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Andalucismo
Un andaluz en la CEPAL, un diálogo con Francisco Albuquerque
El andalucismo político de la segunda ola (1965-2015) se caracterizó en sus inicios como una corriente política que consiguió reformular el regionalismo andaluz nacido en los años treinta, pero reforzándolo con las teorías de la nueva izquierda y las tendencias anticoloniales que se estaban produciendo en los países árabes del Mediterráneo y América Latina. Una de las teorías más influyentes en la primera década de la segunda ola andaluza fue la teoría del subdesarrollo. Nacida en los círculos intelectuales de los movimientos panarabistas y antiimperialistas de América Latina, la teoría de la dependencia y el subdesarrollo supuso una crítica feroz a los paradigmas teóricos del desarrollo, denunciando que el desarrollo económico de las potencias coloniales estaba intrínsecamente ligado al subdesarrollo económico de los países colonizados.
Esta teoría, revolucionaria no sólo a nivel teórico sino también comn un fuerte compromiso a nivel político, fue apropiada muy tempranamente por los teóricos de la izquierda andaluza durante los últimos años de la dictadura. Uno de los pensadores andaluces que más profundizó en el desarrollo de la teoría de la dependencia fue Francisco Alburquerque, nacido en Córdoba en 1944, que estudió Economía en la Universidad Central de Madrid y ha trabajado en instituciones científicas y económicas como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de Naciones Unidas (CEPAL) o el Instituto de Promoción Industrial de Andalucía (IPIA). En 1976 publicó en Cuadernos para el Diálogo, el artículo Andalucía:Colonia interna del sistema capitalista, un texto pionero donde abordó de forma novedosa la perspectiva de la dependencia en la realidad económica andaluza.
En 1980 publicó, también junto a Antonio Rodríguez Ramos, una aplicación del texto titulado Desarrollo desigual: notas sobre la formación social andaluza, que se publicó en la Revista de Estudios regionales. Y en 1984 publicó Andalucía, un desarrollo difícil, un tercer texto en el que aplicaba el análisis de las complejas características del desarrollo económico de Andalucía debido al marco colonial del capitalismo español dentro del Estado.
También fue militante del Partido Socialista de Andalucía en el llamado Frente de la emigración, en Madrid, donde junto a José Luis Ortiz Nuevo y Enrique Morente y otros militantes organizaron los sectores de la emigración andaluza al exterior entre 1970 y 1981. En esta entrevista abordamos diferentes aspectos biográficos, así como la reconstrucción del clima teórico e intelectual durante la formación de la segunda ola andaluza en el contexto del tardofranquismo y la clandestinidad. Su obra, piadosa y muy influyente para las tesis políticas de la segunda ola andaluza, sigue siendo hoy inspiración para las teorías emancipadoras, soberanistas y anticapitalistas andaluzas.
Muy buenas tardes Paco, para mi es un placer entrevistarte. Durante muchos años te he leído y creo que tus trabjaos fueron pioneros para la formación de la mirada anti-imperialista del andalucismo en los años setenta y principios de los ochenta. ¿Cómo comenzó tu trayectoria como economista y teórico de la economía crítica?
En el año 1965, me pude matricular en la Universidad Central de Madrid, donde cursé estudios de Economía con José Luis Sanpedro que nos ofrecía una visión mucho más abierta de la economía, que no era la angolsajona. De echo uno de sus profesores Heinrich von Stackelberg, era uno de los grandes economistas europeos de la segunda mitad del XX. En nuestra Facultad, que era de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, la visión de la economía en los años sesenta ya tenía una visión más política, y Sanpedro lo ampliaba con una visión más antropológica e histórica. Sanpedro nos formaba en una visión de la economía mucho más amplia bebiendo de temas sociales, políticos e históricos. Allí se formó un número de economistas que fueron los que incorporaron las nuevas tendecnias críticas de la economía. En aquellos años, también era profesor de esa Facultad Xosé Manuel Berias, que venía de París y que también traía una visión de la economía mucho más crítica y más social de lo que se estaba estudiando en aquellos años en España.
Fue en aquellos años que se auñó el cocepto de colonia interna en tus trabaos sobre Andalucía y en la obra de Beiras O atraso económico de Galicia ¿Como fue el surgimiento de este debate sobre el colonialimo interno en una Facultad de economía en Madrid?
En 1965 pude matricularme en la Universidad Central de Madrid, donde estudié economía con José Luis Sanpedro, que nos ofrecía una visión de la economía mucho más abierta, que no era la anglosajona. De hecho, uno de sus profesores, Heinrich von Stackelberg, fue uno de los grandes economistas europeos de la segunda mitad del siglo XX. En nuestra Facultad, que era de Ciencias Políticas, Económicas y Comerciales, la visión de la economía en los años sesenta ya tenía una visión más política, y Sanpedro la amplió con una visión más antropológica e histórica. Sanpedro nos formó en una visión mucho más amplia de la economía, partiendo de cuestiones sociales, políticas e históricas. Allí formó a una serie de economistas que fueron los que incorporaron las nuevas corrientes críticas de la economía. En aquellos años también fue profesor de esa Facultad Xosé Manuel Berias, que venía de París y que también aportó una visión de la economía mucho más crítica y social de lo que se estudiaba en aquellos años en Españ
¿Osea que fue de mano de Beiras que estas teorías llegaron a ti? ¿Se puede decir que hubo en diálogo entre gallegos y andaluces a la hora de aplicar la teoría del colonialismo interno?
Sí, claro, absolutamente. En el caso gallego, en aquel momento había dos organizaciones nacionalistas en Galicia. Por un lado, la Unión do Pobo Galego y el Partido Socialista Galego. Beiras pertenecía al Partido Socialista de Galicia, que al principio estaba en la Federación de partidos socialistas regionalistas donde estaba el PSA (que luego se convirtió en el Partido Andalucista). Por otra parte, en la misma Facultad había otro profesor que había sido alumno de Beiras pero que pronto sería catedrático, Ramón López-Suevos, que fue el principal economista de la dependencia del nacionalismo gallego. Los dos trabajábamos con las teorías de la dependencia y el subdesarrollo y, por lo tanto, discutíamos mucho entre nosotros. Hay que decir que Berias nunca concedió a Andalucía la legitimidad de ser una nación y el derecho a conquistar el estatus de nacionalidad histórica. Nunca lo olvidaré, por lo que significó para mí. Beiras nunca entendió la cuestión andaluza. A pesar de ser una de las mentes más brillantes de nuestra generación, nunca se solidarizó con Andalucía. A pesar de eso, estar allí con Beiras nos dio a los profesores más jóvenes una línea directa con teóricos de la dependencia como Samir Amin o Gunder Frank. Aunque la mayoría de los profesores de allí tomaban a estos autores simplemente como marxistas, a mí me interesaba más la cuestión del norte y el sur. En mi caso, me interesaba más ver cómo la teoría económica se había centrado en los países desarrollados y no tenía en cuenta las características de los países o regiones del Sur. Fue entonces cuando di el salto y empecé a teorizar Andalucía como una nación oprimida, por tanto, una colonia interna del capitalismo del estado español.
¿Y cómo evolucionaron estos debates en la Universidad española a finales de los setenta y principios de los ochenta?
Hay que decir que durante los últimos años de la dictadura, el clima era de gran movilización y conflictividad en la Universidad. Tras la expulsión de López Aranguren y Tierno Galván, Sampedro abandonó la Universidad y fue una época en la que la política paralizó los debates teóricos. Más tarde, con la llegada de la democracia, el PSOE se encargó de desmantelar toda la estructura crítica de la Universidad. También destruyeron las luchas de los profesores no numerarios en las que yo había participado hasta el final. A principios de los ochenta, el PSOE ya había acabado con cualquier atisbo de pensamiento crítico y de movilización dentro de la Universidad. En las Universidades, a principios de los ochenta, los departamentos de Estructura Económica y Política Económica se convirtieron en Economía Aplicada, que era una forma de despolitizar los departamentos de economía en las Universidades.
Sin embargo, esos fueron los años en los que escribiste tus textos sobre Andalucía como colonia interna, ¿no? ¿Cómo aterrizaste con esas teorías en la realidad andaluza?
Bueno, además de las discusiones universitarias, había otro foco muy importante de debate y reflexión crítica, que era todo lo que rodeaba al mundo cristiano de base y al Concilio Vaticano II en 1965. En Andalucía había dos figuras muy importantes, Castilla del Pino y José Aumente. Ambos eran cristianos de izquierdas y se consideraban marxistas. La diferencia entre ellos era que Castilla del Pino era militante del PCE, y José Aumente era nacionalista andaluz y figura destacada del PSA. Aumente también había organizado en aquella época un espacio de debate, que se llamó Círculo Juan XXIII, en honor del Papa que había convocado el Concilio Vaticano II. En aquellos años, Aumente me pidió que colaborara en poner un poco de orden y dar una base a todos estos planteamientos teóricos de la escuela de la dependencia, el subdesarrollo y el colonialismo interno. Atendiendo a su petición, escribí varios textos. Ya había escrito años antes, en 1976, Andalucía: colonia interna del sistema capitalista en una revista de la oposición democrática Cuadernos para el diálogo. Más tarde amplié el ensayo, junto con Antonio Rodríguez Ramos, y publicamos «Desarrollo desigual: apuntes sobre la formación social andaluza» y en 1984, Andalucía, un desarrollo difícil. Son los textos en los que explico el concepto de colonia interna y desarrollo desigual aplicado a la realidad económica de Andalucía.
¿Entonces tu colaborabas con el PSA en aquellos años?
En aquellos años yo no tenía militancia en ningún partido político. Yo estaba muy implicado en la lucha de los profesores universitarios, en la lucha de los PNN (profesores no titulares). Esta lucha movilizó a sectores muy amplios del profesorado universitario. Yo era el delegado del profesorado en Madrid. En Barcelona mi enlace era Manuel Sacristán, que era del PCE, y cuando me sucedió como delegado de profesorado fue Jaime Pastora, que era del FLP y después de la LCR. Estuve muy vinculado a los cuadros dirigentes de esas organizaciones, pero no me sentí cómodo en ninguna de ellas.
Entonces lo que pasó es que cuando tuve que hacer el servicio militar, y como formaba parte de las milicias universitarias, me dejaron trabajar en la Universidad de Córdoba, pero me tenía que ir a mi casa de Córdoba. Entonces se me ocurrió dar clases de economía a obreros y militantes de izquierdas por las noches en mi casa de forma secreta y clandestina. Julio Anguita empezó a venir a esas clases, y yo empecé a conocer a comunistas andaluces. A raíz de eso, me invitaron a las tertulias del Círculo Juan XXIII que organizaba José Aumente. En aquellos años había una discusión muy fuerte entre los comunistas del PCE y los comunistas andaluces del PSA. Por mi pensamiento económico y las teorías que había leído durante mis años en Madrid, y mis discusiones con Beiras y López Suevos, me sentía más identificado con los andaluces, aunque también me consideraba de izquierdas y marxista. José Aumente hacía compatible ser marxista y andaluz y por eso me caía bien y me sentía cómodo con él. Además, cuando estábamos en Córdoba, mi mujer, que era psicóloga, trabajaba en la clínica de Castilla del Pino. Así que me vi envuelto en aquellas discusiones entre Aumente y Castilla del Pino, sobre marxismo, regionalismo, autonomismo e identidad andaluza. Además, Aumente me invitó varias veces a un programa de RTVE llamado La Clave, donde Aumente me pedía que diera una visión andaluza de los temas políticos y de actualidad que se trataban en ese programa.
Más tarde, a mi regreso a Madrid, con mi conciencia de emigrante, empecé a implicarme más activamente en el partido, en el PSA con Ortiz Nuevo José Luis Ortiz Nuevo, en el llamado Frente de la Emigración. En aquellos años el PSA había obtenido dos diputados en las elecciones autonómicas catalanas de 1981 y el PSA de Madrid intentó presentar una candidatura a las elecciones autonómicas de la comunidad de Madrid. Durante un tiempo intentamos que Enrique Morente se presentara a diputado y José Luis Ortiz quería que yo me presentara al senado. Finalmente no pudimos llevarlo a cabo, entre otras cosas porque ni Enrique Morente ni yo estábamos empadronados en Madrid cuando se convocaron las elecciones. En aquellos años, a principios de los ochenta, nos reuníamos en la Casa de Granada, que era muy activa, y fueron años de una fuerte conciencia andaluza en Madrid.
Durante los años ochenta trabajaste en las nacientes instituciones autonomicas andaluzas y en proyectos de desarrollo industrial aplicados a l realidad andaluza ¿Cómo fue tu desarrollo profesional en los años ochenta?
Antes de ir a la CEPAL había intentado aplicar todas estas teorías de economía crítica en Andalucía. Además de dar clases en la Facultad de Económicas, era colaborador de IEPALA, que es donde se formaban muchos de los cooperantes que iban a África y América Latina. A mí me interesaban todas estas teorías de solidaridad y cooperación, pero no quería ir a África o América Latina, sino que quería aprovechar todos estos conocimientos en Andalucía. Entonces, conseguí empezar a trabajar en el Instituto de Promoción Industrial de Andalucía (IPIA) y me centré en ITASA. Siempre me pareció una contradicción que la provincia de Sevilla fuera la primera provincia productora de algodón de todo el Estado, pero que sólo tuviera una fábrica en Sevilla que había sido construida por Queipo de Llano para la fabricación de material de vestir para soldados, y que además trabajara con tecnología italiana y francesa. Por eso, una vez en el IPIA, intenté crear un proyecto sobre lo que entonces se llamaba el cierre de la cadena de valor. Con las teorías del subdesarrollo había aprendido que había que intentar mantener el empleo y avanzar en la transformación industrial de productos que se exportaban en una fase muy temprana de la producción. Así pues, empecé a explorar un proyecto en este sentido. Sólo encontré apoyo en las Comisiones Obreras de la fábrica, que por supuesto estaban de acuerdo con él, ya que aumentaba considerablemente el empleo y la mano de obra. Pero, en fin, un día me llamó mi jefe, Ricardo Sánchez de la Morena, para hablarme de mi proyecto. En aquella primera legislatura, el Gobierno estaba formado por una comisión del PSOE y del PCE. Cuando la Junta de Andalucía había visto mi propuesta y había consultado con el PSOE, desde Solchaga había llegado la orden de que la mejor política industrial es la que no se hace. En aquel momento en el PSOE estaban tomando el poder gente como Solchaga, Aranzadi, Boyer, que venían del Fondo Monetario Internacional. Solchaga, por ejemplo, había sido compañero mío en la Facultad de Madrid, y siempre estuvo en contra de todas las huelgas de profesores. Un día me llamó mi jefe y me explicó que le había llamado Pepote, como se llamaba José Rodríguez de la Borboya, y le dijo que Felipe González, por consejo de Boyer, nos pedía que nos dejáramos de joder con el tema de ITASA, que el sector industrial textil iba a ser de los catalanes. En aquel momento, para mí, el Estado de las Autonomías fue una decepción. Todo lo que estaba escrito en los manuales y panfletos de la teoría de la dependencia, lo tuve ante mis ojos como una realidad. El lobby catalán tenía todo el poder sobre la industria textil y no iba a permitir que se promoviera otra industria textil en el Estado. Yo había escrito varios artículos en El País sobre ITASA y la necesidad de una economía industrial andaluza. A partir de ese momento dejaron de publicarme en El País y me obligaron a abandonar totalmente el tema de ITASA.
¿Después de ITASA vuelves a la universidad? ¿O ahí empieza tu etapa de trabajo en América Latina?
Tras la el fracaso de ITASA, quedé totalmente conmocionado y decidí volver a centrarme en América Latina. Después del IPIA conseguí una beca de investigación en la Escuela de Estudios Iberoamericanos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Sevilla, con plaza de colaborador científico. Me incorporé a un proyecto que había iniciado alguien del PSOE y al que no se le había dado continuidad, que era introducir los estudios del subdesarrollo en la Escuela de Estudios Hispanoamericanos. Allí hice varios cursos con profesores de la CEPAL, que venían a dar clase a Madrid. Aprovechando que estaban en Madrid, hice varias propuestas y me las aprobaron. Los cursos fueron muy bien y se apuntaron muchos estudiantes e investigadores. Pero la dirección de la Escuela no tenía ningún interés, y dejaron de apoyarme para hacer los cursos. Además, la Escuela era un lugar muy conservador, con fotos de Isabel la Católica y Fernando colgadas por todo el centro, y con muchos cuadros sobre el Imperio español. También intenté montar una pequeña biblitoeca sobre temas de desarrollo y tuve muchos problemas. Ya en los años ochenta, tras la llegada del PSOE al poder, el clima en la ciudad de Sevilla no era favorable a todo este tipo de cosas.
Cuéntanos, ¿cómo llega un andaluz a la CEPAL?
Fue entonces cuando decidí definitivamente irme a América Latina. Entonces conseguí una beca para hacer un Máster en Desarrollo y Políticas Públicas con algunos de los profesores que había traído a Sevilla y que había conocido en Madrid, como Aníba Pinto o Raúl Prebisch, y ellos me ayudaron y me aconsejaron y pude conseguir una beca de la AECID para estudiar un Máster en la CEPAL en Santiago de Chile. Una vez que terminé el Máster, la AECID me contrató para seguir trabajando como investigador en la CEPAL y luego fue la CEPAL la que me contrató durante tres años como Director de la sección de Gestión del Desarrollo Local. Cuando llegué como estudiante, me preguntaron por mi nacionalidad y siempre dije Andalucía, nunca dije España. Un profesor Boisier, Sergio, me preguntó por qué no decía España, le expliqué el tema de las nacionalidades y el colonialismo interno y le picó la curiosidad y me pidió que trabajara con ellos y explicara el tema del colonialismo interno en España. Llegué allí en plena crisis de la deuda en 1980, que es también la crisis del modelo fordista. De hecho, la crisis de 1973, que se llama crisis del petróleo, ya fue una crisis del modelo fordista. Yo tenía una ventaja porque en 1980 Samir Amin todavía no era conocido, como tampoco lo eran muchos de los teóricos del desarrollo. Sí conocían a Gunder Frank porque su mujer, Marta Hanecker, era chilena, y eran conocidos en los círculos militantes. Pero en los años 80 todavía había mucha desconexión entre unos temas y otros, y entre muchos autores. Como estábamos en Madrid, todo el mundo pasaba por allí y teníamos una visión más global. Así que renové el nivel teórico e incorporé a muchos autores como Samir Amin, que también era responsable de África en la CEPAL, aunque su trabajo no era conocido. Finalmente fui nombrado director de una nueva sección, recién creada, llamada Desarrollo Local, y allí empezamos a desarrollar los pilares de lo que serían las próximas décadas del desarrollo local y municipal. Desde allí propuse temas sobre el mármol de Macael, el piñón piñonero de Huelva, la fábrica de ladrillos de Bailén, pero los directivos de la Junta de Andalucía nunca nos hicieron caso. Acabé dedicándome a la docencia y a la investigación sobre desarrollo local en la CEPAL y otras instituciones latinoamericanas. Años después se creó el Foro Mundial de Desarrollo, que ayudé a dirigir, donde nos centramos en incorporar la sostenibilidad ambiental a los programas de desarrollo económico.
Como usted, muchos otros economistas, antropólogos o sociólogos andaluces en los años setenta empezaron a adoptar los marcos de la teoría de la dependencia y a teorizar Andalucía como colonial, pero a partir de los ochenta toda esta corriente desapareció o se transformó. ¿Cuáles cree que fueron las causas del aborto de todas estas perspectivas críticas?
En mi opinión, la llegada del PSOE a los gobiernos andaluz y español fue desastrosa para el pensamiento crítico y para los sectores críticos de la Universidad. En aquellos años también el economista Manolo Delgado Cabeza publicó un trabajo sobre la teoría de la dependencia, también se hablaba mucho de agroecología y de movimientos campesinos. Con la llegada del PSOE al gobierno andaluz, la absorción fue muy fuerte. Sólo quedaba sumarse a los nuevos gobiernos o quedar marginado. Además, con el proceso autonómico, todo el nacionalismo andaluz quedó también desacreditado. Por si fuera poco, en los años 90 hubo una crisis general de toda la izquierda en Europa. Mucha gente como yo decidió seguir haciendo cosas en América Latina y en otros lugares. Pero la crisis de los ochenta fue muy fuerte a nivel teórico y político para toda la izquierda.
Bibliografía citada:
Albuquerque Llorens, Francisco: “Andalucía: Colonia interna del sistema capitalista”, Cuadernos para el Diálogo, 1976.
Albuquerque Llorens, Francisco y Rodriguez Ramos, Antonio: “Desarrollo desigual: notas sobre la formación social andaluza”, En Crecimiento económico y crisis estructural en España: (1959-1980), pp. 561-578, 1980.
Albuquerque Llorens, Francisco: “Andalucia, un desarrollo dificil”, Revista de Estudios Regionales, 1984.