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Redes sociales
Bulos ganan corazones: cómo la desinformación y la extrema derecha se han hecho una misma cosa
![Bertrand Ndongo Periodista Digital](/uploads/fotos/r2000/20cd85f6/2G0A2109copia.jpg?v=63899323580)
Dos investigadores, Petter Törnberg y Juliana Chueri han publicado un estudio que se propone paliar la escasez de estudios empíricos que aborden la relación entre la política partidista y la desinformación. Su objetivo ha sido responder a dos preguntas básicas: ¿Qué partidos tienen más probabilidades de difundir desinformación en línea? y ¿la desinformación está vinculada a los partidos populistas o es específicamente una expresión de la derecha radical populista?
Las respuestas no dan mucho lugar a sorpresas: lo que los investigadores llaman populistas de extrema derecha son, con más claridad, los espacios políticos que difunden más material informativo adulterado, ya sea en forma de fake news o de su pariente hortera, el clicbait. Así lo determinan sus autores: “La desinformación y el populismo de extrema derecha deben entenderse como inextricablemente vinculados y sinérgicos, representando dos facetas del mismo fenómeno político”.
“Los votantes populistas de derecha radical tienen más probabilidades de estar mal informados, al tiempo que creen que están más informados”, afirman los autores del informe
Ese populismo, según la definición en el estudio, parte de una separación entre “pueblo puro” y “élite corrupta”, que señala a los medios de comunicación, “a los que se acusa de mentir o promover la cosmovisión de la élite”. No obstante, el papel de los medios tradicionales en la reproducción de este fenómeno político, es determinante: “Si bien la desinformación política puede comenzar en las redes sociales, a menudo pasa a través de los medios tradicionales, lo que resulta en un 'efecto amplificador' de historias que se descartarían en épocas anteriores de control de la prensa más eficaz".
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Además, el estudio, señala que los grupos populistas de derecha radical han sido eficaces “en la creación y utilización de ecosistemas mediáticos alternativos que amplifican sus puntos de vista, desde sitios web de noticias en línea y blogs hasta formas de medios más tradicionales como la televisión y la radio, que se han reconfigurado para atender las narrativas populistas de la derecha radical”.
Desde el estudio empírico de la emisión de fake news y de su difusión, Törnberg y Chueri, llegan a al conclusión de que construcción estratégica de un ecosistema mediático alternativo llevado a cabo por los partidos de la extrema derecha internacional “sirve para múltiples propósitos: amplifica sus mensajes ideológicos, crea un sentido de comunidad entre los seguidores y proporciona una contranarrativa a los informes de los medios tradicionales. Los populistas de izquierda no han establecido un ecosistema mediático paralelo en la misma medida”.
Basándose en otro estudio, este de 2021, los autores llegan a otra conclusión, que “los votantes populistas de derecha radical tienen más probabilidades de estar mal informados, al tiempo que creen que están más informados políticamente que los votantes populistas de izquierda”.
Para corroborar estas hipótesis, el estudio ha recogido una base de datos completa de 32 millones de tuits de 8.198 parlamentarios en 26 países que arranca en 2017 y termina en 2022 —antes del segundo advenimiento del populista Donald Trump y también de la compra de Twitter por parte de Elon Musk.
Según el informe, “los populistas de izquierda no tienen más probabilidades de difundir información errónea que los partidos tradicionales”
“El conjunto de datos incluye a todos los parlamentarios que tenían cuentas de Twitter y todos los mensajes que enviaron durante este período, recopilados mediante la API de transmisión de Twitter”, señalan en el informe. En el caso de España, se han analizado hasta 2.392.805 mensajes (es el tercer país en el que más mensajes se han emitido). Sin embargo, como apuntan los investigadores, un futuro estudio que evalúe la progresión en el antiguo Twitter de esas tendencias detectadas deberá contar con el bloqueo que Musk ha determinado para el acceso a la información de difusión de X.
Para los partidos de la izquierda llamada populista en el informe queda el consuelo de que los autores han detectado que “los populistas de izquierda no tienen más probabilidades de difundir información errónea que los partidos tradicionales”. Los mensajes de estos partidos se han centrado en la crítica de las élites económicas y las instituciones por las desigualdades y la privación económica, “lo que en gran medida evita que los medios de comunicación tradicionales sufran ataques”, concluyen los autores de la investigación.
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Mi opinión es que la desinformación ha evolucionado. Las estrategias propagandísticas y manipuladoras del franquismo fueron rápidamente asumidas y adaptadas durante la transición, para modernizarse en el tiempo hasta hoy día.
El bipartidismo ha vivido de vender motos y pagar publicidad institucional. Costumbres que no han amainado nunca. El mayor cambio viene por el lado tecnológico, por el final del cuasi monopolio informático del sistema (español en este caso).
Quizás hubo un momento durante los inicios de internet donde las opciones se abrieron más. Pero mucha gente siguió y ha seguido viendo la tele y sus informativos. Hoy día a toda esa aparte de la población hay que sumarle las personas que se informan a través de internet.
Internet, ese "lugar" infestado de cuentas falsas y bots, amplificados por los medios "serios y tradicionales" que le dan el pedigrí de información seria. Detrás de todo eso los sospechosos habituales: partidos políticos, instituciones religiosas y económicas, etc... Todo el mundo intentando llenar las cabezas de la ciudadanía con sus historias, lemas y motivaciones.
En la política se han adoptado las técnicas norteamericanas con avidez, la falta de escrúpulos y el cinismo va por barrios pero está consistentemente repartido en todo el parlamento. Los partidos y el sistema al que representan han apostado por el camino más corto para conseguir que las personas hagan lo que éstos quieren (que les voten para empezar), que consiste en aprovecharse de la buena fe de las personas.
Y los que debieran poner coto a todo ésto, los gobiernos, son los primeros interesados en que nada fundamental cambie.