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Precariedad laboral
Jorge Perales, Teknikariok: “De los 2,5 millones destinados a trabajadores de cultura por Lanbide, solo se han repartido el 9%”
Teknikariok, el sindicato de trabajadores de espectáculos, eventos y artes escénicas, se organiza en la CAV para conseguir un plan de rescate del sector, con la vista puesta en la creación de un convenio colectivo.
Jorge Perales tiene 36 años y lleva cerca de 13 trabajando como técnico de sonido en directo en conciertos, teatros y otros eventos. Desde hace cuatro, también es técnico de estudio en Zarata Estudios. En este tiempo, ha trabajado en diferentes modalidades. Primero como asalariado con contratos de altas y bajas por jornada y, después, en régimen de autónomos. El apagón de la cultura provocado por la pandemia y el confinamiento le ha obligado a darse de baja y volver a trabajar como asalariado intermitente.
Pese al parón, no se quedó quieto. Junto a otras compañeras del sector empezaron a organizarse y finalmente conformaron Teknikariok, un sindicato asambleario de las trabajadoras de espectáculos, eventos y artes escénicas. Un frenazo en seco y la consciencia de la situación que se les venía encima. “Estas oportunidades de juntarnos, escucharnos y decidir cómo cambiar las cosas no se dan siempre”, afirma. Junto a otras personas del gremio están decididas a aprovecharla.
El parón absoluto del mundo de la cultura durante el confinamiento y buena parte de la desescalada precipitó la creación de Teknikariok. ¿Cómo ha sido este proceso de organizarse en un sector de alta temporalidad y trabajadores autónomos?
Este es un sector relativamente joven y con poca o ninguna lucha por derechos laborales a sus espaldas. Nuestras reivindicaciones se quedaban en las charlas a la vuelta de los bolos en el camión. Entre compañeras, coincidíamos en que esto debía cambiar: jornadas de unas 16 horas, sin seguridad laboral ni descanso entre jornadas, sufriendo continuos cambios de horarios según las necesidades de los artistas, sin tener en cuenta las de los trabajadores. Llegó el estado de alarma y con ello la cancelación de todos los eventos de nuestras agendas. Nos encontramos con un panorama desolador, sin respuestas y sin previsión de futuro y la gran mayoría sin poderse acogerse a ERTEs, ya que no estábamos dados de alta de continuo por las empresas. Tras muchos debates y conversaciones con asociaciones y sindicatos creamos Teknikariok, un sindicato creado por y para trabajadores de espectáculos y eventos donde las decisiones se toman en asamblea. El problema es estructural, por eso tenemos claro que lo necesario es un cambio de raíz. Nuestros objetivos principales son la regularización del sector, crear un convenio colectivo donde se tengan en cuenta nuestras particularidades y que la relación laboral entre empresas y trabajadoras vaya unida a derechos laborales, algo de lo que prácticamente carecemos hoy en día.
Han llenado titulares limpiando su imagen, hablando de ayudas a la cultura, pero la letra pequeña de esas prestaciones es que la gran mayoría no se puede acoger
Las ayudas de los diferentes gobiernos a quienes perdieron el empleo y los autónomos, ¿se han adaptado las necesidades de las trabajadoras del sector?
Para nada, y esta es una reivindicación que hacemos constantemente. Al no existir como gremio, nos vemos obligados a levantarnos y hacer ver a las administraciones que existimos, aunque no tengamos una sección propia en la Clasificación Nacional de Actividades Específicas. Muchas de las ayudas van dirigidas a artistas, promotores, teatros, sin tener en cuenta el eslabón más bajo de la cadena.
¿Tiene que ver con las diferentes figuras que mencionabas antes?
Sí. Están las asalariadas, que son las que se han podido acoger a un ERTE, aunque con riesgo de despido si la situación no mejora. También los contratados por días, que es la figura con menos derechos. No se tiene en cuenta su temporalidad y si no estaban dados de alta el día de la declaración del estado de alarma no tienen absolutamente nada. Por último, las autónomas, que con suerte reciben 600€, pero cumpliendo muchos requisitos y perdiendo esta prestación si ingresan tan solo un 25% más de su media del año anterior.
Tanto el Gobierno de Lakua como el de Madrid han llenado titulares limpiando su imagen, hablando de ayudas a la cultura, pero la letra pequeña de esas prestaciones es que la gran mayoría no se puede acoger por todos los requisitos que han de cumplir. De la ayuda de Lanbide a trabajadores de la cultura, de 2,5 millones, solo han repartido un 9% del total.
Habéis conseguido reuniros con algunas instituciones, ¿qué tal han ido las conversaciones?
De momento nos hemos reunido con el consejero de Cultura del Gobierno vasco, con las diputaciones de Araba y Gipuzkoa y con el director del Zinemaldi. Pronto tendremos reuniones con Eudel y con la Diputación de Bizkaia. En general, la respuesta es siempre la misma: la falta de competencias. Suelen esquivar nuestras peticiones derivando a otras áreas, pero no vamos a dejar de presionar hasta que nos planteen un plan de rescate para el sector. La calle es nuestra herramienta para ejercer presión, y esa presión tiene que reflejarse en la mesa negociadora junto a las administraciones. La crisis sanitaria ha sido un golpe fuerte al sector de la cultura.
Se han dado manifestaciones de solidaridad, casi siempre dirigidas a los artistas que se suben al escenario, pero pocas veces se tiene en cuenta a quienes trabajan detrás¿Todo iba bien por ahí antes de la crisis?
Somos los que estamos detrás de los focos y no se nos ve, tras los altavoces, pero no se nos escucha. Para que un evento salga adelante somos un pilar fundamental, pero no se nos tiene tan en cuenta, porque, como en cualquier otro ámbito, esto es cuestión de clases. Todo el sector se ha quedado tambaleando, desde artistas, empresas ypromotoras, a técnicos, pero somos estos últimos los que dependemos directamente de la programación de espectáculos. No tenemos tanta capacidad de reinvención. Muchas personas ya han buscado otros trabajos porque es obvio que en un largo plazo de tiempo no se va a generar trabajo para todas. El día que esto se reactive y se nos necesite quizás ya no estemos.
Ni siquiera el estatuto de los trabajadores se cumple en este sector.
Una de las metas que os habéis planteado es conseguir un convenio colectivo. ¿Por qué es importante para los trabajadores?
Un convenio colectivo es una negociación con la patronal que nos contrata donde se plasman todos los derechos y deberes que tenemos. Hoy en día tenemos claros nuestros deberes y obligaciones, pero lo de los derechos es otro tema. Ni siquiera el estatuto de los trabajadores se cumple en este sector. Con el convenio queremos que ese estatuto se cumpla, con nuestras propias particularidades. Entendemos, por ejemplo, que en un bolo haya que meter más de ocho horas, pero esto le debería salir caro a la empresa y ser una opción para nosotras, no una obligación no remunerada. Casi la mitad somos autónomos, esto es un indicativo perfecto de que no hay regularización y de que es necesaria. Si pudiéramos acogernos a un contrato según convenio se acabaría así con la figura del falso autónomo. Para crear ese convenio se necesitan dos figuras, una patronal y un sindicato, de ahí que nuestra asociación haya sido sindical, porque queremos ser nosotras mismas las que nos representemos.
¿Os habéis encontrado con otros sindicatos u organizaciones?
Nos hemos reunido con diferentes sindicatos, otras organizaciones de técnicos, jai batzordes, colectivos sociales.... Como parte del tejido, hay que colaborar con ellas. También creemos en hacer fuerza entre iguales, por eso estamos dentro de Plataforma Estatal de Asociaciones de Técnicos de Espectáculos (PEATE), junto a asociaciones y sindicatos de técnicos que lucha por los mismos objetivos.
Música
La misma canción de todos los veranos
¿Habéis encontrado algún modelo que funcione?
El modelo francés. Nos estamos guiando con él, entre otros, para crear aquí el nuestro. En este convenio está reflejada la intermitencia específica dentro del estatuto de artistas, se cotizan dos días por día trabajado y entre jornadas se recibe una ayuda para llegar a un sueldo mínimo. Allí tampoco les han regalado nada, los derechos se logran luchando. En 2016, cuando intentaron recortar el régimen de artistas, hicieron huelgas y ocuparon teatros y eso también es en lo que nos tenemos que fijar, en sentirnos unidas y empoderarnos.
En esta llamada nueva normalidad, empiezan a reactivarse las actividades culturales, ¿un poco de calma después de la tormenta?
Como en otros sectores, estamos en la cuerda floja, nadie sabe qué pasará mañana y esa inestabilidad no es fácil de llevar. Estamos con miedo a perder nuestros trabajos, o sin garantías de que el trabajo que salga sea suficiente para subsistir. Es cierto que la actividad se está reactivando, como pisando huevos, pero somos un gremio débil y en estos momentos estamos en el punto de mira. Parece ser que la cultura tiene altos índices de contagio, más que el transporte, la fábrica o los toros. Hoy en día hay mucho miedo a programar, aunque se tomen muchas medidas, los aforos se han reducido y esto dificulta la rentabilidad de los eventos. Todo lo anterior, combinado con la crisis económica y el miedo del público, hace que se nos haga difícil pensar que esto se reactivará como antes. Necesitamos compromiso real por parte de las instituciones, que las partidas ya aceptadas para cultura sean para programar o, de no ser así, para paliar las consecuencias que esta crisis ha tenido sobre las trabajadoras.