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Derecho al agua
El agua y los zoquetes
Han vuelto las inundaciones al Valle del Ebro y los estudios señalan que las precipitaciones concentradas en el tiempo cada vez son más frecuentes. Todo apunta a que están relacionadas con los fenómenos climáticos extremos vinculados al calentamiento global y el cambio climático.
Hay quienes claman, una vez más, para que se drague el lecho del río, se desbroce la maleza de las riberas o se levanten más motas. Su queja está anclada en una mentalidad desarrollista y codiciosa porque el despilfarro de dinero público solo les preocupa en tanto en cuanto afecta a sus bolsillos. Esos sectores sociales tarugos han dicho amén a todas y cada una de las mentiras de los gobiernos de Navarra de los últimos treinta años en materia hidráulica y fluvial.
Esos sectores sociales tarugos han dicho amén a todas las mentiras de los gobiernos de Navarra en materia hidráulica y fluvial.
Amén a construir el pantano de Itoitz, a inundar dos valles, a arrasar siete pueblos y expulsar a la gente de su casa. Amén a los políticos que les contaron la milonga de que aquella presa iba a servir para controlar las láminas de agua catastróficas. Amén a las constructoras que se forran construyendo infraestructuras innecesarias. Amén al carísimo traslado del agua de los Pirineos hacia el sur, y a seguir regalando dinero público a Canasa (la entidad ruinosa que lo gestiona). Amén a los planes oficiales de los improbables tres cultivos cada dos años, y a las macrogranjas cuyos purines contaminan los acuíferos. Amén cuando, bajo amenaza de expropiación, se obligó a muchos agricultores de la Ribera a regar con agua de Itoitz aun cuando el acuífero estaba a dos metros de profundidad, o los cultivos eran de secano. Amén a pagar ese despilfarro alquilando o vendiendo los comunales de sus pueblos, el patrimonio colectivo, a las multinacionales de los molinos de viento. Y amén a prorrogar las cesiones de los saltos hidroléctricos a las empresas privadas energéticas, para que sigan haciendo negocio, mientras el kilowatio/hora se pone por las nubes, y los políticos profesionales nos explican que no se puede hacer nada para evitarlo.
Agroecología
Macrogranjas Una pesadilla de leche y mierda
Los ríos anegan periódicamente cosechas, viviendas, comercios y polígonos situados en las llanuras inundadas. Ha ocurrido siempre con el terreno que el ser humano coloniza imprudentemente y, además, esas grandes avenidas son imprescindibles para fertilizar con nutrientes naturales las vegas de los ríos.
Por eso, no hay solución posible que no integre la mirada y las propuestas de una nueva cultura del agua. Ello supone apostar por las pequeñas balsas de almacenamiento frente a las grandes presas, y abandonar la edificación y la antropización de los márgenes fluviales. Pero, sobre todo, es necesario asumir que el agua es un bien común cuya gestión no puede recaer en manos privadas bajo ningún concepto. Y para empezar, hay que cortar de raíz el conchabeo de las confederaciones hidrográficas y las administraciones con las empresas cuyo primer objetivo es el afán de lucro privado.