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Adelante Andalucía
Gobernar y gobernarnos. Una propuesta para la izquierda andaluza
Algunos de los episodios de mayor tensión en la coalición Adelante Andalucía han tenido lugar en mitad de la pandemia del coronavirus. A la incertidumbre a la que se enfrenta el territorio más poblado y más vulnerable ante la crisis económica que viene se le suman las incógnitas de futuro de su izquierda frente al primer gobierno conservador de la autonomía andaluza, que no se desinfla.
Ni siquiera esta pandemia ha sido motivo de tregua en la la izquierda andaluza. Adelante integra a Anticapitalistas, Izquierda Unida se opone; en Podemos arrecian los debates sobre su nueva dirección autonómica… Se ha prestado escasa atención a estos movimientos por existir cuestiones de actualidad decididamente más importantes, pero también por el evidente hastío ante la enésima disputa interna. La incógnita sobre el futuro de la izquierda en el territorio más poblado y más vulnerable ante la crisis económica que viene no es, sin embargo, una cuestión menor. Este artículo, por tanto, tiene dos propósitos: ayudar a comprender qué está pasando en la izquierda andaluza mediante un mapa-resumen y señalar una posible salida al laberinto en que se encuentra inmersa.
La izquierda andaluza está atravesada por dos ejes que representan dos debates diferentes. Imaginemos una tabla.
En un eje tenemos la cuestión territorial, el debate entre las organizaciones de base netamente andaluza o de carácter estatal. No se trata del modelo de Estado propuesto en los programas de cada organización, aunque evidentemente algo indique al respecto. Es, por el contrario, una cuestión con entidad propia que tiene que ver con el núcleo duro de cualquier organización: dónde y quiénes toman las decisiones legítimas que han de ser obedecidas por todos. Este debate se materializa en temas aparentemente baladíes como la gestión de los ficheros o la elaboración de los presupuestos internos de cada organización, y en cuestiones cruciales como la elaboración de listas a las elecciones generales y la disciplina interna de los electos en cualquier institución. No es una simple batalla por el poder entre dirigentes: es la línea que marca la diferencia entre la existencia de partidos estatales en Andalucía y la existencia de un partido andaluz en las instituciones del Estado. Un hecho que alteraría profundamente la configuración del sistema de partidos en toda España.
El otro eje no es de carácter organizativo sino político, y tiene que ver con la forma de abordar la relación con el otro gran partido de la izquierda, el PSOE, tanto en Andalucía como a nivel estatal. Si bien ha cobrado fuerza especialmente desde el pasado año, cuando Unidas Podemos adoptó formalmente la estrategia del cogobierno a nivel estatal, el tema ya fue (y sigue siendo) objeto de tensos debates a nivel municipal en el seno de Adelante. A nivel autonómico, la alergia de Susana Díaz a cualquier posibilidad de entendimiento con la izquierda ha impedido que tal debate se materialice, pero no es descartable que en el futuro pueda surgir esta tensión.
Trazado el mapa, ubiquemos a las organizaciones.
- Anticapitalistas se ubica nítidamente en un cuadrante: el que se niega en redondo a cualquier tipo de cogobierno con el Partido Socialista en ningún ámbito institucional y defiende que Adelante sea una organización de obediencia andaluza cuyos representantes electos sean designados exclusivamente desde Andalucía y dispongan en las instituciones estatales, al menos, de una autonomía equivalente a la de las confluencias catalana y gallega en el seno del grupo confederal de Unidas Podemos. En estas posiciones, Anticapitalistas ha sido secundado por otros dos partidos integrantes de Adelante: Primavera Andaluza e Izquierda Andalucista.
- Izquierda Unida y Podemos, por su parte, se ubican en el cuadrante contrario: forman parte del gobierno estatal sin descartar su ampliación a otros ámbitos y hasta ahora se han negado tanto a que sus representantes andaluces sean designados en el territorio como a que dispongan de una mayor autonomía una vez electos.
Ante esta situación, la tentación de imaginar un choque de trenes es poderosa. A día de hoy la opción más probable parece el abandono de IU y Podemos del espacio de Adelante para constituir una sucursal andaluza de Unidas Podemos, sin descartar una larga batalla legal por el control de la marca Adelante, y el consecuente enfrentamiento electoral en los próximos comicios, sean cuales sean. Un juego de suma cero en el que muy posiblemente ambas formaciones salgan perdiendo en votos y escaños.
Vivimos un renacer del andalucismo en el ámbito social y cultural que necesita una traducción en términos político-electorales
A este pesimismo de la razón debemos oponer el optimismo de la voluntad. La gravedad de la situación política, económica y social debe hacernos reflexionar sobre las consecuencias de dividir en Andalucía un espacio político que se ha demostrado relativamente resistente ante la hecatombe que supuso para las llamadas “fuerzas del cambio” el último ciclo electoral en el resto de España.
Dos son los escollos que enfrenta el futuro de Adelante Andalucía, y no uno solo. Poco aporta el argumento fácil que resume el conflicto en el antiandalucismo o jacobinismo de las direcciones de Podemos e IU. Algo tendrá de verdad, pero en todo caso su rechazo a una candidatura netamente andaluza tiene también que ver con la legítima preocupación de que sus diputados se nieguen a sostener un cogobierno en el que han empeñado todo su capital político. Igualmente inconsistentes son las voces que atribuyen todo el conflicto a una maniobra de Anticapitalistas para quedarse con un trozo mayor del pastel en su divorcio con Podemos. Nuevamente, puede haber algo de verdad en ello, pero desde luego no puede ocultar un conflicto real entre la voluntad de autonomía claramente expresada por las militancias andaluzas de Podemos e IU y las decisiones adoptadas unilateralmente desde sus direcciones estatales.
Cualquier salida de este laberinto pasa por reconocer, en mi opinión, dos enunciados igualmente veraces. El primero es que vivimos un renacer del andalucismo en el ámbito social y cultural que necesita una traducción en términos político-electorales. El segundo es que las bases sociales de la izquierda andaluza apoyan mayoritariamente el pacto de gobierno entre PSOE y Unidas Podemos y consideran necesario avanzar en esta u otras fórmulas de entendimiento a nivel autonómico y local.
4 de diciembre
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Comencemos desarrollando el primer enunciado. El nuevo andalucismo no es ya tan nuevo. La necesidad de un sujeto político andaluz fue, de hecho, la hipótesis que compartían Antonio Maíllo y Teresa Rodríguez y sobre la cual construyeron la plataforma de Adelante. Lejos de desmentirse, la hipótesis del nuevo andalucismo no ha dejado de reforzarse desde entonces. Basta ver el inmenso eco de las polémicas sobre el acento andaluz de ministras y presentadores de televisión para comprobar cuántos agravios y deseos latentes se condensan en torno a la identidad andaluza. O si se prefiere, obsérvese el empeño del gobierno andaluz en disputar y alterar los símbolos andaluces para identificar su proyecto con un andalucismo propio, en una suerte de feijóoización de Moreno Bonilla. La nueva izquierda andalucista se encuentra huérfana de referentes en el mapa político actual pues no se conforma con el sucursalismo de los grandes partidos estatales, pero tampoco con la irrelevancia y marginalidad de la izquierda andalucista tradicional.
Definir la estrategia del nuevo andalucismo contra el enemigo pasado (el susanismo) en lugar de contra el enemigo presente (el gobierno de Moreno Bonilla) es incompatible con liderar la oposición y aparecer como la alternativa
El segundo enunciado no se valida sólo en las consultas realizadas a su militancia por IU y Podemos en el momento de la investidura, sino que se ha visto reforzado por la situación vivida desde el inicio de la pandemia. La actual crispación política polarizará con toda seguridad el voto de izquierdas en torno a PSOE y Unidas Podemos, no sólo a nivel estatal, sino también autonómico y local. No queda apenas espacio para terceras opciones, especialmente cuando las dudas respecto a la viabilidad del pacto de gobierno se han visto disipadas ante el ataque furibundo de una derecha incapaz de reconocer la legitimidad de una coalición que parece salir reforzada. En otras palabras, la irresponsabilidad y radicalización de las derechas españolas probablemente conduzca a los andaluces a apostar por la estabilidad del gobierno de Sánchez e Iglesias más que a su desborde por la izquierda.
Así, el rechazo de Adelante al cogobierno, perfectamente comprensible en el momento de su fundación como estrategia de oposición a Susana Díaz, choca hoy con un segundo obstáculo a nivel propiamente andaluz. Lejos de ser un desastre, el gobierno de Moreno Bonilla está manteniendo unas cotas de popularidad e intención de voto bastante altas. Definir la estrategia del nuevo andalucismo contra el enemigo pasado (el susanismo, ahora en la oposición y mañana probablemente extinto mediante alguna renovación en el liderazgo socialista) en lugar de contra el enemigo presente es incompatible con liderar la oposición y aparecer como la alternativa.
No queremos ser el granero de votos que lleve a unos a la Moncloa ni el laboratorio de otros para su pretendida oposición de izquierdas al gobierno central
La salida del laberinto se encuentre tal vez, volviendo a la tabla anterior, en un cuadrante inexplorado: el que apuesta por una organización política de obediencia andaluza que sostenga, sin servilismos, la labor del gobierno de coalición, y no descarte a priori la posibilidad de extender dicha fórmula a otros niveles institucionales. Para llegar a ese punto todos tienen que moverse de sus posiciones. Por un lado, Unidas Podemos está aprendiendo en el Consejo de Ministros que las duras negociaciones en el interior de los órganos no son incompatibles con la unidad de acción de cara al exterior. No estaría de más aplicar esa lección a la interna asumiendo que la existencia de una organización andaluza con la que acordar listas y discutir posicionamientos del grupo confederal en la misma medida que con gallegos y catalanes no es dividir la izquierda, sino reforzarla. Por otro lado, Anticapitalistas debería comprender que, para hacer de Adelante un partido andaluz con vocación mayoritaria, el veto a los cogobiernos no puede ser exigido como requisito de acceso. Cádiz es ejemplo de buen gobierno, pero Andalucía es demasiada costa para un único faro. Una organización digna de representar a un país tan plural como el nuestro debe ser razonablemente flexible en su política de alianzas, debatiendo en cada contexto concreto su posición al respecto.
Se trata, en suma, de pensar Andalucía como un proyecto en común y no como un medio para alcanzar los fines particulares. No queremos ser el granero de votos que lleve a unos a la Moncloa ni el laboratorio de otros para su pretendida oposición de izquierdas al gobierno central. Queremos gobernar y gobernarnos: disponer de la autonomía y el poder necesarios para participar, con voz propia, de un gobierno de progreso que aleje los fantasmas reaccionarios, pero que no sacrifique los intereses de Andalucía en nombre de un supuesto interés general. ¿Hasta cuándo seguiremos siendo meros espectadores mientras las cúpulas de una u otra organización se disponen a enfrentarnos?
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Me parece extraordinario. Quizás echo en falta una alusión a lo que ocurre y transcurre mientras las organizaciones "ventilan" sus problemas y diferencias: el Paro, la pobreza, la desigualdad y la exclusión social. Aunque l@s que padecen esas lacras no sean siempre visibles, existen y parece que ellos no quieren verlo.
"Se trata, en suma, de pensar Andalucía como un proyecto en común y no como un medio para alcanzar los fines particulares". Amén.
simplemente genial. Ahora a reforzar el andalucismo, porque la aceptacion del co-gobierno, por mucho que diga anticapi, es ya un hecho. Solo de pensar como hubiera gestionado este crisis el PP-Cs-Vox a nivel estatal pone los vellos de punta; vaya toda España sería lo que es hoy la comunidad de Madrid, un verdadero desastre. Y nuestro enemigo común está bien cerca: ese bloque fascista. Asi que mas andalucismo y mas antifascismo, que lo demás vendrá solo.