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Sanidad pública
Maltrato a mansalva a las enfermeras de Atención Primaria
Sobre el tapete, a nivel social y mediático, está la mala situación que se vive en el primer nivel asistencial, la Atención Primaria, a la que pertenecen los centros de salud y las urgencias extrahospitalarias, por la falta de médicos y pediatras, aunque también faltan enfermeras. No se menciona para nada la situación en que quedan las enfermeras sin un médico al que dirigirse; un serio problema para ellas y para los pacientes.
Siempre se ha señalado la gran presión asistencial que sufrían médicos y pediatras que les llevó a movilizarse y realizar una huelga durante varios meses terminando con unos acuerdos que, según nos cuentan, resolverán de buena manera todos sus males y los de los pacientes. Muchos, simplemente, no se lo creen, entre ellos el que escribe.
La vía elegida para para disminuir la presión asistencial, nada tiene que ver con el más que necesario aumento de financiación o del número de médicos en Atención Primaria, ni con una disminución significativa del número de pacientes diarios por facultativo que serán vistos, eso sí, por voluntarios a cambio de trabajar más horas debidamente retribuidas, sino que se hará -o al menos eso se pretende- a costa de otras categorías, fundamentalmente administrativos y enfermeros, los grandes damnificados de aquellas movilizaciones. Todo esto genera Burnout y tiene consecuencias para los enfermeros.
La salida al conflicto médico, no solo no ha hallado soluciones definitivas para ellos, para la Atención Primaria o para los pacientes, sino que ha creado nuevos y serios problemas con enrarecimiento del clima laboral in crescendo.
Sanidad pública
Sanidad Pública Fin de la huelga médica en Madrid: dudas, desconfianza y entusiasmo moderado
Ahí está la Memoria PAIPSE (Plan de Atención Integral al Profesional Sanitario Enfermo de las Instituciones Sanitarias de la CM) presentada en la Comisión Central de Salud Laboral (CCSL) en la que la categoría enfermera ocupa por primera vez la lista de riesgos psicosociales en Atención Primaria.
Las enfermeras se han visto sometidas a un aumento de las cargas de trabajo y a un incremento de funciones en ausencia de otros profesionales
El número de enfermeras (353) que acude al PAIPSE es ya mayor que el de médicos (276). Las enfermeras se han visto sometidas a un aumento de las cargas de trabajo y a un incremento de funciones -algunas alegales o ilegales- en ausencia de otros profesionales o por la implantación del proyecto APADE (Atención a Procesos Agudos de Demanda en las consultas de enfermería de Atención Primaria) y las presiones que se reciben para su aceptación e implementación cuando es sabido que no existe respaldo jurídico para llevar a cabo ciertos procesos o determinados aspectos de ellos por parte de los enfermeros. Además, se pretende que se haga si aumento de plantilla. Analicemos las causas.
Ausencia de médicos de familia y pediatras
Para entender adecuadamente lo que pretende el APADE, se hace necesario conocer la normativa estatal en relación a la conocida como prescripción enfermera recogida en el Real Decreto 954/2015, por el que se regula la indicación, uso y autorización de dispensación de medicamentos y productos sanitarios de uso humano por parte de los enfermeros.
En diferentes resoluciones del Ministerio de Sanidad ya se han validado varias guías para la prescripción enfermera entre las que no están muchos de los 21 de los procesos que recoge el catálogo del APADE. La mayoría de estos 21 protocolos no cumplen la legalidad vigente mientras que, por el contrario, las guías del Ministerio, únicas legales y con plena seguridad jurídica para las enfermeras, la Consejería de Sanidad y el Gobierno de la Comunidad de Madrid, no las pone a disposición de la ciudadanía.
Al margen de la prescripción enfermera que regula el Real Decreto 954/2015, el APADE establece la “prescripción farmacológica no firmante, que posteriormente será validada por un profesional acreditado”, es decir, por un médico o un pediatra, con lo que además de sobrecargar al enfermero, no supone gran ayuda para los médicos y no aportan valor añadido.
Por lo tanto, el APADE para las enfermeras es inasumible por mucho aval que tenga por parte del Colegio Oficial de Enfermería de Madrid (CODEM). El CODEM es incompetente en esta materia. Es una artimaña que está utilizando la gerencia de Atención Primaria del SERMAS para tratar de solventar la inseguridad jurídica que supone el APADE para las enfermeras; un engaño al que se ha prestado el CODEM y sobre el cual el sindicato de las enfermeras, oficialmente ni se ha opuesto ni lo ha denunciado.
Tras la aprobación de las guías de prescripción enfermera por parte del Ministerio de Sanidad han de ser las consejerías de sanidad autonómicas las que hagan realidad su aplicación en sus respectivos servicios de salud. La prescripción enfermera que establece el Real Decreto 954/2015 ni siquiera está puesta en marcha en nuestra comunidad.
Agendas centralizadas
Ausencia de médicos y/o pediatras y el proyecto APADE son dos de las causas que generan sobrecarga en las enfermeras de Atención Primaria, pero no sólo. Sin duda, como a los demás profesionales de los centros de salud y de las urgencias extrahospitalarias, la falta de financiación está en la base de todo. Madrid es la última comunidad que menos destina a la Primaria.
La Comunidad de Madrid apenas cuenta con 0,51 enfermeras de Atención Primaria por cada 1.000 habitantes.
En el caso que nos ocupa, a la enfermería, se le suman las agendas centralizadas, como el arma más potente que emplea el SERMAS para invisibilizar el trabajo y la gran labor que realizamos los enfermeros al no computar para el cálculo de la presión asistencial resultando ésta, falsamente baja, lo que conlleva la no creación de nuevas plazas de enfermeras, muy necesarias teniendo en cuenta que ninguna región tiene menor tasa de personal de enfermería en los centros de salud. La Comunidad de Madrid apenas cuenta con 0,51 enfermeras de Atención Primaria por cada 1.000 habitantes.
O se tiene en cuenta a los cientos de miles y miles de pacientes que pasan por los laboratorios de los centros de salud para realizarse extracciones sanguíneas y otras pruebas, el millón y medio de pacientes que se vacunan de la gripe y covid en sus respectivas campañas, y otras agendas centralizadas o habrá que ejercer la desobediencia en defensa propia, en la de la Atención Primaria y en la población al ser atendida por un ridículo número global de enfermeros, “pasando” de las órdenes que obligan a establecer agendas centralizadas para incluir a todos estos usuarios en las respectivas agendas nominales que sí computan.
Las agendas centralizadas, como son las de las extracciones y las de la vacunación de la gripe y covid no computan a la hora del cálculo de la presión asistencial y por lo tanto no se tienen en cuenta a la hora de dotar a los centros de nuevas acciones de enfermería en los centros de salud. Todo trabajo que no figure en las agendas nominales de cada uno de los profesionales está totalmente invisibilizado, por lo tanto, no existe.
Si a esto le añadimos que ciertas actividades asistenciales conllevan un tiempo extraordinariamente largo (cada espirometría completa, una media de una hora, un ITB, media hora, curas de más de media hora o incluso más, MAPAs, cumplimentar los Planes Personales, atención domiciliaria a las que hay que sumar los tiempos de ida y vuelta a los centros, informes para la Ley de Dependencia…) la sobrecarga se hace inasumible. Con independencia del tiempo empleado en ciertos pacientes, toda actividad cuenta como un único paciente visto, incluso estando citado más de una vez en el mismo día.
Estos tiempos tienen una doble repercusión en los cálculos de presión asistencial enfermera, pues hay que tener en cuenta que mientras se hacen estas actividades propias de la profesión enfermera especialmente largas, no se atiende a otros pacientes. Los “huecos” enfermeros están estipulados en diez minutos, así que, por ejemplo, el hacer una espirometría supone atender a un solo paciente en seis huecos que, en caso de que hubieran sido ocupados por seis pacientes, estadísticamente hubieran dado una mayor presión asistencial, pero en este caso, la reduce, o sea, restan.
La programación de la agenda es de 5 horas que corresponde al 70% de la jornada laboral. Para los profesionales de enfermería que realizan extracción periférica dentro de su actividad asistencial se programaran agendas de 4h y 15 min, correspondiente al 60% de la jornada laboral”.
La carga de trabajo se tiene que medir por el tiempo que conlleva realizar determinadas actividades asistenciales a cada paciente, no por número de pacientes atendidos
En estas agendas de 5 o 4 horas y media están incluidos los tiempos reservados para los domicilios, unos 40-60 minutos (dos o tres domicilios, sobre el papel huecos de 20 o 30 minutos, que habitualmente necesitan de más tiempo), por lo que una enfermera, si se programara cuatro espirometrías en su jornada, únicamente habría atendido cuatro pacientes más los vistos a domicilio, resultando una presión asistencial ínfima. Evidentemente, con la fórmula utilizada para calcular la presión asistencial que recoge el mencionado documento, y que no contempla la variable tiempo, no es lo mismo atender a seis ciudadanos que a unos 25 o 27.
La carga de trabajo se tiene que medir por el tiempo que conlleva realizar determinadas actividades asistenciales a cada paciente, no por número de pacientes atendidos.
Aunque nada se sabe oficialmente, en el último mes y medio, entre el personal de enfermería se han producido las peores consecuencias imaginables
Graves costes para la salud de las enfermeras
Aunque nada se sabe oficialmente, en el último mes y medio, entre el personal de enfermería se han producido las peores consecuencias imaginables. Nada ha transcendido a los medios de comunicación. Hermetismo y secretismo total por parte de la Administración, y silencio total en los centros de salud en los que han ocurrido. La política del avestruz no parece lo más aconsejable. Si no se evidencian los problemas y sus causas no se pondrán los remedios necesarios y nos veremos abocados a los mismos y lamentables sucesos. Ahora, los trabajadores de esos centros están recibiendo apoyo psicológico; necesario pero paliativo. ¿Qué se está haciendo en esos centros concretos y en los demás para prevenirlos? Sin inversiones y con recortes, casi nada o nada.
La Administración con sus políticas de deterioro de la sanidad pública, en especial de la Atención Primaria, en ocasiones genera graves costes y fatales para la salud de los trabajadores. La nueva organización llevada a cabo por la gerencia de Atención Primaria y la Consejería de Sanidad, en parte derivada de la enorme presión asistencial manifestada hasta la saciedad en los últimos años por ciertos colectivos profesionales que la han sufrido y soportado estoicamente a costa de su salud y la de sus pacientes sin que nada se hiciera desde el gobierno de la Comunidad de Madrid para corregirla, se ha puesto en práctica a raíz de la salida de las huelgas del 2022 y 2023 con importantes y graves consecuencias en los profesionales y trabajadores de otras categorías.
Las directrices y normas dictadas por la Administración autonómica, cuando no simples ocurrencias tomadas sobre la marcha, pensadas para “hacer daño” a profesionales, pacientes y ciudadanos y al sistema sanitario público, no sólo afecta a las enfermeras; también aqueja especialmente a las administrativas de las unidades administrativas.
Solidaridad y empatía
Unos quieren que hagamos de mini médicos, otros de secretarias personales, cuando no las dos cosas a la vez. De haber querido hubiéramos cursado medicina o estudios de secretariado. Pero elegimos ser enfermeras, ni más ni menos.
Nuestra profesión tiene formación universitaria con competencias propias. No estamos para cubrir las deficiencias provocadas por la administración autonómica de la Comunidad de Madrid
Nuestra profesión tiene formación universitaria con competencias propias. No estamos para cubrir las deficiencias provocadas por la administración autonómica de la Comunidad de Madrid en manos del PP desde el año 1995; veintiocho años de mala y negligente gestión de la sanidad pública enfocada a destruir la Atención Primaria. La sufrimos todos los trabajadores del SERMAS y los usuarios madrileños.
Es imprescindible que la Administración de la Comunidad de Madrid, única responsable del desastre en el que ha convertido la sanidad pública madrileña, corrija sus políticas, pero también que todos los colectivos que conforman los Equipos de Atención Primaria (EAP) sean conscientes de que, tarde o temprano, todos estamos o estaremos afectados por igual y que, por lo tanto, sólo con la solidaridad y la empatía se alcanzarán soluciones válidas para todos. Lo contrario perjudica.
Los intentos por solucionar únicamente los problemas de unos y no los de otros; los intentos de remediar los de unos a costa de los otros, además de no resolver los de los primeros, deja desamparados a los segundos y ahonda en la mala situación presente y futura de los EAP, de los centros de salud y de las urgencias extrahospitalarias.
Trocear las problemáticas existentes en Atención Primaria como si fueran compartimentos estancos sólo conducirá a aumentar el mal ambiente laboral y abocará inevitablemente en un triste final para el primer nivel asistencial.
En nuestras manos y en el de la población está, al menos, intentar evitarlo. El enemigo es único y está en las alturas, no en la base. Unidad, unidad y más unidad o habremos perdido la batalla y la guerra que nos tienen declarada desde hace más de 25 años.
Los misiles que nos lanzan cada vez son más numerosos, sofisticados y potentes.