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Personas sin hogar
Las personas sin hogar de Granada disfrutan de un refugio climático en agosto
Las personas sin hogar de Granada disfrutan durante este mes de agosto de un refugio climático donde pasar los calurosos días del tórrido verano granadino. Lo que parecía imposible se ha hecho realidad después de que la plataforma ciudadana formada por distintas asociaciones ‘Trigales’, ‘Por un mundo más justo’, ‘Existe más mundo’, ‘Senderos de Maíz’ y la Asociación Pro Derechos Humanos de Granada, APDHA; y personas a título individual, incluidas personas sin hogar; asumieran la labor de abrir un centro de día en un local cedido por la asociación Edicoma.
Precisamente el mes pasado, la plataforma realizó una acción en la puerta del Ayuntamiento de Granada, coincidiendo con el pleno municipal, para exigir al equipo de Gobierno del consistorio la habilitación de un centro de día para “atender a las personas sin hogar de la ciudad que se encuentran en una situación de desamparo todavía más grave en verano con las altas temperaturas”, comentaban a este medio. La respuesta del Ayuntamiento de la ciudad fue la puesta en marcha de una Unidad Móvil de Personas Sin Hogar, gestionada por Cruz Roja, que reparte desayunos diariamente en rutas de 3 horas por diferentes puntos de la ciudad donde suelen ubicarse las personas sin hogar en Granada. El consistorio también anunció reformas de mejora en el Centro de acogida de Alta Tolerancia de la Calle Aranda para facilitar su descanso.
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Para la plataforma ‘La calle mata’ estas medidas no eran suficientes porque no daban solución a una de sus principales reivindicaciones, un lugar donde pasar el día sin la exposición constante a las altas temperaturas de este mes, “nosotros insistimos en abrir de nuevo un refugio para el verano pero nos contestaron que esto no era posible para el mes de agosto por problemas burocráticos en la gestión de contratos y licitaciones aunque un Ayuntamiento si que tiene mecanismos de urgencia para este tipo de situaciones”, nos cuenta Elisa Cabrerizo, ex edil en el Ayuntamiento por Unidas Podemos en la anterior legislatura y voluntaria en el refugio climático habilitado por ‘La calle mata’.
La oportunidad surgió unos días después cuando Edicoma, una asociación que ofrece cenas a personas sin hogar en Granada y que detiene su actividad en agosto, ofertó su local a la plataforma ciudadana que, después de una rápida valoración, decidió “liarse la manta a la cabeza” y asumir el reto. El refugio climático abre a diario de 11 a 13 horas y después desde las 14:30 hasta las 20h. Funciona gracias a voluntarios y entidades civiles como el banco de alimentos que ha ampliado el acuerdo que tenían con Edicoma y les suministra fruta.
Las personas en el refugio disfrutan de aire acondicionado, una televisión, juegos de mesa y compañía. Son atendidos por voluntarios y voluntarias organizados en cuadrantes de un equipo de alrededor de 40 personas para atender a las más de 80 personas usuarias que pueden llegar a encontrarse a lo largo del día en el espacio; algunas tienen mascotas que se quedan atadas en la puerta. Elisa agradece de parte de la plataforma la súper generosidad de los granadinos y granadinas que han donado dinero y también los que han puesto de su parte para que este proyecto tome cuerpo, “una asociación de inmigrantes nos ha prestado la televisión que ha sido instalada por un voluntario donde han podido ver alguna película, las olimpiadas, escuchar música; con el dinero aportado por la gente estamos comprando pan y fiambre para los bocadillos de la tarde, yogures y dulces, leche y salmorejo, productos de limpieza, lo que vamos necesitando”.
En el local se han organizado “sobre la marcha” distintas actividades de ocio, “han montado un torneo de dominó y parchís, hay gente que se anima a cantar, algunos voluntarios traen sus instrumentos y tocan la guitarra, hay una chica que toca el violín; esto es un proyecto que nos va a salir bien para el 31 de agosto y es cuando termina”, señala Elisa. La convivencia, sin embargo, conlleva también sus retos y Elisa responde a El Salto Andalucía que también han tenido que solventar conflictos entre las personas sin hogar, “traen sus problemas de la calle, rencillas, son personas con una necesidad extrema a las que, en ocasiones, cualquier cosa les hace saltar, tienen una capacidad de frustración muy baja”. Estos problemas, según las personas responsables del local, han sido solucionados gracias a la buena voluntad de las personas voluntarias y a los líderes de las personas sin hogar que son los que parece que suelen resolver esos problemas de convivencia, “y porque de 80 que vienen aquí, 70 son personas muy dulces y de muy buen estar”. Hace poco el voluntariado recibió información y estrategias de resolución de conflictos por parte de personal especializado en personas sin hogar.
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Hasta el refugio climático llegan diferentes perfiles, nos relata el voluntariado, personas que se salen del marco en el que generalmente nuestra sociedad sitúa a las personas sin hogar, “como gente bastante joven que ha sufrido distintos baches de la vida sin un apoyo familiar, social o institucional o con problemas mentales; vienen por aquí un informático, un abogado, personas con una vida 'normal' que una vez que se han visto en la calle se encuentran fuera del sistema en un círculo de difícil salida”, reflexiona Elisa, que también asegura que la mayoría tienen la voluntad y la capacidad de vivir con autonomía en una vivienda pero las circunstancias lo impiden.
“Este proyecto es fundamental y es posible con muy poca inversión económica”, Elisa Cabrerizo, voluntaria de 'La calle mata'.
La plataforma ‘La calle mata’ quiere lanzar un mensaje al Ayuntamiento de Granada y es que este tipo de iniciativas son posibles con muy poca inversión económica, “estamos demostrando que este proyecto es fundamental y que gracias a este refugio muchas personas pueden convivir durante el día fresquitas y alimentadas”.
“Si no tuviéramos el centro, estaríamos en la calle pasando calor; si fuera por el Ayuntamiento estaríamos debajo de un árbol y ya está”, Antonio, voluntario del refugio climático y persona sin hogar.
Antonio es voluntario en el refugio climático y también vive en la calle. Trabaja en el local a diario y en todos los turnos, “Estoy aquí todos los días desde que empezamos. Me encanta estar con ellos y disfruto de esto, me entretengo mucho y los conozco a todos porque yo estoy en la misma situación que ellos”, nos cuenta. Nos describe el día a día del espacio, donde siempre hay agua fresca, y el momento más popular: la merienda de la tarde con bocadillos, salmorejo, yogurt, fruta, “donde uno juega a las cartas, al dominó; hay una compañera que sabe coser y se trae las telas aquí”. Dice que si no tuvieran el centro, “estaríamos en la calle, todos pasando calor; si fuera por el Ayuntamiento estaríamos debajo de un árbol y ya está”.