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Violencia obstétrica
España triplica la tasa de inducciones al parto que recomienda la OMS
En abril de 2020 la policía se personaba en casa de una embarazada para obligarla a someterse a una inducción al parto en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). La mujer, que ya superaba las 42 semanas de embarazo, tras someterse a un control fetal en el que se comprobó el buen estado del bebé, decidió seguir con sus planes de parir en casa. De hecho, cuando la policía llegó a su hogar ella ya había comenzado con las contracciones y el parto se empezaba a desencadenar. Pero no hubo negociación posible. Las autoridades, siguiendo las órdenes del Juzgado de Instrucción nº 1 de Oviedo y a petición del subdirector de Servicios Quirúrgicos y Críticos del HUCA, condujeron a esta embarazada hasta el hospital. No hubo que inducir, porque ella ya estaba de parto, pero ese era el objetivo de los facultativos por gestación “cronológicamente prolongada”.
Este es un caso extremo, pero esta es la filosofía que subyace en la práctica obstétrica de este país y así lo demuestran las cifras: una de cada tres mujeres se someten a un parto inducido, o, lo que es lo mismo, en España se realizan un 34% de inducciones, porcentaje que triplica al 10% recomendado por la OMS. Así lo denuncian desde la Associació de Llevadores del Part a Casa de Catalunya (ALPACC), quienes han presentado la guía Inducción médica en el parto con el objetivo de que todas las mujeres embarazadas tengan toda la información antes de someterse a una inducción “y también quienes trabajan en los hospitales porque a veces se funciona con el ‘siempre se hizo así’, cuando se debería actuar en el hospital con medicina basada en la evidencia”, denuncia Inma Marcos, comadrona, presidenta de ALPACC y coautora de esta guía, para quien las cifras de inducción son “alarmantes” debido a los riesgos que acarrea esta práctica.
La inducción dobla el riesgo de cesárea y aumenta un 50% el de parto instrumentalizado, además de aumentar el sufrimiento fetal
La inducción dobla el riesgo de cesárea y aumenta un 50% el de parto instrumentalizado, además de aumentar el sufrimiento fetal y los días de hospitalización de la madre o dificultar el inicio de la lactancia, trasladan desde ALPACC. Una práctica que, según esta guía, debería estar restringida a situaciones con una clara indicación médica en la que los beneficios esperados superen los potenciales daños, como la preeclampsia (presión arterial alta y signos de daño hepático o renal), la colestasis no controlada (disminución o ausencia de bilis), patologías con presencia de anticuerpos o enfermedades no tratables antes del parto.
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Sin embargo, se suele recomendar cuando el bebé es grande o es pequeño, cuando hay diabetes gestacional, cuando hay bolsa rota o cuando se superan las 42 semanas, como en el caso de Asturias. Y esto, alertan estas matronas, no debería ser así por rutina. La clave: personalizar la manera de proceder en cada caso. Así lo explica Imma Sàrries, comadrona y también coautora de esta guía. “El problema es que se están adoptando protocolos unificados para todas las mujeres. En maternidad los mejores resultados los obtenemos cuando individualizamos las decisiones. La clave es personalizar e individualizar los cuidados y ofrecer a las madres alternativas”, expresa.
“El problema es que se están adoptando protocolos unificados para todas las mujeres. En maternidad los mejores resultados los obtenemos cuando individualizamos las decisiones”
Sàrries pone ejemplos: Simplemente que un bebé sea pequeño no es motivo de inducción. Si el bebé es grande, es muy raro que una madre haga una criatura que no pueda parir, luego tampoco sería un motivo de inducción. Si la diabetes gestacional está bien controlada, tampoco. “Y cuando hay gestación cronológicamente prolongada, sabemos que a partir de la 42 se incrementa el riesgo para el bebé, pero a través de controles exhaustivos se puede ir comprobando el estado del feto. Mientras que el bebé esté bien, y las ecografías den buenos resultados, la madre debe de poder elegir esperar”, sentencia Sàrries.
La edad gestacional, a debate
En cuanto a este último punto, la guía es clara: la edad gestacional, o tiempo del embarazo, no se puede estimar de forma fiable. Solo un 5% de los bebés nacen en la fecha probable de parto y entre un 5 y un 10% llegan a la semana 42. Así, la duración media de un embarazo sobrepasa las tradicionales 40 semanas: 41+1 para primerizas y 40+5 para multíparas. Además, hay que tener en cuenta otras variables que influyen como la edad materna, las variaciones en el ciclo menstrual o los factores genéticos.
“Desde la obstetricia hay una mirada hacia la embarazada desde la falta de confianza en que las mujeres puedan parir. Toda embarazada es una bomba en potencia"
“En todos los libros de obstetricia se habla de gestación prolongada cuando nos pasamos de la semana 42. El problema es que ahora incluso se está induciendo al pasar de la semana 41” expresa Inma Marcos, presidenta de ALPACC, para quien la tendencia es preocupante. “Desde la obstetricia hay una mirada hacia la embarazada desde la falta de confianza en que las mujeres puedan parir. Toda embarazada es una bomba en potencia. En cambio, las comadronas tenemos una mirada desde la idea de que por defecto los partos son saludables y van bien. Toda mujer nació diseñada para parir y todo va a ser más fácil con la mínima intervención. Es más saludable y hay menos riesgos de secuelas cuando los partos son espontáneos”, sentencia Marcos.
Autonomía del paciente
La ley 41/2002 de autonomía del paciente reconoce la libre elección del mismo, esto es: la facultad del usuario de optar, libre y voluntariamente, entre dos o más alternativas asistenciales. Además, recoge que toda persona que va a ser sometida a una intervención tiene que conocer previamente sus riesgos y poder decidir libremente si la acepta o la rechaza. A esta ley hace referencia Francisca Fernández Guillén, abogada del Observatorio de la Violencia Obstétrica, que ha llevado el caso de Asturias y ha escalado la causa hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, después de que el Tribunal Constitucional la rechazara. Fernández destaca la falta de alternativas ofrecidas a las embarazadas cuando se las propone una inducción, tal y como recoge la ley. “Esta ley no se aplica a las mujeres. Los jueces actúan con estereotipos sexistas, tú como mujer no puedes decidir”, se queja Fernández Guillén, quien insiste en que la mujer embarazada de Asturias fue conducida por la policía hasta el hospital “sin escucharla, sin permitirle asistencia jurídica, esto es un abuso de derechos”, incide.
“A las mujeres se nos convierte en un obstáculo cuando somos nosotras las que hemos parido y las que vamos a criar”
“Si le hubiera pasado a un hombre no se le llevarían por la fuerza. Pero a la mujer se la convierte en un contenedor de bebés, en una enemiga para el bebé y al médico en un salvador. Y si tú no te sometes, sin valorar la situación, puedes ser sometida a una intervención forzosa”, explica esta abogada, quien denuncia la infantilización que sufren las mujeres en estos procesos. “A las mujeres se nos convierte en un obstáculo cuando somos nosotras las que hemos parido y las que vamos a criar”, sentencia. “Yo llevo muchos casos donde los bebés han sufrido consecuencias terribles por culpa de las inducciones”, alerta.
Y, más allá de los riesgos físicos, está el aspecto emocional, muy importante a tener en cuenta en un momento como ese. “Hay que cuidar el nivel de satisfacción materna en cuanto a la experiencia de la maternidad”, relata Imma Sàrries. La recepción del bebé tiene que estar vinculada a la alegría y al gozo, explica Sàrries, cosa que es más difícil que ocurra durante una inducción, proceso en el que se utilizan provocadores del parto como la oxitocina sintética que genera contracciones más dolorosas para la madre. “El estado emocional de la madre no hay que menospreciarlo: tras un parto espontáneo se sienten más fuertes, más autónomas, más sanas, lo que facilitará la crianza del bebé”, zanja.