We can't find the internet
Attempting to reconnect
Something went wrong!
Hang in there while we get back on track
Movimiento antiglobalización
Brest y el legado anti-colonial en la esquerra independentista catalana. Entrevista con Blanca Serra
Esta entrevista fue previamente publicada en lengua catalana en el diario Temps, el día 25 de diciembre de 2023, bajo el título: “Brest i el llegat anticolonial en l’esquerra independentista. Conversa amb Blanca Serra”.
Esta entrevista es parte del proyecto Memorias del anti-imperialismo Oposición anti-franquista, exilio militante y cuestión anti-imperialista en el Estado español (1962-1978). Un proyecto que pretende recuperar los legados de las luchas anti-coloniales, su influencia y su impacto teórico y cultural en la formación teórica e ideológica en la formación de los nacionalismos de izquierdas, con motivo del cincuenta aniversario de la firma de la Carta de Brest (1974-2014).
Blanca Serra (Barcelona, 1943) es una de las personalidades más importantes del independentismo catalán. Filóloga, lingüista, profesora, escritora y militante del independentismo de izquierdas, ha sido fundadora de las principales organizaciones políticas independentistas como el Partit Socialista d'Alliberament Nacional (1969), el Partit Socialista d'Alliberament Nacional-Provisionals (1974), Independentistes dels Països Catalans (1978) y Comitès de Solidaritat amb els Patriotes Catalans (1979). Ha sido una incansable defensora de la lengua y la cultura catalanas, promotora del Congrés de Cultura Catalan (1975-1977). Y fue, además, una de las firmantes de la Carta de Brest (1974). El próximo año 2024 se cumplirán 50 años de la firma de este documento histórico que afirmaba por primera vez la existencia de luchas anti-imperialistas al interior de Europa y acuñaba el concepto de nación sin Estado. Es con motivo de este aniversario de la firma de la Declaración de Brest que nos proponemos dialogar con Blanca Serra sobre memorias del anti-imperialismo y sobre la formación de la conciencia anti-colonial en Catalunya.
Bueno, Blanca, en primer lugar, muchas gracias por acceder a esta entrevista, que es parte del proyecto Memorias del anti-imperialismo. Lo primero que me gustaría preguntarte es, ¿cómo llegas a la militancia? ¿Cómo te nace la conciencia?
Yo siempre he dicho que mi primera escuela fue la familia. Mi padre, Josep Calassanç Serra i Ràfols, era un hombre catalanista y republicano que nos educó siempre en la memoria republicana y en el sentimiento catalanista. Eso siempre nos marcó muchísimo a mí y a mis hermanos. En segundo lugar, mi primera universidad fue la Universidad de La Laguna, en Tenerife. Teníamos un tío que era historiador, como mi padre, que trabajaba en La Laguna. Cuando cumplimos 18 años, mi padre nos mandó a mi hermana Eva y a mí a las Canarias a comenzar la universidad en 1960. A nosotras las Islas Canarias nos provocaron un gran impacto. Eran territorios muy aislados, casi solo se llegaba en barco. Aún no había economía del turismo, era una economía básicamente agraria, pero de grandes contrastes y desigualdades. Mis tíos eran de una clase alta, pero tenían una criada, que era de una aldea muy humilde, de la que contaban que había llegado a La Laguna descalza, para trabajar como sirvienta. Yo recuerdo que la criada escuchaba la radio y estaba muy a favor de Fidel Castro, que había tomado el poder en La Habana unos años antes. En esos años Las Canarias estaban muy conectadas con el Caribe, sobre todo con Cuba. Esa fue mi primera experiencia con una sociedad digamos colonial, con fuertes desigualdades. Además, Canarias en aquellos años tenía una fuerte impronta africana y comenzaban las reivindicaciones panfricanistas. Allí conocimos a Antonio Cubillo cuando era abogado laboralista, antes de su primer exilio a París. También nos impactó mucho el rechazo popular a lo que venía de la península, porque solo venían gente de clase alta, funcionarios del Estado. Recuerdo que había un refrán que se decía antes moros que godos, todo eso nos llamó mucho la atención.
Y cómo fue tu vuelta a Barcelona. Dos años más tarde volvéis tu hermana Eva y tú a Catalunya a continuar vuestros estudios en la Universidad de Barcelona, en el año 1963. ¿Cómo fue la ciudad que os encontrasteis? ¿Cómo vivisteis la Universidad?
Tras dos años en La Laguna decidimos volver a Barcelona. En esos años mi padre recibió una propuesta por parte de Josep Maria Batista i Roca, que era amigo suyo, para que mi hermana y yo fuésemos a estudiar a Oxford. Pero nosotras decidimos quedarnos en Barcelona. Mi hermana Eva se matriculó en Historia y yo en Filología clásica. En aquellos años, en la Universidad, había una lucha estudiantil muy fuerte entre el sindicato vertical y los sindicatos democráticos. Batista i Roca y otra gente del exilio nos pedían informes sobre cómo era la situación al interior de la Universidad durante la dictadura. Esos informes, que los redactábamos desde el Federación Nacional de Estudiantes de Catalunya (FNEC), aún hoy están en la Biblioteca de Catalunya donde se puede observar cómo era la universidad en aquella época. Mayoritariamente el movimiento estudiantil en la universidad la controlaba el PSUC. En aquel momento el catalanismo era muy marginal en la Universidad, pero había cierta presencia de Federación nacional de Estudiantes de Catalunya (FNEC) en el que nosotras participábamos.
Termináis la Universidad y os incorporáis plenamente al mundo de la militancia política ¿Cómo fueron aquellos años sesenta? ¿Como fue la evolución del Front Nacional de Catalunya al PSAN?
Cuando terminamos las carreras, mi hermana Eva consiguió una beca para ir a Ámsterdan al Instituto de Historia Social en cuyo archivo está gran parte de la documentación de las organizaciones anarquistas tras la Guerra civil del 36. Mi hermana estaba interesada en localizar los ejemplares de la Revista Blanca, una publicación anarquista de los años treinta, y yo la acompañé. Allí en nos pilló la invasión soviética de Checoslovaquia de 1968. Vimos cómo la gente se movilizaba contra la invasión y todo el revuelo que se creó. Allí vimos nuestra primera manifestación legal, con decenas de miles de personas en la calle, gente joven, manifestándose contra la invasión. En ese momento asumimos una posición crítica con la Unión Soviética. A nuestra vuelta a Barcelona nos reunimos con varios militantes del PSUC y les preguntamos que pensaban de la invasión de Praga, y ellos, con bastante vergüenza, nos dijeron que estaban esperando que llegaran noticias desde Moscú. Nosotras quedamos espantadas. No queríamos un partido que mandara desde Madrid ni tampoco desde Moscú. A pesar de esto sí que estábamos de acuerdo con el marxismo como sistema de interpretación de la realidad. El Partit Socialista d’Alliberament Nacional (PSAN) nace como superación del FNC, nace con fuerte carácter marxista, pero también crítico con el PCE por su carácter español y crítico con la URSS por su carácter expansionista con el Pacto de Varsovia.
¿Cuáles eran las principales influencias ideológicas del PSAN? Por ejemplo, ¿cuál es el marxismo de PSAN? ¿Cuál fue la influencia de las luchas anti-coloniales en el PSAN en aquella época?
El marxismo que nos llegaba a nosotros era básicamente el marxismo catalán del POUM. Para nosotros el marxismo-leninismo de tipo soviético estaba vinculado al PCE. En Barcelona ya había viejos militantes del POUM que habían vuelto del exilio y que nos daban los libros de Nin y de Marín. Nuestro marxismo también estaba muy influenciado por mayo del 1968, sobre todo por la raíz libertaria y anti-autoritaria. Y para el PSAN también eran muy importantes todas las luchas de liberación nacional que se estaban produciendo en todo el mundo, como en Argelia, Vietnam y Cuba, de ahí el nombre del partido: teníamos claro que éramos una organización de liberación nacional. La influencia de Argelia, en aquellos años, va a ser muy fuerte sobre todo a través de la Catalunya Nord. A los catalanes del Estado francés los mandaban a hacer el servicio militar a la Argelia francesa y venían de allí con una fuerte conciencia anti-colonial. Y comienzan a analizar la realidad de Catalunya Nord como una sociedad colonizada al interior del Estado francés. Todo esto comienza a llegar a través de nuestra gente que estaba exiliada en Perpinyà, por ejemplo, mi hermano, Josep Calassanç Serra. Los catalanes del PSUC o los anarquistas se exiliaban en París, pero los catalanistas se exiliaban en Perpinyà, y por ahí llegaba a Barcelona toda la influencia del FLN Argelino y los libros de Franz Fanon.
¿Y cómo llega la ruptura con el PSAP y la formación del PSAN-P en 1974? ¿Es el año de la firma de la Carta de Brest? ¿Cuál era la importancia de la cuestión anti-imperialista para vosotras?
A principios de los setenta ya criticábamos que la dirección del PSAN continuaba en la órbita del PSUC y que no era capaz de tener una estrategia propia. En 1973 se produce el asesinato de Carrerro Blanco por parte de ETA. Esto abre un gran debate dentro del PSAN sobre el tipo de estrategia que se debía adoptar ante al final de la dictadura. Había una corriente que apostaba por una vía insurreccional en clave de ruptura, que era la que estaba defendiendo la izquierda vasca, y había otra vía que era la del trabajo de masas para incorporarnos a un proceso de reforma, la que estaba adoptando la izquierda española. En 1974 tuvo lugar la Revolución de los Claveles y eso tuvo en Catalunya mucha repercusión. Muchísimos catalanes tenían muy buena relación Portugal y fueron ese año a visitar Portugal. Yo fui a Oporto a participar en un mitin, junto a gente de PCP, donde participaba un militante de la UPG, otro militante de ETA y yo. Ese fue el comienzo del Pacto Tripartito, entre la UPG, ETA y PSAN, que hace que una parte del PSAN apoye una vía más radical de ruptura con la dictadura. Eso hizo que el PSAN-P mantuviera las relaciones con ETA y con la UPG y que fuera también el PSAN-P el que participara en la Carta de Brest.
Ese año de 1974 justamente tiene lugar la firma de la Declaración de Brest, de la que ahora se celebran los cincuenta años. Es la primera afirmación de la lucha contra el imperialismo al interior de Europa occidental y tú fuiste firmante de la Carta de Brest ¿Qué importancia tuvo para vosotras la Carta de Brest?
A partir del mitin que tiene lugar en Oporto comienzan las conversaciones con los galegos, que nos proponen participar en la firma de la Carta de Brest. La Carta se había firmado ya por parte de la UPG, el Sinn Fin y la UDB y, en ese momento, estaban ampliando las organizaciones firmantes. Para nosotros era parte de la lucha anticolonial que se estaba produciendo en Angola, Mozambique, Vietnam, Cuba o Argelia.
La Carta de Brest se daba en el contexto de los años posteriores al mayo francés. Mayo del 68 supuso una nueva concienciación de la importancia de las luchas anticoloniales, y esto despertó también una conciencia anti-colonial dentro del hexágono del territorio francés continental en Bretaña, Córcega Occitana y Catalunya Nord. Nosotros lo vivimos como un despertar de todos los territorios colonizados por Francia que se podría extender a otros Estados. Por eso era fundamental el despertar todas las naciones oprimidas en Europa. Lo que intentó la Carta de Brest fue impulsar esa lucha anti-imperialista dentro de Europa. Yo estuve en varias de las reuniones. Una fue en Quimper y otra en Brest. Recuerdo que en las reuniones había irlandeses, escoceses, bretones, gallegos, vascos y cada uno exponía su situación. Se trataba de acabar con la idea de que toda Europa era imperialista, mostrar nuestra solidaridad con las luchas anti-coloniales y tratar de que los pueblos de Europa se levantarán. En las reuniones de la carta de Brest también se discutía mucho sobre la estrategia de la lucha armada. En aquellos años, en Europa, había un ciclo muy fuerte de actividad revolucionaria en Italia, con las Brigadas Rojas, en Alemania, con la RAF, en Irlanda del Norte, en Euskadi… Nosotros tratamos de mostrar solidaridad con la represión estatal que sufrían estas luchas y declarar que la forma principal de violencia era la que ejercían los Estados capitalistas, ante la cual los pueblos oprimidosúnicamente tratan de defenderse.