociones.

No me creo que quienes dieron (o dimos) al botoncito de compartir una story de Instagram, un comportamiento que no llega a durar casi ni un segundo, lo hiciéramos tras deliberar y concluir que era un curso de acción recomendable contra la violencia homófoba. No es una mirada larga o estratégica, sino un manotazo dado por reflejo. Esto no significa que ese manotazo no sea legítimo y hasta necesario; al fin y al cabo, existe para protegernos. Lo que sí significa es que no es una estrategia muy adecuada para el medio o largo plazo. El manotazo es cortoplacista, busca la resolución y el alivio instantáneos.

Entonces, ¿qué hacemos? Yo personalmente creo que, si reaccionar con la víscera es legítimo e incluso necesario, si compartir sus caras puede tener un efecto a medio o largo plazo positivo, y si centrarse en las contingencias estructurales que han moldeado su comportamiento es lo que impedirá que ocurra de nuevo, la cosa está clara. Cada una de esas estrategias tiene su momento y su lugar: la expresión de la ira y el dolor son necesarias y podemos y debemos permitírnoslas como colectivo, porque el manotazo nos salva hoy.

Pero es la mirada larga la que nos salva el resto de los días y, si entran en conflicto, debe primar siempre la estrategia por encima del desahogo. Lo relevante para que casos como el de Samuel no vuelvan a ocurrir no es tanto lo que les pase a estas personas como lo que nos pase al resto: lo que le pase a un niño que llama “maricón” a otro en el patio, lo que le pase a una jefa que tiene como muletilla un “maricón el último” o lo que le pase a un político que se refiere a las drag queens que hacen cuentacuentos infantiles como un peligro o potenciales pedófilas. Es ahí donde se tiene que centrar el esfuerzo y a donde deben ir dirigidas las políticas institucionales que realmente quieran acabar con esta violencia: consecuencias inmediatas en todos los contextos, no únicamente administradas por las personas LGBTIAQ+ violentadas (que en muchas ocasiones estarán en una situación de precariedad o indefensión que lo impediría), sino por el contexto y sus controles. Las consecuencias demoradas no tienen tanto peso en la conducta, por muy espectaculares que puedan resultar. 

No puedo tampoco pedir a nadie que no comparta las caras de esta gente, pero sí me permitiré recordar que estaremos desperdiciando ese gran parte de su potencial si de ese motor sacamos únicamente un señalamiento  

Quiero que quede claro que ninguna de estas reflexiones sale de la empatía; no siento ninguna empatía hacia estas personas. No me preocupa ni lo más mínimo lo que puedan estar pensando, sintiendo o sufriendo. No me importa que sus vidas queden indeleblemente marcadas por esto. No hablo desde la consideración de su situación ni el deseo de poner la otra mejilla ni la voluntad de ser “buena persona”, sea lo que sea eso: hablo desde la mirada larga que me fuerzo a adoptar. Desde la estrategia. Desde lo que sabemos que funciona. Ellos son irrelevantes. 

Una última cosa respecto a la rabia, y espero que se me perdone la ordinariez de hablar como terapeuta aquí: bienvenida sea. La rabia no hay que apagarla, no hay que afear a la gente que la exprese ni considerarla algo inferior o indigno. Aparte de que eso sería tremendamente injusto con personas a las que quizás lo ocurrido interpela más directamente que a quien lo censura, la rabia nos salva en muchas ocasiones, y hay que permitirse sentirla e incluso dejar que, a veces, dirija lo que hacemos.

Por eso no puedo tampoco, con total honestidad, pedir a nadie que no comparta las caras de esta gente, o que no les deseen el mal públicamente. Pero sí me permitiré recordar que, si de ese motor que es la rabia sacamos únicamente un señalamiento (merecido) de los perpetradores y no también un impulso para presionar para que se modifiquen las condiciones contextuales que moldearon su forma de actuar, estaremos desperdiciando ese gran parte de su potencial. No creo que la rabia y la mirada larga sean estrategias incompatibles, ni que todo el mundo tenga que aplicar la misma. Sí creo que, si nos quedamos en la efervescencia de este momento, estaremos haciendo más pirotecnia que fuego verdadero.

Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Literatura
Daria Serenko “Mi patria parece un cementerio”
La autora rusa Daria Serenko está exiliada en España desde el año 2023. Es una de las miles de personas consideradas “agentes extranjeros” por el Gobierno de Vladimir Putin. Serenko presenta su libro 'Deseo cenizas para mi casa'.
Agresiones homófobas
Homofobia Una pareja es agredida por homofobia en el Carnaval de Badajoz
Dos jóvenes serán procesados por un delito de odio tras una agresión homófoba en Badajoz. Las víctimas recibieron insultos, patadas y puñetazos, sufriendo heridas leves.
Culturas
Sandra Cendal “No miramos lo que hacen las grandes editoriales porque no jugamos en esa liga”
La editora de Continta me tienes habla de los diez años de la colección ‘(h)amor’, de consolidarse como editorial desde los márgenes y del “tsunami” que viene de la mano del fascismo.
alf ralf
26/10/2024 1:01

Es muy buen artículo, que invita a la reflexión elaborada y tiene en cuenta diferentes puntos de vista. Gracias al autor y a El Salto.

1
0
Tribuna
Tribuna Ladróns de luva branca no Parlamento
As traballadoras e traballadores da CRTVG pagaremos os efectos dunha lei antidemocrática que nos retira algunhas das poucas ferramentas que tiñamos para defendérmonos e esixir respecto pola misión de servizo público que a corporación ten encomendada.
Culturas
Cultura ‘O minuto heroico’ racha co silencio sobre o Opus: “É un documental sobre a vulneración sistemática de dereitos”
Dirixido pola prestixiosa xornalista Mònica Terribas, o documental destaca os testemuños de 13 mulleres que relatan os malos tratos e coaccións sufridos no seo da organización. Falamos con Terribas e Marina Pereda, antiga membro do Obra.
Historia
Descifrando a historia As 4.000 cigarreiras da Coruña: a primeira folga de mulleres na historia de Galiza
O 7 de decembro de 1857, as mulleres da Real Fábrica de Tabacos iniciaron unha revolta polos seus dereitos que fixo historia no imaxinario do sindicalismo galego.
Feminismos
Feminismos As mulleres galegas ocupan o segundo posto de menor retribución por hora de todo o Estado español
A súa precariedade maniféstase na contratación temporal, oportunidades limitadas de promoción e acceso limitado a postos de dirección. A desigualdade estrutural afecta especialmente ás traballadoras do sector primario, onde permanecen invisibles.

Últimas

Badajoz
Derechos laborales Denuncian la privatización y precariedad en la muerte en el piso tutelado en Badajoz
Los sindicatos y consejos profesionales señalan que las subcontrataciones limitan los recursos humanos y materiales, poniendo en riesgo a menores y profesionales.
Pueblo kurdo
Siria Las milicias kurdas firman un acuerdo ambiguo con Damasco en un Estado sirio aún sin definir
Las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), lideradas por los kurdos, y el Gobierno de Al Jolani han firmado un acuerdo que promete estabilidad, pero que deja más preguntas que respuestas.
Toledo
Medio ambiente El vecindario de Seseña lucha contra una planta de asfalto que se instalará a 650 metros de sus casas
Tan solo falta un informe de la Junta de Comunidad de Castilla-La Mancha para que se comience a levantar una planta de asfalto cerca de las viviendas de este pueblo de Toledo.
Huelva
Medio ambiente Un fondo de inversión amenaza Doñana con la construcción de un proyecto gasístico
Los ecologistas alertan sobre los peligros ambientales de la petición del nuevo sondeo asociado al almacenamiento de gas natural Marismas, promovido por Trinity Energy Storage, en el que participa el fondo de inversión Teset Capital
Comunidad de Madrid
Privatización de los servicios sociales Ayuso propone 40 residencias privatizadas en una comunidad donde solo el 5% son públicas
El gobierno de la Comunidad de Madrid planea la construcción de 40 residencias cuya gestión estará en manos de empresas privadas. Partidos políticos, sindicatos, ONG y colectivos sociales se unen para oponerse a este nuevo “plan privatizador”.
Más noticias
Ecuador
Ecuador Los derechos de la naturaleza en Ecuador, una “luz de esperanza” en la lucha por el medio ambiente
El derecho de la naturaleza, una figura jurídica introducida en la Constitución de Ecuador, está sirviendo para frenar proyectos que atentan contra los ecosistemas. Así ocurrió en el Bosque Los Cedros, en el norte de este país sudamericano.

Recomendadas

Culturas
Cultura ‘O minuto heroico’ racha co silencio sobre o Opus: “É un documental sobre a vulneración sistemática de dereitos”
Dirixido pola prestixiosa xornalista Mònica Terribas, o documental destaca os testemuños de 13 mulleres que relatan os malos tratos e coaccións sufridos no seo da organización. Falamos con Terribas e Marina Pereda, antiga membro do Obra.
Sergas
Sanidade O Sergas dificulta o acceso a máis de 8.500 contratos que suman 57 millóns de gastos
A Axencia de Doazón de Órganos e Sangue indexa miles de pagos sen concepto e imposibilita a súa auditoría. A Xunta de Alfonso Rueda sostén que a opacidade débese a “un erro de codificación”. Porén, esta práctica repítese desde 2018.
Migración
Migraciones Bruselas anuncia un nuevo proyecto de ley para acelerar las deportaciones de personas migrantes
La Comisión Europea ha presentado este martes un nuevo proyecto de ley que tiene como objetivo intensificar y acelerar las deportaciones de personas indocumentadas a sus países de origen o países de tránsito.