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Salud mental
Frente al silencio, Orgullo Loco
Cada semana, cada día hay una larga lista de personas que dilucidan, sentencian y discursean sobre algo llamado Salud MentalⓇ. Asistimos impertérritas al auge de la homilía neoliberal disfrazada de salud, bienestar y autocuidado. Sin embargo, nadie habla de las violencias psiquiátricas. Sepa usted, lector y lectora que, mientras sus ojos navegan entre estas líneas, mientras le saltan pop-ups publicitarios, hay gente anulada tomando infinitud de medicamentos (drogas psiquiátricas), gente atada a la cama, o, incluso, hay quienes se disponen a entrar en la sala para ser sometidas al electroshock. Nuestras vidas importan nada y menos, tanto, que no es siquiera digno de ser mencionado.
España bate récords mundiales en el consumo de ansiolíticos, superando incluso a Estados Unidos. En 2020 se consumieron 110 dosis diarias de benzodiacepinas por cada 1.000 habitantes, según la Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes. Más escalofriante resulta si atendemos a la última edición de ESTUDES, la encuesta que elabora el Ministerio de Sanidad sobre las tendencias de consumo de drogas y otras adicciones en la adolescencia: casi un 20% de quienes fueron encuestados había consumido benzodiacepinas en algún momento de su temprana vida.
Mientras sus ojos navegan entre estas líneas, hay gente anulada tomando infinitud de medicamentos, atada a la cama o que se disponen a entrar en la sala para ser sometidas al electroshock
Aún así, son pocos los datos oficiales de los que disponemos para denunciar esta situación que el relator especial de la ONU, en su informe A/HRC/44/483, declaraba como sistémica, haciendo alusión a la coerción dentro del sistema médico de Salud MentalⓇ. En España el único registro, al menos público, se encuentra en la Comunidad Foral de Navarra.
En un informe en respuesta a una solicitud al Gobierno de Navarra del 20 de junio de 2018 se declaraba que: “La contención mecánica es una actividad frecuente y sistematizada en la práctica clínica de las UHPs navarras, mucho más frecuente de lo que piensan los profesionales, los usuarios, la opinión pública y los gestores y políticos”. Para colocar la guinda del pastel de la falta o absoluta ausencia de transparencia, los datos sobre el electroshock en España son difusos debido a la completa sensación de impunidad de quienes llevan a cabo tal tortura, ya que son ellos mismos quienes publican sucintos datos sobre su uso en revistas pseudocientíficas.
Movimientos sociales
Orgullo Loco para despatologizar la disidencia, la diferencia y todo lo demás
Psiquiatrización del malestar
Son varias las voces que, desde hace años, advierten de la patologización y medicalización de las desigualdades estructurales. No es baladí ni casualidad acudir al centro ambulatorio y salir con una receta de benzodiacepinas bajo el brazo, ante un problema laboral o de desempleo, ante una situación de violencia de género o de discriminación. Un estudio europeo encontró que un incremento de un 1% en el porcentaje de desempleo se asociaba con una elevación de la tasa de suicidio del 0,79%. Y otro estudio europeo del International Journal for Equity in Health determinaba que las mujeres en edad laboral serían un grupo particularmente sensible.
Además, el citado informe del relator especial de la ONU de 2020 afirma que es preocupante la forma en que se utiliza el «tratamiento» o la «necesidad médica» para justificar la discriminación y la injusticia social. Explica, también, que la medicalización se produce cuando diferentes comportamientos, sentimientos, estados o problemas de salud se «definen en términos médicos, se describen utilizando un lenguaje médico o se tratan mediante una intervención médica» y este proceso suele asociarse con el control social puesto que sirve para hacer cumplir los límites en torno a los comportamientos y experiencias normales o aceptables.
Es clara e indiscutible la relación entre la psiquiatrización, el diagnóstico (y las violencias que conllevan estas prácticas) con las desigualdades sociales
La revista The Lancet revelaba en 2011 una relación muy estrecha entre los indicadores de pobreza y las afecciones comunes de Salud MentalⓇ, así como el índice de vulnerabilidad CAPE pone de manifiesto las relaciones entre los factores geopolíticos, la ayuda exterior y la Salud MentalⓇ. Es, pues, clara e indiscutible la relación entre la psiquiatrización, el diagnóstico (y las violencias que estas prácticas conllevan) con las desigualdades sociales. Resulta evidente a ojos de cualquier lector que supiera lo que es trabajar, pagar un alquiler de un piso de 40 m2 por 900 euros al mes y que tuviese un contrato de trabajo precario del que depende su subsistencia económica, que cuantas más desigualdades soporte una persona, cuantos más ejes de opresión le atraviesen, más difícil resulta su vida. Y ante esos ahogos que produce el propio sistema, el PoderⓇ te ofrece la individualización, la criminalización de la pobreza, la medicalización de la vulnerabilidad, la psiquiatrización del malestar social y la condena al aislamiento.
Nosotras, desde el movimiento loco radikal, seguimos la senda que en su día iniciaron desde el sindicato de pacientes, desde el movimiento de supervivientes de la PsiquiatríaⓇ y desde colectivos de expacientes. Tan grande es el silencio que recae sobre nuestros hombros que la primera demanda que realizó el Sindicato de Pacientes Mentales de Reino Unido en su declaración de intenciones de abril de 1973 sigue, 50 años después, sin verse cumplida: la abolición del tratamiento obligatorio, es decir, el derecho efectivo de las y los pacientes a rechazar cualquier tratamiento específico.
Exigimos el fin de la coerción en los sistemas de Salud Mental, que cesen las torturas, que no haya nadie más a quien aten a la cama, nadie a quien sometan al electroshock, nadie a quien droguen a pastillazo seco
Exigimos el fin de la coerción en los sistemas de Salud Mental, que cesen las torturas, que no haya nadie más a quien aten a la cama, nadie a quien sometan al electroshock, nadie a quien droguen a pastillazo seco. No es suficiente con no constreñir de forma activa, tampoco ha de promocionarse la engañosa idea de beneficios casi milagrosos para someterse a un determinado tratamiento; el consentimiento informado ha de ser real, verídico. Para que eso sea posible, exigimos la abolición de la industria farmacéutica, el Al Capone de nuestra época, pues ejerce un inconmensurable control sobre los profesionales de la Psiquiatría, tal y como ha desvelado un estudio publicado en el British Medical Journal: un 60% de los miembros de los grupos de trabajo del DSM (la biblia de la PsiquiatríaⓇ) tenía vínculos con las farmacéuticas.
Porque no nos sobran motivos, porque defendemos el derecho radical a vivir nuestras vidas libres de toda violencia. Por las suicidadas, por las asesinadas, por las torturadas y por las encerradas decimos: ¡Basta ya de violencias psiquiátricas! Y ese mismo será el lema de la primera manifestación del Orgullo Loco Radikal Estatal que tendrá lugar el 25 de mayo a las 12h en Bilbao y que partirá desde la Plaza Unamuno. Nos remitimos a las palabras de Judi Chamberlin, activista del movimiento de supervivientes de la PsiquiatríaⓇ: Terminar con la opresión psiquiátrica para el martes. Eso es lo que quiero. Terminar con la opresión psiquiátrica para el martes. ¡Basta ya!