Andalucía
El andalucismo entre el panarabismo, la nueva izquierda y el pasado andalusí. Una entrevista a Rojas-Marcos

Alejandro Rojas-Marcos (Sevilla 1940) es uno de los padres del andalucismo político contemporáneo, fundador y secretario general del Partido Socialista de Andalucía.
Alejandro Rojas Marcos 1979
Fotografía de Alejandro Rojas Marcos con la llegada del PSA al Congreso de los diputados en 1979
Profesor de Historia contempoánea en la Universitat Pompeu Fabra. Investigador principal del proyecto Memorias del Anti-imperialismo.
12 ene 2024 21:03

Alejandro Rojas-Marcos (Sevilla 1940) es uno de los padres del andalucismo político contemporáneo, fundador y secretario general del Partido Socialista de Andalucía, más tarde Partido Andalucista. Fue diputado por la provincia de Cádiz en 1979 y 1982, y entre 1989 y 1991 por la provincia de Sevilla. Alcalde de Sevilla de 1991 a 1995 y teniente de alcalde de 1995 a 1999. Ha sido el dirigente más importante del andalucismo político en el largo ciclo de la segunda ola andalucista (1965-2015), fue el padre del autonomismo andaluz, de la recuperación del proyecto autonomista de Blas Infante que desembocó en las manifestaciones del 4 de diciembre y que condujo a la aprobación del Estatuto de Autonomía de Andalucía. También llevó a cabo una importante labor de relaciones internacionales del andalucismo en todo el mundo árabe. Hoy, es presidente de la Fundación Alejandro Rojas Marcos con la que ha impulsado la institucionalización del 4 de diciembre como Día de la Bandera y la creación de la Cátedra 4 de Diciembre junto con el Ayuntamiento de Córdoba y la Universidad de Córdoba.

Buenas tardes, Alejandro Rojas Marcos, gracias por concederme esta entrevista para el proyecto Memorias del antiimperialismo, que pretende poner de relieve la influencia de las luchas del llamado Tercer Mundo en la formación teórica e ideológica de la izquierda nacionalista en España. En este caso, me interesa hablar con usted sobre los intercambios y diálogos que el andalucismo político mantuvo con el mundo del panarabismo y el socialismo árabe en las décadas de 1970 y 1980. Lo primero que quería preguntarle es, ¿en qué momento comenzó a interesarse por la política internacional?

Bueno, tuve tres experiencias importantes sobre la cuestión internacional. La primera fue en mi infancia. En 1951, estudiaba en el colegio de los jesuitas de Sevilla y, de vez en cuando, traían a una personalidad para que nos hablara a los niños. Recuerdo que en una ocasión trajeron a Pedro Arrupe, que más tarde se convertiría en el líder de los jesuitas. En aquella época era sólo un sacerdote que venía de Japón. El padre Arrupe nos contó lo que había visto en Japón, donde había pasado la Segunda Guerra Mundial como prisionero, porque el gobierno japonés lo consideraba un espía. Más tarde había vivido la caída de la bomba atómica en Nagatsuka, muy cerca de Hiroshima, y nos contó los horrores que había visto de niños ardiendo, corriendo a sus brazos. Yo me quedé muy conmocionado. No dormí esa noche y al día siguiente le pedí a uno de los jesuitas que volviera el Padre Arrupe para hablar con él. No sé por qué, pero el padre Arrupe volvió para habla conmigo. Le pregunté por la guerra y me explicó que no era sólo una guerra, sino un crimen. Eso tuvo un gran impacto en mí siendo niño. 

La segunda experiencia que tuve fue de adolescente. Mi familia me envió a Londres con otra familia para aprender inglés y poder ir al instituto. Mientras estaba en Londres recuerdo que en la radio escuchábamos todo tipo de información internacional, noticias de todo el mundo, cuando en España no había absolutamente nada de eso, porque estábamos totalmente aislados. Recuerdo que me afectó profundamente la primera manifestación que vi en mi vida, que fueron las protestas de los movimientos sociales contra la invasión soviética de Budapest. La gente marchaba y gritaba por las calles, y eso me pareció muy impresionante.

También recuerdo muy bien cuando estalló la crisis de la nacionalización del Canal de Suez en 1956. Yo tenía 16 años y recuerdo las declaraciones británicas y francesas reclamando el control del Canal de Suez mientras Nasser lo había nacionalizado y pedía apoyo a la Unión Soviética. También hubo una conferencia en Londres para resolver la crisis del Canal de Suez y recuerdo que me interesó mucho. La gente protestaba y gritaba: Eden go home! Y yo me imaginaba en mi cabeza: Franco go home! Cuando regresé a Andalucía varios meses después para ir a la universidad ya tenía una amplia formación sobre política internacional y había decidido que quería dedicarme a la política.

¿Cómo comenzaron las relaciones del andalucismo con el mundo árabe?

Lo primero que hay que decir es que, más que acercarnos al mundo árabe, fue el mundo árabe el que se acercó a nosotros. Fueron los países árabes los que se sintieron interesados por el andalucismo y se pusieron en contacto con nosotros. Después de las elecciones de 1977, en las que el PSA no había conseguido representación, recibí una llamada. Me llamaron a mi domicilio y preguntaron por Alejandro Rojas Marcos, del Partido Andaluz. Aún éramos el Partido Socialista de Andalucía, más tarde añadiríamos lo de Partido Andaluz, pero aún no nos llamábamos así. Contesto a la llamada y me habla el embajador de Libia en España. Me llamó desde Madrid y me dijo que un miembro del gobierno libio, que estaban en Málaga, quería reunirse con nosotros. No me lo podía creer porque en aquel momento no éramos nadie, no teníamos representación, pero el embajador libio insistió en que estaban interesados en reunirse con nosotros y conocernos.

En aquellos años, Gadafi era un líder revolucionario, había llegado al poder en 1969, había derrocado a la monarquía corrupta, había nacionalizado el petróleo y para nosotros era un verdadero revolucionario. También financió movimientos revolucionarios en todo el mundo: en África, en América Latina y también en Europa. También atrajo la atención de todos los escritores e intelectuales progresistas del mundo. El embajador libio, Fawzi Gariani, me pidió que organizara una reunión en los próximos días. Confirmé la reunión para el día siguiente y le dije que iría con el Vicesecretario General, Miguel Ángel Arredonda. Me dio la dirección de un hotel en la Costa del Sol y me confirmó la hora. Al día siguiente llegamos al hotel y, cuando entramos, dos árabes se acercaron a nosotros. Uno de ellos se adelantó, nos saludó y nos confirmó que el primer ministro libio, Abdulati al-Obeidi, estaba allí. Mantuvimos una larga conversación con él, hablando de política, de relaciones internacionales y también de mucha historia. Se interesaron mucho por Al-Andalus. En inglés y en francés, Al-Andalus y andaluz significan casi lo mismo, y para ellos un partido andaluz era una forma de vincularse a Al-Andalus. Aunque la historia de Al-Andalus no era aún un tema muy presente para nosotros, intuitivamente compartíamos con ellos el interés por la historia común del mundo árabe.

En un momento de la reunión, el primer ministro nos dijo que debíamos ir a Libia para reunirnos con el líder. Así llamaban a Gadafi. Como muestra de agradecimiento, le propusimos al primer ministro que, unos días después, cenáramos en un restaurante de Málaga que conocía Miguel Ángel. Se me ocurrió que podíamos desarrollar un contacto cultural e invité a Carlos Cano, que en aquel momento era muy amigo nuestro, a que viniera a la cena. A Carlos le pareció muy buena idea y también sugirió invitar a Enrique Morente. También estuvo Juan Habichuela, que en aquella época tocaba con Enrique Morente.

¿Y cómo fueron sus relaciones con el Gobierno de Libia?

Pues bien, unos meses más tarde se organizó el viaje y una delegación de PSA se desplazó a Trípoli. En principio, el tema eran las relaciones internacionales, el papel de EE.UU. en el Mediterráneo y en el mundo árabe. Gadafi estaba muy interesado en que hubiera una internacional de países mediterráneos no alineados. En aquella época, a finales de los años 70, había muchos partidos socialistas en Europa que no eran pro-estadounidenses: en Francia, el PSU (Partí Socialiste Unifié), que había nacido como escisión del PCF en oposición a la guerra de Argelia, o, en Grecia, el PASOK. Nuestras tesis geopolíticas en aquella época eran también de apoyo al bloque no alienado. Además, empezamos a trabajar en las relaciones económicas. Nos interesaba la exportación de productos andaluces y la internacionalización de los sectores económicos andaluces. Así comenzó la exportación de aceite de oliva y de productos textiles de Valverde del Camino como botas y calzado.

¿Y qué impresión le provocó a usted Gadafí? ¿Qué veíais vosotros en la experiencia Libia?

La historia de Gadafi fue la de un joven coronel que vio cómo la monarquía explotaba a su pueblo y que fue capaz de liderar una rebelión en el ejército y provocar la caída de la monarquía. Libia era un país rico que sabía explotar el petróleo, y que tenía una visión no sólo del mundo árabe, sino también del africano. Gadafi era un líder panafricanista, ayudó mucho en otras experiencias revolucionarias. Propuso la OUA (Organización para la Unidad Africana) y promovió una moneda para toda África. Quería construir un continente africano independiente de las potencias europeas. Era una persona muy soñadora, muy utópica. Por ejemplo, cuando lees el Libro Verde, Gadafi dice que ni capitalismo ni socialismo, sino una tercera vía, la vía de los países no alineados, la vía para liberar a los pueblos que seguían bajo la dominación colonial. La cuestión palestina también era muy importante para él. Gadafi movilizó mucho apoyo a Palestina entre la izquierda europea. Fue precisamente él quien nos puso en contacto con las redes de solidaridad palestina y nos hizo tomar conciencia de la importancia de la causa palestina. Tuve varias entrevistas con él en distintos momentos. Siempre se mostró muy firme en la cuestión palestina, era muy crítico con cualquier tipo de pacto con Israel porque creía que pactar con Estados Unidos e Israel acabaría legitimando cada vez más a Israel. Años más tarde, en las décadas de 1980 y 1990, fue muy crítico con las políticas migratorias de los países occidentales. Decía que, si los países occidentales no admitían a los emigrantes que huían de sus países a causa de la pobreza provocada por el saqueo colonial, deberían devolver a esos países toda la riqueza que habían conseguido.

¿Y cómo comenzó a darse la relación con el resto de países árabes? 

Principalmente, a través de las relaciones políticas. Nuestra presencia en los foros internacionales despertó cada vez más interés en los partidos árabes del Mediterráneo. En febrero de 1978 estuvimos en Bremen para unas conferencias sobre política mediterránea,la Conferencia de Países Socialistas del Mediterráneo; a finales de 1978, Luis Uruñuela estuvo en Marruecos; en 1979 estuve en Damasco con el Partido Baath, que también nos invitó a Irak. Tras mi visita a Siria, el Partido Baaz me llevó de viaje al Líbano, donde me reuní en la sede de la OLP con Yasser Arafat y otros dirigentes palestinos. Pero además, en su visita a Marid en 1978, invitado por Adolfo Suarez, Yasser Arafat se reunión con una delegación del PSA, una de las pocas reuniones que concedió además de las oficiales con el Gobierno.