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Política
El PSOE evita hablar de amnistía, pero el consenso con Catalunya empuja a Feijóo al precipicio
El PSOE tiene alergia a utilizar la palabra amnistía. Al menos a pronunciarla frente a un micrófono encendido. Parece que los trackings y los gurús que los interpretan les dicen que es un significante que no les conviene enarbolar. Los trabucos de la derecha mediática que apuntan a Moncloa parece que no conocen otra munición y, de ahí, parecen medrar las prácticas de funambulismo socialista. Eufemismos, evasivas y, sobre todo, el lugar común de la Constitución. Una de las últimas piruetas la ha hecho el ministro catalán de Cultura y Deporte en funciones, Miquel Iceta: “Si no lo ponía el texto, yo me he de remitir a los textos (...) En ese papel dice lo que dice, y no dice lo que no dice”. Respondía a la interpelación del líder de ERC, Oriol Junqueras, afirmando públicamente que los socialistas ya se habían comprometido en agosto a aprobar una amnistía a las personas implicadas en el procès. A cambio, Esquerra, dice, facilitó la composición de la Mesa del Congreso y, siguiendo lo que está escrito en “ese papel”, apoyará la investidura de Pedro Sánchez: “En aquel momento se acordó que había que poner fin a toda forma de represión con todas las medidas legales necesarias, y entre ellas se incluye la amnistía. Si el acuerdo existente en este momento ya incluye la amnistía, el acuerdo final también deberá incluirla”. Todas las conversaciones “discretas” que la ministra de Hacienda en funciones, María Jesús Montero, reconoció el miércoles en Bruselas, se están produciendo entre los partidos independistas catalanes, PSOE y Sumar, desembocan en el mismo lugar: “En un acuerdo en el marco de la Constitución”.
Solo la rama más vetusta del PSOE, la que se niega a reconocer que la España que gobernaron otrora se ha esfumado, es la que menciona la amnistía, pero para dinamitarla
Da igual que la amnistía pueda encajar en el texto del 78. No importa que poner el contador a cero sea probablemente condición de posibilidad para recuperar la normalidad política que voló por los aires el uno de octubre de 2017. Mentar la amnistía solo está al alcance de la rama más vetusta del partido que se niega a reconocer que la España que gobernaron, visto el descalabro de la reacción el 23J, no volverá. De los González, Guerra y Redondo que la utilizan solo para tratar de dinamitarla.
Política
Investidura Podemos marca distancia con Sumar mientras Díaz se enzarza con Junts por la amnistía
Ni el diputado del PSdeG, Xosé Ramón Gómez Besteiro, que inauguró en galego el primer Congreso plurilingüe de la historia se atrevió a pronunciarla. Ni tampoco Pedro Sánchez lo hizo en su discurso eufórico y triunfal del domingo en un acto del partido. Ahora bien, a su juicio, la investidura está garantizada: “Los españoles han hablado y habrá un Gobierno progresista, claro que lo va a haber”. Lo repitió este jueves durante su viaje a la Semana de Alto Nivel de la Organización de Naciones Unidas en Nueva York: “Yo desde luego tengo muchas ganas de empezar ya esta legislatura, de que eche a andar, de que formemos Gobierno y de que consolidemos los avances”. También aprovechó para aclarar en los pasillos del Foro Económico Empresarial que no abandonará la ambigüedad hasta que no sea formalmente candidato a la Presidencia.
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Sumar sí habla de amnistía, pero no la da por cerrada
Por otros senderos dialécticos (y estratégicos) transitan los cuadros que dirige Yolanda Díaz. Si bien la vicepresidenta segunda del Gobierno en funciones y líder de Sumar se ha mostrado inequívocamente a favor de ese proceso de amnistía basado en “un amplio acuerdo que culminaría con una ley orgánica”, el jueves en Catalunya Radio ha desdicho también al líder de ERC: “No hay acuerdo con los independentistas para la investidura (...) Estoy convencida de que vamos a tener en el país el único gobierno de coalición posible, un gobierno de coalición progresista, liderado por Pedro Sánchez, el PSOE y Sumar”.
Díaz, que se ha deshecho en halagos hacia el exdiputado de En Comú Podem, Jaume Asens, por el trabajo de negociación que ha realizado con Junts per Catalunya, insiste en ensanchar los marcos de la potencial amnistía y ha especificado que, tras la investidura fallida de Feijóo del próximo martes, se reunirá con agentes sociales, económicos y con el mundo cultural catalán para trabajar en ese sentido. Intentará que de ese esfuerzo florezca un apoyo unánime: “Los agentes sociales van a estar siempre a la altura de las circunstancias (...) Pasada la investidura de Feijóo, probablemente yo tenga ya contactos, que van a ser unos públicos, otros no, con la representación de los agentes sociales en Cataluña”. También ha sorteado la propuesta de Podemos de que Irene Montero siga al frente de la cartera de Igualdad y ha atizado a la derecha española por su impostura en materia de política catalana: “Si llegan a gobernar el PP y Vox, iban a incendiar Cataluña. No es que lo diga yo, es que lo dijeron ellos. No tienen una política para Cataluña”.
No es descartable que la intransigencia que hoy muestra el jefe de la patronal ante la amnistía se vaya diluyendo en cuanto Feijóo supere el punto de no retorno de su investidura
Por ahora, ni Comisiones Obreras ni UGT se han pronunciado. El que sí lo ha hecho es el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, y se ha mostrado reacio a conceder la amnistía, pero ni Sánchez ni Díaz se resignan y confían en que esa primera manifestación solo sea una suerte de placebo para Núñez Feijóo. Si gracias al Ministerio de Trabajo de Díaz, Gobierno y patronal fueron capaces de sobrellevar una pandemia y sacar adelante nada menos que 18 acuerdos, contando una Reforma Laboral menos ambiciosa de lo prometido, pero pactada con los sindicatos, por qué no iban a poder esta vez conseguir la aquiescencia de los empresarios viendo el desesperanzado panorama de un potencial gobierno de derechas. Es una pregunta sobre las mesas de PSOE y de Sumar. Aunque Garamendi parece querer cuadrar el círculo: “¿Estamos de acuerdo? No. ¿Está dentro de la Constitución la palabra amnistía? Creo que no. Estamos con la Constitución del 78. Lo que nos gustaría es que los grandes partidos se sienten y lleguen a acuerdos”. Un pacto del bipartidismo parece poco probable y no es descartable que esa intransigencia que hoy muestra el jefe de la patronal se vaya diluyendo en cuanto Feijóo supere el punto de no retorno de su investidura el próximo martes.
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XV Legislatura La derecha lo apuesta todo al temblor de piernas del PSOE
Feijóo se queda sin cartas
Cada día que tacha en el calendario, el secretario general del Partido Popular da un paso más sobre el tablón que él mismo puso sobre la borda al convencer al jefe del Estado para que le propusiese como candidato a la Presidencia. Y aunque es complejo marcar un inicio en la cronología de zozobras de Alberto Núñez Feijóo, desde el 23J ha habido unas cuantas. Salvo transfuguismos o pactos en la sombra, no cuenta con la mayoría parlamentaria que lo catapulte a la Moncloa. Lo sabe mejor que nadie: “Defenderemos la libertad y la igualdad de los españoles aunque nos cueste la Presidencia del Gobierno”, se resignaba el pasado domingo.
Un sintético repaso de sus tropiezos pone negro sobre blanco ante lo que es probable que ocurra el próximo martes en el Congreso de los Diputados. Primero fueron los pactos con la ultraderecha en una buena ristra de comunidades autónomas y ayuntamientos. Después los amagos erráticos para abrir el marco de negociaciones hacia Junts. Luego una “gran movilización constitucionalista” con reminiscencias a la Plaza de Colón que abortó para transformarla en un mitin sencillo para satisfacción del expresidente José María Aznar y la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso.
La última, las contradicciones en la postura de su partido en un Pleno histórico que hizo oficial la posibilidad de usar todas las lenguas que se hablan en el Estado español en el hemiciclo. “No vamos a hacer el canelo, en el Congreso vamos a hablar en castellano”, decía el diputado vasco y portavoz del PP, Borja Sémper, horas antes de que se celebrase la votación en la que defendió, también en euskera, que votarían en contra de poder hacer lo que Sémper estaba haciendo y dotar de los mismos derechos a todas las lenguas oficiales.
Buena parte de los medios conservadores como El Mundo, The Objective, El Debate, Okdiario o Federico Jiménez Losantos, han invitado a Sémper a marcharse por sus “contradicciones” en “el momento menos indicado”. Aunque si hay una imagen que resume esa escuela de la contradicción política que ha echado raíces en Génova: es la que ha ofrecido Alberto Núñez Feijóo votando en contra de ampliar los derechos del idioma que, en teoría, trabajó para defender durante sus 13 años como presidente de la Xunta.
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