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Vacunas
Afectadas y afectados por la vacuna de Astrazeneca piden que se reconozca el origen laboral de sus patologías
Macarena Peña Rodríguez tiene 44 años y es trabajadora social con personas refugiadas. Se acerca a la grabadora dando pequeños pasos y se encoge de hombros para contar su caso, con el Congreso de los diputados frente a frente. Vive en Madrid y se vacunó contra el covid con la vacuna de Astrazéneca el 12 de marzo de 2021, tal y como se ordenó a todos los trabajadores y trabajadoras esenciales. Desde entonces su vida no es la misma, asegura. A las 48 horas de la administración de la vacuna comenzó con dolores fuertes de cabeza y vómitos. “En el hospital me hicieron un escáner y vieron dos lesiones en el cerebro. Me dijeron que eran inflamaciones y que se me quitarían. Pero los síntomas no han parado”, expresa Macarena. El día anterior a esta entrevista salió de la consulta del neurólogo muy disgustada. Le recetan antidepresivos, creen que tiene un trastorno de adaptabilidad. Pero ella asegura que lo suyo no es psicológico, es físico. Aunque no tiene un diagnóstico definitivo, comparte muchos síntomas de la Encefalomielitis Miálgica o Síndrome de Fatiga Crónica. “Yo sé que es algo neurológico. Tengo dolores musculares, dolores articulares, fatiga pulmonar, fatiga mental, me falla la memoria, la coordinación, a veces niebla mental”, explica a El Salto con visible malestar ante la incredulidad a la que le someten en algunas consultas.
Está de baja desde el 3 de mayo, su segunda de larga duración. “Tras un año, volví al trabajo. El tribunal me dio el alta médica. Al principio, yo iba dos días a la oficina y tres días desde casa. Eso podía mantenerlo”, explica. Pero pronto se empezó a hablar de la vuelta a la normalidad. Macarena entregó un informe del neurólogo para pedir una adaptación a su puesto. En el informe ponía: “reducir la carga mental”. “Trabajo con personas refugiadas, lo emocional se convierte en mental. Me denegaron la adaptación al puesto. En breve tendré que volver a trabajar”, se lamenta.
Como Macarena, trabajadores esenciales fueron de los primeros grupos en vacunarse contra el covid 19. Les administraron la vacuna Astrazeneca que comenzó a suministrarse entre su colectivo en el mes de febrero de 2021. El 15 de marzo de 2021 España hizo un paréntesis en su administración. El 8 de abril se suspendía definitivamente entre menores de 60. El 19 de junio Sanidad decidió no recibir ni distribuir más dosis de este fármaco.
Los afectados por esta vacuna poco a poco fueron poniéndose en contacto. Crearon la Asociación de Trabajadores Esenciales Afectados por la Vacuna de Astrazeneca (ATEAVA). Empezaron siete personas, trabajadores de la enseñanza. Hoy son 103 de todos los sectores esenciales: sanitarios, docentes o trabajadores sociales. Entre todas sus demandas, piden empezar por la situación en sus trabajos: quieren que sus enfermedades sean reconocidas como contingencias laborales. El pasado viernes 2 de febrero confluyeron en Madrid con varias citas: primero para reunirse con la Agencia del Medicamento. Luego con la Fiscalía de Salud en el Trabajo. Después posaron ante el Congreso para la cámara de El Salto.
“Nosotros nos vacunamos por responsabilidad social y si esa vacuna ha generado un daño el Estado debe de hacerse cargo, al menos reconociendo que es un accidente de trabajo”
“La Agencia del medicamento debe de determinar la relación causal entre nuestras enfermedades y la vacuna. Nos han escuchado y nos han comentado que todas las patologías que están recogidas en la ficha técnica es más fácil que ellos demuestren que hay vinculación. Están dispuestos a ayudarnos”, explica Pedro García, portavoz de ATEAVA, quien tuvo una trombosis en el pulmón y en la vena porta que va al hígado, conducto que permanece taponado.
En el prospecto Vaxzevria, que es el nombre de la vacuna de Astrazeneca, se reconocen posibles efectos adversos que tienen que ver con la coagulación, con diferentes tipos de trombos, y otras afecciones como síndrome de fuga capilar o acontecimientos neurológicos como el síndrome de Guillain-Barré (SGB) y de Mielitis Transversa (MT).
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Su siguiente reunión fue ante la fiscalía. “Se han comprometido a hacer pública nuestra situación y a hacer participar al resto de estamentos del Ministerio de Trabajo de nuestra realidad”, explica García. Muestra de ellos es que fiscalía ha emitido una nota de prensa con la reunión. “Nosotros nos vacunamos por responsabilidad social y si esa vacuna ha generado un daño el Estado debe de hacerse cargo, al menos reconociendo que es un accidente de trabajo”. Hoy la asociación agrupa a gente que está en activo y que ha podido recuperar la normalidad, gente en activo con adaptaciones al puesto de trabajo y gente que está siendo incapacitada. También hay compañeros que han muerto. “De momento a ninguno se nos ha reconocido el origen laboral”, expresa García.
Más mujeres entre las afectadas
García destaca que hay algo sorprendente: la proporción de sexos entre los afectados y afectadas. Un 80% son mujeres. “Esto hay que destacarlo porque cuando se hacen los ensayos clínicos de estos medicamentos no se tiene en cuenta el género”. El último informe de farmacovigilancia de vacunas covid-19 publicado hace un año recoge un total de 84.650 notificaciones de acontecimientos adversos, lo que correspondería a 76 notificaciones por cada 100.000 dosis administradas. Un 72% han sido reportados por mujeres.
Un 80% de las afectadas son mujeres. “Esto hay que destacarlo porque cuando se hacen los ensayos clínicos de estos medicamentos no se tiene en cuenta el género"
Una de ellas es Berta Guijarro Partera de 53 años y profesora de matemáticas de Baena, que hoy está con el resto de sus compañeros y compañeras de ATEAVA a las puertas del Congreso. Tiene ganas de hablar, está cansada de que la cuestionen y ofrece todo lujo de detalles. Se vacunó el 25 de febrero. Al quinto día comenzaron los dolores fuertes de cabeza. “Un día entré en clase y como si me explotara la cabeza. Empecé a ver manchas con el ojo izquierdo. Me fui a Córdoba y en un hospital privado me dijeron que estaba sugestionada. Me fui a un hospital público. El neurólogo me vio y me dejó ingresada. Me hicieron una resonancia magnética y descubrieron que tenía una trombosis del seno venoso izquierdo”, expresa Berta, una de las enfermedades reconocidas como un efecto secundario de la vacuna.
"Estuve ingresada 16 días. Desde entonces no me he recuperado, tengo fuertes dolores de cabeza, me ha afectado a un ojo. Muchos médicos no se creen que me siga doliendo la cabeza. Después de muchas peleas y muy poca comprensión por parte de los médicos, no veo bien, tomo 15 pastillas al día y no se me quita el dolor de cabeza”, explica. Asegura que también con mucha pelea consiguió la incapacidad permanente total concedida por el Instituto de la Seguridad Social. No reclamó para la absoluta, porque estaba inserta en la batalla médica, “pero ahora lo haré y pediré la contingencia laboral”, expresa.
Vacunas
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Otra es Leticia Bravo Banderas. Tiene 52 años, es de Málaga y también ejercía de profesora. Con un hilo de voz acorde con su energía, asegura que se empezó a sentir mal durante la primera noche. 48 horas después acabó en urgencias con un amplio cuadro de síntomas y con una limitación enorme. “Me han diagnosticado Encefalomielitis Miálgica y otras patologías como fibromialgia y disautonomía. Los médicos han relacionado mis dolencias con la vacuna. En los informes de urgencias se reflejan como posible reacción adversa a la vacuna”.
Queremos que se nos haga justicia en términos profesionales y a nivel científico se aproveche nuestra mala fortuna para que esto no vuelva a pasar”
A Leticia le concedieron la baja automáticamente durante un año y dos prórrogas más. Finalmente, ha conseguido la incapacidad permanente absoluta. A partir del mes de abril la volverán a llamar y podrían darle de alta para volver a trabajar. Ahora está en trámite de solicitar la contingencia laboral. Asegura que se pregunta muchas veces por qué hay más mujeres que hombres afectadas. “Queremos que se nos haga justicia en términos profesionales y a nivel científico se aproveche nuestra mala fortuna para que esto no vuelva a pasar”, explica.
La contingencia laboral
“Entendemos que sus afecciones tienen un origen laboral y deben ser tratados como tal. Se les pidió que se vacunaran y tenían una única vacuna, no pudieron elegir. Asumiendo esa responsabilidad se vacunaron con esa vacuna y fruto de ello muchos tienen situaciones incapacitantes”, expresa José de las Morenas, coordinador de la secretaría de salud laboral de UGT, uno de los sindicatos que respalda la causa de estos afectados y afectadas.”Entendemos que el Ministerio de Trabajo y el Ministerio de Sanidad debieran ser consecuentes y reconocer su afección desde el punto de vista laboral”, expresa de las Morenas.
"Muchos están asumiendo costes de fisioterapias y otros tratamientos, pero deberían ser tratados en las mutuas que son las que dan cobertura a las contingencias laborales”
El portavoz de UGT explica que si fueran reconocidas sus contingencias de origen laboral, o bien por accidente o bien por enfermedad, tendrían beneficios económicos pero también en el tratamiento de sus enfermedades. "El ámbito rehabilitador iría a cargo de mutuas. Muchos están asumiendo costes de fisioterapias y otros tratamientos, que deberían ser tratados en las mutuas que son las que dan cobertura a las contingencias laborales”.
Sara García de las Heras, secretaria de acción sindical y empleo de USO, otro de los sindicatos que van de la mano de ATEAVA, indica los beneficios económicos relacionados con la prestación que reciben los trabajadores y trabajadoras cuando se dan de baja. Así, las prestaciones por contigencias comunes se calculan a partir del 60% de la base reguladora desde el día 4 hasta el 20 inclusive y del 75% de la base reguladora desde el día 21 en adelante. Sin embargo, si la incapacidad es laboral, las prestaciones se calculan sobre el 75% desde el primer día.
“Además, con la contingencia laboral, hay una obligatoriedad de prevención, que se haga un registro y un seguimiento para investigar lo que se ha producido y que no ocurra en un futuro”, explica García de las Heras. “Es una cuestión de reparación moral. Más allá de la normativa. Unas personas que se les pide un compromiso por ser esenciales, se vacunaron porque entendían que tenían que hacerlo y ahora tienen situaciones vitales graves pues como mínimo hay que conseguir ese reconocimiento de sus dolencias como de origen laboral”, añade la representante de USO.
Y algunos ya han empezado ese camino de manera pionera. Es el caso de Pau Silvestre Linares que tiene 46 años y es un profesor de Alicante. A los 10 días de vacunarse empezó a perder fuerza en las piernas, no podía orinar y acabó en el hospital sin poder mover ni los dedos de los pies. Le han diagnosticado Mielitis Transversa. “En el informe del alta médica me reconocen que es por la vacuna. Estuve un año y medio de baja y con rehabilitación, terapia ocupacional y psicoterapia. Al año y medio me dan de alta, me reincorporo pero no puedo moverme, solicito una adaptación no me conceden nada”, explia Pau. A día de hoy lo único que ha conseguido es “un baño adaptado para minusválidos donde tengo los pantalones porque me orino encima”. Este profesor intentó la contingencia laboral es el que tiene el proceso más avanzado. “La dirección territorial de Educación me dijo que no, interpuse un recurso de alzada este verano y no me han contestado. Ahora solo me queda la vía judicial. Si quiero pedir una reclamación patrimonial ante la administración tendría más potencia si se me reconociera accidente laboral”, expresa.
“No somos negacionistas. Si hubiéramos sido negacionistas no nos hubiéramos vacunado. Nosotros hicimos nuestra parte como trabajadores para proteger a los demás"
Los afectados presentes frente al Congreso lo dicen alto y claro: “No somos negacionistas. Si hubiéramos sido negacionistas no nos hubiéramos vacunado. Nosotros hicimos nuestra parte como trabajadores para proteger a los demás. Y si ha habido unas secuelas el Estado no puede mirar para otro lado. Han pasado ya tres años, no se ha hecho nada. Las reuniones de hoy son un primer paso y vemos que hay voluntad de querer hacer algo, poner este asunto en la agenda”, termina con esperanza Pedro García, mientras despliegan una pancarta frente al Congreso para realizar un posado plagado de simbología. Por fin son visibles y cada vez son menos cuestionados. O eso intuyen.
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