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Tribuna
Vivienda: es hora de organizarnos
Es el momento de articular una respuesta a la crisis habitacional que vivimos. Las trabajadoras vascas venimos sufriendo los desorbitados precios de la vivienda, la especulación y el negocio con la vivienda de manera individual y en muchos casos en silencio. Ya toca organizarnos.
Bajo el paradigma neoliberal, en nuestro país también se ha apostado por la compra de vivienda como eje de estabilidad social. La semana pasada, el lehendakari de la CAV Imanol Pradales reiteraba su apuesta en este sentido, anunciando líneas de avales públicos para favorecer la compra.
Una vez más, se pretende abordar el problema transfiriendo dinero público, en este caso a las entidades financieras. El problema dice Pradales es que cada vez menos gente podrá comprar o heredar una vivienda. En ese punto estamos de acuerdo.
La alternativa no es facilitar que la clase trabajadora se hipoteque de por vida para tener una vivienda en propiedad
Las tendencias apuntan a que la sociedad se está dividendo entre propietarios y quienes no lo pueden ser debido a una transferencia de herencias cada vez más fragmentada pero sobre todo por una precarización de las condiciones laborales y empobrecimiento de las condiciones de vida. En Madrid o Barcelona esta realidad es evidente y sabiendo que en Hego Euskal Herria la estructura de la propiedad es otra y nuestra escala es menor, nada parece indicar que caminemos en otra dirección. Más cuando desde los gobiernos de Gasteiz y en otra medida de Iruñea, se pretende impulsar la ya tan manida colaboración público-privada para fomentar la compra de vivienda.
Lo decimos claro, la alternativa no es facilitar que la clase trabajadora se hipoteque de por vida para tener una vivienda en propiedad, sino garantizar el acceso a un vivienda digna, segura y estable en la que pueda desarrollar su proyecto de vida. Y eso por supuesto que puede y debe realizarse mediante un mercado regulado de alquiler.
Euskal Herria es un territorio de lucha, tanto social como política y sindical. Resultado de esa capacidad de generar conflicto y arrebatar victorias a favor de la clase trabajadora y los sectores populares ha sido un relativamente mayor —aunque aún insuficiente— reparto de la riqueza generada en nuestro territorio. Aquí nadie nos ha regalado nada.
Derecho a la vivienda
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En la crisis financiera del 2008, en Hego Euskal Herria respondíamos con determinación mediante varias Huelgas Generales, una agenda propia en lo laboral, y la apuesta decidida en clave ofensiva para impulsar una transformación social en clave de soberanía. Nuestra lucha por el reparto de la riqueza la disputamos desde estos ejes. Eso sí, en materia de vivienda, observábamos los centenares de miles de desahucios que se realizaban en el Estado desde una relativa distancia. Esa realidad no era la nuestra.
Sin embargo, para muchas, esa ilusión estalló hace doce años un nueve de noviembre, cuando la vecina de Barakaldo Amaia Egaña decidió quitarse la vida ante la ejecución del desahucio a la que se enfrentaba. Una realidad sumergida afloraba de la peor manera posible. Una realidad que no ha desaparecido nunca; hace tan solo unas semanas, el sindicato LAB mediante la acción colectiva y sindical ha logrado detener una ejecución hipotecaria en Orkoien, permitiendo que la familia a la que la Sareb pretende echar de su casa para especular con ella pueda seguir viviendo en ella.
Por eso decimos que esta situación de crisis inmobiliaria nos exige leer el momento para acertar en las batallas que debemos dar ahora, reflexionar sobre los modos de acción colectiva y lograr articular una respuesta política amplia y transversal que avance en la defensa de los intereses de la clase trabajadora vasca.
Así, afirmamos que el momento es ahora porque las medias adoptadas por los distintos gobiernos, con la Ley de Vivienda aprobada en Madrid como exponente máximo, han sido claramente insuficientes y creemos que existen condiciones políticas y sociales favorables a impulsar cambios de calado. Es hora de intervenir el mercado de la vivienda para favorecer no al pequeño propietario y mucho menos a la patronal inmobiliaria, sino a quienes no tienen garantizado el acceso a una vivienda digna. Es absolutamente indispensable adoptar de manera urgente medias que bajen de manera generalizada los precios, que se movilicen las viviendas vacías y se amplié el parque publico de vivienda. Nosotras no creemos que la solución sea un país de propietarios, sino un país donde toda personas tiene garantizado el acceso a una vivienda digna y de calidad. Creemos que existe consenso social suficiente para caminar esa senda y apostamos por aportar en la organización de esas demandas.
Mientras constructoras y promotores se forran, nosotras trabajamos para nuestro jefe pero también para nuestro casero o entidad bancaria
Por ello, desde LAB pensamos que, además de acertar en las demandas, es nuestro deber ofrecer herramientas organizativas de acción socio-sindical eficaces que disputen la ofensiva del capital en todas sus dimensiones, también para intervenir en el conflicto de la vivienda. Debemos organizarnos y enfrentarnos a quienes quieren hacer negocio con un derecho y vivir del salario ajeno mediante un sistema rentista. La financiarización de la vivienda y el afán especulativo nos roban cada vez más salario en el pago del alquiler o la hipoteca. Mientras constructoras y promotores se forran, nosotras trabajamos para nuestro jefe pero también para nuestro casero o entidad bancaria.
El de la vivienda se ha convertido en un conflicto social de primer orden y creemos que es necesario articular una respuesta capaz de movilizar de manera amplia y transversal, que arrebate mejoras sustanciales en las condiciones materiales de la gente. El camino recorrido en Ipar Euskal Herria en ese sentido puede ser ejemplo a este lado del Bidasoa y es en esa dirección que se sitúa la aportación que queremos realizar desde LAB también en Hego Euskal Herria. Por ello, estaremos el 14 de diciembre en la manifestación convocada contra el negocio de la vivienda en Bilbo y día a día seguiremos construyendo una propuesta sindical a favor del derecho a la vivienda. Porque los derechos ni se negocian ni son negocio.