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Palestina
Hipocresía, racismo, colonialismo y bombardeos a cada hora mientras nadie frena a Israel
El domingo por la tarde el periodista gazatí, Motaz Azaiza, compartía las siguientes palabras en una foto de su cuenta de Instagram: “Ahora se trata de vida o muerte. Hice lo que pude. Estamos rodeados de tanques israelíes. La etapa de arriesgarse para tomar fotos ha terminado, y comenzó la etapa de sobrevivir. Ya he enviado bastantes fotos y doy testimonio a Dios de que fue con un propósito y un servicio para nuestro país. Ahora vivimos bajo un asedio interno. No podemos salir ni al norte ni al sur. Los tanques israelíes están rodeando las regiones centrales desde el norte y el sur. Nuestra situación es más trágica de lo que pueden imaginar. Recuerden que no solo somos un contenido de red social para compartir, somos un pueblo al que están masacrando y una causa que intentan borrar y que intentamos mantener viva”.
Motaz Azaiza forma parte de un grupo de héroes y heroínas que, durante estos meses, han retransmitido al mundo, mediante sus cámaras y testimonios, el genocidio en Gaza. Periodistas que han arriesgado sus vidas desde el 7 de octubre para retratar y denunciar ante al mundo las masacres perpetradas por Israel contra su propio pueblo. Entre ellas, @wizard_bisan, @byplestia, @eid_yara, @hani.aburezeq, @hamza_w_dahdood y muchas más, cuyos relatos han sido y serán siempre esenciales. El retrato de un genocidio en directo mientras la comunidad internacional mostraba su incapacidad para frenarlo y su hipocresía racista.
Tras el cese de la tregua, Israel volvió a bombardear de forma masiva a la población de la Franja de Gaza. La periodista Wizard Bisan, denunciaba en su cuenta de Twitter el domingo por la mañana que 1.000 personas habían sido asesinadas en las últimas 24 horas.
El IMEU (Institute for Middle East Understanding) publicaba este lunes que los ataques israelíes sobre Gaza se traducían, de momento, en más de 21.000 asesinatos, incluyendo a los presuntos muertos bajo los escombros y al menos 1.9 millones de palestinos, un 80% de la población de Gaza ha sido desplazada. Son las cifras de un genocidio que se ha ejecutado con la complicidad de la comunidad internacional, a pesar de que los pueblos de todo el mundo se han levantado para protestar y a gritar de forma unánime que este genocidio no será en nuestro nombre.
Es 5 de diciembre y, desde el 7 de octubre que Israel bombardea Gaza, la comunidad internacional no ha frenado un genocidio que está siendo televisado y retransmitido en todo el mundo. Cada día que pasa, la hipocresía occidental pesa más, y pesa en forma de complicidad con el genocidio.
Si con la guerra de Ucrania, el posicionamiento a favor del pueblo ucraniano fue inmediato, al igual que la condena al accionar de Putin, esto ha sido diametralmente inverso en el caso de Palestina
Asistimos en los últimos meses a una muestra del funcionamiento de la hipocresía más cruel e interesada de la comunidad internacional. Si con la guerra de Ucrania, el posicionamiento a favor del pueblo ucraniano fue inmediato, al igual que la condena al accionar de Putin, esto ha sido diametralmente inverso en el caso de Palestina. Por un lado, desde el principio, y de forma contundente, gran parte de la comunidad internacional —a excepción de varios países del Sur global, entre otros, Bolivia, Colombia o Sudáfrica— apoyaron sin condiciones a Israel, mediante la legitimación absoluta y constante del derecho a defenderse. Por otro lado, las condenas a Netanyahu han sido tímidas, por lo general, y si bien la decisión de algunos países de cortar relaciones institucionales y diplomáticas con Israel han ido en aumento —también gracias al impulso antiimperialista y comprometido de los países del Sur global— todavía es necesario que muchos más países se sumen a esta iniciativa.
La deshumanización de las vidas palestinas ha sido una constante desde el 7 de octubre. Los medios de comunicación tradicionales, aquí y allá, en casi todo el mundo, han ido desplegando un lenguaje cómplice con el genocidio. Muertes en vez de asesinatos, o presos en vez de rehenes son algunas de las frases que hemos visto repetidas. También, desde el activismo y los movimientos sociales pro palestinos se ha insistido mucho en la lógica de cómo Occidente deshumaniza a los hombres palestinos en contraposición con los hombres israelíes. Si bien, mediante una estructura igualmente racista y colonial, los medios en cierta parte sí visibilizan una parte del dolor de las muertes de niñas, niños y mujeres palestinas, invisibilizan de algún modo el duelo por los asesinatos de hombres palestinos.
Análisis
Palestina Un periodismo en resistencia contra la banalización del genocidio
En Occidente, algunas vidas valen más que otras. La lógica racista y colonial de la generación de la otredad, la deshumanización y la normalización de la muerte de ciertos cuerpos frente a otros es un patrón que es fácilmente reconocible en las políticas y discursos de los Estados occidentales. Cuando estalló la guerra en Ucrania, todos los políticos de la UE mostraron su apoyo contundente a este país y, hicieron uso de todos los mecanismos legales para facilitar el asilo a las refugiadas ucranianas. No olvidaremos ese momento porque, unánimemente tras años obstaculizando el acceso a las personas migrantes procedentes de países africanos, árabes y latinoamericanos, los países europeos no temblaron en abrir todas las vías legales y puertas para facilitar el acceso seguro a las personas ucranianas. Fue una muestra de que la voluntad política lo es todo y está absolutamente condicionada por intereses económicos, racistas y coloniales.
Así como se asesina a personas en las fronteras del Estado español, se perpetra una masacre tan trágica como la del Tarajal o la del 24J en Melilla y Marlaska sigue en el Ministerio, por ser vidas negras las asesinadas mediante una deshumanización absoluta, también se permite que las vidas palestinas sigan muriendo día a día bajo los bombardeos. ¿Por qué? Porque no son vidas blancas.
Como afirma el experto en relaciones internacionales, escritor y activista fundamental en la lucha antirracista, Sani Ladan, en una entrevista a este medio: “No podemos analizar lo que sucedió en Melilla sin tener en cuenta el componente racial porque los cuerpos negros han sido considerados como deshechos durante mucho tiempo, como excedentes. Las fronteras son la manifestación clara de ese racismo que sucede en un espacio muchas veces considerado como de no derecho para una parte de la población mundial, las personas negras.”
Uniéndolo a la cuestión del pueblo palestino, del mismo modo en que Sani Ladan denuncia que los cuerpos negros han sido considerados como deshechos y excedentes, los cuerpos palestinos han sido sistemáticamente maltratados y asesinados por Israel, discriminados y deshumanizados desde el inicio de la ocupación sionista en Palestina.
Palestina
Palestina Gaza, corazón del mundo
En el mismo sentido, y siguiendo a Helios F. Garcés, autor del libro Religión vs. Revolución y de numerosos artículos, según compartía en su cuenta de X el 4 de diciembre, es fundamental tener en cuenta que, desde la izquierda del Estado español, el nexo entre racismo y colonialismo reflejado en la cuestión palestina y en las políticas migratorias ha de ir más allá, yendo a la raíz, leyendo, estudiando y citando a las autoras decoloniales y a las activistas antirracistas que llevan tantos años escribiendo sobre esto. “En su lugar, las alusiones a la cuestión migratoria siguen invisibilizando que detrás de esa categoría existen también sujetos políticos coloniales y formas de racismo ancestrales en el Estado español: el racismo anti-moro, el racismo anti-negro, el racismo anti-indígena” apuntaba Helios F. Garcés en su cuenta.
Israel, a través del proceso de ocupación, de expolio y despojo de tierras, ha ido formulando y construyendo una estructura de marketing sionista —apoyado por Occidente—, en la que Israel ha tratado de venderse como la “única democracia en Oriente Medio”. Esto, a la vez que Israel intentaba consolidarse como una economía fortalecida a través de la venta de armas, material de espionaje e inteligencia y productos que vienen de tierras ocupadas palestinas (recordamos que con el código de barras 871). Los países occidentales han comerciado todos estos años, y siguen haciéndolo, con un país criminal, y en parte, la tibieza y el miedo de condenar a Israel, proceden de sus intereses geoestratégicos y económicos. En todo ello, Estados Unidos ha sido el fiel amigo de Israel en apoyarle en esa campaña de marketing para venderse como democracia, a la vez que intentaba generar una normalización de relaciones con países árabes.
Israel comete crímenes y masacres constantes en Gaza desde el 7 de octubre, vulnera sistemáticamente la legalidad internacional, tanto en Gaza como en Cisjordania, detiene a miles de personas en Cisjordania en el período de intercambio de rehenes, bombardea Líbano y Siria y sigue siendo defendido de forma incondicional por parte de la comunidad internacional.
El pasado jueves, la periodista especializada en información internacional, Oriente Medio y Derechos Humanos, Olga Rodríguez, compartía en su cuenta de X las palabras del doctor Abu Sitta, que estuvo seis semanas en Gaza denunciando haber visto quemaduras por fósforo blanco —un arma incendiaria— “Traté heridas por fósforo ya en 2009. Estoy muy familiarizado con esas quemaduras. Al ser químicas llegan hasta el interior del cuerpo (…) hasta los huesos”. Igualmente, Rodríguez compartía un vídeo de Motaz Azaiza en el que explicaba que la avenida de Salah Al-Din en Gaza es, según el ejército israelí, la vía segura para el desplazamiento forzado al sur. A pesar de ello, el lunes hubo disparos israelíes contra civiles.
Asistimos en estos meses a numerosas reuniones y votaciones en las que, sistemáticamente, la incapacidad de la comunidad internacional de condenar unánimemente el genocidio y de intentar frenar las masacres israelíes en Gaza se imponía
Mientras escribo, Israel sigue masacrando a la población gazatí. Hay miles de historias que contar y muchísimos crímenes que denunciar e investigar. A la par que Israel acomete el genocidio contra la población palestina, la comunidad internacional sigue sin ser capaz de frenar a Israel. Asistimos en estos meses a numerosas reuniones y votaciones en las que, sistemáticamente, la incapacidad de la comunidad internacional de condenar unánimemente el genocidio y de intentar frenar las masacres israelíes en Gaza se imponía. Mientras las reuniones se producían y esta incapacidad de condena se desplegaba a la par que la hipocresía, millones de personas de todo el mundo se levantaban en contra del genocidio y marchaban por las calles para denunciar que esto no será en nuestro nombre. La movilización, las acciones de boicot, incluso los crecientes movimientos de cortar relaciones diplomáticas han llegado a un punto histórico para el movimiento de solidaridad pro-palestino.
Igualmente, Olga Rodríguez, que está realizando una labor fundamental para explicar y transmitir de forma constante lo que sucede en Palestina escribía en su cuenta de X el 23 de octubre que “Ante la mirada del mundo quedarán en la Historia los aplausos, los apoyos, los silencios y la normalización de la masacre”. No puedo más que adherirme y aplaudir estas palabras por todo lo que significan y representan. Una vez más, gran parte de los países occidentales exponen ante el mundo su hipocresía, racismo y lógica imperialista y se posicionan en el lugar incorrecto de la historia, mientras los pueblos de todo el mundo denuncian el genocidio.
Ante la impotencia del genocidio, la unión y la solidaridad internacionalista de apoyo al pueblo palestino son más esenciales que nunca. Realmente el apoyo al pueblo palestino está siendo histórico, y también quedará en los libros de historia, de qué forma, mientras los Estados se negaban a condenar y a llamar por su nombre a un genocidio, millones de personas llenaban las calles para mostrar su apoyo incondicional a la población palestina. Toca seguir denunciando cada masacre, de forma cotidiana. Ante la masacre, salgamos a las calles, sigamos las convocatorias y eventos de organizaciones como BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) que tiene representación en numerosas ciudades del Estado español, al igual que otros movimientos sociales pro palestinos. Sigamos gritando en cada barrio, en cada pueblo y en cada país, que este genocidio no será ejecutado en nuestro nombre y que el racismo y colonialismo de Occidente, a la par que su complicidad con Israel, no nos representan.
La voz de los pueblos solidarios es fundamental a fin de continuar presionando a los países que siguen apoyando de forma incondicional a Israel. Es urgente que el Estado español y su Ejecutivo se posicionen firmemente, que condenen sin vacilaciones este genocidio, sancionen, pongan fin al comercio de armas, e inicien acciones para romper relaciones diplomáticas con Israel, estando a la altura de la historia, y del compromiso y la solidaridad de todas las personas que han salido a manifestarse día a día estos meses en apoyo a la población palestina. Un ejemplo de buena práctica ha sido la interrupción de relaciones del Ayuntamiento de Barcelona, además de todas las acciones de ruptura diplomática de otros países como Colombia, Bolivia o Sudáfrica.
Ante la defensa y complicidad incondicional con Israel que refleja el racismo, el pensamiento colonial, la deshumanización, la generación de la otredad y la normalización de la muerte de miles de vidas palestinas, es esencial, seguir leyendo sobre la historia de la ocupación, compartiendo, denunciando y saliendo a marchar a las calles. Cada acción y cada voz importan en estos momentos para mostrar el apoyo al pueblo palestino.
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