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Sanidad privada
Una trabajadora demanda a Quirón por poner en riesgo su salud
Carolina G.A. llevaba trabajando en el Hospital Universitario Quirón Madrid, sito en Pozuelo, desde 2007. Ha estado más de diez años detrás de la ventanilla de administración, atendiendo a pacientes a un ritmo que dibuja como frenético. “Desde nuestro mostrador a las tres de la tarde ya habíamos atendido a 600 personas entre cinco personas”, describe esta auxiliar administrativa a El Salto. En 2018, en un reconocimiento médico en el propio hospital donde ha pasado media vida laboral, detectaron un trastorno cardiaco: arritmias. Fue derivada a urgencias, de ahí a cardiología y finalmente intervenida en el corazón para mitigar este problema. Después de tres años entre bajas y altas médicas, con otra operación entre medias, y una historia que describe plagada de vulneraciones, con una negativa constante por parte de la empresa a adaptar su puesto de trabajo a su dolencia, finalmente fue despedida el pasado 10 de mayo de 2022. Paralelamente, su lucha en los juzgados ya había comenzado.
En noviembre de 2021, y cuando acababa su última baja de año y medio de duración, el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) decide concederle el alta médica. Así, debería de volver al mostrador en enero de 2022, después de disfrutar de los dos meses de vacaciones pendientes. Pero no estaba en condiciones de volver, es más, denuncia que con cada reincorporación los problemas cardiacos se han recrudecido y se apoya en los informes médicos para demostrarlo. Ante la ausencia de adaptación de su puesto, Carolina decide no presentarse a trabajar y pone una demanda ante el Servicio de Mediación, Arbitraje y Conciliación (SMAC). Es entonces cuando se desencadena el conflicto judicial.
“Hemos realizado requerimientos para que le adaptaran su puesto de trabajo y Quirón nunca ha hecho caso”
“Ha habido una ausencia de protección por parte de la empresa al no haber velado por la salud de esta trabajadora”, explica Julio Sánchez González, abogado del sindicato ESK que lleva este caso. “Hemos realizado requerimientos para que le adaptaran su puesto de trabajo y Quirón nunca ha hecho caso”, relata el letrado y añade que tampoco la empresa realizaba reconocimientos médicos cuando la trabajadora se reincorporaba de sus bajas laborales. Asegura que la legislación vigente contempla esta obligación ante bajas de larga duración, según se recoge en el Real Decreto 39/1997 sobre prevención de riesgos laborales y en el convenio colectivo de su sector. En el artículo 38, relativo a la vigilancia de la salud, se indica que deben realizarse reconocimientos médicos a los trabajadores y trabajadoras que reanuden su trabajo tras una ausencia prolongada por motivos de salud “con la finalidad de descubrir sus eventuales riesgos profesionales y recomendar una acción apropiada para proteger” a empleados y empleadas.
Sanidad pública
Las ocho empresas que se reparten el negocio
La entrada de los fondos de inversión en el capital de privadas sanitarias provocó un casino en el que las acciones pasaron en pocos años por entidades que ganaron miles de millones de euros con estas transacciones mientras concentraban el sector en un puñado de empresas.
“El cardiólogo preveía una recaída con mi reincorporación”, explica Carolina. Relata que solo de pensar en volver al trabajo empieza a tener picos de arritmias y a encontrarse peor. “Llamo a mi jefa y le pregunto si hay alguna forma de que me puedan ayudar”, relata. Pero no había alternativa; la respuesta de la empresa era que tenía que volver a trabajar, tal y como ella explica.
A los 15 días de la demanda, la empresa contactó con Carolina. Decidían citarla para un reconocimiento el 31 de enero de 2021. El resultado de ese reconocimiento: la trabajadora es apta para trabajar. “En el reconocimiento la someten a un electrocardiograma, que no reconoce ninguna anomalía. Eso ya le había pasado en otras ocasiones, son pocas las veces en las que han conseguido mapear esas palpitaciones en el momento. Por eso consideramos que tendrían que haberle puesto también un monitor holter, que monitoriza al paciente durante 24 horas. El holter nos hubiera dado la monitorización de todo el día y si se hace cuando está reincorporada van a poder descartar que ese aumento de frecuencia cardiaca esté relacionada con su puesto de trabajo”, explica Sánchez González. Según el manual de Procesos asistenciales compartidos entre Atención Primaria y Cardiología, ante la presencia de palpitaciones, si el electrocardiograma no detecta alteraciones en el ritmo cardiaco, hay que derivar al médico cardiólogo para que proceda a realizar otras pruebas, entre ellas la monitorización con holter.
“Se valora normal que una persona no pueda dormir o tenga un ataque de ansiedad. Al mismo tiempo los salarios son una pena. Yo estaba cobrando 940 euros, 7 horas al día”
Así las cosas, y mientras Carolina sigue exigiendo una adaptación al puesto de trabajo, el 10 de mayo de 2022 recibe la carta de despido. En ella, la empresa habla de despido disciplinario por haberse ausentado desde el 17 de enero de 2022 “sin que por su parte se haya presentado justificación alguna”. Tanto Carolina como su abogado muestran incredulidad ante esta afirmación. Desde El Salto se ha intentado contactar con la compañía Quirón Salud pero no se ha obtenido respuesta.
Grandes ganancias, sueldos bajos
La empresa Quirón Salud, una de las grandes en la privatización sanitaria, fue comprada en 2016 por el grupo alemán Fresenius. Esta entidad cerró el primer trimestre de 2021 con un incremento del 13% en las ventas en el mercado español, rebasando los 900 millones de euros, según publicaba el diario económico del negocio de la salud Planta Doce.
Según ha podido saber El Salto, son seis los trabajadores del Hospital Universitario Quirón Madrid los que presentan dolencias cardiacas. “Los trabajadores no importamos, se viven muchas situaciones de estrés y no se están fijando que igual hay un problema y que deberían atajarlo” expresa Carolina, quien tuvo el juicio contra la empresa el pasado 5 de septiembre, suspendido por causas técnicas. Mientras espera nueva cita, hace un balance de lo vivido. “Se valora normal que una persona no pueda dormir o tenga un ataque de ansiedad. Al mismo tiempo los salarios son una pena. Yo estaba cobrando 940 euros, 7 horas al día” añade quien ya no está dispuesta a jugarse la vida detrás de un mostrador por ese dinero.
“No solo es que la privatización de la sanidad suponga un menoscabo en la calidad de la atención sanitaria de la ciudadanía es que la propia plantilla que trabaja en esos hospitales está viviendo situaciones de precariedad y menoscabo de sus derechos”
“No solo es que la privatización de la sanidad suponga un menoscabo en la calidad de la atención sanitaria de la ciudadanía es que la propia plantilla que trabaja en esos hospitales está viviendo situaciones de precariedad y menoscabo de sus derechos”, manifiesta Julio Sánchez González. “Por lo que —prosigue— es importante que esas trabajadoras pierdan el miedo a reclamar contra gigantes como Quirón y también es importante que la ciudadanía apoye iniciativas en defensa de la sanidad pública como la ILP para recuperar la sanidad pública de la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad”, concluye.