Urbanismo
Clara Eslava Cabanellas: “Tengo un pacto con el diablo”

“Tener que ganarte la vida con tus propios méritos permanentemente es una aventura”, comenta Clara Eslava. “Y la verdad es que nuestra vida laboral ha sido muy precaria pero muy gratificante”, concluye.
Clara Eslava
Clara Eslava. No CC. Álvaro Minguito
21 ene 2022 06:33

Las dos ramas paternas emigraron desde Alzórriz y Artajona a Iruñea. En el camino perdieron el euskera, varios familiares por la gripe española de 1919 y la casa por un desahucio. Ya juntas, les dio para montar una imprenta especializada en el celofán, aunque la llegada del plástico acabaría arruinándoles. Por parte de madre hay un general masón y republicano asesinado por Franco, otro militar educado en la Institución Libre de Enseñanza que escribía poesía y rezaba en árabe, una tía-abuela que consiguió la nulidad matrimonial a cambio de que le arrebataran a sus dos hijas legalmente, y una abuela expulsada de una escuela rural asturiana por negarse a dejar de ir a clase en bicicleta.

¿Cómo es la infancia de una arquitecta revolucionaria?
Con una pasión temprana por el dibujo, una biblioteca familiar inagotable, y un barrio donde pasaban muchas cosas.

Ciudades que ya no existen...
Echas la vista atrás y ves que aquello es otra época histórica. A mi madre, que daba clases en Magisterio, la denunciaron por ir con pantalones y, estando embarazada, la expedientaron y obligaron a cambiar de destino. Yo nací en 1972 y crecí en un Casco Viejo repleto de coches, heroína y comunidades gitanas empoderadas. Unas calles conflictivas pero en las que se respiraba el apoyo mutuo comunitario.

¿Y la vocación de urbanista para las personas pequeñas?
Mi padre y mi madre vienen de las Bellas Artes. Mi manera de rebelarme, supongo, fue orientar mi interés creativo hacia algo digamos más técnico.

¿Así, tan en línea recta?
Bueno, no es tan fácil, eh. Tengo mal recuerdo del colegio, aunque en el instituto fue mejor gracias al profesorado vocacional de aquella época. Ya en la universidad, todo empezó a cambiar con un curso que hice en París a mitad de carrera. Tuve tentaciones fuertes de quedarme, por su exuberante vida cultural, pero al final no me decidí. Acabado el proyecto mi compañero y yo nos fuimos a Madrid porque intuíamos, con acierto, que íbamos a tener más posibilidades de dar rienda suelta a nuestras inquietudes profesionales.

¡La gran ciudad!
Exacto. Doctorados en facultades públicas, trabajo, concursos. Y saliéndonos del tiesto.

¿Cómo se hace eso?
Pues en vez de edificar según reglas preestablecidas, imaginándotelas.

Suena fantástico. Os habréis forrado, espero.
Tener que ganarte la vida con tus propios méritos permanentemente es una aventura. Y tienes que guiarte por el pensamiento estratégico, aunque las decisiones calculadoras respondan también a la pura supervivencia. Y la verdad es que nuestra vida laboral ha sido muy precaria pero muy gratificante.

¡Una idealista!
No tanto. Tengo un pacto con el diablo: el sistema me da de comer, pero yo decido en última instancia.

¿Y cuál es la fórmula para la cuadratura del círculo?
Fundamentalmente, en vez de presentarte a convocatorias importantes y ganarlas, en ir a la administración a generar la demanda. Ahora bien, sabiendo qué puedo cambiar de la realidad, porque si quiero cambiar más de lo que la realidad admite, estoy fuera de la realidad.

¿Y qué hay que cambiar de los colegios?
Casi todo. Son estructuras segregadoras, jerárquicas y patriarcales que provienen de una sociedad industrial, en la que se separaba en espacios por edades y competencias. Y cuyo espacio y estética no son neutrales.

Los colegios son estructuras segregadoras, jerárquicas y patriarcales

Pero, ¿la educación no estaba feminizada?
Sí, pero no los ámbitos donde se toman las decisiones últimas, arquitectónicas o pedagógicas.

¿Y qué sobra en concreto?
El suelo liso de los patios, reflejo de la migración a la ciudad: una cosa limpia, que se puede barrer, plana, para practicar deportes reglados. Esas pistas deportivas climáticamente desastrosas, que absorben el frío y el calor, y no filtran bien el agua. También los pasillos, que no son espacios sociales sino tuberías de distribución. En general, todo lo que segrega.

¿Qué necesita la educación democrática?
Una escuela comunitaria, que es un edificio multifuncional que se aprovecha todo el día y que abre los fines de semana. Un espacio que está en el centro del barrio, con un sistema de aulas mixto abierto/cerrado, accesible e igualitario.

¿Vamos hacia eso?
Poco. En Madrid, por ejemplo, la jornada continua que ha favorecido el PP está consolidando una realidad de ghettos escolares y fracturando los lazos comunitarios. Es una catástrofe: solo quienes tienen tiempo y dinero van a comer a casa y a las actividades de pago, y quienes menos tienen se quedan sin atención de calidad. En la práctica, se está cambiando el juego libre por extraescolares elitistas y pantallas.

Arquivado en: Educación Urbanismo
Informar de un error
Es necesario tener cuenta y acceder a ella para poder hacer envíos. Regístrate. Entra na túa conta.

Relacionadas

Urbanismo
Urbanismo ¿Es posible un urbanismo popular?
Una arquitectura popular contra el urbanismo neoliberal y sus lógicas de mercado
Pensamiento
Paulo Tavares “La imaginación es el primer acto político”
El arquitecto e investigador brasileño Paulo Tavares cuestiona las ideas fundacionales del pensamiento, el diseño y la ciudad occidentales en el marco de la crisis ecosocial.
Literatura
Silvia Nanclares “Moratalaz nace como barrio franquista, solo que no contaban con la presión vecinal”
Con ‘Nunca voló tan alto tu televisor’ la escritora madrileña regresa a su barrio y examina lo que quedaba debajo de la cáscara de progreso que supuso la construcción del edificio de Torrespaña, aun hoy uno de los más reconocibles de la ciudad.
Palestina
Genocidio La ONG anti-UNRWA lanzada por exespías y marines de EEUU siembra el caos en el reparto de alimentos en Gaza
La Fundación Humanitaria de Gaza (GHF) creada a comienzos de este año y vinculada a agentes del ejército y la inteligencia estadounidense ha sido acusada de desaparecer a una persona y disparar a quienes estaban esperando ayuda.
Alemania
Litigio climático Un tribunal alemán abre la puerta a que grandes emisores puedan ser responsabilizados de daños climáticos
El jurado descarta la demanda del agricultor peruano Saúl Luciano Lliuya por entender que el riesgo a su propiedad es demasiado bajo, pero esta misma argumentación podría llevar a condenas en otros casos.
Madrid
Derecho a la vivienda Victoria contra la Sareb: 16 familias consiguen firmar contratos después de años de lucha
Un bloque en lucha de Casarrubuelos (Comunidad de Madrid) consigue formalizar contratos con el banco malo, al que acusan de actuar “como un fondo buitre”. En Catalunya, diez ayuntamientos apoyan los reclamos de 62 hogares en huelga contra La Caixa.
Xunta de Galicia
Política A Xunta recibe ao embaixador de Israel en funcións mentres Gaza agoniza ao bordo da fame
O Goberno de Alfonso Rueda escenifica a súa boa sintonía coa Administración de Benjamín Netanyahu apenas unhas horas despois de que Israel bombardease unha escola que servía de refuxio e ordenase unha evacuación masiva en Gaza.

Últimas

Universidad
Genocidio Las universidades españolas han firmado 44 proyectos con Israel desde septiembre de 2024
Los acuerdos dentro del programa Horizon Europe se han sucedido a pesar de las declaraciones de decenas de universidades de suspensión de relaciones con Israel.

Recomendadas

Culturas
Erika Lust y Sara Torres “El deseo tiene una potencia inagotable para transformar la realidad si lo liberamos de las normas”
Sexo, deseo o ética del placer son algunos de los temas que hilan la escritora Sara Torres y la productora de cine porno Erika Lust en ‘La abundancia del deseo’.